sábado, 1 de diciembre de 2012

Ley de la Naturaleza: Transmigración de las Almas

Ley de la Naturaleza: Transmigración de las Almas


Cuando conozcamos las leyes, entonces, entenderemos las cosas que nos pasan


30/11/2012 - Autor: Jesús Beltrán G. - Fuente: Envio Webislam



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Cuando el Alma pura e inocente vuelve a salir a la luz del Sol, comienza un nuevo proceso evolutivo.

Con el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

En la Naturaleza hay muchas leyes: Ley de la Transmigración de las Almas, Ley de Karma (acción y consecuencia), Ley del Retorno y de la Recurrencia, Ley del Tres, Ley del Siete, etc., etc.

Ahora bien: Todas las personas que están en el Camino saben que hay una Ley del silencio, la cual advierte al estudiante del Conocimiento, que al entrar a la senda, le queda prohibido hablar de “sus” iniciaciones y del grado alcanzado por él; estos grandes misterios se profanan cuando públicamente se habla de ellos; además esto es vanidad, orgullo y ostentación.

No obstante, hay cosas que siempre han sido públicas, y se han dado en el tiempo y en el espacio. Por eso todos los Profetas nos han invitado a que hagamos el esfuerzo y busquemos el Conocimiento donde esté. Los gnósticos de todos los tiempos, esto lo han tenido siempre muy claro.

Todos nos hemos hecho alguna vez en la vida estas preguntas: ¿De donde venimos? ¿A qué venimos? ¿Hacia donde vamos? ¿Por qué sufrimos? ¿Cuál es el sentido de nuestro sufrimiento? ¿Por qué unas personas sufren más que otras? etc.

Estos son los grandes interrogantes que la humanidad se ha planteado a lo largo de todos los siglos. Para poder dar respuesta a esos interrogantes hemos de conocer entre otras cosas, las Leyes de la Naturaleza. Cuando conozcamos entre otras cosas, las leyes, conoceremos también el por qué de cada cosa, iremos conociendo y comprendiendo todo en la vida, no hay nada casual todo es causal.

Cuando conocemos algo por nosotros mismos no necesitamos la interpretación de nadie, sobre todo que nos lo interprete una mente estrecha y con intereses creados. Cuando conozcamos las leyes, entonces, entenderemos las cosas que nos pasan. Todo tiene sentido en la vida, todo ocurre por un motivo. Lo único es que lo desconocemos.

Ley de la Transmigración de las Almas

Se refiere a los ciclos de evolución e involución de las esencias: 3.000 ciclos de 108 existencias en total. De ella habló Krishna. Pitágoras la expuso en su obra “Metempsicosis” cuya palabra tiene aquel significado. Krishna, el Avatara de la tierra Sagrada de los Vedas unos 1.000 años antes de J.C. fue el difusor de la Doctrina de la Transmigración de las almas, esta está representada en la Rueda del Samsara que es eje mecánico que mueve la ley de Evolución e Involución.

¿Qué significa Avatara? Mensajero, persona que ha adquirido la sapiencia o ha alcanzado la sabiduría y regresa para ayudar a la humanidad, en este caso nos trajo un mensaje y entre su enseñanza explicó la transmigración de las almas.

Según la Doctrina que expuso Krishna de la Transmigración de las Almas, cada Esencia pasará por un máximo de 3.000 ciclos de 108 existencias si en ninguna de dichas existencias se autorrealiza. Al final de cada ciclo de 108 existencias las Esencias deberán, mediante la involución, pasar por la muerte segunda. En cada vuelta por la Rueda, las esencias pasan por un periodo completo evolutivo (en el mundo mineral, vegetal, animal y humano con las 108 existencias) y otro periodo involutivo si no se han autorrealizado, con procesos animaloides, vegetaloides, mineraloides, y pasando por la Muerte segunda.

Esta Rueda está representada en el Arcano 10 del Tarot. A la derecha está Anubis evolucionante. A la izquierda Tiphón involucionante. En la parte superior la esfinge nos señala el camino de la Revolución de la Conciencia, con su trabajo en la 9ª Esfera y con los 4 Elementos de la Naturaleza. Las garras del león representan el Fuego, la cabeza el Agua, las patas de toro la Tierra, las alas el Aire.

La Ley de evolución e involución nos dice que no puede haber evolución sin que con el tiempo se procese la involución, por tanto, estos dos ciclos hay que estudiarlos juntos. Estos dos ciclos se procesan en todo lo creado. No existe evolución sin involución, ni involución sin que antes haya habido evolución. Es, ha sido y será en todo. Se avanza hasta un punto determinado de la naturaleza, llegado a ese punto viene el proceso a la inversa, se retrocede. Gracias a estos dos ciclos no nos invade nada. Estos dos ciclos se procesan de forma simultánea, el uno da paso al otro.

Evolución: La palabra evolución desde el punto de vista académico significa: desarrollo, construcción, avance, progreso, vida.

Involución: El término involución significa todo lo contrario: retroceso, destrucción, degeneración, decadencia y muerte. La destrucción y la muerte es una necesidad para que haya equilibrio. Por tanto, esta es la ley, es también ley del equilibrio.

Existe evolución en la planta que germina, crece, se desarrolla, da flores y fruto. Existe involución en el vegetal que se marchita lentamente hasta convertirse en un montón de leños.

Existe evolución en todo organismo que se gesta, nace y se desarrolla; existe involución en toda criatura que envejece, va caducando y muere. Ni el niño hace nada por crecer, ni el abuelo hace nada por envejecer. Si de nosotros dependiera, claro está, no envejeceríamos.

Todo esto que hemos explicado ha sido para ver esta ley a nivel físico, pero nosotros no sólo somos cuerpo físico, también nos interesa verla como nos afecta a nivel espiritual. Vamos a estudiar el proceso evolutivo e involutivo de nuestra Esencia, de nuestra Conciencia.

En su día, oleadas de Esencias, salieron del Absoluto o Seno del Eterno Padre Cómico Común para adquirir sapiencia de la materia, para adquirir sabiduría. Podemos utilizar el nombre que queramos del Absoluto: Divinidad, Principio Inteligente, Creador, el Todo, la Unidad, Dios, Al-lâh. Pasado un tiempo estas Conciencias han de regresar al lugar de donde partieron, o sea al Seno del Eterno Padre Cósmico Común, con sapiencia del bien y del mal, de la absoluta felicidad y también del dolor, pero como chispas Divinales. Se puede regresar también como Esencias fracasadas, pero siempre hay que regresar al Padre, al Absoluto.

Esas Conciencias salen del Absoluto como Esencias inocentes, no tienen sapiencia del mal y del dolor, y vienen a adquirirla. ¿Dónde?, en el mundo de la materia. Al ser inocentes, no tienen consciencia de la plenitud de la felicidad que supone estar en el seno de la Divinidad.

Cuando se toma consciencia de lo que supone esa felicidad una vez que se tiene el conocimiento del mundo de la materia, se regresa de nuevo a la Divinidad, y entonces se goza con plena consciencia de esa felicidad que supone formar parte del Todo.

Comienza ese peregrinaje, ese aprendizaje sobre la Rueda del Samsara o rueda de la sabiduría, rueda de nacimientos y muertes, conocida también como “valle de lágrimas”. Comienza pues, ese aprendizaje pasando por los distintos reinos de la Naturaleza. El primer aprendizaje lo realiza en el mundo mineral, en forma de “elementales”.

¿Qué son los elementales?, partículas de esa Esencia. Esas partículas o elementales de esa Esencia, ingresan en los distintos departamentos de los reinos de la Naturaleza. Primero en los distintos departamentos del reino mineral, después del vegetal y por último del animal.

1º.- En el reino mineral: En un principio en minerales de forma amorfa, luego en minerales más cristalinos. Una vez se ha aprendido de ese reino todo lo necesario, se continúa el proceso ascendente evolutivo.

2º.- En el reino vegetal: Primero como simples hierbas, luego arbustos y más tarde en árboles. Toda hierba por insignificante que ésta sea posee su elemental particular. No quiere decir que dichos elementales tengan que permanecer siempre metidos dentro de su cuerpo inmóvil, eso sería absurdo e injusto. Los elementales tienen plena libertad para salir y entrar en sus cuerpos a voluntad; pueden ser vistos y observados en la cuarta coordenada o cuarta dimensión, donde reciben su sapiencia.

Estos elementales o partículas de Esencia aprenden bajo la dirección de unos Devas. ¿Quienes son? Son Maestros de estos reinos, con Conciencia despierta, con sabiduría, encargados del aprendizaje durante el paso por estos reinos. Bajo la dirección de estos Maestros y en Templos ubicados en la cuarta coordenada, estos elementales van poco a poco adquiriendo la sabiduría de estos reinos.

Templos: se tiene el concepto de que un templo es un lugar de oración. ¡Correcto! Vamos a ampliar conceptos; en el cristianismo se entiende como templo una iglesia y es lugar de oración y lugar donde se ofician unos rituales: misas, funerales, bodas, etc. En otras culturas, templo es lugar de aprendizaje. La vida es una escuela, el cuerpo físico es un templo, la vida es sagrada, el cuerpo físico es sagrado.

Nadie debe atentar contra un templo o escuela, nadie debe atentar contra la vida de nadie, nadie debe arrebatarnos la vida, nadie debe atentar contra el cuerpo físico de nadie, nosotros no debemos atentar ni tan siquiera contra nuestro propio cuerpo físico, lo más grave es que lo maltratamos ya sea unas veces por exceso y otras por defecto. Tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro cuerpo físico.

Cuando estos Devas o Maestros de estos reinos, examinan a esos elementales y ven que están en disposición de seguir su proceso evolutivo, ascendente, les dan paso al siguiente reino. En este caso pasan al reino animal.

3º.- En el reino animal: Primero en animales unicelulares, invertebrados, y poco a poco en animales cada vez más evolutivos. La propia ciencia oficial reconoce que el delfín es uno de los más evolutivos.

Continúa la Esencia su proceso evolutivo ascendente, y una vez que ha aprendido lo suficiente en los distintos departamentos de estos tres reinos de la naturaleza, recoge todas sus partículas y entonces como Esencia completa e individualizada, que no como elemental, sino como Conciencia completa, comienza su aprendizaje en el reino humano, como ser humano.

4º.-En el reino Humano: Para poder adquirir esa sapiencia en este reino de la Naturaleza como humanos; se nos asigna hasta un numero determinado de oportunidades, a través de las cuales hemos de conseguir “eso” para lo que vinimos al mundo de la materia, y una vez conseguido, volver de nuevo a la unión con nuestra propia divinidad, nuestro Íntimo.

Al entrar del reino animal al reino humano, como Conciencias, se deposita también la semilla para poder completarnos como Hombres, Hombres con mayúsculas, tenemos que convertirnos en auténticos Hombres, nacer por segunda vez. Y ¿dónde está depositada esa semilla?, en nuestros órganos sexuales. Si para nacer como humanos tiene que ser mediante el sexo, para nacer como Hombres tiene que ser también con el sexo.

Si pasado el ciclo de existencias que se le asigna a toda Esencia, a toda Conciencia, ésta no ha conseguido unirse a su Íntimo ya con la sabiduría, está claro, que se le acabó todo proceso de evolución, no puede seguir dentro de la escala evolutiva y pasa al proceso inverso de la involución, a la involución sumergida.

Salimos como Esencias inocentes, nos atrapó el ego, el egoísmo, los miedos, los apegos, los deseos de acumulación, de poder, ansias de ser más que otros, que los demás, poseer más, que nos envidien, etc. Pero no podemos regresar como impuros.

No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que en el estado en el que nos encontramos, no estamos en disposición de podernos unir a la Divinidad, de regresar al seno del Eterno Padre Cósmico Común. Lo contaminaríamos todo. Igual que una manzana podrida pudre a todo un cesto.

Salimos como inocentes pero no podemos regresar como impuros. Entonces, ¿qué es lo que hay?, ¿qué es lo que nos aguarda? He aquí que Dios en su aspecto Maternal, la Divinidad, compadecida de nosotros nos hace ingresar, ha creado para nosotros un lugar de purificación.

Sabemos el concepto que tenemos del cielo, lugar de bienestar, de felicidad; también tenemos un concepto del lugar opuesto o contrario llamado infierno, lugar de sufrimiento, dolor, con el agravante de que nuestro concepto es de que ambos lugares son eternos. El término eterno es para “siempre”, no tiene fin. No tiene fin nuestra felicidad, nuestro bienestar o nuestro sufrimiento y nuestro dolor, según el lugar donde estemos.

A este concepto infierno se le conoce con distintos nombres, según la religión, la cultura, escuela o sistema:

Entre los católicos y cristianos, es el infierno propiamente dicho.
Es el averno de los romanos. El tártarus de los griegos.
El infierno de hielo de los esquimales.
El mixtlán de los aztecas. Los klifos de la cábala hebraica.
Los círculos del Dante en su Divina Comedia.
La morada de plutón.
A nivel cósmico son las infradimensiones o mundos sumergidos de la naturaleza.
Lugar de purificación para los vedas y los sufis.

Es, este lugar de purificación el que acoge en su seno a todas esas Esencias fracasadas, para eso, para su purificación, para purificarlas. Lógicamente no es un lugar de gloria, ni de felicidad; es un lugar de sufrimiento. ¿Es que una persona atrapada en la red de sus propios miedos no sufre; es que una persona atrapada por su propio egoísmo, por su lujuria, por sus envidias, por sus odios, por sus resentimientos, por sus ansias de poder, de ser más, de tener más, no sufre? ¿Qué concepto tenemos del sufrimiento?

Otro concepto que tenemos es que el infierno o lugar de purificación es algo eterno, entendiéndose como eterno: algo que no tiene fin. Vamos a aclarar también éste término:

Al entrar a este lugar de purificación, se dice que se encuentra un gran letrero que reza así, y en el idioma que todos, absolutamente todos entenderemos, reza así: “De aquí jamás saldrás”, “Deshecha toda ilusión de salida, porque de aquí jamás saldrás”. Ingresamos en ese lugar de purificación con el sólo propósito de purificarnos o sea conseguir la purificación.

Vamos a ver a nivel físico, ¿qué quiere decir purificar una cosa?: Eliminar toda impureza, someter a un proceso de purificación algo que contiene impurezas. Una vez que hemos conseguido eliminar esas impurezas de ese algo, o lo que es lo mismo, una vez que hemos conseguido purificar aquello que sometimos a tal proceso, ¿qué hacemos? Lógicamente sacarlo de ese proceso, de ese lugar.

Lo mismo sucede a nivel interno y espiritual. Una vez la Conciencia de cada uno de nosotros se ha purificado, ha eliminado, ha disuelto el “yo pluralizado”, ¿qué hace la Conciencia en un lugar de purificación?, una vez conseguida esa purificación, pues sencillamente, salir de ese lugar.

La Conciencia libre del ego, no puede permanecer en un lugar de purificación, y es entonces cuando sale nuevamente a la luz del Sol, para comenzar otra vez el proceso de evolución, dándosele de nuevo nuevas oportunidades, para que por fin se decida a trabajar, para adquirir la sapiencia por lo que vino al mundo de la materia.

Entonces diremos: ¿A qué viene ese letrero “de aquí jamás saldrás”? Muy sencillo, decimos que una vez purificada la Conciencia y entendiendo por purificada que está limpia de defectos; eliminado el ego que atrapaba a dicha Esencia, ésta sale nuevamente a la luz del sol. ¿Pero qué pasa con el yo pluralizado, con el ego que atrapaba a esa Conciencia? Sencillamente, allí es destruido. El yo pluralizado, una vez entra dentro de ese lugar de purificación o mundos infiernos, jamás saldrá, allí se desintegra, la Madre Naturaleza, Dios en su aspecto Maternal, Dios Amor, se encarga de disolverlos.

Entonces queda bien aclarado el por qué se tiene el concepto de que ese lugar es eterno. Es eterno para nuestros miedos, nuestros apegos, odios, resentimientos, envidias, venganzas, celos, etc.

Han sido destruidos, disueltos, durante ese proceso de purificación, cómo puede una cosa desintegrada salir de ese lugar. ¡Imposible! “Deshecha toda posibilidad de salir, de aquí jamás saldrás”. El infierno es un lugar eterno para el ego. Ese letrero va dirigido sólo y exclusivamente para el yo pluralizado.

Cuando el Alma pura e inocente vuelve a salir a la luz del Sol, comienza un nuevo proceso evolutivo para conseguir, con nuevas oportunidades, aquello para lo que vino al mundo de la materia. Entonces volverá a repetir todo el proceso evolutivo.

Todo esto que estamos diciendo, tal vez sea nuevo para nosotros, pero no es nada nuevo. Se le conoce como la “Transmigración de las almas”, explicada por Krishna, Avatara de la tierra sagrada de los vedas mil años antes de Jesús el Cristo, o sea que mil años antes de Jesús el Cristo ya se hablaba de este peregrinaje o transmigración de las almas. No hay nada nuevo. Nada nuevo bajo el sol.

¿Cómo podemos detener ese proceso involutivo descendente de nuestra conciencia? Provocando cambios en nosotros. ¿Cómo podríamos librarnos de la rueda de nacimientos y muerte, del proceso descendente a ese lugar de purificación? Trabajando aquí y ahora en la desintegración y disolución del “yo pluralizado”, del ego. Luchando aquí y ahora para librarnos de las redes del yo que nos tiene atrapados.

Si eliminamos aquí y ahora esos factores de la discordia, si logramos eliminar de nosotros eso que nos causa el sufrimiento y el culpable del que causamos a los demás, si eliminamos de nosotros nuestros errores, está claro que no habría necesidad de pasar por ese lugar de purificación.

A este proceso de purificación hecho por nosotros y en nosotros, se le reconoce como Revolución. Revolución de la Conciencia. Es lógico que este Trabajo sólo lo podemos realizar nosotros mismos y dentro de nosotros mismos.

Cuando nosotros trabajamos aquí y ahora en la desintegración del yo pluralizado, como el trabajo lo realizamos nosotros, aprendemos y ganamos en rica experiencia, de manera que conseguimos la sapiencia.

Si la desintegración del Yo pluralizado se produce en ese lugar de purificación llamado mundos infiernos, entonces, no lo realizamos nosotros mismos y por nosotros mismos, es la Madre Naturaleza la que se encarga de ello, de manera que la sapiencia no la hemos alcanzado, y es por eso que nos dan nuevas oportunidades, de esa manera ingresamos nuevamente en la rueda de la vida.

Cuando el Trabajo lo realizamos aquí y ahora y por nosotros mismos, una vez adquirida esa sapiencia, salimos de la rueda de nacimientos y muertes. La Revolución de la Conciencia es ni más ni menos que revelarnos al yo pluralizado. Lógicamente esa Revolución se produce dentro de nosotros mismos.

En realidad: Conocer las Leyes de la Naturaleza sólo sirve para ayudar a conocernos a nosotros mismos. Realmente nuestro Trabajo debe consistir, en practicar día a día los tres aspectos o factores de la Verdadera Revolución de la Conciencia que son:

1º.- Morid psicológicamente, es decir, aniquilar nuestros yoes o velos, reducirlos a polvareda cósmica.

2º.- Nacer por el Agua y por el Fuego del Espíritu Puro, para elevar el Fuego Sagrado e ir Iluminando el Árbol de la Vida.

3º.- Sacrificarnos por la humanidad, practicando la compasión y la misericordia, pero sobre todo, enseñándole las claves que les lleve a la Liberación.

La Paz sea con todos.

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