lunes, 24 de junio de 2013

La barbarie genocida en manos del antisemitismo

La barbarie genocida en manos del antisemitismo
Por Mara Klarinsky


El odio al judío es una enfermedad incurable que persiste desde hace siglos y continuará hasta el fin de los tiempos, el judío fue culpado en cada etapa de la humanidad de las más variadas e infames acusaciones con o sin fundamentos, con o sin argumentos y por fin con y sin defensa del resto de sus semejantes.
Es entendible que el Holocausto judío no fue la única barbarie cometida por el hombre contra sus semejantes.

Foto der: Niños supervivientes del campo de concentración de Buchewald. Están vestidos con uniformes alemanes debido a la escasez de ropa.
No tenemos necesidad de remontarnos a otros tiempos para encontrarnos con la destrucción que comete el ser humano, porque sobre este tema nos alcanzaría la eternidad, pero como judíos nos debemos a la pérdida y destrucción que se ha cometido contra nuestro pueblo, la que no podemos ni queremos que sea olvidada jamás.
La reivindicación que Alemania como país y sus ciudadanos hacen tratando de mejorar las relaciones entre nuestros pueblos, es solamente un pequeño eslabón en una larga cadena de remordimiento. Este acto ejemplificador podrá ser valorado pero deberá "correr mucha agua bajo el puente" para que la barbarie nazi y su indescriptible infierno permita que los judíos entendamos que hoy existe una Alemania diferente que ha dejado atrás el antisemitismo.
El Prof. Gutman, en su libro el "Heroísmo Judío" * escribe: "La doctrina del nacional-socialismo, agregó una nueva dimensión al antisemitismo.
Hasta entonces, el odio al judío se caracterizaba por algunos elementos predominantes: un odio basado en el dogma cristiano, según el cual Israel es el pueblo del Mesías que negó la Verdad; odio fundado en argumentos económicos, acusando al judío de idolatrar el dinero, de procurarlo por todos los medios y de ser el responsable de la difusión del capitalismo en Europa, por último, un odio basado en argumentaciones políticas, sustentado por la pretensión de que los judíos constituyen un elemento radicalizado y efervescente que contagia a los pueblos con ideas extrañas y revolucionarias, predicando solidaridad internacional de las clases sociales, amenazando la paz interior y creado "un Estado dentro del Estado" en los diferentes países.
Asimismo, existe la explicación que lo peligroso del judío no es ya su religión, sino que está en la esencia del judaísmo, en la sangre de esta gente y en su estructura biológica (explicación del mismo autor)".

Foto: ¡Alemanes! ¡Defendeos! ¡No compréis de los judíos! Antisemitismo nazi, 1933.
Acusan al judío de actos totalmente contradictorios según la época o la necesidad del calumniador, de este modo pueden sugerir el deseo del judío de apoderarse del mundo, pueden inculparlo de un alto grado de ignorancia, de cometer actos rituales atroces y por el otro lado de ser incapaces de defender su propio territorio.
La gran diversidad de acusaciones de las que es víctima el judío, empujan al antisemita a tener siempre una opción valedera de donde agarrarse para difundir su odio, convenciendo a los más débiles de actuar en su contra con total y absoluta libertad.
Lo más penoso no está en la acusación de las masas, no está en el odio que puede infligir hacia nosotros aquel pobre ignorante que no tiene la capacidad de pensar por sí mismo, sino en el que emiten las personas con mayor aptitud de razonamiento: políticos, hombres de ciencia, escritores, o dirigentes de algunos países. Este odio irracional y sin fundamento daña muchísimo más, porque logra convencer a una gran cantidad de gente, y es inentendible a pesar de la intelectualidad y el gran esfuerzo que ponen en ello estas personas.
Edmon Jabes, con la sabiduría de su filosofía describe al infierno y a Auschwitz de la siguiente manera: "Auschwitz es el infierno donde millones de seres humanos fueron los mártires inocentes de una monstruosa empresa de interiorización, de desvalorización, de rebajamiento sistemático del hombre ante los ojos espantados de la muerte, tan degradada ella misma, que por primera vez conoció el asco (…). Por eso las llamas que se elevaban en el humo de los hornos crematorios no eran las del infierno de San Pablo. Las llamas de Auschwitz no purificaban el alma de los deportados. Las devolvían más livianas a la nada". (Jabes, "El infierno de Dante").
Dice Ricardo Forster: "Auschwitz es mucho más que el nombre de un campo de exterminio, que el lugar en el que se focalizó la barbarie genocida del nazismo, Auschwitz concluye el itinerario maldito de un Occidente que hizo del "judío" el paradigma de lo abominable, alquimia de contumacia, cómplices del demonio, usureros de los poderosos y apátridas preparados para la traición. El "judío" permaneció irreductible, un otro que amenazaba el dominio absoluto de la cristiandad; figura de una persistencia insoportable que insistía en sustraerse a la gramática homogeneizadora del logos occidental..." Y continúa "Europa, vio desde siempre al judío como el portador de una amenaza, como aquel otro que se internaba en su seno sosteniendo una visión del mundo irreductible al universalismo de la razón greco-cristiano ilustrada. Esa irreductibilidad, esa permanencia en la diferencia, condujo a la única solución posible después de haber fracasado la alternativa asimilacionista: (y concluye Forster) dejar que los nazis recorrieran el camino sin retorno, para el judaísmo europeo, de la Solución Final".
A esta clase de determinación y convencimiento me refería cuando escribí que el verdadero peligro no consiste en el odio de la gente corriente, sino en la de los intelectuales y grandes pensadores que así como pueden influenciar en las mentes hacia el bienestar y la prosperidad pueden también desviar los pensamientos hacia caminos horrorosos e impensables, y éste es el verdadero mal, el que producen los grandes cerebros cubiertos de irracional odio racista.
Foto: Izq. El Judío Errante, ilustrado, por Gustave Doré y a la derecha, el Judío Errante, 1852. grabado de David Shankbone, caricatura basada en estereotipos
El abominable mito del "Judío Errante"
El antisemitismo por antonomasia nos trae un personaje de la historia muy frecuentado y utilizado intencionalmente para difundir el odio hacia nuestra gente, esta es la mitológica figura del "judío errante" perteneciente a la literatura antisemita cristiana.
El mito relata sobre un personaje judío, cuya caracterización varía según la época y las quimeras que se le quieran inculpar. Este judío fue el negacionista de un poco de agua a Jesús cuando estaba sediento, en su camino hacia la Crucifixión, por lo que éste lo condenó a «errar hasta su retorno». Por lo tanto, el
personaje en cuestión debe andar por la Tierra hasta la Parusía (acontecimiento esperado al final de la historia, es el segundo regreso de Cristo a la Tierra).
Vulgarmente se ha visto en el judío errante una personificación metafórica de la diáspora judía, preconcibiendo que la destrucción de Jerusalén fue un castigo divino a todo el pueblo judío por la responsabilidad que algunos de ellos tuvieron en la crucifixión de Jesús, razón por la que se considera una fabula de marcado corte antisemita, arengado por el feroz odio al pueblo hebreo por parte de los primeros y poderosos obispos de la naciente Iglesia romana.
Al "judío errante" se le han atribuido diferentes nombres y personificaciones, entre ellos: Buttadeu, Larry el Caminante, Juan Espera en Dios, Michob Ader.
Sin embargo posiblemente el nombre más antiguo sea el que aparece en una de las Cartas eruditas y curiosas del padre Feijoo. En ella se cita a Mateo de París, obispo e historiador benedictino, indicando que en el año 1229 afirmó que dicho judío existía, se llamaba Catafito, y se encontraba entonces por Armenia.
A este tenor Jacob Basnage, autor protestante, en su "Historia de los judíos", cuenta que hay exactamente tres judíos errantes: "Samer", judío errante condenado por haber fundido el becerro de oro en tiempo de Moisés.
"Catafito" quien habría sido un policía de la puerta del pretorio (de donde sacaron a Jesús para crucificarlo) de Poncio Pilatos, para apresurar su camino le dio un empujón en la espalda a lo cual Cristo volviendo el rostro, le dijo: «El Hijo del Hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva». Frase por la cual este judío no debía morir hasta que Cristo volviese a juzgar a vivos y muertos.
"Ausero", zapatero de Jerusalén que echó de un empujón a Jesús cuando este se detuvo a descansar camino del Calvario, diciéndole: «Despacha, sal cuanto antes; ¿por qué te detienes?». Cristo le respondió: «Yo descansaré luego, pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva» (algunos han añadido: «hasta que no nazca niño alguno» o «hasta que la mujer deje de parir»). Desde allí comienza el cumplimiento de lo vaticinado. Se dice que a este judío errante lo vieron en el año 1547 en Hamburgo.

Orígenes de la leyenda
El primer documento moderno que se conserva sobre esta leyenda es un panfleto de cuatro hojas llamado " Breve descripción y relato de un judío de nombre Ahasverus", impreso en Leiden en 1602. La leyenda se esparció muy velozmente por Alemania; apareciendo durante ese mismo año, gran cantidad de ediciones y antes del fin del siglo XVIII había al menos 40 variantes de diferentes reproducciones.
Según L. Neubaur, la leyenda se inspiró en las palabras encontradas en el Evangelio de Mateo 16:28: "Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán de la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir a su Reino".

Apariciones Apócrifas
Por un sin fin de lugares se ha encontrado al judío errante, y se ha convertido en una fabulosa recreación usada para degradar el nombre y personalidad del judío. De este modo se lo ha visto en Hamburgo en 1547, en España en 1575, en París en 1644, en Munich en 1721 y en diversos lugares del mundo.
Otra fantasmagórica aparición se menciona en los Estados Unidos en el año 1868, visitando al mormón llamado O'Grady. Posiblemente, este último era un impostor que se hacía pasar por el judío errante.
En la actualidad se pudo contar con la aparición del "judío errante" en la Navidad de 1993, momento en el cual un fraile toledano tuvo una visión y afirma que bajo el nombre de Asuero se había afincado en Toledo, muy cerca de su cenobio. El Abad le ordenó silencio motivo por el cual no habla desde entonces. Posteriormente y esta vez bajo el nombre Catáfilo o Catafito fue visto en Miami, Ecuador, etc.

Inspiración de algunos literatos.
La representación de un impenitente condenado, forzado a recorrer el mundo sin esperanza de descansar en paz, impresionó de tal manera que el judío errante no tardó en aparecer en la literatura popular.
En los países de habla alemana se lo llamó el judío inmortal mientras que en los países de lenguas romanzas es conocido como "el hebreo errante". La tradición española lo bautizó como "Juan Espera en Dios".
En el cuento "El Inmortal", Jorge Luis Borges le da al narrador el nombre de Joseph Cartaphilus, inspirado en uno de los alias del judío errante.
Igualmente otro escritor argentino que utilizó la figura del judío errante en varias novelas es Manuel Mújica Láinez (El unicornio, Bomarzo...).
También aparece en "Cien años de Soledad" y "Los Funerales de la Mamá Grande", de Gabriel García Márquez. En la primera, se describe al personaje "como un híbrido macho cabrío cruzado con hembra hereje, una bestia infernal cuyo aliento calcinaba el aire y cuya visita determinaría la concepción de engendros por las recién casadas.
Entonces, se puede llegar a la conclusión de que el término antisemita, no se refiere al odio hacia lo semita, como etimológicamente la palabra lo indica, sino que es algo muchísimo más amplio, es la indeclinable animadversión hacia todo lo judío.
Lo que llevó a diferentes formas de discriminación hasta convertirlo en la abominable forma de Holocausto.
Y esto que "Parece un Sueño" y fue más bien una horrorosa pesadilla está expresado perfectamente por Cristina Amenedo en su libro y lo representa literalmente en el siguiente poema, gritando al mundo… *.

¡Nunca más!

Nunca más las torturas y los golpes,
El hambre y el terror, el cruel infierno,
Sobre millones de seres inocentes,
Sobre millones de seres masacrados.
¿Y quién creó esa angustia, esa locura,
Esos fieros grilletes aprisionando
hasta el mínimo pensamiento del hombre?
Ha caído el tirano de Berlín
Despojado de la máscara funesta
Que tapaba su alma sombría, dura y ciega.

Nunca más se oscurezca la mente de los hombres
En lóbregas cavernas abismales
Que lleven a la sangre y a la muerte.

Nunca más la crueldad.
Y sí al Amor en su sentido amplio
Como Esperanza del sabio corazón.
Y sí al Amor que abata para siempre
El vértigo mortal del sufrimiento.

Nunca más la crueldad. Y si al amor.
Estas serán las duplicadas normas
Que deberá asumir el destino del hombre
Para ser liberado.


* Se pueden adquirir los libros ``El Heroísmo Judío'' del Prof. Israel Gutman, y ``Parece un Sueño'' de Cristina Amenedo, en la Editorial Aurora. Por teléfono al Número: 03-5625216 (int. 101) o en el Shopping del Sitio de Internet:
http://www.aurora-israel.co.il/shopping.php.

No hay comentarios:

Publicar un comentario