jueves, 28 de febrero de 2013

Discurso de Hassan Nasrallah en la celebración del nacimiento de Muhammad

27/02/13(25-1-13) Discurso de Hassan Nasrallah en la celebración del nacimiento de Muhammad


Etiquetas: hezbollah, iraq, Islam, israel, libano, Muhammad, Palestina, salafismo, shiismo, sunnismo, video



كلمة السيد حسن نصر الله في احتفال المولد النبوي







En nombre de Dios, el Clemente, el Piadoso. (…)



El peligro de los conflictos y sediciones



Cuando observamos lo que sucede en nuestra región, vemos que uno de los principales desafíos actuales es la magnitud y la propagación de los conflictos, de los combates, de los enfrentamientos y divisiones en numerosos países árabes y musulmanes. Estos existen, ya sea entre las religiones –entre los musulmanes y los cristianos, como sucede en países islámicos como Nigeria– o entre las denominaciones [de una misma religión], o sea entre los sunnitas y los chiitas.



Sin embargo, me gustaría considerar las cosas de una manera más pragmática, más concreta, para evitar dar a las cosas más importancia de la que realmente tienen.



En realidad, la naturaleza de los conflictos que hoy existen sobrepasa la cuestión de las religiones y de sus diferentes denominaciones. Hay países árabes donde toda la población es musulmana, o sea donde no hay cristianos. Todos practican la misma religión. Hay también países árabes donde todos pertenecen a la misma denominación, donde no hay chiitas. Incluso hay países árabes donde todos los habitantes pertenecen a la misma denominación sunnita. A pesar de ello, hay desórdenes y en enfrentamientos en esos países. Es porque en todos los países árabes e islámicos existen corrientes patrióticas, corrientes islamistas, corrientes nacionalistas, al igual que sufistas y salafistas. Hay este y oeste. Hay norte y sur. Hay tribus y clanes, etc. Hay estatutos sociales y tendencias diversas y variadas. Por consiguiente, no es justo caracterizar el caos, los desórdenes y los desafíos que existen actualmente en la región con una dimensión religiosa y sectaria. No es justo limitar a eso lo que está sucediendo porque la realidad es mucho más compleja.



Para evaluar esos hechos, que posteriormente abordaré más detalladamente, consideramos que nosotros –en Líbano [los libaneses]– somos parte de esta región. Nosotros, en Líbano, tenemos nuestros propios problemas. Somos parte del mundo árabe e islámico y nuestro país está influenciado por todo lo que sucede en el mundo árabe e islámico, nos guste o no. Está también bajo la influencia de todo lo que sucede en la región y en el mundo. Es incluso posible que el Líbano sea el país más influenciado por lo que sucede en su entorno. Al mencionar las cosas que suceden en la región quiero subrayar los siguientes puntos:



Primeramente, si hay conflictos, tensiones y combates en la región, no hay que aterrorizarse ante ellos ni dejar que nadie nos aterrorice con eso. Siempre ha sido así. A través de la historia siempre ha habido conflictos, combates y guerras. Es algo que siempre ha existido en la historia de los musulmanes, al igual que en la historia de los no-musulmanes. Es algo que también ha existido entre los cristianos. Es algo que siempre ha existido en la historia del mundo, desde que Dios creó a Adán hasta el día de hoy. Lo que está pasando es lo que habían dicho los Ángeles:



«¿Vas a poner [en la Tierra] a alguien que va a hacer el mal y que la regará con sangre?» [1].



Esa es la historia de la humanidad, mientras los hombres sean hombres, sienten deseos, son avariciosos, no conocen la moderación, etc. Todo eso es natural.



La tragedia más importante y más seria es, por lo tanto, cuando no sabemos cómo manejar esas crisis, cómo comportarnos ante ellas. O sea, cuando –ante esos hechos dramáticos– perdemos la capacidad de razonar, cuando somos incapaces de poner en orden nuestras prioridades, cuando perdemos la sangre fría y nuestra capacidad de tomar decisiones y somos incapaces de tomar iniciativas. Es ese el mayor peligro. Sin embargo, si actuásemos razonablemente, responsablemente, si asumiésemos nuestras responsabilidades, si decidiésemos hacer frente a esas crisis, a esos combates y a esos conflictos con sabiduría y con responsabilidad, podríamos evitar muchas dificultades y resolver lo mejor posible esos problemas que quizás iban a aparecer de todas maneras. Ese es un primer punto.



En segundo lugar, considerando incluso los países en los que hay varias religiones o varias denominaciones [religiosas], tenemos que estar conscientes del hecho que las tensiones no siempre son esencialmente ni naturalmente de orden religioso o sectario. Hablemos de ese problema con datos precisos.



No voy a mencionar «todas» las disensiones, conflictos, combates y guerras que se han producido. No estoy hablando de disputas intelectuales, ideológicas, religiosas o de jurisprudencia. No. Estoy hablando de los combates, conflictos, guerras y divisiones en los que la gente se ataca y se mata entre sí, etc. La mayoría de las guerras y confrontaciones que han tenido lugar tenían un fondo y causas políticas, así como objetivos políticos que tenían que ver con el poder, con el control o con apoderarse de las capacidades de la comunidad. No tenían nada que ver con la religión, ni con los chiitas o los sunnitas. Tampoco tenían nada que ver con el islamismo o la cristiandad. Así fue con muchas guerras. No digo que fue así absolutamente con «todas» las guerras. Estoy hablando de la mayoría de las guerras.



Los conflictos intermusulmanes a través de la historia



No tendré tiempo para recorrer ahora toda la historia. Citaré sólo dos o tres ejemplos.



Por ejemplo, una de las grandes guerras de la historia de los musulmanes es la que tuvo lugar entre los Omeyas y los Abasidas. Esa guerra provocó verdaderas masacres. Murieron en ella decenas de miles, incluso cientos de miles de personas. ¿Tuvieron los sunnitas, los chiitas, la religión del Islam y el Profeta del Islam algo que ver con la guerra entre los Abasidas y los Omeyas? Era una guerra por el poder. Era una guerra para determinar quién iba a reinar sobre la nación musulmana y dirigirla.



Después de eso hubo una larga guerra entre Al-Amine y Al-Ma’mun, los dos Abasidas. Esa guerra duró años y en ella murieron decenas de miles de personas. ¿Qué tienen que ver los chiitas y los sunnitas con esa guerra? Estoy recordando esto para que nadie nos haga responsables de cosas con las que no tenemos nada que ver. Los sunnitas y los chiitas no tiene nada que ver con esa guerra. Esos dos individuos lucharon [entre sí] por el poder y provocaron la guerra de Dahes y de Al-Ghabraa. Destruyeron la nación entera con tal de apoderarse del poder. El gobierno de los Abasidas duró cientos de años. Y había guerras entre los príncipes y los ministros. Se mataban entre sí. Hacían guerras e invadían ciudades. ¿Qué tenían que ver los sunnitas y los chiitas con las guerras de los príncipes y los ministros? [Aquellas guerras] duraron cientos de años. Por supuesto, al servicio de esos conflictos hubo manipulación y explotación del Islam, de las religiones y de las diferentes denominaciones [religiosas], pero no era esa la verdadera causa de aquellas guerras.





Hablemos ahora de la historia más reciente. Hace unos 500 años hubo una guerra entre los otomanos y los mamelucos. ¿Qué tienen que ver esas guerras con los sunnitas y los chiitas? ¿Qué tiene que ver con eso la religión? ¿Qué tiene que ver con eso el Islam? Por el contrario, cuando los otomanos vencieron a los mamelucos, los mamelucos acababan de registrar una gran victoria nacional. Los otomanos vinieron y acabaron con ellos. Así que está claro que aquello no fue un conflicto religioso o sectario, nada de eso. No era el caso. Puede que algunas guerras tuviesen una causa religiosa o sectaria, pero fue una pequeña minoría de las guerras. Pero la gran mayoría de las guerras no eran religiosas sino políticas.



Hace varios años, una de las guerras más peligrosas que han tenido lugar en nuestra región y que sentó las bases de una situación política y de seguridad completamente nueva, que incluso trajo las flotas estadounidenses a nuestra región, fue la guerra de Saddam Hussein contra Kuwait. ¿Fue esa una guerra religiosa? ¿Era acaso una guerra entre sunnitas y chiitas? ¿Qué tenían ellos que ver con todo eso? Esa fue una guerra por el control del petróleo y del territorio. Fue una guerra por el poder. Sí, como ya dije, es posible a veces que algunos manipulen esa cuestión de las religiones y de las diferentes denominaciones [religiosas]. Por ejemplo, la guerra entre los otomanos y los mamelucos era una guerra por el poder. ¿Pero la guerra entre los otomanos y los Safavis [dinastía iraní chiita], o entre los Safavis y los otomanos, fue acaso una guerra entre sunnitas y chiitas? ¡No, hermano! No, no era una guerra entre sunnitas y chiitas. Era más bien una guerra por el poder. No quiero tomar partido por los otomanos o por los Safavis. Esto no es una investigación histórica, es solamente un ejemplo.



Así que si los Ayubidas y los mamelucos se hacían la guerra entre sí esa sería una guerra por el poder. Sin embargo, si los Ayubidas y los Fatimidas [dinastía egipcia chiita] se hacían la guerra, eso se consideraría una guerra sectaria. Pero en el fondo eso no es una guerra sectaria. En realidad, se trata de una guerra por el poder.



Los conflictos actuales no son religiosos, son políticos.





O sea, muchas de las guerras y muchas de las luchas y conflictos que hoy se producen –ya no estoy hablando de historia antigua sino del presente– son en el fondo de carácter político y no tienen nada que ver con las denominaciones [religiosas] ni con las religiones. No tienen nada que ver con el Islam, con el cristianismo, ni con el chiismo o con el sunnismo. Pero, hablemos también de la guerra de Saddam Hussein contra la República Islámica de Irán, que duró más de 8 años. Y menos mal que [Saddam Hussein] no dio a ese conflicto una dimensión sectaria. Lo que pasa es que no podía hacerlo, por una razón natural y práctica, ya que muchos de los generales y soldados del ejército iraquí que combatían en Irán eran chiitas. ¿Cómo hubiese podido decir que era un combate sectario? Por eso dijo que era una guerra entre los árabes y los persas.



Sin embargo, y resulta triste, algunos regímenes árabes de hoy no se preocupan ni por los sunnitas ni por el pueblo sunnita. No les interesa el pueblo de Palestina. Cuando miramos las estadísticas sobre los países árabes –y la mayoría de los habitantes de los países árabes son sunnitas– vemos que cuentan decenas de millones de hambrientos, decenas de millones de analfabetos, decenas de millones de desempleados, decenas de millones de… mientras que hay regímenes que acumulan fortunas ascendientes a cientos de miles de millones de dólares, pero que no hacen nada por los pueblos sunnitas. Pero cuando emprenden una guerra contra Irán, ¡el conflicto se convierte en un conflicto entre sunnitas y chiitas! ¡No, hermano! El conflicto no es un conflicto entre sunnitas y chiitas.



Ni siquiera en plena guerra con Irak, Irán nunca consideró –en ningún momento– que se trataba de una guerra de los sunnitas contra Irán. Era la guerra de Saddam Hussein y de unos cuantos regímenes que se pusieron de su parte y que gastaron cientos de miles de millones dólares en esa guerra destructora.



Sobre la base de esta lectura, debemos decir cuál es nuestro deber.



Nuestro deber es, en primer lugar, analizar cualquier conflicto o lucha en el Líbano, o en cualquier otro país –ya sea en Siria, Irak, Bahréin, Yemen, Egipto, Túnez o Libia– y no sólo entre sunnitas y chiitas sino entre musulmanes, cristianos, sunnitas, chiitas u otras corrientes islámicas o nacionalistas, etc., debemos analizarlos desde una perspectiva política y no desde una perspectiva sectaria. Eso obliga a rechazar todo discurso sectario o confesional así como todo recurso a la movilización sectaria o confesional.



Porque hay gente que es capaz de sacar al genio de la lámpara, pero luego no pueden volver a meterlo en ella. Hay muchas pruebas de ello. Usted puede transformar su discurso sectario en una verdadera serpiente. Pero luego no podrá controlarlo y la serpiente acabará matándolo a usted mismo. Así que tenemos que ser muy prudentes. Es por eso que, hoy en día, todo discurso sectario o confesional es como una prédica nociva que puede destruirlo y devastarlo todo.



En segundo lugar, tenemos que circunscribir el problema a sus verdaderos límites. Limitemos el desorden al interior del país donde se produce, entre las dos facciones bien definidas entre las que tiene lugar. Limitémoslo a eso. No generalicemos, no traigamos a colación todas las causas imaginables, no mezclemos los problemas entre sí porque será mucho más difícil resolverlos.



En tercer lugar, ¡oh hermanos y hermanas, oh mundo árabe e islámico, oh cristianos, musulmanes, chiitas y sunnitas, nacionalistas e islamistas! Desgraciadamente, ciertos grupos libran combates fratricidas que reducen los huesos a polvo cuando en realidad son hijos de la misma revolución. Eso es lo que está sucediendo en más de un país árabe.



¿Y a dónde nos llevará eso? La única solución es que cada cual sea tolerante con los demás. La paciencia, la amplitud de mente y el diálogo son mejores que apresurarse a entrar en conflicto. Incluso en los lugares donde ya existen conflictos, tenemos que volver al diálogo. Tenemos que buscar un acuerdo. Tenemos que buscar un compromiso, una salida. A eso llamamos una vez más en todos los países, desde Siria hasta Bahréin, hasta Yemen, Egipto, Túnez, Libia, Irak y –a la luz de los actuales acontecimientos – en Líbano, para que nadie entre en guerra con nadie.



Después de todo, todo el mundo tiene algo que decir. Todo el mundo está dotado de lógica. Todo el mundo puede tener un derecho o derechos que reclamar. Es por eso que tenemos que escucharnos unos a otros y que tenemos que exponer nuestros reclamos de esa manera lógica, aunque tome un poco más de tiempo. Eso es mucho mejor que lanzarnos en conflictos durante los cuales destruimos nuestros países, nuestras sociedades y nuestros pueblos mientras que Occidente e Israel se sientan a mirarnos, alegrándose de nuestras desgracias y abandonando a aquellos a quienes ellos mismos arrastraron a tal o más cual batalla. Hay muchas pruebas de ello.



Lo más importante es la preservación del país, de la nación. Yo recuerdo en ese sentido a Su Eminencia Sayed Musa al Sard –que Dios nos lo devuelva en buena salud. En los años 1970, Su Eminencia organizó una gran manifestación en Baalbek y otra en Tiro, en las que habló con vehemencia de los derechos pisoteados de los pobres y de los desposeídos. Pero cuando estalló la guerra civil en Líbano, él cesó todas esas actividades. Decía que el gobierno estaba a la deriva y que el país estaba siendo destruido. Nosotros queremos un país donde podamos vivir y donde podamos exigir derechos. Nadie destruye un país o un Estado para obtener derechos y reformas. El país tiene que sobrevivir. Un Estado tiene que sobrevivir para que podamos exigirle derechos y para que pueda aplicar las reformas. Eso sólo puede obtenerse mediante el diálogo y las discusiones, mediante un acuerdo. Incluso si tiene que haber una confrontación, que sea pacífica y que sean rechazadas cualquier otra forma de conflicto y toda lucha que ocasione muertes.



Hoy en día, es muy grande la responsabilidad de las élites, de los sabios, de los dirigentes, de los políticos, de los escritores, de los intelectuales, de las asociaciones y de los medios en el mundo árabe e islámico. Porque la gente los escucha, los sigue y los obedece. Su deber hacia ese mundo y hacia los demás es hoy más importante que nunca antes.



Las elecciones israelíes: Sharon, el último rey de Israel.



Tengo un rápido comentario sobre las elecciones israelíes. En pocas palabras, los resultados de las elecciones israelíes llevan a las siguientes conclusiones.



Si hay en este mundo bastante gente que no sigue de cerca lo que sucede en la entidad sionista porque cree que eso no le concierne, nosotros por nuestra parte si sentimos que es algo que nos concierne, además de las preocupaciones del Líbano y sea cual sean las preocupaciones de la región. Porque el origen del problema está allí. El asunto empezó allí, empezó con la creación y la fundación de esa entidad. Lo que ha sucedido y lo que está sucediendo en esta región es en gran parte por culpa de esa entidad y en beneficio de esa entidad, de su estabilidad y de su preservación.





No voy a hacer aquí un análisis. Sólo enunciaré la conclusión. Esas elecciones muestran claramente un retroceso de los partidos dirigentes y fundadores de esa entidad –como el Partido Laborista y el Likud. El retroceso [de esos partidos] es muy marcado. Hay un vacío en Israel: no hay un partido dirigente fuerte. A eso llamaba Netanyahu cuando decía que Israel necesita un partido fuerte que lo dirija. Las elecciones no han encontrado un partido fuerte que dirija esa entidad. Tienen una grave carencia de dirigentes fuertes y tradicionales.



¿Recuerdan lo que dije una vez? En realidad, no fui yo quien lo dijo. Alguien me dijo una vez –cuando Sharon tiranizaba, intimidaba y aterrorizaba a todo el mundo árabe y a toda la región– que no tuviera miedo de Sharon, agregando que [Sharon] no podría hacer nada y que era el último de los reyes de Israel. Y después yo mismo dije en uno de mis discursos que Sharon era el último de los reyes de Israel. Es evidente que es el último de los reyes de Israel. Porque ¿quién vino después de Sharon? ¿A quién tienen?



Es verdad que se pusieron de acuerdo sobre Netanyahu, porque no tenían otra opción. No tenían a nadie. Para ellos, es el mejor de los candidatos actuales. Pero la crisis de confianza hacia Netanyahu es evidente.



La falta de dirigentes fuertes y fundadores, la obstinación de los partidos religiosos fanáticos que ganan terreno y el aumento de la cantidad de partidos y de bloques parlamentarios sin dudas complican el proceso de toma de decisiones.



De manera general, todo lo sucedido en las elecciones es la clara expresión de una crisis de liderazgo en la entidad [israelí], de una crisis de los partidos, de una crisis de confianza y, por consiguiente, de una crisis de la entidad.



Sin embargo, lo que no debía engañarnos en el pasado –y tampoco debe engañarnos ahora ni en el futuro– es el cuento de la derecha y de la izquierda y del centro y del centro del centro y no sé qué más, la derecha de la derecha, etc. Cuando se trata de Jerusalén, cuando se trata de Palestina, cuando se trata de los derechos del pueblo palestino, cuando se trata de la causa palestina, cuando se trata de los refugiados palestinos, cuando se trata de las causas y los derechos de los árabes –del Golán hasta el Líbano, hasta el Sinaí y Egipto–, cuando se trata de la ambición israelí, cuando se trata de las amenazas de Israel contra los gobiernos y los pueblos de la región, entonces la derecha, la izquierda, el centro o el centro del centro o la izquierda de la izquierda son todos lo mismo. Peor aún, nuestra experiencia nos ha enseñado que la mayoría de las guerras israelíes han sido desatadas por gabinetes de izquierda. Que no haya malentendido sobre el análisis de la izquierda y de la derecha. Son todos iguales. Ya sea la derecha, la izquierda, el centro o un gabinete de unidad nacional quien llegue al poder, nada cambia en cuanto a ese aspecto de la confrontación con el enemigo. Por supuesto, es evidente que con muchos partidos será más difícil tomar una decisión política y habrá más dificultades en cuanto a la aplicación, como dije anteriormente. Pero, en lo tocante al proyecto, a la visión, al antagonismo, a la ambición y las amenazas, no cambia nada. Por consiguiente, no debemos esperar ningún cambio en ese sentido.



Hoy en día, la garantía de Gaza es la fuerza de la Resistencia en Gaza. La garantía de Palestina, del pueblo palestino y de los derechos palestinos es la reconciliación nacional, es la unidad del pueblo palestino y su adhesión a la opción de la Resistencia.



La garantía del Líbano, sea quien sea el dirigente de Israel –Netanyahu, Sharon, Shimon Peres, Barack, Labeed o cualquier otro–, la garantía del Líbano está en la fórmula de la que siempre hemos hablado. Es la ecuación Ejército-Pueblo-Resistencia. Lo que protege al Líbano es nuestro poder nacional, con sus diversos componentes. El enemigo no cambia según que sea el centro, la derecha o la izquierda quien gobierne. El enemigo está mirando hacia el Líbano. Si usted tiene la fuerza, si tiene capacidades; si usted logra crear una capacidad de disuasión, usted puede defender su propio país. Así usted puede extraer el petróleo y el gas, proteger el país y sus fronteras, etc. Cualquier otro elemento es inútil y carece de sentido. Eso es lo que nos enseña la experiencia de varias décadas ante el enemigo israelí.



Lo mismo sucede a nivel regional. Por eso digo que la mejor respuesta a las elecciones israelíes, independientemente de las conclusiones y de los análisis, es un llamado a un mayor respaldo a la Resistencia. Todos debemos cooperar para que el pueblo palestino sea fuerte en Gaza, en Cisjordania, en Palestina y fuera de Palestina. Todos debemos cooperar para que la Resistencia en el Líbano se mantenga fuerte y para que se haga más fuerte aún. Todos debemos cooperar para desactivar las minas que existen por todas partes en nuestra región árabe. Esa debe ser la respuesta a las elecciones israelíes.



El Líbano y la ley electoral





Sobre la situación en Líbano, aquí van algunos comentarios. El tema más importante, que hoy suscita un gran interés y que domina ampliamente el escenario político libanés, tiene que ver con las elecciones legislativas y la ley electoral [2].



Me extenderé un poco sobre ese tema ya que, a nivel de nuestro partido, hasta ahora nos abstenemos de participar en entrevistas o de responder a los periodistas. Por consiguiente, participamos muy poco en los debates y discusiones. Aún insistimos en esa reserva porque, desgraciadamente, gran parte del escenario político y mediático no está haciendo debates científicos ni objetivos, ni siquiera discusiones respetuosas. Se trata más bien de imprecaciones e injurias. Por eso es que nos mantenemos al margen de esas bajas disputas. Es la mejor conducta a seguir.



El tema de la ley electoral es siempre un tema sensible para los libaneses. Pienso, sin embargo, que se ha vuelto aún más sensible en estos tiempos. Es posible que todas las fuerzas políticas libanesas y que todas las «confesiones libanesas» –porque la realidad confesional es verdaderamente eso, una realidad– consideren en este momento las leyes electorales con mucha más sensibilidad que nunca antes debido a las circunstancias actuales del país, debido a los miedos e inquietudes que en él existen así como las grandes divisiones por las que ha pasado el país. Lo que está sucediendo en la región también ha contribuido a crear esta situación.



Por ejemplo, si hablamos de los cristianos y los musulmanes, es evidente que las aprensiones de los cristianos son actualmente mucho mayores que antes, no sólo por razones internas del Líbano sino también por lo que está pasando en la región.



Tenemos que ser realistas. No debemos decir que algunos cristianos exageran. Y también voy a referirme a los musulmanes. Por ejemplo, cuando los cristianos ven lo que está pasando con los cristianos en Irak, lo que está pasando con los cristianos en Siria y lo que está pasando en otros lugares, como Nigeria, etc., están en todo su derecho de sentirse inquietos, independientemente de a quién se considere responsable de lo que está pasando. No estoy atribuyendo la responsabilidad a nadie en particular ni estoy acusando a nadie. Sólo estoy describiendo la realidad.



Así que el curso de los acontecimientos en la región ha venido a complicar la situación en el Líbano y la visión libanesa sobre la ley electoral. Esa ley electoral no se ve como una ley electoral normal de la que saldrá un Parlamento normal. Se ve con fatalismo. Algunos dicen que con esa ley, el Líbano se va dividir nuevamente, con una ley electoral. O sea, que vamos a volver a aquello que queremos evitar a toda costa.



Yo mencioné un día la idea de organizar una conferencia nacional fundadora. Muchos hicieron entonces un gran escándalo alrededor de ese tema. Pero hoy en día, yo puedo asegurar que muchos libaneses hablan de la ley electoral con un espíritu fundador. Y, por supuesto, están en su derecho –no hago más que describir las cosas–, ese es su derecho natural.



Así que, dada la coyuntura muy sensible y crítica a la que hemos llegado y la situación regional e internacional, nosotros los libaneses tenemos que ser pacientes los unos con los otros. Tenemos que intercambiar más, que conversar más. Tenemos también que esforzarnos por calmar y disipar las inquietudes, aunque algunos sienten más inquietud y miedo.



En esa situación, lo más importante es evitar toda forma de acusaciones ya que estas nos llevan a un callejón sin salida. Peor aún, son a veces agresivas e humillantes.



Por ejemplo –y ahora vamos a defendernos un poco–, he oído a algunos dirigentes políticos y diputados, entre ellos algunos cristianos y otros miembros de diferentes grupos políticos, los he oído decir que la proposición [3] del Consejo Ortodoxo es en realidad el proyecto original del Hezbollah. No voy a repetir todo lo que han dicho. Han dicho que era el proyecto de Bachar al-Assad o el proyecto del presidente Elie Frizli, cuando el presidente Elie Frizli participó en el Consejo Ortodoxo. No es con esa vehemencia, no es con ese rencor que hay que abordar cuestiones tan sensibles y con consecuencias tan importantes como las leyes que rigen la construcción de una nación, que deciden el destino del país y su gobierno para los 4 próximos años. Ellos dicen que la proposición proveniente del Consejo Ortodoxo es el proyecto del Hezbollah. Y que el Hezbollah se lo impuso a sus aliados cristianos, se lo impuso al general (Michel) Aoun, se lo impuso al ministro (Suleyman) Frangieh, se lo impuso al partido Tashnaq, o sea a todos los aliados cristianos. ¿Quieren decir que el Hezbollah les impuso ese proyecto, que de alguna manera los convenció para que lo aceptaran? Sobre ese tema de la aprobación cristiana, y de la influencia del Hezbollah, se ha caído en exageraciones –hasta [incluir] a Bkerké [4], a Arwat [5], a las Falanges, etc.



Sugerir tal cosa es una forma de humillar a todos los cristianos del Líbano. Es humillante para Bkerké y para todos los dirigentes cristianos y para todas las fuerzas cristianas, estén o no de acuerdo con nosotros. Esas alegaciones no fueron expresadas en una entrevista o en un artículo. No, fueron fabricadas en los pasillos y posteriormente retomadas en diversas declaraciones. Es lo que yo llamo lanzar polvo al viento. Quiero decir que no hay el menor sentido de la responsabilidad en esa forma de abordar esos temas. Son mentiras y falsedades. Eso no es cierto y es un rotundo engaño.



Si algunos creen que el Hezbollah es tan capaz de imponer sus puntos de vista y de llevar a los cristianos a abrazar su proyecto –a todos los cristianos, incluyendo a Bkerké e incluso a los del 14 de Marzo [6]–, de llevarlos a unirse a su proyecto, entonces no les queda otra posibilidad que poner el país en nuestras manos y retirarse [de la escena política]. ¿A qué vienen esas evidentes exageraciones? Y más grave aún que esas extravagancias es la humillación que tales declaraciones implican para los cristianos. No, la realidad es muy distinta de lo que dicen esos individuos.



Al contrario, cuando nos presentaron la versión preliminar del proyecto ortodoxo durante esas discusiones, nosotros tomamos una decisión. Ya no recuerdo si la respuesta de los hermanos fue el rechazo o la abstención. En el mejor de los casos, la respuesta fue la abstención. Posteriormente, nuestro aliados se entrevistaron largamente con nosotros, nos explicaron lo que esperaban, compartieron sus datos y sus condiciones, etc. Fue entonces cuando aceptamos. Esa es la verdad y fue así como sucedieron las cosas. En un momento volveré nuevamente a ese tema. Por lo tanto, las alegaciones de esos individuos sobre esa cuestión son enteramente falsas.



En un segundo tiempo [después de los hechos], se tergiversa sobre las intenciones. Dejemos de lado las intenciones de cada cual. Hay intenciones que, en mi opinión, son normales y naturales. Por ejemplo, [es normal] que haya quien busque una ley electoral que preserve su actual representación [su cantidad de escaños en el Parlamento] si esta ya es normal [representativa de su verdadero peso electoral en el Líbano]. Otros pudieran buscar una ley electoral que les otorgue un número justo de escaños [en el Parlamento], si están subrepresentados [en relación con su peso electoral en el Líbano]. Esas son expectativas legítimas. Quien trate de que se apruebe una ley electoral para preservar u obtener lo que estima que debe ser su justa cantidad de escaños está en su derecho. Incluso iré más lejos aún. Si alguien tratara de que se apruebe una ley electoral para obtener una cantidad de escaños más importante que su verdadero peso electoral, también estaría en su derecho. Después de todo, eso se llama trabajo político, maniobras políticas. Sin embargo, yo no considero la ley únicamente desde el punto de vista de las intenciones. Veamos la ley en sí misma, porque hablar de las intenciones nos lleva a otras consideraciones. Se dice, por ejemplo, que el movimiento Amal ha apoyado el proyecto que salió del Consejo Ortodoxo, o que el general Aoun y el ministro Frangieh han aceptado el proyecto del Consejo Ortodoxo porque querían deshacerse de las elecciones. Eso son acusaciones inútiles. [En el seno de nuestra alianza] tenemos proyectos diferentes unos de otros.



Es por eso que no debemos debatir sobre intenciones ni hablar de manera agresiva y acusadora. Debemos considerar el tema de manera científica y objetiva. Para nosotros, para el Hezbollah, el principio de toda ley electoral tendría que ser la proporcionalidad. ¿Por qué? No es por el hecho de nuestro peso electoral o por el hecho de lo que esa ley pudiera aportarnos –ya que algunos podrían decir que en el actual estado [de las alianzas], la proporcional nos daría [al 8 de Marzo] la mayoría como bloque político. Es cierto, pero es posible que eso no sea mañana mismo. Todo el mundo sabe que en este país las alianzas evolucionan y que entre los grupos y las personas pueden surgir divergencias que los lleven a convertirse en antagonistas. Las actitudes cambian y se hallan bajo la influencia de la situación que existe en la región. Es por eso que la proporcional puede ponernos en minoría. Así que no se trata de lo que tal o más cuál ley puede aportarnos. Se trata de ser justos y de ajustar la pertinencia de la representación de todas las corrientes políticas del Líbano, ya sean confesionales o que vayan más allá de las confesiones. Su única posibilidad de verse representadas en el Parlamento es una ley electoral basada en el escrutinio proporcional. Esa es la verdad, independientemente de lo que pueda aportarnos el escrutinio proporcional. Lo demás, para nosotros, son sólo detalles.



Nosotros aceptamos, por lo tanto, que se considere el Líbano como un solo distrito electoral, con el escrutinio proporcional. No vemos inconveniente en ello. Si ustedes están de acuerdo, confiemos en Dios [y adoptemos esta ley electoral]. Aceptamos también que se considere el Líbano sobre la base de la proporcional dentro de los actuales distritos electorales. Aceptamos que el Líbano se divida en distritos ampliados. Aceptamos la proposición del gobierno presentada al Parlamento –o sea, la proporcional en 13 distritos [y no en 25]. Aceptamos la proposición del Consejo Ortodoxo. Todo eso son detalles. Sin embargo, a nuestro modo de ver, el aspecto positivo y constructivo de nuestra posición es aceptar todas esas proposiciones en el marco del escrutinio proporcional.



¿Por qué insistimos en el escrutinio proporcional? Porque el escrutinio proporcional da a todos la oportunidad de verse representados en el Parlamento. Da a todas las fuerzas políticas, incluso a las que tienen menos base popular, la posibilidad de verse representadas en el Parlamento.



Voy a hablar del escrutinio proporcional pero es posible que mis informaciones no sean exhaustivas. Hablaré en función de la información que tengo en este momento. Ante el escrutinio proporcional, en realidad, hasta ahora, el principal problema –si no el único, pero para ser prudente diré que es el principal problema– mencionado por el bloque contrario son las armas. Han agitado la consigna «Que no haya proporcional con las armas». Ese no es un argumento. ¿Podemos hablar de ese tema objetivamente por unos instantes?



Primeramente: la Resistencia existe desde mucho antes de 1992 [7]. En 1996, 2000, 2005 y 2009, ¿dónde se utilizaron las armas? ¿En qué distrito electoral se recurrió a las armas para imponer una opción electoral? ¿No es eso una prueba? ¿No está claro? Ustedes se basan en intenciones supuestas, pero nosotros nos basamos en los hechos. Y son hechos indiscutibles. Desde 1992 para acá, cítenme ustedes un solo distrito electoral donde se hayan utilizado armas para imponer opciones electorales. Eso es en lo tocante al primer punto.



En segundo lugar: las armas de las que ustedes hablan hoy y que supuestamente serían una presión sobre las elecciones no son las armas de la Resistencia. Todos los libaneses tienen armas. Vamos a bromear un poco. Por ejemplo, si se quiere imponer por la fuerza una opción electoral en una ciudad o en un poblado, ¿se necesita para eso recurrir al uso de los cohetes Zilzal, de los misiles Fajr 5 o del drone Ayoub [8]? Nada de eso. Todo lo que se necesita para imponerle a alguien una opción electoral mediante la intimidación y el miedo es un [fusil] Kalachnikov. Y los Kalachnikov están por todas partes. Todos los libaneses tienen Kalachnikov. La gran mayoría de los libaneses, en todo el Líbano, tienen Kalachnikov.



En tercer lugar: incluso si las armas tuviesen alguna influencia en las elecciones, esa influencia es más grande con la ley [del escrutinio mayoritario (actualmente en vigor)] que con la ley [del escrutinio] proporcional ya que con la ley de la mayoría basta con lograr el 50% más 1 [de los votos] para ganar las elecciones. Mientras que con la proporcional, independientemente de toda la presión que se ejerza, un grupo en particular siempre podrá obtener el mínimo requerido para enviar un diputado al Parlamento. Desde mi punto de vista, el problema de las armas sería mucho más grande con la ley [del escrutinio mayoritario] que con la proporcional. Por consiguiente, no hay razón para decir que existe un problema con las armas. No quiero utilizar epítetos. Sólo digo que no es pertinente.



El problema no reside en lo más mínimo en la cuestión de las armas. Y voy aún más lejos. Ni siquiera creo que esté demostrado que las armas intervienen en las elecciones, ya sea a favor nuestro o a favor de nuestros adversarios. Así que no estoy defendiendo únicamente al Hezbollah. Incluso en referencia a los demás partidos, nunca hemos visto que se hayan utilizado armas para imponer opciones políticas en el Líbano, a pesar de la omnipresencia de las armas en el Líbano.



Lo que sí es mucho más real y mucho más peligroso es el arma del dinero. Sí, es el arma del dinero. Quizás les revele algún día la identidad de la persona que me reveló lo que voy a decirles –y es un importantísimo responsable de uno de los principales pilares de nuestros «amigos» del bloque contrario. [Esa persona me dijo:] «En 2009, gastamos 3 000 millones de dólares en las elecciones parlamentarias» [9]. ¡Todo eso [se lo gastaron] en Líbano, que es un país tan pequeño! En aquel momento, yo le respondí en broma: «De haberlo sabido, les habríamos pedido que nos dieran los 3 000 millones de dólares a cambio de las elecciones.»



¿Qué es lo más peligroso? ¿El dinero o las armas? ¿O son los medios de prensa que entran en cada casa durante las 24 horas del día y que por desgracia vehiculan una gran cantidad de informaciones falsas, engañosas, fabricadas? Gran parte de los medios inventa mentiras e historias infundadas y las utilizan para provocar desórdenes.



Por eso es que pregunto nuevamente: ¿Qué es lo más peligros? ¿El dinero o las armas? ¿Los medios [de prensa] o las armas? ¿Cuál de ellos tiene más influencia en las elecciones?



Nos gusta oír discusiones científicas y objetivas, como lo que acabo de decir. También, como ya dije, entiendo los temores provocados por el tema de la envergadura [de los bloques parlamentarios]. Ya lo he dicho, yo respeto esas aprensiones y no tengo ningún problema con eso. El problema de quienes, hasta ahora, rechazan la proporcional es que la proporcional da a las fuerzas políticas su envergadura normal; no es que sea injusta con ellos, no les da una envergadura mayor ni más pequeña. Les da su envergadura real. Algunos consideran que su propia garantía consiste en obtener una envergadura mayor que su envergadura real. Yo respeto esos temores. Pero tenemos que considerar las cosas de una manera que tenga en cuenta los temores de todos.



Quiero decir una última palabra sobre el Consejo Ortodoxo que se realizó. Los cristianos tienen hoy ese temor. Para salir de esa atmósfera de exageraciones, ya que hay quienes apuestan sobre cómo van a votar el Hezbollah y el movimiento Amal, yo voy a reafirmar claramente nuestra convicción y nuestra posición: cuando nosotros les decimos a los demás que aceptamos y que estamos de acuerdo, eso quiere decir que cuando la proposición de ellos se someta a voto nosotros votaremos a favor de lo que ya hemos aprobado. Hasta ahora, ambos movimientos –Amal y el Hezbollah– hemos tomado esa decisión. Y ahora voy a hablar, al menos, en nombre del Hezbollah.



Si mañana se hiciese una reunión del Parlamento –y a pesar del hecho que algunos de nuestros aliados tienen sus reservas, [a pesar de] que algunas personalidades que nosotros respetamos enormemente han expresado reservas sobre el Consejo Ortodoxo– y las leyes se sometiesen a voto, si la ley que propone el gobierno fuese [sometida a voto], nosotros votaríamos a favor [de esa ley]. Si la ley electoral que considera el Líbano como un solo distrito electoral fuese sometida [a voto], nosotros votaríamos a favor. Si la proposición del Consejo Ortodoxo fuese presentada, nosotros votaríamos a favor. Lo que estoy diciendo es muy claro. Por lo tanto que nadie venga a decir que el Hezbollah y el movimiento Amal negocian y regatean, que maniobran o que fomentan sediciones entre los cristianos. ¡No! Nosotros somos fieles, somos leales y estamos convencidos de que nuestras posiciones son justas.



En este momento, los cristianos consideran en su gran mayoría que esa ley permite lo que ellos llaman una representación aceptable, lo que ellos llaman una distribución verdadera y equitativa, ya que existe en el país una discusión sobre lo que sería una distribución verdadera y equitativa.



Así que todos nosotros, todos los musulmanes –no me refiero sólo a los chiitas–, todos los musulmanes de las diferentes denominaciones del Líbano, damos a los cristianos esa posibilidad. Vayamos al Parlamento y votemos una ley electoral proporcional sin que nadie piense que va a obtener menos que su envergadura real. Y el que hasta ahora obtenía más que su envergadura real y ya no podrá seguir obteniendo lo mismo no debe tener problemas con eso. Lo que tiene que hacer en esta situación es ser humilde. Todos deben considerar que estarán representados en el Parlamento según su verdadera envergadura. En el Parlamento no se está debatiendo la validez de la representación, no se está debatiendo la envergadura real, no se está debatiendo la distribución verdadera y equitativa, no hay dudas ni aprensiones. El próximo Parlamento puede proporcionar al mundo entero la ocasión histórica de ver cómo puede reformarse el régimen, hacer evolucionar el régimen. Así los libaneses no tendrán necesidad de crear redes fuera del Parlamento para poder reunirse, conversar y debatir. Por el contrario, todos los libaneses estarían en un sistema de representación equitativa en el Parlamento. Hablarán entre sí, prepararán leyes, se pronunciarán sobre las políticas del gobierno, etc. Eso es una gran oportunidad. ¿Por qué no la aprovechamos?



En cuanto a nosotros, no somos de mente estrecha sobre ninguna cuestión. Nosotros nunca cerraremos la puerta a la discusión. Al igual que hay ciertos partidos entre los cristianos que tienen temores, los musulmanes también los tienen. Tenemos que tener en cuenta todos esos temores y ver a qué acuerdo podemos llegar. Es esa, en todo caso, la vía en la que nosotros creemos firmemente.



Una última palabra sobre la ley electoral antes de la conclusión. Yo llamo a todos los libaneses a debatir sobre la ley electoral. Sobre la base de una ley electoral justa y equitativa, dirijámonos hacia las elecciones parlamentarias. Aparten ustedes de sus mentes la espera sobre lo que a suceder en Siria. Aparten ustedes de sus mentes la espera sobre lo que va a suceder en Siria –sobre todo quienes esperaban la caída de Damasco, sobre todo quienes esperaban un cambio dramático en Siria para poder intimidar a los libaneses. Dejemos de lado ese problema. Es evidente que las condiciones del terreno, las condiciones políticas, las condiciones regionales y las condiciones internacionales confirman que las cosas han llegado a un punto en que los sueños que muchas personas acariciaban no van a realizarse. Estaban construyendo sus acciones en base a diferentes sueños.



No hablaré de Siria. Nuestra posición sobre el tema sirio es clara y ya ha sido expuesta varias veces. Sin embargo, quiero reiterar mi invitación a dejar de lado ese problema. Nosotros no queremos imponernos a nadie apoyándonos en Siria. Y nadie debe tratar de imponerse por sobre los demás aprovechándose de la situación siria. Dejemos de lado ese problema. Discutamos serenamente. Se trata de nuestro país. Se trata de nuestro pueblo. Son nuestros problemas internos. Son nuestras crisis internas. Son nuestras religiones y nosotros también tenemos fuerzas que van más allá de las confesiones. Pero son nuestras confesiones a pesar de todo, son nuestras fuerzas políticas, son nuestras inquietudes, son nuestras expectativas. ¿Cómo reconciliar todo eso? ¿Cómo cohabitar?



Por eso espero que nadie considere ese problema como una simple ley electoral. Todo el mundo se comporta como si esta ley electoral fuese para un periodo limitado, aunque no lo reconozcan explícitamente. Todo el mundo debería considerar ese proceso como el establecimiento de un funcionamiento electoral duradero. Y estamos a punto de lograrlo.



Los demás problemas internos



Dicho esto, la ley electoral no debe acaparar al gobierno y llevarlo a descuidar los problemas cotidianos, el diálogo serio, responsable y constructivo con los sindicatos, la cuestión de la Universidad Libanesa, la causa de los refugiados –de todos los refugiados–, el tema de la seguridad e incluso la causa de los prisioneros y de los detenidos. Y al mencionar ese punto, yo uno mi voz a la de todos aquellos que proclaman la legitimidad de esta causa. Es la causa de los islamistas que han sido arrestados [10]. La posición que se tenga al respecto no modifica el problema. Lo que importa es que esa gente fue arrestada hace 4 o 5 años. Hay que juzgarlos. Ya basta. ¿Qué esperan para juzgarlos? Es injusto detener gente sin juicio durante varios años. Es una opresión evidente, independientemente de lo que ustedes o yo podamos pensar de esos islamistas, para bien o para mal. Si su arresto es legítimo, todos tenemos que reconocerlo. La justicia tiene que prevalecer. La gente detenida no debe ser liberada invocando una cualquier razón. Nosotros pedimos solamente que se les juzgue. Es injusto mantenerlos en la cárcel durante 5 años sin juicio. Y ese principio no se aplica solamente a los islamistas arrestados sino a cualquier prisionero detenido en el Líbano. El gobierno libanés tiene que estimular y empujar a la justicia y los tribunales –incluso si nosotros consideramos que [el gobierno] no interviene directamente sobre el poder judicial– a que resuelvan ese problema.



Tenemos que avanzar y tratar esos problemas como libaneses, como gobierno libanés. La ley electoral no debe acaparar [toda nuestra atención]. Esperamos, sin embargo, que la ley electoral se analice con ese ánimo. Es posible que seamos capaces de llegar a un resultado definitivo y positivo para nuestro país, para los tiempos presentes y para los que están por venir.



Nuevamente, os deseo una feliz fiesta y gracias mil por haber venido. Que la gracia de Dios caiga sobre ustedes en este aniversario generoso y grandioso.



Que la paz de Dios esté con ustedes, así como Su Clemencia y Su Gracia.





Seied Hasan Nasrallah







Notas:





[1] Corán, II, 30.



[2] En Líbano, las elecciones se organizan sobre una base confesional y no proporcional a la cantidad de fieles de cada religión, dando así un peso más o menos igual a cristianos y musulmanes (sunnitas y chiitas, etc.) cuando en realidad los musulmanes constituyen el 59% de la población libanesa (esta se compone de un 30% de chiitas, un 24% de sunnitas y un 5% de drusos) mientras que los cristianos son el 41%, y el país se divide en 26 distritos. Varios nuevos proyectos de ley electoral proponen el escrutinio proporcional integral, considerando el Líbano como un solo distrito o ampliando los distritos.



[3] Proposición a favor del escrutinio proporcional a escala nacional.



[4] Ciudad donde se encuentra la sede de la Iglesia maronita.



[5] Término no comprendido por la persona que realizó la traducción del árabe al francés.



[6] El 14 de Marzo es una coalición que se opone a la coalición 8 de Marzo. El Hezbollah es miembro de la coalición 8 de Marzo mientras que la coalición 14 de Marzo incluye, esencialmente, al Partido del Futuro de Saad Hariri (sunnita) y las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea (maronita).



[7] Año de las primeras elecciones parlamentarias celebradas después de la guerra civil.



[8] Nombre del drone del Hezbollah detectado y abatido por Israel cuando ya había sobrevolado el territorio israelí, incluyendo la instalación nuclear israelí de Dimona, en octubre de 2012.



[9] Elecciones que el 14 de Marzo ganó por un ínfimo margen, esencialmente gracias al voto de los libaneses que viven en el extranjero a los que se les pagó el viaje para vinieran al país a votar. También se compraron muchos votos. Sin embargo, esa victoria en cantidad de escaños esconde una derrota en cantidad de votos ya que el bloque del Hezbollah obtuvo cerca del 55% de los sufragios.



[10] En 2007, combatientes de Fatah al Islam, un grupo cercano a al-Qaeda, se enfrentaron al ejército libanés en el campamento palestino de Nahr al-Bared, cerca de la ciudad libanesa de Trípoli, de donde fueron finalmente desalojados al cabo de enfrentamientos extremadamente violentos que dejaron cerca de 450 muertos (entre los que hallaban 168 soldados y 226 miembros de Fatah al Islam). Hubo entonces numerosos arrestos de combatientes y de supuestos cómplices.



http://www.voltairenet.org/article177537.html

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