Naser al-Gazali, jefe del Centro de Investigaciones Teóricas de Derechos Humanos de Damasco, destaca que desde el mismo inicio del conflicto Moscú declaraba que no apoyaba a Assad pero al mismo tiempo rechazaba el mecanismo que exhortaba a su renuncia inmediata y sin condiciones.
Rusia lleva a cabo esta política, -explica Gazali, - teniendo en cuenta tanto sus intereses estratégicos como porque teme la expansión del extremismo islámico en las repúblicas vecinas de Rusia. Además el Kremlin no cree que la oposición y los países que la apoyan respetarán los intereses rusos en Siria”.

Rusia reacciona ante la posible intervención de EE UU

"El ministro Lavrov subrayó que las últimas declaraciones de Washington sobre la disposición de las Fuerzas Armadas de EEUU a 'intervenir' en el conflicto sirio han sido recibidas con profunda alarma", señala un comunicado de la cancillería. En Moscú causan perplejidad las declaraciones de algunos altos cargos estadounidenses acerca de que estaría demostrada la responsabilidad de las autoridades sirias en el supuesto ataque químico en las afueras de Damasco en el que, según la oposición siria, habría muerto más de un millar de personas. Según el Ministerio De Exteriores ruso, Kerry prometió estudiar detenidamente los argumentos de Moscú.
Al-Gazali considera que Rusia podría jugar un papel muy importante en la regularización de la crisis siria si ejerciera una influencia directa en las autoridades para que llevaran a cabo las reformas que convirtieran a Siria en un país democrático.
Sin embargo, Rusia no solo no lo hizo sino que apoyó al poder en su lucha contra la intifada siria lo que condujo a la guerra civil”, resume el politólogo.
Al-Gazali explica que Rusia tiene que apoyar la política que permita “unir a aquellas fuerzas de la oposición que no están involucradas en la violencia y que tienen un plan claro para una transición pacífica para la construcción de un estado democrático. Además, es indispensable que Rusia presione al régimen para que acepte el mapa de ruta que se elaboró en la conferencia de Ginebra. Moscú tiene que ser el garante del cumplimiento de ese plan”. 
Al final, al-Gazali añade que Moscú cometió un error al no apoyar a la oposición moderada que se manifiesta en contra de la violencia y al no presionar al régimen de Damasco para que no reprimiera a la oposición moderada.
El defensor de los derechos humanos Jabib Isa considera que durante el transcurso de la crisis siria Moscú cometió un grave error: “Si los rusos hubieran estado interesados realmente en el régimen sirio, tendrían que haber cooperado con él según el principio 'el amigo es el que te dice la verdad a la cara' y buscar conjuntamente una salida de la situación y no dejar a Siria en la crisis que la está convirtiendo en polvo”.
Isa considera que Moscú todavía puede desempeñar un papel clave en la solución de la cuestión siria. Para ello tiene que proponer el mapa de ruta para su regularización: “Su contenido es totalmente claro: transición pacífica hacia un estado democrático en un periodo claramente definido, que no supere los seis meses, creación de un gobierno de tecnócratas y también elecciones para crear un consejo para la elaboración de la constitución y después la celebración de unas auténticas elecciones”.
Según Isa, todas estas medidas tendrían el apoyo del pueblo y permitirían entablar el diálogo político. También hay que cesar las acciones bélicas, liberar a los prisioneros, derogar las leyes de emergencia, garantizar el retorno de los refugiados y declarar la amnistía general.
Según otro experto, Jazem Najar, especialista del Centro Árabe de Investigaciones Políticas, desde el principio Rusia tendría que haber trazado una línea roja al régimen de Assad. “Cuando nos encontramos con Lavrov en Moscú le dijimos “pedimos solo una cosa, que el representante ruso saliera y pronunciase la siguiente frase: 'Confiamos que el régimen de Bashar al-Assad no presentará su candidatura para las elecciones del 2014'. Desgraciadamente, eso no sucedió. Si los leales al régimen hubieran oído esta frase, no se hubieran puesto a defenderlo y eso habría significado el principio de la salida de Assad. Y aquellos que lucharon a favor de la revolución no temerían por su vida ya que sabrían que el régimen estaba a punto de sucumbir”.
Najar considera que Rusia no tiene otras soluciones además de la conferencia Ginebra 2, que podría celebrar incluso sin Estados Unidos. “En el transcurso de una conferencia internacional Moscú tiene que defender tres puntos: la creación de nuevo un ejército formado por las tropas gubernamentales y las fuerzas del ejército libre, la organización de un nuevo el sistema de seguridad destituyendo al escalón más alto y la creación de un sistema judicial libre e independiente y un gobierno de reformadores”.
Este experto también considera que Rusia tiene que anunciar que “está dispuesta a suspender la ayuda militar que proporciona al régimen si las otras fuerzas exteriores, a su vez, renuncian a armar a la oposición”.
Najar añade que “incluso si no se lleva a cabo la negociación sobre el destino de Assad, toda la oposición moderada irá a Ginebra”. “Rusia tiene que estar interesada en el reforzamiento del sector moderado de la oposición. Mientras tanto, ésta se encuentra en una situación difícil y no aporta beneficios por culpa de la persecución que sufre por parte del régimen, un hostigamiento que Rusia tendría que haber parado”.
El experto destaca que sólo las fuerzas de la sociedad civil unidas, y no las tropas, podrán frenar al radicalismo islámico. “Precisamente esto es lo que en primer lugar necesita Rusia”, resume el experto.