miércoles, 30 de enero de 2013

Muhammad (sas): “como si la luz del sol estuviese dentro de su rostro”

Muhammad (sas): “como si la luz del sol estuviese dentro de su rostro”


Muhammad (sas) es para los musulmanes nuestro maestro y guía infalible, la puerta al Islam y parte esencial de nuestro iman.

04/02/2012 - Autor: Reina Mora

islam mawlid an nabi muhammad

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No entrarán al Paraíso hasta que se amen los unos a los otros.Llega el Maulid de nuestro amado Muhammad (sas), el Mensajero de Allâh (swt), el sello de la Profecía, el de “carácter eminente”, el Enviado para perfeccionar nuestras virtudes morales, la misericordia para la toda la humanidad...



Una excelente ocasión para cerrar nuestros oídos al mundanal ruido y abrir nuestros corazones a la Luz Muhammadiana, esa luz que no cesa y que iluminaba a compañeros como Abu Huraira: “Nunca he visto una cosa más bella que el Mensajero de Allâh. Parecía como si la luz del sol estuviese dentro de su rostro”. Luz que se derramó sobre él durante la Revelación para guiarnos en el camino hacia Allâh (swt), Alhamdulillah ua Shukrulillah.



Muhammad (sas) es para los musulmanes nuestro maestro y guía infalible y es también la puerta al Islam. La segunda parte de la shahada “doy testimonio de que Muhammad es Mensajero de Allâh” es la aceptación de Muhammad como Enviado y el reconocimiento del Qur’an como Revelación, libro inimitable, incorruptible, evidente, generoso regalo de Allâh (swt), recta vía para comunicarnos con nuestro Señor y excelente guía para esta vida y para la próxima.



A su vez, el Profeta es también parte esencial de nuestro iman: “Ninguno de vosotros ha de completar su fe, hasta que yo sea más amado para él que su padre, su hijo y el resto de la humanidad”. A veces no se entiende este amor de los musulmanes por el Profeta, porque para ello hay que tener conciencia de los grandes dones, los generosos atributos y las bondadosas cualidades que Allâh (swt) depositó en el corazón del hombre y que fueron llevadas a su máxima expresión y manifestación por Muhammad (sas), al insan al Kamil (el Hombre Perfecto). El corazón es el órgano sutil por excelencia al que debemos dedicar toda nuestra atención, su apertura nos abre a Allâh (swt), pero si se cubre, si se cierra con la incredulidad, nos lleva a la corrupción y a la destrucción. El Profeta solía decir: "oh Aquel que maneja los corazones, haz que mi corazón se afirme en Tu religión", pues el siervo realiza toda las acciones de adoración con el corazón. Incluso en Ramadan, el ayuno más importante, y el más difícil, es el ayuno con el corazón evitando maldecir, juzgar, criticar. El maravilloso secreto del corazón, su más preciado tesoro, nos lo desvela un hadîth qudsî "Los cielos y la tierra no me pueden contener, pero el corazón de Mi adorador creyente Me contiene".



Amar a Muhammad (sas) es, sin embargo, mucho más, es superar las engañosas diferencias y amar a toda la humanidad, reconociendo en el corazón su mensaje como verdadero: “Las personas desde Adán (p) hasta hoy en día son iguales a los dientes de un peine; no hay superioridad para el árabe sobre el no árabe, ni para el rojo sobre el negro, sino en conciencia de Al-lâh”. (Mustadrak al Wasâ’il, t.12,p.89). Ser musulmán es por tanto desarrollar la conciencia de la unidad, de compartir una esencia y destino común, ya que como bien nos recordaba él mismo: “Ninguno de vosotros habrá creído (completamente) hasta que desee para su hermano lo que desea para sí mismo”. Muhammad (sas) es por tanto el que con su amor cierra el círculo, el que conecta, une y agrupa fraternalmente a toda la humanidad con su Bárakah.



Ciertamente, para los musulmanes ¡es imposible no amarle! Cuando le preguntaron sobre el carácter de Muhammad (sas) Aisha (sa) respondió: “La ética de Muhammad era el Corán”. Sobre este hadith Al Nawawi (la misericordia de Allâh sea con él) explicó en “La explicación de Muslem” (Sharh Muslem) (3 / 268): “Su significado: obrar con él, detenerse en sus fronteras, tener su ética, coger sus lecciones e historias como motivo de reflexión, y meditarlo, y leerlo con buena lectura”.



Muhammad (sas) es para los musulmanes el Sendero Recto (Siratul-Mustaqim) para alcanzar la felicidad verdadera en este mundo y en el otro, el sometimiento perfecto a Allâh. El Profeta que ilumina un camino espiritual basado en la Apertura (Al Fatiha) a la única Realidad. Como ha escrito Hashim Cabrera: “La repetición incesante de la Fatiha procura una apertura real al ser humano en su vida cotidiana, provocándole el despertar a la Realidad y otorgando sentido a su vida. La Revelación hace al ser humano capaz de habitar la Realidad porque el Corán es un recuerdo de Dios, de lo Real (Al Haqq). El Corán es el recipiente que contiene la memoria humana integral y, en esa humana memoria, contiene a su vez la memoria de todas las criaturas y de todos los mundos, siendo Su más fiel recuerdo”.



Su elevado rango se manifiesta durante el Viaje Nocturno, donde es el único que alcanza el Trono de Allâh (swt) (Arshul-Lahi), simbolizando el mayor grado de elevación fuera de Allâh (swt) en Sí Mismo. Muhammad (sas) es la realización perfecta del dîn del Islam, que como sabemos no es otro que la humildad, acompañada de un noble, generoso, honesto y magnánimo carácter orientado siempre hacia la verdad y la justicia. El carácter, he ahí el verdadero camino para los musulmanes: “Lo que más hará entrar a la gente en el Jardín son la conciencia de Al-lâh y el buen carácter”. Efectivamente, no hay Islam sin noble carácter, al islamu kul-luhu adab, pues el buen carácter no es sino conciencia de Al-lâh.



En este sentido hay que reconocer que, si bien existen muy numerosas y evidentes pruebas de su extraordinario carácter, siempre han sido, no obstante, ocultadas y distorsionadas por la histórica y feroz islamofobia. El objetivo no es otro que intentar apagar la Luz Muhammadiana y silenciar el Islam. Teniendo que elegir entre todas ellas, me quedo con dos.



La primera prueba de su elevado rango nos la proporciona la lectura del mango de su espada: "Perdona al que te hace un daño, únete a aquel que te separa, haz el bien a la persona que te hace mal, y habla la verdad aunque vaya en tu contra".



Todo un ejemplo de espíritu pacifista que se refuerza con su mensaje a favor de la unidad y concordia en la comunidad, su voluntad de acuerdo y su preferencia por las decisiones tomadas con amplia participación y sosegado debate. Muhammad (sas) nos recordó que nuestra auténtica fortaleza es la que ejercemos contra nuestras malas inclinaciones: “Una persona fuerte no es aquélla que tira al suelo a su adversario. Una persona fuerte es la persona que sabe contenerse cuando está encolerizada”, animándonos continuamente a una convivencia fraterna y unos afectuosos modales: “No entrarán al Paraíso hasta que se amen los unos a los otros. ¿Quieren que les diga algo que si lo hacen conseguirán sentir amor unos por otros? Saludarse mutuamente (con el salam)”.



La segunda prueba de su elevado maqam es el firme mensaje que, en los últimos momentos de su vida, lanzó a sus compañeros instándoles a portarse bien y respetar a las mujeres. Y es que, curiosamente, uno de los primeros hombres en defender la libertad y amplia capacidad espiritual y social de la mujer, ahora es acusado por la miopía occidental de misógino.



Cuando en otras latitudes se negaba que la mujer tuviera alma y solo se le concedía el atributo de la belleza Muhammad (sas) reivindicaba sus valores interiores: “Quien se case con una mujer por su belleza, Al-lâh dispondrá que su belleza sea un objeto de aflicción en su contra". (Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.53).



Resulta sorprendente ver que, mientras en el s.XXI se sigue reclamando participación masculina en las labores del hogar, el Profeta, ya en el s.VII, participaba activamente en el hogar: cuenta Al Aswad Ibn Yazid: “Pregunté a Aisha (Allâh esté complacido con ella): ‘¿Qué solía hacer el Mensajero de Allâh (la paz sea con él) en su hogar?’, a lo que respondió: ‘Solía ayudar a su familia (es decir estaba al servicio de su familia) y cuando llegaba el momento del rezo, salía a rezar". Y por si queda alguna duda he aquí uno de los muchos hadiths sobre su compromiso con los derechos y bienestar de las mujeres: “Los creyentes con la mejor fe son aquellos cuya moral es la mejor. Y los mejores de entre ellos son aquellos que tratan mejor a sus esposas”.



Que la paz y bendiciones de Allâh (swt) sean con él.



Salam,





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