jueves, 21 de marzo de 2013

La guerra civil en Siria se desborda

La guerra civil en Siria se desborda

Jonathan Spyer



La semana pasada, 48 soldados sirios, a quienes se reportó como que habían "buscado refugio" en Irak fueron emboscados y asesinados en el territorio iraquí. Al menos nueve - y posiblemente tantos como diecinueve - soldados iraquíes, a los que se describió en los reportes como miembros de la escolta del convoy de desertores sirios también murieron en la emboscada.
Este incidente pone al descubierto el grado en que la guerra civil siria se ha desbordado. La expansión sigue las líneas de las relaciones sectarias (religiosas) locales y regionales que atraviesan las fronteras de Siria, Irak y Líbano.
El Ministerio de Defensa iraquí, en un comunicado oficial, culpó a "un grupo terrorista que se infiltró en el territorio iraquí procedente de Siria". La declaración del ministerio describió a los soldados como a heridos que habían buscado refugio en Irak, en el cruce fronterizo Rabiya. Según el ministerio, estaban siendo trasladados hacia el paso de frontera al-Walid, más al sur, para ser devueltos a Siria, cuando se produjo el ataque.
La versión oficial iraquí plantea una serie de interrogantes. Los soldados sirios que fueron asesinados en ninguna parte fueron descritos como tratando de desertar del ejército de Asad. Más bien parece que estaban actuando en el marco de sus obligaciones militares en el momento en que fueron atacados. Ciertamente, esto encajaría con el patrón más amplio de las relaciones entre Asad y Maliki.
Una alianza de facto existe actualmente entre estos mandatarios. Ambos son aliados de Irán.
Un informe de inteligencia occidental, obtenido por Reuters, el año pasado, aportó pruebas de que Maliki permitió el uso del espacio aéreo iraquí para el envío de grandes cantidades de armamento iraní, en aviones civiles, para Asad.
En el informe se asevera que "los aviones están volando desde Irán hacia Siria a través de Irak casi a diario, transportando personal del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Iraní (IRGC, por sus sigla en inglés) y decenas de toneladas de armas para armar a las fuerzas de seguridad sirias y las milicias que luchan contra los rebeldes".
También asevera que Irán estaba "continuando su ayuda al régimen de Damasco mediante el envío de camiones, por tierra a través de Irak", hacia Siria.
Maliki habló esta semana en términos apocalípticos de cómo ve las consecuencias de una victoria de los rebeldes sunitas en Siria. Tal resultado, sugirió, conducirá a una guerra sectaria (religiosa) en Irak, y a nueva guerra civil en el Líbano.
Ningún soldado sirio tratando de desertar de las fuerzas de Asad lo intentaría hacer vinculándose con el ejército de Maliki, al igual que tampoco lo haría conectándose con los aliados de Asad en la frontera opuesta - la organización Hezbollah.
Por lo tanto, si los soldados no estaban buscando refugio, esto sugiere que su traslado al suelo iraquí se llevó a cabo en un acto de cooperación entre Asad y los ejércitos de Maliki, lo que indica un nivel de cooperación práctica en el terreno entre las dos fuerzas, en vista de las feroces batallas que actualmente se están librando entre el ejército sirio y los rebeldes en la zona fronteriza.
En una conferencia de prensa en Bagdad, reportada por el periódico Sharq al Awsat, el presidente del parlamento iraquí, Osama al Nujaifi menciónó esa posibilidad. Nujaifi, un opositor suní del gobierno de Maliki, dominado por chiís, pidió a la administración iraquí a abrir una investigación sobre el incidente. El líder suní señaló que "algunos testigos dijeron que el ejército iraquí había intervenido para apoyar al ejército sirio contra el ELS (Ejército Libre de Siria)", según Sharq al-Awsat.
El ataque tuvo lugar cerca de la ciudad de Akashat, en el noroeste de la provincia iraquí de Anbar, cerca de la frontera con Siria.
La provincia de Anbar es
un conocido caldo de cultivo del sentir antigubernamental y pro-jihadista del islamismo sunita. Existen vínculos estrechos entre la población suní a ambos lados de la frontera.
Por lo tanto, es probable que, paralelamente a los estrechos vínculos prácticos entre el régimen de Asad y el gobierno de Maliki, también haya cooperación entre los rebeldes jihadistas opuestos a ellos, a ambos lados de la frontera.
Por lo tanto, la declaración de Ali al-Mussawi, el vocero de Maliki, de que el incidente representa "el intento de algunos de traer el conflicto a Irak," no es sincera.
Irak ya es parte de la guerra civil en Siria - como resultado de las decisiones tomadas en Bagdad, y quizás en Teherán, no menos que del lado de los rebeldes en Siria.
Esta semana surgió también otra prueba más de que la guerra civil siria está desbordándose en la otra dirección - hacia el Líbano.
Un comunicado emitido por la dirección del Ejército Libre de Siria, emitido por la agencia de noticias turca Anadolu, acusó a Hezbollah de "limpieza sectaria [religiosa] y desplazamientos [de población] en varias ciudades de la frontera... y [de] incendiar muchas viviendas".
La declaración del ELS concluyó que "hoy en día nuestro problema se ha vuelto con el Líbano como Estado, y ya no es únicamente con Hezbollah. Se ha... convertido en un asunto árabe, regional e internacional".
La guerra civil siria se ha convertido en una cuestión regional árabe. La supervivencia del régimen es posible en gran medida gracias al apoyo de Irán y de sus aliados regionales y clientes - Hezbollah y el gobierno de Maliki en Irak.
Los rebeldes, con sólo el tibio apoyo de Occidente, confían en sus compañeros sunitas de Arabia Saudita, Qatar y Turquía en el suministro de armas y municiones para el combate.
Pero más fundamentalmente, el desbordamiento de la guerra en Irak y el Líbano se deriva del hecho de que las cuestiones que subyacen a la guerra civil siria no son solamente sirias. Ellas son compartidas por Siria, Líbano e Irak.
Los tres "países" son entidades artificiales, cuyas fronteras se remontan a la repartija occidental de los antiguos territorios otomanos. Ninguno de ellos ha tenido éxito en el establecimiento de una identidad nacional funcional del tipo que es reconocible en Occidente.
La mano dura de los dictadores que profesan lealtad al "nacionalismo árabe" tuvo éxito en ocultar esto por un tiempo (la dictadura siria volvió a tapar por la fuerza la olla hirviente sectaria [religiosa] del Líbano entre 1990 y 2005. Como era previsible, desbordó en cuanto los sirios se retiraron).
Sin embargo, con el puño de hierro de los dictadores roto o en declive, las lealtades sectarias (religiosas) están volviendo para definir la dinámica política - cruzando las fronteras estatales artificiales.
Por lo tanto, las fuerzas chiís de Maliki cooperan con las del alauita Asad. Ambos forman parte de una alianza regional encabezada por el Irán chií. Por otro lado, sus adversarios sunitas también operan a través de las fronteras estatales. A veces sus esfuerzos conjuntos logran resultados contundentes, como el que se ha visto en la provincia de Anbar esta semana.
Más al oeste, los chiís de Hezbollah - activados por Irán - hacen su parte del trabajo - tratando de mantener abierta la conexión entre el Líbano y un área emergente de dominación alauita en el oeste de Siria. Los rebeldes sirios responden amenazando con expandir sus operaciones al Líbano - donde también tienen muchos amigos en las comunidades sunitas.
A dónde conduce todo esto no se puede predecir. Sin embargo, se puede decir con confianza que el viejo orden que dominaba el mundo árabe desde la década del cincuenta ha muerto. Nuevos intereses sectarios (religiosos) y alianzas transfronterizas están llevando a cabo - en estos momentos - una guerra por las ruinas.

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