jueves, 21 de noviembre de 2013

Líbano en el contexto convulso de Oriente Próximo


Líbano en el contexto convulso de Oriente Próximo


“Existen motivos para que Hezbolá no se desarme, incluso aunque no nos guste su ideología”, opina este economista e historiador libanés, crítico con los juegos de las potencias occidentales en la región.
Entrevista con Georges Corm por Natalia Sancha 
A sus 73 años, el economista e historiador Georges Corm ha analizado Líbano desde todas las perspectivas. Exministro de Finanzas, Corm se siente decepcionado por la clase política libanesa, a la que evita frecuentar a pesar del gran respeto que siente por el ex primer ministro Salim el Hoss. Nacido en Egipto, donde pasó su adolescencia, este cristiano maronita sorprende tanto a la audiencia libanesa como a la europea con un argumentario inusual. Hombre de discurso incómodo, mantiene firmes posiciones como, por ejemplo, en la defensa de la milicia chií Hezbolá, la crítica a los juegos de las potencias occidentales en la región o hacia Israel. Aunque se le busque para ejercer de político en Líbano, él rechaza participar en el juego y convertirse “en un objeto de decoración en torno a un jefe autoritario y patriarcal”. Sigue dando clases como profesor y trabaja como consultor. Esta entrevista se realiza en su oficina de Beirut.
afkar/ideas: En los casi dos años de conflicto en Siria, Líbano ha estado relativamente tranquilo. ¿Cree que la situación empezará a deteriorarse con los recientes acontecimientos, como el atentado contra Wissam Al Hassan o los enfrentamientos entre partidarios de Hezbolá y del Sheij Ahmed el Asir?
Georges corm: No creo que esto sea aún un tema candente. Desde el principio, los acontecimientos en Siria han afectado a Líbano. Existe una división muy fuerte entre dos grupos políticos que, afortunadamente, pertenecen a distintas comunidades, son transcomunitarios y, por tanto, no existe polarización comunitaria entre los partidarios y los detractores del régimen sirio. Todo esto es una vieja historia. Esta polarización se creó con el asesinato de Rafik Hariri. Evidentemente, la paradoja de la situación reside en que los mayores defensores de la presencia siria en Líbano durante 15 años se transformaron de la noche a la mañana en feroces detractores, pero no ha cambiado nada. De todos modos, Líbano es un Estado débil, es lo mínimo que se le puede llamar. Es un Estado-tampón, como yo lo denomino y, por tanto, es muy permeable a todas las influencias regionales. Por supuesto, con este vecino enorme llamado Siria es imposible que no tenga cierta repercusión en Líbano. Pero hasta ahora incluso la ha tenido de forma contenida, a pesar de los fenómenos cada vez más espectaculares desde el punto de vista mediático como lo de este cheij de Saida del que usted habla.
a/i: O el atentado…
g.c.: Sí, el atentado. Pero, como sabe, todos los servicios secretos del mundo están en Líbano. Y como ha visto, no ha pasado nada.
a/i: Teniendo en cuenta que cuando se produjo el asesinato de Hariri, la crisis parecía interna libanesa, motivada por la presencia siria y que la crisis actual, cuyo riesgo es que se extienda a Líbano, procede de la política interna siria, ¿podríamos decir que el panorama ha cambiado?
g.c.: En absoluto. En 2005 asistimos a interferencias de los embajadores de las potencias occidentales desde el primer segundo después del asesinato, a un nivel jamás visto en la historia reciente de Líbano. Siria no era el núcleo del problema. Éste, tal como yo lo viví desde dentro, era el giro antisirio del grupo político dominante entre los libaneses que,  hasta entonces y durante décadas, había sido prosirio sin ambages y que arrastraba a Siria a meterse constantemente en los asuntos internos del país a razón de sus propios intereses materiales. Este era el problema. Por contra, con el presidente Lahud, que inició su mandato en 1998, tuvimos un descenso en el número de tropas sirias presentes en Líbano y su repliegue fuera de las grandes zonas urbanas, lo que hizo que su presencia pasara a ser mucho más discreta y que se suprimieran muchos puestos de control. Así, la situación había evolucionado de forma favorable en cuanto a las relaciones sirio-libanesas. Prueba de ello es que tuvimos el gobierno de Salim el Hoss con la llegada del presidente Lahud, en el que, de 16 ministros que formaban el gobierno, solo dos eran conocidos por su sumisión al régimen sirio.
a/i: En relación con el nacimiento de nuevos actores en Líbano, ¿cuál es en su opinión el papel de los salafistas, tanto en el norte (Trípoli) como en el sur (Saida) del país?
g.c.: El único elemento nuevo es la aparición de salafistas en Saida, que hasta ahora estaban circunscritos a los campos palestinos de este municipio. Además, tal y como se documenta en los reportajes de Seymour Hersh, fueron mantenidos por la familia Hariri. En cuanto a Trípoli, hace años que prácticamente es un emirato salafista bajo protección y financiación saudo-hariri. Así que no hay nada nuevo. Que hagan más o menos barullo… Trípoli es así desde hace años.
a/i: ¿No resulta alarmante la falta de reacción en el momento del atentado?
g.c.: De hecho sí que la hubo. Intentaron entrar en la sede del gobierno a la fuerza, aparentemente no había coordinación entre los partidos que lo llevaron a cabo, que enarbolaban montones de banderas de la oposición siria, cosa que resulta de lo más sorprendente, y en las embajadas occidentales sin que se haya producido discrepancia ninguna.
a/i: Así, excepto por la división de los actores cristianos entre el bloque del 14 y del 8 de Marzo, ¿cree que volvemos a la situación de 2004?
g.c.: La situación es muy distinta en relación con lo que pasó tras la resolución 1559. La mayoría del bloque prosirio pasó a ser antisirio en 24 horas y toda una parte del bloque cristiano que se había caracterizado por la oposición, incluso militar, a la presencia siria, el grupo del general Aun, se alió con Hezbolá. En mi opinión, esto impidió una guerra civil interna y cambió completamente la ecuación en Líbano. Hoy tenemos dos grandes grupos que reflejan ideas divergentes sobre la política regional.
a/i: Y ¿qué papel desempeña la religión?
g.c.: La religión no juega ningún papel en todo esto. Aunque en todas partes se utilice el elemento étnico, comunitario, para explicar los conflictos, esto solo sirve para simplificar. Ya en 1975-90, durante el conflicto libanés, aunque había muchísimos cristianos a favor de la coalición propalestina, se decidió que la minoría parlamentaria de cristianos en la Cámara de Diputados representaba a todos los cristianos de Líbano.
a/i: Casi todos los países del norte de África y Oriente Medio han experimentado movimientos sociales de protesta de masas pidiendo el cambio. ¿Los han tenido también en Líbano?
g.c.: En Líbano ha habido un movimiento transcomunitario que ha reivindicado la caída del sistema confesional y que se manifestó en tres ocasiones. Primero fueron 2.000 personas, después 10.000, luego 30.000 personas. Además ha habido otros elementos que entraron en escena, como los partidos políticos tradicionales que intentaron mezclarse con el movimiento. Por ahora está en estado latente, pero podría resurgir en cualquier momento.
a/i: ¿Cree que la falta de contestación social es una excepción libanesa?  Por ejemplo, en una de las manifestaciones que menciona, había unos cuantos miles de personas, pero cuando el líder de Hezbolá hizo su llamamiento salieron 100.000, igual que cuando Saad Hariri convoca a sus partidarios. ¿Por qué tienen tan poca afluencia las convocatorias sociales transcomunitarias?
g.c.: Esta convocatoria representaba a una elite transcomunitaria de la sociedad, pero el público es mucho más amplio que los que salen a la calle. Simplemente es que siempre hay cierto bombo mediático. Algunos acontecimientos, como lo que sucede en Siria, hacen que de momento el movimiento esté latente. Hay muchos jóvenes activistas que no se ponen de acuerdo, cosa que es normal, pero que potencialmente pueden constituir un gran movimiento de la sociedad civil en Líbano. Durante la guerra de 1975-90 había una señora, llamada Iman Jalife, que ya ha fallecido, que consiguió movilizar a cientos de miles de personas en las manifestaciones por la paz y contra las milicias.
a/i: Entonces ¿no resulta raro que en un país como Líbano, con un pasado de movilización social y en el contexto regional actual de impulso social, no suceda nada?
g.c.: Es que, desgraciadamente, a menudo los jefes comunitarios retoman estas movilizaciones sociales y, por esa razón, la gente se muestra prudente. Hay un movimiento con un fuerte potencial, pero debido a las tensiones actuales es normal que la gente sea cautelosa.
a/i: Volvamos a hablar de Siria. Han pasado casi dos años desde que comenzaron las protestas y hoy nos damos cuenta de que hay una evolución del conflicto en varias fases. Empezó con una fase de protesta popular pacífica que, poco a poco, se militarizó en parte con la entrada de rebeldes armados para hacer frente al ejército sirio. ¿En qué punto cree que nos encontramos actualmente? ¿Estamos ante un impasse o más bien en un punto de equilibrio?
g.c.: No, hoy estamos en un impasse porque tanto las posiciones rusa, china, y quizás la iraní, como las posiciones occidentales se encuentran paralizadas. Como hemos visto con la constitución de esta nueva coordinación de los movimientos de la oposición en el extranjero, el discurso sigue siendo el mismo: “nada de negociar con el régimen”. Mientras tengan una actitud de “no negociación”, desgraciadamente la violencia solo puede continuar. Las únicas revoluciones que han tenido éxito son aquellas que han permanecido pacíficas. Es decir, la egipcia y la tunecina, en la que los manifestantes han sufrido heroicamente un gran número de víctimas. La única manera de hacer caer a los dictadores es la movilización en masa de toda la población, y no dejar que entren las armas. Lo vimos también en Libia.
a/i: De hecho, son bastantes los opositores históricos al régimen sirio que al principio se opusieron al régimen y que, en el momento en que las armas entraron en los rangos de los rebeldes, se retractaron.
g.c.: Dijeron que de todos modos la oposición en el exterior estaba en manos de las potencias occidentales, como Turquía, Arabia Saudí o Catar. Que no tenían representatividad real sobre el terreno, especialmente en comparación con los opositores del interior y que, para ellos, efectivamente, un proceso armado se encaminaría hacia una guerra civil que no acabaría jamás. Por ello, se implicaron en un diálogo y el propio régimen sirio integró a ciertas personas de esta oposición en el gobierno actual. Especialmente el ministro de Reconciliación. En definitiva, dos o tres ministros que pertenecen a la oposición interna.
a/i: Hezbolá se considera un aliado de Siria desde hace mucho tiempo y desde…
g.c.: No desde hace tanto tiempo, realmente no desde el principio. No hay que olvidar la masacre que las tropas sirias perpetraron entre elementos de Hezbolá cuando volvieron a Beirut en 1987 tras ser expulsados por la invasión israelí en 1982. Así como las luchas contra Hezbolá de Amal, muy cercano a Siria, entre 1986 y 1988: 2.500 víctimas.
a/i: Como aliado de Siria y tras la retirada de las tropas israelíes del Sur, la cuestión que se plantea la oposición a Hezbolá es el porqué de la existencia militar del partido.
g.c.: Los motivos de su existencia son infinitos, incluso desde la perspectiva militar. Primero, no hay que olvidar los 22 años de ocupación y todo lo que la población del sur y de Bekaa ha sufrido. En segundo lugar, no se han recuperado todos los territorios y la línea azul de Naciones Unidas desfavorece a Líbano: decenas de miles de metros cuadrados de territorio que Israel intenta apropiarse y que no le pertenecen. En tercer lugar, Israel sigue viendo la fórmula libanesa como un reto para su existencia que es monosectaria, monocomunitaria, mientras que, a pesar de todos los incidentes en el camino, la fórmula libanesa sigue siendo una fórmula multicomunitaria. De algún modo, Líbano e Israel son enemigos existenciales. Un sacerdote libanés que era teólogo y filósofo a la vez, llamado padre Mubarak, lo explicaba muy bien: “no hay lugar en esta región del mundo para un Estado monocomunitario”. Así, mientras no se normalice la existencia israelí, Líbano está en peligro. Por ello necesita seguir armado. Actualmente, la mejor fórmula para hacer frente al ejército israelí es esta guerra de partidarios, asimétrica, que no cuesta nada al Estado libanés, que en absoluto tendría los medios para organizar un ejército capaz de defender el territorio frente al ejército israelí, la quinta o sexta potencia militar del mundo. Así que existen muchas razones para no desarmar al partido, aunque no nos guste para nada.
a/i: Con Hezbolá ¿hay coherencia entre su discurso y sus acciones?
g.c.: Es muy coherente. Si argumentamos que Israel es el principal peligro para Líbano, la actitud de Hezbolá está justificada. Mientras que si consideramos que Israel no es un peligro, y que es un Estado muy simpático que no reviste ningún problema, evidentemente diremos que el enemigo es Irán o Siria.
a/i: ¿Percibe un sentimiento antichií creciente?
g.c.: No más que antes. Hace ya años, y me remito de nuevo a los análisis de Seymour Hersh en el New Yorker, que Estados Unidos es consciente de su fracaso con la invasión de Irak y de que solo ha servido para aumentar la influencia de Irán. Por ello, decidió poner en marcha una especie de guerra civil entre suníes y chiíes en todo Oriente Medio, hablando del eje del mal chií, en contraposición con el eje del bien encarnado por la alianza entre Estados Unidos, Arabia Saudí, Catar, Pakistán, que es un Estado ultrademocrático y laico… ¿no? Allí se respetan los derechos humanos y de la mujer… es una pantomima. Si nos fijamos en las alianzas americanas, ¿cuáles son los tres pilares fuera de Japón o del mundo occidental? Arabia Saudí, Pakistán e Israel. Tres Estados religiosos en los que no se respetan los derechos humanos, estos son los principales pilares de su influencia. No hace falta saber nada más. Es suficientemente elocuente.
a/i: ¿Siria podría unirse a esta alianza si se impone un régimen amigo?
g.c.: Personalmente soy más bien pesimista. Creo que Siria va a conocer la misma suerte que Irak. Cuando se vierte tanto dinero y se envía tanta gente a combatir con ideología takfirista, que no yihadista…
a/i: ¿Esta radicalización ideológica es la última fase de la guerra en Siria?
g.c.: No, estaba claro desde el principio. El principal error del régimen sirio fue seguir metiendo en prisión a los opositores de derecha e izquierda que no representaban ninguna amenaza para su régimen y no haber visto lo que pasaba en sus fronteras, del lado jordano, libanés y turco.
a/i: ¿No ha sido este un error común durante la última década, centrarse en los Hermanos Musulmanes para luego descubrir a los salafistas?
g.c.: Esto es otro engaño para bobos, puesto que son las mismas fuentes de financiación las de los Hermanos musulmanes y las de los salafistas. Pero la diferenciación permite crear un teatro de sombras en el que los Hermanos Musulmanes aparecen como moderados en relación con los salafistas. Es un teatrillo malo, igual que antes cuando los Hermanos Musulmanes sirvieron como fantasma que agitar para regímenes como el de Mubarak y otros.
a/i: ¿Está hoy más aislada Siria con la pérdida de un aliado de peso como Turquía?
g.c.: Este ha sido el segundo error grave del régimen sirio: firmar todos los acuerdos y entregarse atado de pies y manos a Turquía en 2007. Para las industrias sirias fue un acuerdo devastador. En el campo ya se vivía una crisis económica y social que se agravó, puesto que muchas fábricas tuvieron que cerrar y el paro aumentó como consecuencia de la venta de productos turcos fruto del librecambio.
a/i: Volviendo a la religión…
g.c.: Perdemos el tiempo con la religión. Todos los conflictos tienen causas que residen en la ambición, el deseo de hegemonía, de meter mano en las materias primas… No se produce un conflicto solo por tener religiones diferentes. Es una idea estúpida. Además, en Oriente Medio las diferentes comunidades han coexistido desde la antigüedad.
a/i: Entonces ¿qué piensa de esta obsesión y protección de los cristianos de Oriente Medio por parte de Occidente?
g.c.: Sí, se trata de un sueño occidental. Que se vayan los cristianos para que finalmente haya un mundo árabe islámico, y luego… el Estado de Israel. Cada cual justifica al otro, el Estado judío y los Estados islámicos, o kurdo…
a/i: ¿De qué modo se beneficiaría Occidente?
g.c.: Desde el principio, los cristianos incomodan a los occidentales porque no comparten su lenguaje y la mayoría se valen por ellos mismos. Les dicen “atención, os equivocáis de camino”. Muchos cristianos han sido antiimperialistas, anticolonialistas, antifranceses. Uno de los principales nombres de la resistencia palestina se llama Georges Habash (un cristiano). Incluso gente como yo somos muy molestos, por muy francófonos o francófilos que seamos, criticamos muy abiertamente la política de Francia. Por eso, mejor evacuarnos a Canadá o a otra parte. Seríamos mucho menos molestos.
Fuente original: http://www.afkar-ideas.com/fr/2013/01/libano-en-el-contexto-convulso-de-oriente-proximo/

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