Malinterpretan la profecía maya
La Prensa
17 de diciembre de 2012
Los mayas no pudieron vaticinar la llegada del fin del mundo, entre otros motivos porque en su cosmovisión no existía el concepto lineal del tiempo que se utiliza en occidente, con una mentalidad apocalíptica heredada de la tradición judeo-cristiana.
lectura erronea
"En el tiempo occidental partimos de una fecha que podría ser, por ejemplo, el nacimiento de Cristo, y de manera totalmente lineal vamos hacia el futuro (...); en el mundo indígena había ciclos después de los cuales era borrón y cuenta nueva", declaró.
La profecía maya, que supuestamente sitúa entre los días 21 y 23 de diciembre el fin del mundo, se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un panel jeroglífico empotrado en un muro, conocido como el Monumento de Tortuguero, en el Estado de Tabasco, sureste del país.
Para el profesor Johansson, aunque ninguno de los pueblos mesoamericanos vaticinó el fin del mundo, sí estaban preocupados por esa idea de naturaleza "universal", y tuvieron la capacidad de canalizar ese miedo mediante la creación de los llamados "nemontemi" o "días baldíos", una de las últimas investigaciones del experto.
"El fin del mundo es algo universal, pero los antiguos mexicanos sí tuvieron la sabiduría de poner a cada año cinco días de caos para tener una vivencia caótica antes de regresar al cómputo calendárico normal, y eso permitía drenar toda esta angustia que tienen los hombres desde tiempos inmemoriales", precisó.
hubo que insinuar
Estos días "que no contaban" se encontraban al final del último mes de cada año, equivalente a un ciclo completo del sol, y durante los mismos se producía un "suspenso", por el cual aunque "se contaban en términos de cómputo en el calendario, no estaban contemplados en términos astrológicos", según las últimas indagaciones.
"Por mucho que los mecanismos calendáricos de la temporalidad fueran perfectos, había que insinuar, insertar algunos elementos caóticos", agregó.
De esta forma, durante estos cinco días "no se hacía nada" y "si alguien se tropezaba significaba que se iba a caer el resto de su vida", en una especie de "resonancia extraordinaria", por la cual era mejor no padecer ninguna desgracia durante estas jornadas.
Este elemento de canalización de la angustia por el fin del mundo, es según el experto, solo una prueba más de la importancia que tenía para las culturas mesoamericanas el registro y el estudio del tiempo.
Para la investigadora de lengua y cultura maya de la Universidad Autónoma de Campeche (UACAM) Cessia Esther Chuc Uc, los mayas prehispánicos tenían la necesidad de calcular el tiempo porque les afectaba en todos los aspectos de su vida, desde las previsiones climatológicos y las cosechas, hasta los conflictos entre tribus.
"El tiempo, si bien es cierto que es matemática pura, también sirvió para tener una estabilidad social y política", aseguró Chuc Uc. (OEM-EFE).
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