La deshonestidad de Peña Nieto es el adulterado cardenismo para confundir y ocultar los verdaderos compromisos con las transnacionales extranjeras, el pueblo de México rechaza las reformas a los artículos 27 y 28 Constitucionales. Porque el verdadero propósito de Peña Nieto es abrir a las transnacionales toda la industria petrolera.Una verdadera manipulación.
LLEGÓ LA HORA DE ACTUAR
Gerardo Fernández Casanova (ARGENPRESS.info)
Se acabó el suspenso y se hizo la luz. Finalmente este lunes entregó Peña Nieto al Congreso su iniciativa de reforma energética. Lo dicho: se intenta dar carácter constitucional al despojo a la Nación en materia de petróleo y electricidad. La gran sorpresa: el autor de la propuesta es el Gral. Lázaro Cárdenas post mortem, después de más de veinticinco años de abandono en el discurso oficial; el colmo del cinismo y la hipocresía para esconder la verdad. Peña Nieto y su equipo hacen gala de su gran capacidad para el engaño y la manipulación de la información, que deja a los panistas en condición de párvulos e ineptos.
La exposición de motivos de la iniciativa otorga un amplio espacio a la descripción del diagnóstico de la realidad imperante, bastante claro en tanto que fotografía del momento, aunque deja de lado la película con la secuencia que llevó al actual estado de cosas, particularmente la intencionalidad de las acciones y las omisiones gubernamentales que lo produjeron; graciosamente, como única razón del deterioro, apunta: “La falta de un marco jurídico que responda a la realidad en esta materia ha llevado a una producción insuficiente de petróleo y gas natural.” Como quien dice, el diagnóstico se formula para justificar el resultado preestablecido: la tan ansiada privatización.
En efecto, las capacidades tecnológica y de ejecución de Pemex están mermadas, pero eso fue resultado de una decisión política desde hace treinta años, y todas ellas son recuperables en el corto plazo en la medida de que exista la voluntad política para lograrlo. Es absolutamente falso que la baja de la producción obedezca a la falta del marco jurídico; lo único que ha faltado es vergüenza y patriotismo. No obstante, la capacidad financiera de la empresa recibe una alta calificación, incluida la de las famosas calificadoras de deuda, mostrada en la respuesta inmediata a las emisiones de bonos de deuda, por su gran rentabilidad antes de impuestos, misma que es agotada y agobiada por la sobrecarga fiscal que la convierte en proveedora del 40% del presupuesto federal.
Si se importan gasolinas, gas y petroquímicos es por la decisión de no invertir, incluso de desinvertir, a que ha sido sometida la paraestatal, por exigencia de los organismos financieros que tienen intervenida a la hacienda pública de México y obsecuentemente asumida por la tecnocracia dominante. Recursos los hay, capacidad tecnológica aún se tiene; capacidad de ejecución sobra; sólo falta –repito- vergüenza y patriotismo.
Es totalmente falsa toda la argumentación en que se basa la propuesta reforma energética; no hace falta inversión de particulares y menos de extranjeros en la actividad generadora de energía. Es rotundamente nociva al interés nacional la apertura de las empresas de petróleo y de electricidad a la iniciativa privada; es un vil engaño para satisfacer las exigencias del gran capital internacional y para mantener su apoyo a regímenes espurios o impopulares como los que hemos tenido que soportar. Por qué –me pregunto- sus promotores tienen que desplegar una costosa campaña publicitaria para tratar de convencernos, como si se tratara de un artículo comercial. Campaña que, por cierto, coloca en total indefensión a la sociedad nacional incapaz de dar respuesta en la misma magnitud. Para ser honestos tendrían que abrir los medios de información al análisis y al debate; que la gente reciba información amplia de quienes la promueven como de quienes la rechazan; lo contrario es vil propaganda encubridora de la perversidad que se propone. Es una mentira que con ella bajarán los precios de combustibles y electricidad, por el contrario aumentarán; así nos lo hicieron con la telefonía y con los bancos, servicios cuyos precios superan con mucho a los anteriores y a los que se pagan en el mundo. Es una mentira que los particulares generarán cientos de miles de empleos, igual o más se generarían si las inversiones requeridas las realiza el estado con los recursos de las paraestatales. Es falso que se abra la competencia y que ello beneficiará al consumidor; por ejemplo, se abrió la competencia entre las tortillerías y lo que costaba dos pesos hoy vale quince.
No nos dejemos engañar y, mucho menos, que nos roben los recursos que son de todos. No permitamos que una caterva de legisladores “maiceados” convalide el atraco a la Nación y a todos los nacionales. No levantemos los hombros aduciendo inevitabilidad, está en juego el presente y el futuro de todos y de cada quien. Si es preciso incendiar, incendiemos; si es preciso romper, rompamos; si es preciso parar, paremos. El extraño enemigo está adentro: saquémoslo. ¡México es primero!
LLEGÓ LA HORA DE ACTUAR
Se acabó el suspenso y se hizo la luz. Finalmente este lunes entregó Peña Nieto al Congreso su iniciativa de reforma energética. Lo dicho: se intenta dar carácter constitucional al despojo a la Nación en materia de petróleo y electricidad. La gran sorpresa: el autor de la propuesta es el Gral. Lázaro Cárdenas post mortem, después de más de veinticinco años de abandono en el discurso oficial; el colmo del cinismo y la hipocresía para esconder la verdad. Peña Nieto y su equipo hacen gala de su gran capacidad para el engaño y la manipulación de la información, que deja a los panistas en condición de párvulos e ineptos.
La exposición de motivos de la iniciativa otorga un amplio espacio a la descripción del diagnóstico de la realidad imperante, bastante claro en tanto que fotografía del momento, aunque deja de lado la película con la secuencia que llevó al actual estado de cosas, particularmente la intencionalidad de las acciones y las omisiones gubernamentales que lo produjeron; graciosamente, como única razón del deterioro, apunta: “La falta de un marco jurídico que responda a la realidad en esta materia ha llevado a una producción insuficiente de petróleo y gas natural.” Como quien dice, el diagnóstico se formula para justificar el resultado preestablecido: la tan ansiada privatización.
En efecto, las capacidades tecnológica y de ejecución de Pemex están mermadas, pero eso fue resultado de una decisión política desde hace treinta años, y todas ellas son recuperables en el corto plazo en la medida de que exista la voluntad política para lograrlo. Es absolutamente falso que la baja de la producción obedezca a la falta del marco jurídico; lo único que ha faltado es vergüenza y patriotismo. No obstante, la capacidad financiera de la empresa recibe una alta calificación, incluida la de las famosas calificadoras de deuda, mostrada en la respuesta inmediata a las emisiones de bonos de deuda, por su gran rentabilidad antes de impuestos, misma que es agotada y agobiada por la sobrecarga fiscal que la convierte en proveedora del 40% del presupuesto federal.
Si se importan gasolinas, gas y petroquímicos es por la decisión de no invertir, incluso de desinvertir, a que ha sido sometida la paraestatal, por exigencia de los organismos financieros que tienen intervenida a la hacienda pública de México y obsecuentemente asumida por la tecnocracia dominante. Recursos los hay, capacidad tecnológica aún se tiene; capacidad de ejecución sobra; sólo falta –repito- vergüenza y patriotismo.
Es totalmente falsa toda la argumentación en que se basa la propuesta reforma energética; no hace falta inversión de particulares y menos de extranjeros en la actividad generadora de energía. Es rotundamente nociva al interés nacional la apertura de las empresas de petróleo y de electricidad a la iniciativa privada; es un vil engaño para satisfacer las exigencias del gran capital internacional y para mantener su apoyo a regímenes espurios o impopulares como los que hemos tenido que soportar. Por qué –me pregunto- sus promotores tienen que desplegar una costosa campaña publicitaria para tratar de convencernos, como si se tratara de un artículo comercial. Campaña que, por cierto, coloca en total indefensión a la sociedad nacional incapaz de dar respuesta en la misma magnitud. Para ser honestos tendrían que abrir los medios de información al análisis y al debate; que la gente reciba información amplia de quienes la promueven como de quienes la rechazan; lo contrario es vil propaganda encubridora de la perversidad que se propone. Es una mentira que con ella bajarán los precios de combustibles y electricidad, por el contrario aumentarán; así nos lo hicieron con la telefonía y con los bancos, servicios cuyos precios superan con mucho a los anteriores y a los que se pagan en el mundo. Es una mentira que los particulares generarán cientos de miles de empleos, igual o más se generarían si las inversiones requeridas las realiza el estado con los recursos de las paraestatales. Es falso que se abra la competencia y que ello beneficiará al consumidor; por ejemplo, se abrió la competencia entre las tortillerías y lo que costaba dos pesos hoy vale quince.
No nos dejemos engañar y, mucho menos, que nos roben los recursos que son de todos. No permitamos que una caterva de legisladores “maiceados” convalide el atraco a la Nación y a todos los nacionales. No levantemos los hombros aduciendo inevitabilidad, está en juego el presente y el futuro de todos y de cada quien. Si es preciso incendiar, incendiemos; si es preciso romper, rompamos; si es preciso parar, paremos. El extraño enemigo está adentro: saquémoslo. ¡México es primero!
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