¿Unidad o multiplicidad del Nafs (ego)?
Opinión sobre el artículo Crítica al Sufismo 3
24/06/2013 - Autor: Said-al-Jerrahi - Fuente: Webislam
As-salamu aleikum, hermano Yahia Said Al Andalusí.
Quería dar otra opinión, y si me permite, disentir con usted en cuanto al artículo: "Crítica al Sufismo 3"
Usted afirma que: “En razón de lógica, debe rechazar la tesis de los múltiples yo y ceñirse a la idea de solo dos aspectos, ruh y nafs”, tomando a la persona como una unidad.
Primeramente, dice Allah en el generoso Corán: “Y te preguntarán acerca del Ruh, Dí: el espíritu procede de la orden de mi Señor y no se les ha dado sino un poco de conocimiento” (17;85).
En el Tafsir de Al Qurtubi, se dice en referencia a esta aleya, que el Profeta (PB) fue preguntado por el Ruh o el espíritu que posee la vida del cuerpo humano y en contestación, fue descendida esta aleya, y nos informa que es un asunto que no lo conoce nadie más que Allah, el Altísimo y que el hombre tiene poco conocimiento del mismo. Así que dejaremos de lado al Ruh, y ya que es proveniente del Uno, tendrá la misma característica, por lo que no podemos hablar ahora de eso.
Pero nosotros vivimos en el mundo de la multiplicidad y por esto es que seremos capaces de comprender al Nafs, que comparte su misma naturaleza.
Reducir al Nafs a una unidad, es simplificar mucho las cosas; es más bien un ejercicio inicial para poder comprender algunos temas, o como un ejemplo simplista para el recién llegado a este camino.
El Nafs, es visto como una unidad desde un punto superficial de observación, pero si acercamos nuestra mirada, veremos que se trata de una sucesión de yoes enlazados unos con otros de una forma continua que nos da la apariencia de unidad. Es lo mismo, que si observamos desde lejos la formación de un tren en movimiento, nos parecería una sola cosa, pero si nos acercamos cuando esta detenido, veremos que se tratan de una cantidad de vagones aislados unidos entre si que conforman al tren.
En el Sufismo no hablamos de vagones, ni de yoes, sino que hablamos de califas, de multitud de personajes que conforman nuestro Nafs, los cuales nos gobiernan en los distintos momentos del día. Somos un personaje o califa para tratar con nuestro jefe, con nuestro empleados, con nuestras esposas-esposos, con nuestros amigos, con nuestros padres y nos vamos adecuando a cada circunstancia que nos plantea la vida de acuerdo a nuestra conveniencia personal. Vivimos la vida desde cada personaje, olvidando el personaje en que estábamos antes.
Cada califa se sube al trono y hace y deshace según sus criterios, pero cuando viene el siguiente, borra con el codo lo que el anterior había dicho y afirmado, olvidándose de lo dicho por el anterior.
Hoy podemos ver en experiencias como “gran hermano”, que los concursantes desconocen lo que dicen y hacen, y cuando lo ven grabado por las cámaras se sorprenden ya que no comprenden como pudieron hacer o decir esas cosas.
El truco del Nafs, es hacernos creer que somos una sola cosa, una unidad; que tenemos una conducta y una coherencia personal en nuestra vida, para así podernos engañar fácilmente y llevarnos de nuestras narices por donde se le antoja: “Estos son aquellos cuyos corazones Allah ha sellado porque siguen únicamente sus pasiones” (47;16) Aquel que se rinde a su Nafs o Yo, recurre a él cada vez que necesita tomar una decisión. En este sentido, los caprichos y deseos se convierten en la base para juzgar entre el bien y el mal. Resulta una clara manifestación de que la persona adora a su propia ego o, por decirlo de otro modo, a sí mismo. En el Corán se llama a este estado “hacer de sus deseos su dios”, como se dice en la siguiente aleya: “¿Has Considerado alguna vez a ese tipo de hombre que hace de sus deseos su dios, y a quien Allah entonces ha dejado que se extravíe, sabedor de que su mente está cerrada a la guía, y ha sellado su oído y su corazón, y ha puesto sobre sus ojos un velo? ¿Quién podría guiarle entonces, después de haber sido abandonado por Allah? ¿No vais, pues, a recapacitar?” (45; 23)
El engaño de creernos una individualidad, con un concepto sólido, con decisiones sopesadas y una identidad clara, coherente y única, está dada por una suerte de artilugio del Nafs al que podríamos dar el nombre de “fuelle” que separa cada vagón o califa del siguiente. Este “fuelle”, nos hace olvidar completamente lo dicho y hecho por el califa anterior; es un breve istmo, un barzaj, un lugar que no es ni del califa anterior, ni del siguiente.
El Nafs (el yo, o la individualidad), es hijo del mundo, de la multiplicidad y del engaño del “gran engañador”, es algo sin realidad propia, una pura ilusión, una fantasía implantada para separarnos de la Verdad: “Pero no... los que están empeñados en hacer el mal siguen únicamente sus deseos, sin tener conocimiento alguno de la verdad. Y, ¿quién puede guiar a los que Allah ha dejado que se extravíen, y que no tienen por tanto quien les auxilie? ” (30: 29).
La maquinaria del Nafs es de tal magnitud, que nos arrastra y nos somete sin siquiera darnos cuenta; creemos ser libre para elegir y hacer, pero en realidad somos tiranizados por el ego, somos meros esclavos de nosotros mismos, engañados por la imaginación de nuestra mente lógica.
Es muy cierto como Usted dice: “yihad al akbar, este yihad es el eje central de la espiritualidad islámica, o sea del sufismo”. Pero este, es el yihad contra el Nafs, contra la mayor ilusión que genera el Nafs, que es la individualidad y la unidad de nuestra identidad. Separados entonces de Allah y de Su Verdad como dioses de nosotros mismos, nos hace creer que somos uno, cuando el Uno es solo Allah.
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