Publicado 26/4/2013
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Publicado el 26 de abril de 2013
Amy Goodman
La Maratón de Boston y sus repercusiones han acaparado la atención de
los medios de Estados Unidos. Sin embargo, otra serie de explosiones
ocurridas dos días más tarde, y en las que el número de víctimas
mortales fue cuatro veces mayor, tuvo mucho menos cobertura mediática.
Fue el peor accidente industrial en años, aunque llamarlo accidente no
tiene en cuenta que era evitable y que posiblemente se trate de un acto
negligente, como suele suceder en muchos lugares de trabajo peligrosos.
La
primera llamada al 911 llegó a las 7:29 de la tarde del miércoles 17 de
abril. Una mujer que se encontraba en una plaza de juegos vio un
incendio del otro lado de las vías del tren, en las instalaciones de la
empresa West Fertilizer Co., en la pequeña localidad de West, Texas,
cerca de Waco. Acto seguido, el departamento local de bomberos
voluntarios se movilizó. Menos de 25 minutos más tarde, una enorme
explosión sacudió la planta y causó ondas de choque, escombros y fuego
en toda la localidad de West, provocando la muerte de 15 personas, entre
ellas un médico del servicio de emergencias, ocho bomberos voluntarios y
un jefe de bomberos de Dallas que estaba visitando a sus hijos y se
sumó al esfuerzo de los bomberos.
El
sistema de radio de emergencias recibió la siguiente llamada:
“Necesitamos todas las ambulancias posibles en este momento. Acaba de
explotar una bomba aquí dentro. La situación es muy grave. Muchos
bomberos están en el suelo”.
Mujer: “Hay bomberos caídos. Reitero, hubo una explosión. Hay bomberos caídos”.
A esta siguió otra llamada, en la que se
sentían quejas en el fondo: “La residencia de ancianos ha sufrido daños
graves. Hay muchas personas inconscientes. Por favor, envíen ayuda”.
Se formó
una nube en forma de hongo en el cielo. La explosión fue de una magnitud
de 2,1 en la escala de Richter, equivalente a un pequeño terremoto. Las
llamadas al 911 no dejaban de llegar. La gente denunciaba que había
estallado una bomba, que muchos estaban heridos y otros envueltos en una
nube tóxica. Entre 60 y 80 casas fueron sacudidas por la explosión.
Una
semana más tarde, con el incendio extinguido y la mayoría de los
funerales ya realizados, hay importantes preguntas que permanecen sin
respuesta. Un equipo de unas 70 personas está investigando la fuente de
la explosión. Reuters informó el sábado que la planta albergaba 2.700
toneladas de nitrato de amonio, es decir 1.350 veces la cantidad mínima
por la que una planta está obligada a informar al Departamento de
Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés)
acerca de sus reservas. El nitrato de amonio es un fertilizante
utilizado en la agricultura industrial a nivel mundial y es estable
cuando se lo almacena en forma adecuada. Es muy inflamable si entra en
contacto con el fuego, especialmente cuando se mezcla con combustible,
como lo demostró Timothy McVeigh, autor del atentado de 1995 contra el
edificio federal Murrah en Oklahoma City. La empresa West Fertilizer Co.
nunca informó al Departamento de Seguridad Nacional acerca de sus
niveles de almacenamiento de nitrato de amonio.
Este
requisito se fundó en la preocupación de que posibles terroristas roben
nitrato de amonio. Hay otros organismos federales y estatales que están a
cargo de controlar las plantas de fertilizantes, las instalaciones de
almacenamiento de productos químicos y los lugares de trabajo en
general. Sin embargo, la Administración de Seguridad y Salud en el
Trabajo (OSHA, por sus siglas en inglés)
inspeccionó las instalaciones de West Fertilizer Co. por última vez en
1985. Un informe de una inspección presentado en junio de 2011 a la
Agencia de Protección Ambiental enumeraba el almacenamiento de 24.000
kg. de amoníaco anhidro, un fertilizante diferente, pero se afirmaba que
no presentaba ningún riesgo grave.
La
explosión de la planta de West Fertilizer sucedió apenas un día después
del 66° aniversario del llamado “desastre de la ciudad de Texas”,
considerado como el peor accidente industrial en la historia de Estados
Unidos. Dos mil trescientas toneladas de nitrato de amonio destinado a
Francia como parte del Plan Marshall para la reconstrucción y ayuda de
Europa se prendieron fuego a bordo del buque SS Grandcamp. La explosión
que ocurrió a continuación dejó un saldo de al menos 581 muertos y 5.000
heridos, y destruyó 500 hogares. Cabría pensar que Texas es sensible a
los riesgos potenciales de este peligroso químico. Sin embargo, el
gobernador Rick Perry le dijo a Associated Press: “[La población], a
través de la elección de sus representantes, envió un claro mensaje de
conformidad con el nivel de supervisión”. Recientemente, Perry elogió
las normas ambientales de Texas, extremadamente laxas, en su intento de
atraer a empresas de estados como California e Illinois a instalarse
allí.
El 28 de
abril es el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo y se
celebra la Jornada Internacional de Conmemoración de los Trabajadores
Fallecidos y Lesionados. En Estados Unidos, en honor a las 4.500
personas que mueren cada año en el país en su lugar de trabajo. En
promedio, trece trabajadores van a trabajar cada día y nunca regresan.
Tom O’Connor, director ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad y
Salud en el Trabajo, sostuvo: “mientras las empresas critican las normas
y priorizan las ganancias por encima de la seguridad, los trabajadores
son los que pagan el precio”.
En la
explosión en West, Texas, murieron trabajadores, socorristas, jubilados y
vecinos. Muchas personas mueren o resultan heridas a diario en Estados
Unidos debido a que los lugares de trabajo no cumplen con las normas de
seguridad, pero esto parece tolerarse como el precio que hay que pagar
para desarrollar una actividad comercial. El gobernador Perry declaró a
West área de desastre y pidió que se rezara por las víctimas. Eso no es
suficiente. Como dijo la legendaria sindicalista Mary “Mother” Jones:
“Recen por los muertos y luchen a muerte por los vivos”.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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© 2012 Amy Goodman
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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Texto en inglés traducido por Mercedes Camps Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en Español. |
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