martes, 30 de julio de 2013

La recolonización y el gobierno de traición nacional Gilberto López y Rivas

La recolonización y el gobierno de traición nacional
Gilberto López y Rivas
 
 
Pablo González Casanova ha insistido en que vivimos un proceso de dominación y reapropiación del mundo; una recolonización a través de la ocupación integral de nuestros países, estructurada mediante reformas constitucionales y legales y a través de disposiciones de hecho, realizadas sin consultar a la sociedad y a los ciudadanos en particular. En el caso de México se destacan, como ejemplos de las primeras, la reforma al artículo 27 de la Constitución y sus leyes secundarias, que puso en venta las tierras ejidales y comunales y abrió los territorios a corporaciones extranjeras, o las recientes reformas laborales, incluida la que pasa por reforma educativa, que quita su carácter público, gratuito y laico, y que constituyen, en los hechos, la ruptura de la alianza social y el pacto político producto de una revolución armada que da lugar a la Carta Magna de 1917 y que costó al país un millón de muertos. De las segundas, tenemos el Tratado de Libre Comercio (TLC), la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), y la Iniciativa Mérida, que dañan gravemente la soberanía económica y política de la nación, sin que estos tratados y mecanismos injerencistas hayan sido sancionados por el Congreso de la Unión.
Estas políticas, acciones y transformaciones legalizadas o fuera de la ley, impuestas por los gobernantes, al profundizar y extender la ocupación, han refuncionalizado nuestras naciones, sus territorios, sus recursos naturales y estratégicos, al proyecto trasnacionalizador y hegemónico del imperialismo colectivo encabezado por Estados Unidos y acatado por grupos dominantes que dentro de nuestros países establecen gobiernos de traición nacional, que Marx identificó como aquellos que sacrifican el deber nacional por el interés de clase.
Camilo Valqui en su libro Marx vive: derrumbe del capitalismo, complejidad de una totalidad violenta (México: UAG-UACM, 2012) propone el concepto imperialización para describir esta reconfiguración mundial que conlleva la trasnacionalización neoliberal. Imperialización define el predominio económico, político, ideológico y militar del capital monopólico trasnacional que se extiende y profundiza: 1) en los recursos naturales y estratégicos del globo, 2) en la megaproducción y los megamercados, 3) en los flujos financieros, 4) en la investigación científica y tecnológica, 5) en las armas de destrucción masiva, 6) en los medios de comunicación masiva y 7) en las organizaciones internacionales, como el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), por ejemplo. Pero, paralela y dialécticamente a este predominio, también hay que tomar en cuenta su contraparte, esto es, el carácter pluridimensional de la crisis capitalista actual: económica, social, militar, política, geopolítica, moral, epistémica, cultural, intelectual, de alimentos, de materias primas, de energía y del ambiente.
La imperialización mantiene una dimensión militar, que en un trabajo reciente de mi autoría, Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos: manuales, mentalidades y uso de la antropología (México, Ocean Sur, 2013), denomino como terrorismo global de Estado para caracterizar la política de violencia perpetrada por aparatos estatales imperialistas en el ámbito mundial contra pueblos y gobiernos con el propósito de infundir terror y en violación de las normas del derecho nacional e internacional. El terrorismo global de Estado violenta los marcos legítimos, ideológicos y políticos de la represión legal (la justificada por el marco jurídico internacional) y apela a métodos no convencionales, a la vez extensivos e intensivos, para aniquilar la oposición política y la protesta social a escala planetaria.
Valqui considera que la devastación mundial de seres humanos y naturaleza es propia del capitalismo desde su surgimiento, pero que en pleno siglo XXI, con la trasnacionalización actual, se ha exacerbado exponencialmente la violencia sistémica y el antihumanismo que le caracteriza; sostiene que los procesos de reproducción del capital y su búsqueda insaciable por la ganancia son incompatibles con la vida tanto humana, como de la propia naturaleza, que este sistema destruye de manera integral. Así, el capitalismo trasnacional es descrito como expoliador, despótico, depredador, genocida y terrorista, y se vive como una verdadera tragedia social, como lo podemos constatar en nuestro país. Esto es, el capitalismo en esencia fue, es y será violencia sistémica. En esa dirección, las descripciones que hace Valqui del extractivismo minero, con su destrucción del medio ambiente, ríos, lagunas, flora, fauna, vida humana, biodiversidad, para el caso de Perú, México, Chile, etcétera, constituyen un material riquísimo para fundamentar las luchas contra la minería abierta que amenaza los territorios, especialmente los indígenas, acorde a las investigaciones realizadas por nuestro colega Eckart Boege.
En el análisis de esta reconfiguración mundial existen coincidencias con Valqui en otros rubros: por ejemplo, considerar al crimen organizado, a la economía mafiosa, ilícita, criminal, como otras formas de acumulación del capital trasnacional parasitario, a la que se le atribuye 5 por ciento del PIB global. El dinero denominado sucio va a parar a los grandes megabancos y empresas financieras. En el trabajo mencionado, he destacado que el narcotráfico es una arma contundente de recolonización y dominación del imperialismo mundial, por otras vías distintas a las guerras neocoloniales. Asumimos lo que Valqui denomina dialéctica de la totalidad capitalista, para descifrar cómo se entroncan las lógicas de acumulación de los capitales trasnacionales del narcotráfico con los grandes intereses geopolíticos de las oligarquías imperialistas en guerras de recolonización, como las de Afganistán e Irak.
Me sumo a la crítica de quienes han renunciado a la teoría marxista del imperialismo, los llamados por Valqui espadachines ilustrados de la burguesía trasnacional, y a quienes abandonado los rigores de los análisis de clase en el ámbito de la política se suman –con un papel subalterno– al gobierno de traición nacional del Pacto por México.

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