martes, 21 de mayo de 2013

Destrucción, invasión y expropiación en la Ciudad de México

Destrucción, invasión y expropiación en la Ciudad de México
La estrategia para traspasar el territorio de los pueblos originarios hacia las inmobiliarias y las constructoras de vías rápidas comprende dañar ecológicamente, meter invasores dóciles y expropiar. Lo que no considera es que hay organización comunitaria y arraigo a la tierra.
Gerardo Camacho de la Rosa
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Ciudad de México. El pueblo originario de San Nicolás Totolapan, al sur de la Ciudad de México, enfrenta cotidianamente tiradero de deshechos que afectan la ecología de la zona y asentamientos ilegales promovidos y controlados por el gobierno local. La finalidad es destruir su territorio comunal y ejidal para expropiarlo y construir ahí el Arco Sur y fraccionamientos de lujo.
Este territorio abarca tierras, montes y aguas, de las cuales algunas se encuentran bajo el régimen de propiedad ejidal, pero no gracias a la suerte, sino a la resistencia de sus habitantes. Los delitos ambientales contra la zona donde se proyecta la construcción de las vías rápidas escalaron a finales de 2011 y principios de 2012. Para los habitantes es claro que existe una estrategia de despojo pues las autoridades infringen diversas disposiciones constitucionales y legales al permitir la tira de cascajo, la invasión y el cambio de uso de suelo de los bosques de San Nicolás Totolapan, que se localizan en suelo de reserva, en terrenos de vocación forestal y en un Área Natural Protegida con categoría de Reserva Ecológica Comunitaria, y permanecen a la expectativa de la problemática.
El reconocimiento legal del territorio
El 14 de julio de 1535, los habitantes originarios de Totolapan levantaron los títulos de su territorio, que les pertenecía antes de la llegada de los españoles a México. De esta forma, al igual que otros pueblos prehispánicos, Totolapan trató de asegurar la posesión de su territorio ante la amenaza del despojo por parte de los recién llegados invasores. Es por ello que en esta fecha y por tradición, se festeja la fundación del pueblo de San Nicolás Totolapan. Veintiocho años después, en 1563, el Virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, otorgó la merced real que reconoció 7 mil varas de territorio al pueblo, como establecían y establecen aún hoy día, aunque sea solo en el papel, los títulos primordiales del Pueblo de San Nicolás Totolapan de 1535.
San Nicolás Totolapan es actualmente un pueblo originario con un territorio en la maltrecha Ciudad de México. Algunos pueden decir que esto es un privilegio, otros que es una bendición y otros más una responsabilidad. Como se quiera ver, este territorio abarca tierras, montes y aguas, de las cuales algunas se encuentran bajo el régimen de propiedad ejidal, pero no gracias a la suerte, sino gracias a la resistencia que sus habitantes dieron a lo largo de 500 años contra los usurpadores: españoles, hacendados, caciques y de algunos años para acá, autoridades delegacionales y del Gobierno del Distrito Federal (GDF).
Una de las mayores muestras de valentía y coraje en la defensa del territorio y los intereses del pueblo fueron los zapatistas, que en San Nicolás se cuentan por decenas. Hay dos nicolaítas representativos de la lucha armada revolucionaria de 1910, los generales Julián Gallegos y Pablo Vértiz, que junto con la tropa zapatista pelearon por la restitución de sus tierras comunales arrebatadas por la hacienda de Eslava y la Cañada.

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