El tonalpohualli en el horizonte oriental de Xochimilco
4 12 2009
Un acercamiento al conocimiento de la astronomía prehispánica
Es ya conocido que en el pasado precolombino los antiguos pobladores
de México tenían un amplio conocimiento acerca de la astronomía. Una de
las mayores preocupaciones de nuestros antepasados fue el saber la
duración exacta del año con el fin de sistematizar los periodos
agrícolas.
A lo largo de siglos de paciente observación nuestros antepasados llegaron a saber que las estaciones estaban reguladas por la posición aparente que el Sol ocupaba al amanecer tomando como referencia las montañas por las cuales salía el astro rey.
Observaron que desde una misma posición a lo largo de un año el Sol no salía siempre por el mismo punto en el horizonte. Dicha estrella realiza aparentemente un recorrido de sur a norte y de norte a sur. Sus puntos máximos de desplazamiento son los solsticios, y los equinoccios son los momentos en que el Sol está a la mitad de su camino. El tiempo de este recorrido es lo que constituye un año de 365 días aproximadamente.
En Xochimilco al parecer el año y los solsticios fueron medidos por los antiguos astrónomos xochimilcas desde un posicionamiento fijo, que fue la cúspide del cerro emblemático de la región llamado Xochitepec.
Desde este punto de observación resulta en verdad sorprendente cómo, durante el solsticio de invierno, cuando el Sol alcanza su punto máximo de desplazamiento hacia el sur, el astro rey surge por la punta del volcán Popocatepetl.[1]
Sin embargo, no sólo el año era medido sino también un sui géneris calendario de 260 días, llamado tonalpohualli, que al escribirse en sendas tiras de papel amate recibió el nombre de tonalamatl.[2]
Desde el Xochitepec la serie de 260 días al parecer también fue calculada, y el cerro Papayo es el punto geográfico sobre el horizonte oriental por donde surge el Sol a los 260 días después del solsticio de invierno.[3] Se trata del tonalamatl completo señalado en la Sierra Nevada y que tiene el Xochitepec como el eje de observación.
En el principio del siglo XVI, cuando los europeos llegaron a tierras americanas, el solsticio de invierno sucedía en los alrededores del 12 de diciembre, fecha astronómica que evidentemente estuvo asociada al culto Guadalupano. Si a partir de esta fecha se cuentan 260 días se llegará al día 28 de agosto.[4] Para los pueblos originarios de Xochimilco estas dos fechas resultan reveladoras pues constituyen los días en los cuales se realizan las dos peregrinaciones más significativas que convocan a un gran número de pobladores de la región: la de la villa de Guadalupe y la de Chalma.
Con base en mis observaciones sostengo que el tonalamatl, prohibido durante el proceso de evangelización, fue guardado inteligentemente por los indígenas xochimilcas mediante el esquema ritual de la recién llegada religión católica.
La existencia del cerro Papayo como marcador solar da sentido al calendario ritual y constituye una singularidad en el contexto de las investigaciones arqueoastronómicas. Hasta el momento no se conoce un marcador en otras latitudes mesoamericanas en el que explícitamente esté presente el tonalamatl en función de los calendarios de horizonte.
Si esta particularidad sólo se dio en Xochimilco, nuestra región desde hace mucho tiempo debió haber sido considerada como una zona especial en donde se medía el año solar y el calendario ritual de 260 días, que acompañó no sólo a nahuas, sino también a mayas, mixtecos, zapotecos, purépechas, entre otros.
En conclusión, el cerro de Xochitepec posee la peculiaridad de computar no sólo el solsticio de invierno, como lo apunta Zimbrón, sino también de medir la serie sagrada de los 260 días. Y dada la coincidencia del cerro Papayo como marcador solar que da fin al cómputo del tonalamatl resulta un verdadero milagro su ubicación geográfica en el paisaje oriental del valle de México.
[1]Este dato fue obtenido por el investigador Rafael Zimbrón. Ver “El solsticio de invierno en el Cerro Xochitepec”, en Nosotros, revista de reflexión y difusión, México, D.F., número 76, enero de 2005, pp. 19 y 20. [2] El tonalamatl era un calendario ritual que estaba compuesto por la combinación de trece números y veinte símbolos. Los números eran representados por trece animales alados y los símbolos por veinte animales, objetos rituales, fenómenos naturales, astros celestes, y ciertos vegetales. Con este calendario se tejía la urdimbre cósmica del tiempo, se estructuraba el año solar de 365 días y se podían predecir los periodos de eclipses.
[3] Este dato fue obtenido por el autor de estas líneas y para ello fue necesario realizar varias visitas anuales al Xochitepec para registrar esta observación.
[4] Si se hacen los ajustes necesarios, debido a la corrección gregoriana realizada en 1582, las fechas 12 de diciembre y 28 de agosto se han desplazado actualmente al 22 de diciembre y al 7 de septiembre, respectivamente. El 22 de diciembre corresponde al solsticio de invierno.
A lo largo de siglos de paciente observación nuestros antepasados llegaron a saber que las estaciones estaban reguladas por la posición aparente que el Sol ocupaba al amanecer tomando como referencia las montañas por las cuales salía el astro rey.
Observaron que desde una misma posición a lo largo de un año el Sol no salía siempre por el mismo punto en el horizonte. Dicha estrella realiza aparentemente un recorrido de sur a norte y de norte a sur. Sus puntos máximos de desplazamiento son los solsticios, y los equinoccios son los momentos en que el Sol está a la mitad de su camino. El tiempo de este recorrido es lo que constituye un año de 365 días aproximadamente.
En Xochimilco al parecer el año y los solsticios fueron medidos por los antiguos astrónomos xochimilcas desde un posicionamiento fijo, que fue la cúspide del cerro emblemático de la región llamado Xochitepec.
Desde este punto de observación resulta en verdad sorprendente cómo, durante el solsticio de invierno, cuando el Sol alcanza su punto máximo de desplazamiento hacia el sur, el astro rey surge por la punta del volcán Popocatepetl.[1]
Sin embargo, no sólo el año era medido sino también un sui géneris calendario de 260 días, llamado tonalpohualli, que al escribirse en sendas tiras de papel amate recibió el nombre de tonalamatl.[2]
Desde el Xochitepec la serie de 260 días al parecer también fue calculada, y el cerro Papayo es el punto geográfico sobre el horizonte oriental por donde surge el Sol a los 260 días después del solsticio de invierno.[3] Se trata del tonalamatl completo señalado en la Sierra Nevada y que tiene el Xochitepec como el eje de observación.
En el principio del siglo XVI, cuando los europeos llegaron a tierras americanas, el solsticio de invierno sucedía en los alrededores del 12 de diciembre, fecha astronómica que evidentemente estuvo asociada al culto Guadalupano. Si a partir de esta fecha se cuentan 260 días se llegará al día 28 de agosto.[4] Para los pueblos originarios de Xochimilco estas dos fechas resultan reveladoras pues constituyen los días en los cuales se realizan las dos peregrinaciones más significativas que convocan a un gran número de pobladores de la región: la de la villa de Guadalupe y la de Chalma.
Con base en mis observaciones sostengo que el tonalamatl, prohibido durante el proceso de evangelización, fue guardado inteligentemente por los indígenas xochimilcas mediante el esquema ritual de la recién llegada religión católica.
La existencia del cerro Papayo como marcador solar da sentido al calendario ritual y constituye una singularidad en el contexto de las investigaciones arqueoastronómicas. Hasta el momento no se conoce un marcador en otras latitudes mesoamericanas en el que explícitamente esté presente el tonalamatl en función de los calendarios de horizonte.
Si esta particularidad sólo se dio en Xochimilco, nuestra región desde hace mucho tiempo debió haber sido considerada como una zona especial en donde se medía el año solar y el calendario ritual de 260 días, que acompañó no sólo a nahuas, sino también a mayas, mixtecos, zapotecos, purépechas, entre otros.
En conclusión, el cerro de Xochitepec posee la peculiaridad de computar no sólo el solsticio de invierno, como lo apunta Zimbrón, sino también de medir la serie sagrada de los 260 días. Y dada la coincidencia del cerro Papayo como marcador solar que da fin al cómputo del tonalamatl resulta un verdadero milagro su ubicación geográfica en el paisaje oriental del valle de México.
[1]Este dato fue obtenido por el investigador Rafael Zimbrón. Ver “El solsticio de invierno en el Cerro Xochitepec”, en Nosotros, revista de reflexión y difusión, México, D.F., número 76, enero de 2005, pp. 19 y 20. [2] El tonalamatl era un calendario ritual que estaba compuesto por la combinación de trece números y veinte símbolos. Los números eran representados por trece animales alados y los símbolos por veinte animales, objetos rituales, fenómenos naturales, astros celestes, y ciertos vegetales. Con este calendario se tejía la urdimbre cósmica del tiempo, se estructuraba el año solar de 365 días y se podían predecir los periodos de eclipses.
[3] Este dato fue obtenido por el autor de estas líneas y para ello fue necesario realizar varias visitas anuales al Xochitepec para registrar esta observación.
[4] Si se hacen los ajustes necesarios, debido a la corrección gregoriana realizada en 1582, las fechas 12 de diciembre y 28 de agosto se han desplazado actualmente al 22 de diciembre y al 7 de septiembre, respectivamente. El 22 de diciembre corresponde al solsticio de invierno.
Comentarios : 5 Comentarios »
Etiquetas: arqueoastronomía, calendarios de horizonte, cristo, guadalupe, jesus, peregrinación a la villa de guadalupe, popocatepetl, solsticio
Categorías : astronomía sin telescopio, ¿cómo se median los años?, el origen del tonalpohualli, El Tonalpohualli
No hay comentarios:
Publicar un comentario