El Destino de la Humanidad
Capítulo del libro El Jardín del los Derviches
21/07/2011 - Autor: Sheikh Muzaffer Ozak al Yerrahi al Halveti - Fuente: Webislam
El hombre no es el autor de su propio destino. El Destino de la Humanidad es decretado y predeterminado por nadie sino por nuestro Divino Creador.
De otra manera, nuestro nacimiento, muerte, el seleccionar a nuestros padres sería nuestra propia elección. Al hombre se le ha dado en verdad la voluntad de su existencia pero es libre de ponerla en práctica dentro de los limites de una armadura en particular.
De otra manera, nuestro nacimiento, muerte, el seleccionar a nuestros padres sería nuestra propia elección. Al hombre se le ha dado en verdad la voluntad de su existencia pero es libre de ponerla en práctica dentro de los limites de una armadura en particular.
El Destino está en las manos de Dios, entendiendo esto como una voluntad universal. La siguiente analogía puede servir para ilustrar la distinción entre la particular voluntad-poder conferida a los seres humanos, en una mano y la voluntad universal en la otra.
Imaginemos un grupo de pasajeros en un ómnibus, tren o un buque; vean como se mueven de un lado al otro, tanto en el frente como por atrás, sentándose o dejando libres sus asientos, comiendo y bebiendo. Estas acciones son ejemplos del ejercicio de nuestra propia libertad de acción. Mientras tanto, de todas maneras, el vehículo o buque continúa su propia ruta o curso, controlado por el conductor o capitán. Aquí tenemos algo similar para la voluntad universal. Los movimientos de los pasajeros no tienen ningún efecto en la dirección o la velocidad del tren o del barco; de igual manera el destino de la humanidad no puede ser influenciado por la capacidad de la libre voluntad que ha sido dada a los seres humanos. Raros casos pueden ser vistos como excepciones pero tales instancias están ambas divinamente predeterminadas. Nada está fuera del designio del destino.
El hombre está enteramente circunscrito interiormente o exteriormente a la voluntad de la Verdad Divina así como está rodeado en los sentidos materiales por la atmósfera. Somos testigos de hechos de que nuestra vida está confinada por dentro a ritmos limitados, rodeada por obstáculos visibles e invisibles, conocidos y desconocidos, que son imposibles de alcanzar por nuestros deseos y esperanzas, que no podemos alcanzar nuestras metas, que la vida y la muerte están fuera de nuestro control. Estamos gobernados por una fuerza que nos mantiene a todos bajo su mandato. La existencia de esta fuerza es innegable, y claramente prueba la Existencia, el Poder y la Fuerza de Allah, Exaltado Sea.
Se nos permite desear pero el poder de crear y traer a la vida no nos ha sido concedido. Desear es algo de la propia voluntad; la creación y el hacer realidad las cosas y los seres son peculiares a la voluntad universal.
El deseo y las expectativas provienen de nosotros pero la creación y el traer a la vida son de Allah. Si eso Le complace, Él crea aquello que deseamos y lo hace realidad; sino, Él no complace nuestro deseo. Lo que parece que causamos, realmente lo “adquirimos” a través de Su causa. Pero incluso esta “adquisición”, el desear y anhelar son originados por Él.
¿De dónde vienen los seres humanos? Con certeza venimos de Allah a través de Su Poder y Fuerza. ¿Hacia dónde va? De regreso hacia Allah y nuevamente a través de Su Fuerza y Poder. En este viaje de ida y vuelta, qué papel juegan los propios deseos del hombre? Allah dijo “Ven”, y Sus servidores entraron a este mundo. Allah dio la orden, “despójate a ti mismo de tu cuerpo”. El servidor obedeció al instante. Por Mandato Divino, el retornará a la Verdad en el Otro Mundo.
Los deseos, la voluntad, los comandos, vienen todos del Señor; Él no pregunta a su servidor, Él no consulta a nadie. Él maneja Su Poder en absoluta independencia. El servidor es sujeto, Dios es soberano.
El Todo-Glorioso se muestra a través de Sus Obras, Comprendido a través de Su Poder, Conocido a través de todos Sus Nombres. No existe otro Dios sino Él, y Solo Él es digno de ser adorado. El género humano es el producto de Su gran Poder, y del género humano, Él escogió Su Amado, para ser el espejo de Su Esencia. De Su propia Luz Él amorosamente creó la luz de la humanidad, al cuál Él dio el nombre Muhammad. Para afirmar la apostólica y profética misión de este Amado, segundo sólo a la Esencia de la Divinidad, Él hizo manifiesto Su glorioso atributo de “Verdadero Creyente” (Al-Mu’min). De esta sublime luz El luego creó el Poderoso Trono, el Espléndido Pedestal, el Ultimo Árbol de Loto y la Prospera Casa, así como el sol y la luna; Él creó el Paraíso como una Promesa a aquellos que crean en Él y en su Amado, y el Fuego del Infierno como una amenaza para los no creyentes.
Los genios fueron creados por Él del fuego, y los ángeles de la luz. Él creó a Adán de la tierra y el agua; haciéndolo portador de la luz de Muhammad. Él lo proclamó al universo como el vicerregente de Dios, le enseño los Nombres Divinos y lo hizo el espejo de Su Esencia.
Mientras Adán vino a conocer los Nombres por virtud de la luz que lo creó, Dios hizo a Su Amado intimo con Sus Nombres, Sus Atributos y Su Esencia, para Él lo hizo Jefe de los Profetas, Favorito del Señor, y una Misericordia para Todos los Mundos. El Señor nos creó, Sus Servidores, en Su Amado honor.
Es nuestro deber el descubrir el reconocer la Más Sagrada Esencia de Dios, el afirmar Su Unidad y el rendirle culto a Él. Hemos sido creados para ese mismo propósito, como el Sagrado Qu’ran declara:
Y no He creado a los genios y a los hombres
sino para que Me adoren (51:56)
sino para que Me adoren (51:56)
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