martes, 26 de noviembre de 2013

El Museo de Memoria y Tolerancia fraude judío hasta los domingos cobran

El Museo de Memoria y Tolerancia busca "mover" conciencias

El Museo de la Memoria y la Tolerancia, busca recordar las consecuencias de la intolerancia y concientizar sobre los prejuicios
Por Hanako Taniguchi
Jueves, 28 de octubre de 2010 a las 06:00
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El Museo de Memoria y Tolerancia
Lo más importante
  • El Museo de la Memoria y la Tolerancia busca concientizar a los visitantes sobre las consecuencias que ha tenido la intolerancia en la historia de la humanidad
  • El recinto que fue inaugurado en octubre del 2010, busca también señalar los prejuicios con los que convivimos a diario
  • En las primeras semanas, ha recibido un promerio de 1,000 visitantes diarios

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El Museo Memoria y la Tolerancia tiene en su quinto piso un vagón que fue utilizado durante el holocausto judío (Cortesía Museo Memoria y Tolerancia). El Museo Memoria y la Tolerancia tiene en su quinto piso un vagón que fue utilizado durante el holocausto judío (Cortesía Museo Memoria y Tolerancia).
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Museo de Memoria y Tolerancia
Museo de Memoria y Tolerancia

CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — En el quinto piso de un edificio ubicado en el centro de la Ciudad de México, un viejo vagón de tren con la madera del suelo desgastada, descansa sobre unas vías. Hasta hace más de 60 años, formaba parte de un ferrocarril que, desde Alemania, transportaba judíos a los campos de concentración en Polonia.
Hoy, colocado al interior del Museo Memoria y Tolerancia, recibe a las personas que, curiosas de conocer su interior, suben las escaleras para experimentar -por unos segundos-, la sensación de encierro por la que pasaban mujeres, hombres, niños y ancianos que subían a este viejo vagón sin conocer su destino final.
Para llegar a esta parte del recinto, los visitantes tuvieron que haber pasado por la recreación de un gueto con escaleras y pasillos de madera, ventanas cerradas detrás de balcones y fotografías en blanco y negro de tamaño real de la Alemania en la época de la Segunda Guerra Mundial.
También por la simulación de fosas en las que cabían hasta 7,000 cadáveres de judíos, gitanos y gays que fueron exterminados en cámaras de gas, y que ya sin ropa, eran lanzados a los huecos que ellos mismos habían cavado con trabajos forzados.
“La tolerancia sólo se puede comprender cuando se conoce su contrario: la intolerancia”, dice una lámina de plástico colocada a la entrada de la sección de la Memoria del museo que, a través de imágenes y escenografías, busca ilustrar las consecuencias que ha tenido la intolerancia en la historia de la humanidad.
Tras varias salas que aluden a las diferentes etapas del holocausto judío, inicia una sección sobre genocidios perpetrados en el siglo XX, que van desde la polémica matanza de armenios a manos del Imperio Otomano en 1915 – suceso aún no reconocido ni por la ONU ni por Turquía – hasta los asesinatos masivos en la ex – Yugoslavia, Ruanda, Guatemala, Camboya y Darfur en Sudán.
Al salir de las oscuras salas, el visitante se topa con hileras de figuras de cristal con forma de gotas de agua colgadas desde el techo, que aluden a las lágrimas de las víctimas de los genocidios.
La convivencia con prejuicios en la vida diaria
Sharon Zaga, presidenta del Museo Memoria y Tolerancia, asegura que tardó 13 años en hacer realidad un espacio que, además de mostrar las consecuencias de la intolerancia y la discriminación, busca concientizar a los visitantes sobre los prejuicios que persisten y conviven con nosotros en la vida diaria.
“La tolerancia no es que alguien se queje de algo, la tolerancia tiene mucho más que ver con el valor del respeto a la vida, al derecho de las otras personas, a vivir, a expresarse y por eso es muy importante hacerlo en esta ciudad”, dice en entrevista.
Y es que el recorrido no acaba ahí, con una la cortina de lágrimas. Continúa hacia la sección de la Tolerancia, donde además de fotos y carteles que explican conceptos como la diversidad y el respeto a los derechos humanos, contiene una pequeña sala con 30 pantallas que proyecta comerciales de diferentes partes del mundo.
Al sentarse en una de las 10 bancas con audífonos, se pueden ver ejemplos de publicidad en televisión con mensajes con prejuicios raciales y sexuales.
Por ejemplo, un clip en el que un hombre y una mujer polaca están en la playa tomando el sol. La mujer se levanta y comienza a reclamar algo a su pareja. Sus quejas se ven interrumpidas porque el hombre la desinfla como si fuera una muñeca inflable y se va con un amigo a tomar una cerveza.
Otra sección es la de audios y canciones. Ahí, debajo de una de las 6 bocinas, se puede escuchar a un locutor mexicano dirigirse a una radioescucha de manera despectiva diciéndole que hablaba "como una india (indígena)”. También música popular, como Unas nalgadas, interpretada por Alejandro Fernández, que canta "Unas nalgadacon pencas de nopal
una lección es lo que te mereces".
Zaga explica que con secciones como ésta, se buscó mostrar a los visitantes cómo se da la intolerancia en el día a día.
“Nos dimos cuenta, visitando a otros museos en el mundo, que la mayoría de ellos se dedican a promover el tema de la tolerancia a través de los genocidios. (…) A los visitantes de esos museos les preguntamos si salían con un mensaje de tolerancia en su vida (…), y nos decían, sí estoy muy triste, padecí mucho con lo que vi, pero, ¿cómo voy a ser tolerante?
 “De ahí fue que nos nació esta idea, esta pasión, sobre transmitir el tema de memoria histórica pero no quedarnos ahí, sino hacer un recorrido de lo que es la tolerancia en nuestra vida diaria”, dice.
Unas semanas después de su apertura, el museo recibe un promedio de 1,000 visitantes diarios.
A través de esos visitantes, Zaga busca despertar la conciencia y la reflexión, sobre todo en la sociedad mexicana.
“Lo que buscamos es que encontremos un canal de donde realmente desarrollemos este momento de conciencia.
“Por eso el museo termina en un espacio que se llama: compromiso o indiferencia, donde le ofrecemos a los visitantes que se aboquen a un proyecto de acción social”.
Sin dar a conocer la cifra total, la presidenta del museo dice que los recursos para la creación y el mantenimiento del recinto salieron en su totalidad de empresas privadas y de voluntarios que se han ofrecido a trabajar sin cobrar. Para poder seguir funcionando, dependerán de donaciones de particulares.
En unos meses, se inaugurarán también exposiciones temporales relacionadas con la temática del museo.
Para Zaga, este edificio de 7,000 metros cuadrados, junto a tradicionales recintos como el Palacio de Bellas Artes, es un intento de contribuir a una sociedad que tolere mejor sus diferencias.

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