sábado, 2 de marzo de 2013

El simbolismo de las letras del alfabeto

El simbolismo de las letras del alfabeto

El Alif es un símbolo de Aquél que es el único que es, de Aquél a cuyo Ser ningún ser precede

08/02/2002 - Autor: Martin Lings - Fuente: Webislam
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Caligrafía
Grafía árabe
El Shayj menciona, como ya hemos visto, los juncos de los que está tejida una estera como símbolos de las Manifestaciones de las Cualida­des Divinas de las que todo el universo está tejido. Encontramos un simbolismo análogo, pero más complejo, en su pequeño tratado titula­do El Libro del Prototipo único (Al‑Unmûday al‑Farîd) que indica la vía de la realización perfecta de la Unidad considerando lo que signifi­ca el envolvimiento de las Escrituras Celestiales en el Punto de la Basmala (1). Empieza citando los dichos del Profeta:
«Todo lo que está en los Libros revelados está en el Corán, y todo lo que está en el Corán está en la Fâtiha (2), y todo lo que está en la Fâtiha está en Bismi‑Llâhi-I‑Rahmâni‑l-Rahîm.» Y, «Todo lo que está en Bismi‑Llâhi-I‑Rahmâni‑l-Rahîm está en la letra ’, que a su vez está contenida en el punto que hay debajo de ella» (3).
«Esta Tradición (4) ha corrido de pluma en pluma y ha resonado en los oídos de los elegidos y de la multitud, y todos, sin excepción, se es­fuerzan en escrutar sus misterios ocultos. Tampoco tuve yo la fuerza de mantenerme al margen de la multitud que había inflamado en mí el espíritu de emulación; me levanté, pues, y traté a ciegas de captar algo de su fragancia. Mi mano se posó sobre el perfume en su misma fuente y, sacándolo de entre los montículos de las dunas, me presenté con él ante los más sabios de entre los sabios. Lo acogieron con todos los ho­nores y todas las alabanzas, y cada uno de ellos dijo: Este no es sino un ángel muy noble (5). Dije: "En verdad, está por encima de mi estación. Es el lanzamiento de una piedra sin lanzador." Entonces la lengua de mi estado respondió: Tú no lanzabas cuando lanzabas, sino que era Al-lâh Quien Lanzaba (6).
»Cada vez que en este tratado menciono un nombre de "otro que Al-lâh", lo hago por necesidades de la expresión. Que tu imaginación no conciba, pues, "el otro" como si fuera realmente otro, porque en­tonces se te escaparía el bien que trato de mostrarte. Pues, en verdad te traemos una gran noticia (7). Vuélvete, pues, hacia lo que te permitirá la inmersión en la Realidad y lánzate desde lo relativo hacia lo Absoluto. Quizás comprenderás lo que está en el Punto, aunque nadie lo com­prende salvo los sabios (8) y nadie lo encuentra cara a cara salvo aquel cuyo destino es inmensamente bendito... (9).
»Cada vez que hablo del Punto, entiendo por Ello el Secreto de la Esencia, llamado Unidad de la Percepción (Wahdat al‑Shuhûd), y cada vez que hablo del ‘Alif, entiendo por Ello el Único, El único que es (Wâhid al‑ Wuyûd) (10), la Esencia Señorial, y cuando hablo de la ’, entiendo por Ello la Manifestación última (11), llamada el Espíritu Supre­mo, después de la cual vienen el resto de las letras, las palabras solas, y luego el discurso en general, todos ellos en orden jerárquico. Pero el eje de este libro lo constituyen las primeras letras del alfabeto por ra­zón de su precedencia sobre las demás. Los Adelantados son los Adelantados, ellos son los allegados (12). Estas letras son Alif y Bâ’, y ocupan en el alfabeto el lugar de la Básmala en el Corán, pues juntas forman Ab (13), que es uno de los Nombres Divinos. Con este Nombre, Jesús se dirigía a Su Señor y lo utilizó cuando dijo: «En verdad, regreso junto a mi Padre y vuestro Padre», es decir, junto a mi Señor y vuestro Señor. Y ahora, si comprendes que estas dos letras poseen un significado que tú no conocías, no te sorprendas de lo que diremos del Punto y del resto de las letras.
» El Punto se hallaba en el estado de tesoro oculto (14) antes de su pro­pia manifestación como Alif, y las letras se hallaban extintas en la esen­cia secreta del Punto hasta que éste manifestó lo interior exteriormen­te, revelando, al revestir las diversas formas de las letras visibles, lo que había sido velado; pero, si captas esta verdad, no encontrarás nada más que la tinta misma, que es lo que significa el Punto (15), como lo ha di­cho uno de los nuestros:
Las letras son los símbolos de la tinta; no hay letra alguna,
Salvo la que la tinta ha ungido; su mismo color es pura ilusión.
Es el color de la tinta, que ha accedido al ser manifestado.
Sin embargo, no se puede decir que la tinta se haya apartado de lo que era.
La no‑manifestación de las letras residía en el misterio de la tinta,
Y su manifestación es producida por la autodeterminación de aquélla.
Ellas son sus determinaciones, sus actividades,
Y no hay nada allá más que la tinta. ¡Comprende esta parábola!
Las letras no son la tinta; ¡no digas que lo son!
Esto sería un error; y decir que la tinta es idéntica a las letras sería pura locura.
Pues ella era antes que las letras, cuando no había ninguna,
Y será todavía cuando ninguna letra sea.
Mira bien cada letra y ve que ya ha perecido
Salvo por la faz de la tinta, es decir, la Faz de Su Esencia.
¡A Ella toda Gloria, Majestad y Exaltación!
Así, incluso en su manifestación, las letras están ocultas,
Sumergidas por la tinta, puesto que su manifestación no es otra que la de ella.
La letra no añade nada a la tinta, ni toma nada de ella,
Pero revela su integridad en modos distintos.
Sin alterarla. ¿Acaso la tinta y la letra constituyen dos cosas distintas?
Ve, pues, la verdad de mis palabras: no hay ser
Salvo el de la tinta, para aquel cuyo entendimiento es sano;
Y dondequiera que esté la letra, su tinta está siempre con ella.
¡Abre tu intelecto a estas parábolas y préstales atención!
» Si has comprendido cómo todas las letras están incluidas en el Punto, entonces comprenderás cómo todos los libros están incluidos en la frase; la frase, en la palabra; la palabra, en la letra; pues podemos decir con verdad: sin letra no hay palabra y sin palabra no hay libro. La palabra, en verdad, no tiene existencia más que por la existencia de la letra. La diferenciación analítica procede de la integración sintética, y todo está integrado en la Unidad de Percepción, simbolizada por el Punto. Ella es la Madre de todo libro. Al-lâh abroga y confirma lo que Él quiere, y con Él está la Madre del Libro (17).
» El Punto es esencialmente distinto de las letras. No hay nada se­mejante a Él, y Él es Él que Oye y Él que Ve (18). Precisamente, el Punto, a diferencia de los demás signos, no puede ser limitado por una defini­ción. Trasciende todo lo que se puede encontrar en las letras en mate­ria de longitud, pequeñez o sinuosidad, de modo que no se lo puede captar visual o auditivamente, como se captan las letras. Su diferencia con las letras es conocida, pero su presencia en ellas es desconocida, sal­vo para aquel cuya vista es de hierro (19) o que presta oído con plena inteligencia (20), pues, si es cierto que las letras son las cualidades del Punto, la Cualidad no engloba la Esencia, ya que no tiene la universa­lidad que es lo propio de la Esencia. La Esencia tiene como prerrogativa la incomparabilidad, mientras que las Cualidades engendran las com­paraciones.
» Y sin embargo, hacer una comparación es en realidad lo mismo que afirmar la incomparabilidad, en razón de la unicidad de la tinta; pues, aunque las letras son comparables entre sí, esta posibilidad de comparación no se opone a la incomparabilidad de la tinta en sí mis­ma, ni a la unicidad de la tinta que se encuentra en cada letra. Aquí reside la identidad última entre el establecimiento de comparaciones y la negación de la posibilidad de comparar, pues, dondequiera que se plantee cualquier cuestión de comparación, se trata siempre, en realidad, de la tinta misma que se compara a sí misma. Él es Quien es Al-lâh en el Cielo y Al-lâh en la Tierra (21). Sea Él como sea y dondequiera que esté, Él es Al-lâh; que lo que ves de Él en la tierra de la comparabilidad no te impida, pues, ver lo que Él es en el Ciclo de la incomparabilidad, pues todas las cosas están hechas de incomparabilidad y compara­bilidad. Adondequiera que os volváis, allí está la Faz de Al-lâh. Esto es así en virtud del Atributo general que desborda de la Infinita Riqueza del Punto sobre la indigencia total de las letras. Pero el atributo parti­cular que pertenece a la Propia Esencia Misteriosa del Punto no puede tener la menor manifestación en las letras, ni ninguna letra puede, ni en su forma ni en su significación, llevar el peso de las características íntimas del Punto.
» ¿No ves que si trazas determinadas letras del alfabeto como, por ejemplo, ·,µ,² , encontrarás para cada letra otra que se le parez­ca? Así, µ se parece a · y ² se parece a µ. Además, si quieres pronunciar una de estas letras, encontrarás un sonido que le correspon­de exactamente, mientras que el Punto no tiene ninguna exteriorización que le corresponda. Si tratas de enunciar su realidad dirás nuqtatun, y esta enunciación te obligará a recurrir a letras que no tienen nada que ver con la esencia del punto: nûn, qâf, tâ’ y thâ’. Está claro, pues, que el Punto escapa a toda expresión. Del mismo modo, no hay palabra que pueda expresar la Esencia Secreta del Creador. Por esta ra­zón, cuando el Gnóstico trata de expresar con palabras la Incomparabi­lidad Divina, es decir, cuando trata de comunicar lo que se entiende por la Plenitud de la Esencia con todos Sus Atributos, la fórmula que sale, de su boca va muy lejos de su objetivo debido a las limitaciones del lenguaje.
» El Punto estaba en su estado principial de secreto (22) absolutamente independiente, en el que no hay ni separación ni unión, ni antes ni después, ni anchura ni longitud, y todas las letras estaban extintas en su Esencia oculta, lo mismo que todos los libros, a pesar de la diver­gencia de sus contenidos, estaban extintos en las letras. Esta reducción de los libros a las letras puede ser percibida por todos los que poseen la menor intuición. Examina un libro y verás que no se encuentran nunca en sus páginas, para expresar su significado, más que las veintiocho letras (23), las cuales, para manifestar cada palabra y significado, se agruparán en formas siempre nuevas según las variaciones de las palabras y las significaciones, hasta que Al-lâh herede la tierra y todos los que en ella se encuentran (24) y todas las cosas vayan a Al-lâh (25). Entonces, las letras retornarán a su centro principial en el que no hay nada salvo la Esencia del Punto.
» El Punto estaba en su impenetrable secreto, y las letras estaban en estado de completa extinción en Su Esencia, mientras la lengua de cada letra pedía la longitud, la estrechez, la altura o las otras cualidades que exigía su realidad propia. Así, los motivos del discurso se agitaron en conformidad con la demanda de los atributos del Punto, latentes en Su Esencia. Entonces fue determinada la primera manifestación.
» La primera, manifestación del Punto, su primera apariencia defini­ble, fue en el Alif, que vino al ser bajo la forma de la incomparabili­dad más bien que de la comparabilidad, de manera que pudiera existir cualitativamente en todas las letras al tiempo que permanecía esencial­mente distinto de ellas. Debes saber, además, que la aparición del Alif fuera del Punto no estuvo sometida a una causa, sino que fue la sobreabundancia misma del Punto. Y así, el Alif primordial no fue tra­zado por la pluma (26), ni estuvo bajo su dependencia, sino que brotó del impulso centrifugo del Punto en su centro principial. Cada vez que flu­yó de Él un desbordamiento hubo el Alif, y nada más. La existencia de éste no depende de la pluma, ni necesita de ninguna ayuda de su par­te, en virtud de su rectitud y de su estado de trascendencia respecto de todo lo que se puede encontrar en las otras letras en materia de curvas, prominencias u otras particularidades. No tendrá Él que responder de lo que hace, pero a ellos sí que se les interrogará (27) . En cuanto a las otras letras, necesitan ser descritas por el movimiento de la pluma y ninguna de ellas puede tomar forma sin su concurso por razón de su curvatura, redondez y otras características particulares.
» Es cierto que el Alif también puede ser formado por medio de la pluma, al tiempo que, sin embargo, permanece independiente de ella y sin ninguna alteración de la trascendencia de su estación, puesto que a la pluma su longitud y su rectitud le vienen del Alif; es más, ella es el Alif, cuya forma escrita existe así por él mismo para sí mismo.
» El Alif es un símbolo de Aquél que es el único que es, de Aquél a cuyo Ser ningún ser precede. Así, la manifestación del Punto como Alif es lo que se llama «Primacía». Antes de su manifestación no estaba cualificado así, al igual que no estaba cualificado de «Ultimidad». Él es el Primero y el último, el Exteriormente Manifiesto y el Interiormente oculto.
» Si se afirma la Primacía única del Alif (28), entonces, necesariamen­te, la Ultimidad también debe estarle exclusivamente reservada (29). Ésta es la razón por la que declara a las otras letras: Es a Mí adonde regresa­réis (30), todas sin excepción. En verdad, todas las cosas van a Al-lâh.
» En cuanto a la Manifestación Exterior del Alif en las letras, es cosa fácil de percibir. Considera bien la cuestión y descubrirás que no hay letra cuyo desarrollo en el espacio no derive del Alif: la Hâ’, por ejem­plo, no es más que un Alif jorobado, mientras que la Mîm es un Alif circular, y así es la manifestación del Alif de acuerdo con los dictados de su sabiduría, en todas las letras, pero la mirada no Lo alcanza; éste es el significado de la Ocultación Interior, pues está claro que nadie puede percibir la existencia del Alif en el círculo de la Mîm sin poseer una gran experiencia; ahora bien, lo que nos impide percibirlo no es sino su redondez, es decir, su manifestación en una cualidad que no reconocemos. Él es para sí mismo su propio velo…
» La Manifestación Exterior de la Verdad puede ser más intensa en algunas formas visibles que en otras, y esto no es difícil de ver para quien observa. ¿Acaso no descubres el Alif en algunas letras como no puedes hacerlo en otras? La forma de la Lâm, por ejemplo, no está aleja­da de su forma, y en la Bâ’ de la Basmala hay algo que revela la mani­festación del Alif en ella. Pero raros son los que pueden descubrir fácilmente esta manifestación en las demás letras. La multitud ignora el rango del Alif, algunos lo conocen en su Primacía e ignoran su Ultimi­dad, y algunos lo conocen en sus dos cualidades; pero el que no lo re­conoce en todas las letras, pequeñas o grandes, largas o cortas, del principio o del final del alfabeto, en verdad carece de una visión justa y su percepción es imperfecta. Si has comprendido que el Alif está presente en todas las letras, dime si esto le ha hecho perder algo de la dignídad de su incomparabiltdad en la cual conserva siempre lo que no le pertenece más que a él. En absoluto, pues la verdad esencial del Alif permanece tal como es, y no veo ninguna disminución debida a su manifestación, que me parece más bien una de sus perfecciones. La deficiencia —pero Al-lâh es el más sabio— está en aquel que querría confinarlo a una cualidad sin permitirle realizar otra, constriñéndolo, limitándolo, rehusando conocerlo y reduciéndolo a la comparabilidad haciendo de él una cosa entre otras. La verdad del conocimiento que conviene a su estación es que veas el Alif manifiesto en cada palabra de cada libro. Todo es Alif.
« La letra Bâ’ es la primera forma bajo la que apareció el Alif; él se manifestó, pues, en ella como nunca en ninguna otra. "Al-lâh creó a Adán a Su Imagen" (31); lo que se designa por Adán es el Primer Hom­bre (32), y él es el Espíritu del Ser. Es en virtud de esta creación a Su Ima­gen por lo que Al-lâh hizo de él Su representante en la tierra y ordenó a los ángeles que se postraran ante él.
Si Su Belleza no hubiera resplandecido en el rostro de Adán,
Nunca los ángeles se hubieran postrado ante él
(33).
¿Se dirigía su prosternación a otro que a Él? No, pues Al-lâh no perdona al que es culpable de idolatría.
» La Bâ’ de la Basmala difiere de la Bâ’ ordinaria a la vez en su for­ma y en su función. En verdad eres de una naturaleza supereminente (34); y su grandeza no es otra que la grandeza del Alif. Quien obedece al Apóstol obedece a Al-lâh (35). ¿No ves que en otros lugares la Bâ’ no es alargada, mientras que en la Basmala lo es, y su longitud no es otra que el Alif elidido? Bism (qT±) era orginalmente bi‑ism (q«±), y luego el Alif de ism (36) se retiró y apareció en la Bâ’, que tomó así la for­ma del Alif, al igual que asumió Su función. Y así el Profeta dijo: "Hay para mí una hora en la que sólo mi Señor basta para contenerme", y tú ves que hay para la Bâ’ una hora, a saber: en la Basmala, en la que sólo el Alif basta para contenerla, a la vez en su forma y en su Punto (37), si bien el Punto del Alif está encima de éste, mientras que el Punto de la Bâ’ está debajo. En realidad, el Alif no es otro que el Punto mismo: un ojo que lloró o una gota que brotó y que en su de­rramamiento fue llamada Alif, sin ningún menoscabo para el Punto mismo, en virtud de la Integridad del Alif y de su Trascendencia sin defecto en la que el Punto permanece en su Eterna Incomparabilidad. En verdad, estamos por encima de ellos, Irresistible (38). El descenso comple­to sólo tuvo lugar en la manifestación de Alif como Bâ’, seguida por las demás letras. Si su forma hubiera sido idéntica a la del Alif la Bâ’habría perdido sus características propias. Pero la Bâ’es Bâ’ y el Alif es Alif. el Alif se manifestó espontáneamente, por su propia y libre vo­luntad, mientias que la manifestación le fue impuesta a la Bâ’. De ahí la necesidad de diferenciar su forma de la del Alif, a menos de negar el estado latente del Alif en las demás letras (39), o de creer que la libertad es totalmente incompatible con la obligación (40).
» Además, el Punto, que. está sobre el Alif está debajo de la Bâ’; esto debe ser, pues, para nosotros una ilustración de la verdad de que las cosas de los mundos inferiores son manifestaciones del Punto, al igual que lo son las cosas de los mundos superiores, y la manifestación del Punto en la Esencia no debe impedir que le reconozcamos en las Cualidades. El Profeta dijo: "Si hicierais descender a un hombre con una cuerda hasta lo más profundo de la tierra, encontraríais a Al-lâh". El Punto bajo la Bâ’ significa precisamente la extinción latente en to­das las cosas. Todo perece salvo Su Faz. Él es Quien es Al-lâh en el Cielo y Al-lâh en la tierra. La existencia del Punto sobre el Alif nos enseña que el Alif es el estado de manifestación de aquél, pero la Bâ’ es su velo, y, por tanto, el Punto se halla bajo la Bâ’, como el tesoro escondido bajo el muro cuyo derrumbe temía Al‑Jidr (42).
» Cuando Bâ’ comprendió su verdadera relación con Alif, cumplió lo que le incumbía tanto por definición como por obligación (43). Se so­mete a su definición adhiriéndose a las otras letras (44), ya que ellas son de su misma naturaleza, al contrario que el Alif que se mantiene apar­te de las letras cuando las precede, aunque ellas se adhieran a él como Finalidad; y, en verdad, tu Señor es el Último Fin. »
Notas
(1) La fórmula Bismi‑Llâhi-I‑Rahmâni‑l-Rahîm con la que se abre el Corán. Su «punto» es el punto bajo la letra Bâ’ en la escritura árabe.
(2) El primer capítulo del Corán (literalmente «la Abertura»).
(3) Estas Tradiciones son citadas por ‘Abd al‑Karîm al-Yîlî al comienzo de su comentario sobre ellas, Al‑Kahf wa‑l‑Raqîm, que casi con seguridad fue el punto de partida del tratado del Shayj.
(4) Se refiere probablemente a las dos Tradiciones. En el texto árabe, este preámbulo está escrito en una prosa rimada que el Shayj, en todos sus escritos, raramente abandona.
(5) Esto es lo que dijeron las mujeres de Egipto (Corán, XII, 3) a propósito de José.
(6) En el Corán (VIII, 17) estas palabras van dirigidas a Muhámmad con referencia a su lanzamiento de un puñado de guijarros contra el enemigo durante la batalla de Badr, acto que modificó el curso de la batalla en favor de los musulmanes, quienes infligieron una derrota total a un ejército de mecanos tres veces más numeroso que el suyo. Ésta fue la primera batalla del Islam, en el año 624.
(7) XXXVIII, 67.
(8) XXIX, 43.
(9) XLI, 35.
(10) Aquí es donde el Shayj difiere de Yîlî en cuyo tratado el Punto representa la Divinidad en Todos Sus Aspectos, mientras que el Alif es el Espíritu de Muhámmad (Yîlî cita esta Tradición: «Al-lâh creó de Su Propia Esencia el Espíritu del Profeta, y de este Espíritu creó el Universo entero»), es decir, el Espíritu Supremo, que, para el Shayj, está simbolizado por la Bâ’. Pero, a pesar de esta divergencia, la doctrina sigue siendo la misma.
(11) Última, porque este Espíritu, que no es otro que el «Hombre Universal», contiene el Universo entero.
(12) Corán, LVI, 10-11.
(13) Padre. Cabe observar aquí, incidentalmente, cuán próxima está la Basmala, en realidad, del In Nomine. La relación entre los dos Nombres de Misericordia en el Islam, el segundo de los cuales es el único en ser a la vez divino y humano, es comparable a la relación existente entre las dos primeras Personas de la Trinidad Cristiana, mientras que la Misericordia misma, que está implícita en la Basmala, al proceder a la vez de Al‑Rahman y Al‑Rahim, es decir, al ser «procedente del Padre y del Hijo», no es otra que el Espíritu Santo.
(14) Referencia a la Tradición Sagrada: «Yo era un Tesoro Oculto y deseé ser conocido, y así, creé el mundo.»
(15) El punto y la tinta son intercambiables como símbolos, puesto que la escritura está compuesta por una serie de puntos de tinta.
(16) ‘Abd al‑Gani al‑Nábulusi, Diwân al‑Haqâ’îq, p. 435 (El Cairo, 1889).
(17) Corán, XIII, 39.
(18) XLII, 11
(19) Eco del Corán, L, 22.
(20) L, 37.
(21) Corán, XLIII, 84.
(22) ‘Amâ, literalmente «ceguera» por referencia a la ceguera de lo que es «otro» que Él, ya que Él es Percepción pura, indiferenciada (Wahdat al‑Suhûd).
(23) Debe recordarse que el objetivo de un tratado místico es siempre eminentemente «práctico», y el objetivo práctico de éste viene, de hecho, indicado por su título (véase pp. 143 y 145). El Shayj invita aquí a sus discípulos a transponer esta operación al libro de la naturaleza, de manera que vean en él las «letras» más bien que las «palabras»,
(24) Coran, XIX, 40.
(25) XLII, 53.
(26) La pluma simboliza el Cálamo Supremo del que la Sura LXVIII del Corán, toma su nombre. ‘Abd al‑Karim al‑Yîlî (Al‑Insân al‑Kâmil, cap. 47), dice: «El Profeta dijo: "La primera cosa que Al-lâh creó fue el Intelecto", y también dijo: "La primera cosa que Al-lâh creó fue el Cálamo." Así, el Cálamo es el Intelecto Primero, y ambos son dos aspectos del Espíritu de Muhámmad.»
(27) Corán, XXI, 23.
(28) «El Alif a diferencia de las demás letras, está a la distancia de sólo un grado con respecto al Punto, pues dos puntos juntos forman un alif» (YîIî, Al‑Kahf wal‑l‑Raqîm, p. 7).
(29) En el proceso inverso de reintegración.
(30) Corán, XXXI, 15.
(31) Bujârî, Isti’dân, I; y la mayoría de los demás libros canónicos.
(32) Si Al-lâh creó el ser humano a Su Imagen, creó, a priori, a Su Imagen el prototipo espiritual del hombre, el Hombre Universal, llamado aquí «el Primer Hombre», que fue la primera cosa creada. Este prototipo es lo que la Bâ’ representa; sólo de manera indirec­ta y por extensión puede decirse que la Bâ’ representa a Adán en el sentido del hombre terrenal, resultado final de la creación.
(33) Yîlî, ‘Ayniyya.
(34) Corán, LXVIII, 4 (dirigido a Muhámmad).
(35) Corán, IV, 80.
(36) Una vocal inicial siempre se escribe con alif
(37) En muchos manuscritos del Corán, la hamza de un alif inicial está indicada por un punto grande, como puede verse en la lámina IV. En la lámina III este punto está sustituido por una estrella.
(38) Corán, VII. 127.
(39) Sin la mediación de la Bâ’ de la Basmala, que por una parte sugiere claramente el Alif mientras que por otra es distinta de él, precisamente por la curva inferior que la une a las demás letras, no nos sería posible ver el Alifen las demás letras. En otros términos, sin la mediación del Verbo hecho carne, la Divinidad latente en los hombres nunca po­dría ser actualizada.
(40) A menos de creer que la coexistencia del libre albedrío y la predestinación en el hombre es imposible. La Bâ’ es, de hecho, una imagen de esta coexistencia, pues su se­mejanza con el Alif simboliza la voluntad relativamente libre del hombre, mientras que su diferencia con respecto al Alif simboliza la predestinación del hombre.
(41) Comentario del Profeta sobre este versículo: Él es el Primero y el último, el Exteriormente Manifiesto y el Interiormente Oculto (Tirmidi, Tafsír Sûrat al‑Hadîd, Ibn Hanbal, VI, 370).
(42) Referencia al Corán, XVIII, 77.82.
(43) Esto se refiere al Profeta y a su cumplimiento, por una parte, de las funciones normales del ser humano, que eran suyas por definición, y, por otra, de sus obligaciones de apóstol.
(44) La Bâ’ se une a las letras que tiene a ambos lados, el Alif sólo a la letra que te precede.

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