La guerra en Siria se ha convertido en un negocio
La guerra en Siria se ha convertido en un negocio
Murad Agha es sirio, aunque salió definitivamente de su país en 1985. Se
hizo médico y odontólogo en Europa y actualmente trabaja en España, donde
preside el Partido de la Paz
Murad Agha
Murad Agha es sirio, aunque salió definitivamente de su país en 1985. Se hizo
médico y odontólogo en Europa y actualmente trabaja en España, donde preside el
Partido de la Paz. Con frecuencia viaja a Chipre y Turquía para colaborar con
una ONG de asistencia a refugiados sirios. Nos recibe en Algeciras, donde cuenta
con un centro de reconocimiento de conductores y cazadores. Nos servimos un té y
charlamos de lo que está sucediendo realmente en Siria.
-La guerra actual es mucho más que una guerra civil –comienza Murad
corrigiéndome-. De hecho, aunque lo parezca, no es una guerra entre sirios sino
una guerra entre el club cristiano europeo junto al Estado Hebreo contra los
musulmanes. El campo de batalla es Siria y la finalidad no es otra que debilitar
a los países del golfo y promover el protagonismo del llamado “terrorismo
islámico”.
-Pero la guerra se inicia en Siria ¿o no? –me atrevo a preguntar.
-Siria es desde 1963 un laboratorio. Después de frustrados experimentos
nacionalistas instados por las viejas potencias colonialistas ahora se está
alimentando desde fuera el sectarismo. El objetivo siempre es el mismo: dividir.
La guerra sectorial que presenciamos ahora entre chiitas alauitas contra sunníes
está sembrada fuera de Siria -explica Murad intentando hacerme entender toda
esta maraña-. La guerra de intereses que genera Siria es una guerra de carácter
religioso pero no solo entre sectas musulmanas sino entre dos bandos religiosos
que se esconden tras la cortina: uno declarado terrorista, como el islam, y el
otro, que les acusa de serlo, formado por las otras dos religiones. Y el fin
último es debilitar la totalidad de la zona del medio oriente, lo que asegurará
un acceso directo a las fuentes energéticas y un mundo árabe islámico débil y
fácil de controlar. De hecho, Siria y Egipto, después de lo que ya hemos visto
en Irak, son los objetivos siguientes.
-¿Y qué tiene que ver Israel o el Estado Hebreo al que tanto citas?
-A
Israel le interesa la fractura y la división, igual que se hizo con Sudán y se
está haciendo con Irak. El sionismo, que siempre quiso expandirse, tiene
actualmente un problema demográfico grave que le impide esa expansión. Por eso
le interesa la división de sus enemigos de siempre. Esa división facilita su
expansión territorial. De otro modo Israel no podría ampliar sus fronteras,
porque no tiene suficiente población. La guerra que de verdad se está librando
es entre musulmanes y no musulmanes.
-¿Y quién mantiene esta guerra, económicamente? Me refiero: ¿Quién paga a los
opositores al régimen?-, pregunto a Murad.
-Pues ahora está sucediendo que la milicia está recibiendo dinero de fuera y
de dentro. La guerra se está convirtiendo en un negocio para muchas de las
facciones que están luchando. Hay ya un negocio grande. Por un lado se están
recibiendo de fuera armas y tecnología para las comunicaciones; y dinero, por
supuesto. Muchas milicias cobran de tres fuentes distintas: de lo que les envían
desde fuera, de lo que cobran a los propios ciudadanos sirios en los controles
de carretera por garantizar su seguridad (o de lo que les confiscan en pro de la
batalla) y, por último, del propio régimen, del que reciben pagos a cambio de
que sean respetadas ciertas ciudades y objetivos –asevera el médico sirio-.
-¿Cómo puede ser que el régimen oficial pague a los rebeldes? –indago-.
-Pues porque todo es una pantomima. Las milicias amenazan con invadir
determinadas regiones y el régimen compra con dinero el respeto a esos enclaves
que no quiere perder.
-¿Y los “yihadistas” que, según los medios de comunicación, viajan a Siria a
unirse a las milicias opositoras al régimen de Assad? ¿De dónde salen estos
aventureros? ¿Quién los convoca? ¿Qué interés tienen?
-Tú sabes, Yusuf, que hay determinadas corrientes dentro del islam que
consideran al chiismo un enemigo terrible, una secta a la que hay que
exterminar. Son desde estos grupos precisamente de donde parten esos jóvenes tan
dispuestos a luchar por la causa del islam. A las milicias les vienen muy bien
porque sirven para estar en primera línea y además gastan muy poco. Son
combatientes baratos. La mayoría llega allí a través de Internet. No hay
organizaciones que les financien ni que les acojan a su llegada. Llegan pensando
que están defendiendo al verdadero islam, se presentan en el frente, les dan un
arma y se ponen a disparar. Muchos mueren allí, en el frente. La mayoría de
estos “brigadistas” solitarios entran por la frontera de Turquía, que está
resultando muy permeable para combatientes y para ayuda financiera. Estos
yihadistas no solo combaten contra los enemigos chiitas sino contra el llamado
“eje de Satán” en referencia a los gobiernos que apoyan al régimen Sirio,
representado por buena parte de la comunidad internacional (unos por intereses,
como EEUU, Rusia y la UE, y otros por miedo, dependencia y complicidad, como los
paises árabes satelites y muchos paises islamicos). Es una guerra contra el mal,
el silencio y la complicidad, si queremos definirla del punto de vista de los
yihadistas.
Como Murad ha mencionado a Turquía, pregunto:
-¿Acaso Turquía tiene un
interés especial en el conflicto?
-Turquía tiene numerosas comunidades alauitas en su territorio, y los
considera una amenaza latente. A Turquía le interesa por tanto que esta secta no
cuente con el apoyo que les puede brindar una nación como Siria. Que la minoría
alauita pierda el poder en Siria es una tranquilidad para el gobierno turco.
-¿Y cuándo va a acabar esto? -pregunto (aunque es más un deseo que una
pregunta).
-De momento va a crecer -dice Murad-. No va a terminar a medio plazo.
Mientras la crisis en Europa dure, la guerra durará. Y ahora que aumenta la
crisis en EUA, todavía se prolongará más el conflicto. Esto es sólo el
principio. La tensión irá en aumento y se extenderá a otros países, por
desgracia.
-¿Renunciará Assad? ¿Se firmará un armisticio para dividir la región?
-A Assad, por este camino, le acabarán dando el Nobel de la Paz. La comunidad
internacional ya está dando muestras de un posicionamiento ambiguo en el
conflicto. Con la entrega del arsenal químico por parte del gobierno de Assad
han escenificado todos una obra de teatro en la que los buenos y los malos
quedan confundidos. Lo malo de todo esto es que parece que a nadie le importan
las víctimas: la tragedia humana no tiene nada que ver con el salafismo ni con
el islamismo, por mucho que ese sea ahora el mensaje que a Occidente le
interesa.
-Ya no se oye tanto hablar del Consejo Nacional Sirio. ¿Están jugando un
papel real en la solución al conflicto?-, pregunto finalmente a Murad.
-Realmente entre ellos y los combatientes no hay relación. Hay varios países
interesados en darle a ese Consejo nacional Sirio un protagonismo mediático que
no se corresponde con el escaso papel que están jugando en la guerra: Arabia,
Qatar, Francia, EUA… son los que lo sustentan y promocionan; pero realmente no
pintan nada.
-Murad, ha sido un placer charlar contigo. Assalamu Alaikum
-Allaikum asallam.
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