Enrique Peña Nieto: La lógica pragmática
Por Carlos Puig
¿Es Peña Nieto un recipiente vacío? ¿Cómo gobernó el Estado de México? ¿Qué pasará con el viejo PRI si gana la presidencia? ¿Es un pragmático o un duro? Carlos Puig responde en este perfil.
En los más pequeños beneficios los hombres encuentran motivo suficiente para apoyar a un candidato. Con mayor razón, aquellos a los que has salvado que, como sabes, son muchos, comprenderán que, si no hacen lo suficiente por ti en una circunstancia como esta, nunca más serán bien vistos por nadie.
Quinto Tulio Cicerón, Breviario de campaña electoral, Capítulo VI
El diputado por el PRI Francisco Moreno Merino entendió a las once de la mañana con veinte minutos del jueves 15 de marzo de 2012 la advertencia que la tarde anterior le habían hecho dos compañeros en la Cámara de Diputados. “Te van a romper la madre”, le habían dicho. No había entendido.
Inició el día en la Cámara como tantos otros. La lista de asistencia registró 310 de los 500 diputados. Se votó para dispensar la lectura del orden del día. A punto de arrancar la sesión, la diputada del PRI Diva Gastélum pidió la palabra al presidente de la mesa directiva, el perredista Guadalupe Acosta Naranjo.
–Estoy muy preocupada –arrancó la priista– y usted como presidente de esta mesa directiva quisiera que tomara nota de un hecho que me tiene muy confundida, que se diera la noche de antier, sobre algunos comentarios hechos por el diputado Paco, Francisco Moreno Merino; nos preocupa mucho la forma de descalificar a las mujeres. Estoy confundida y le voy a decir por qué: porque el diputado siempre se ha conducido de la mejor manera, es un caballero, sin embargo, me preocupa. Quisiera, presidente, que tomara nota de esta situación, porque pareciera que estamos en el siglo pasado, en un tema en donde el respeto a los derechos de las mujeres debería estar a salvo. Yo le agradeceré su intervención. Le pido al diputado Francisco Moreno Merino, mínimamente, sé que no es su estilo, que pudiera él explicarnos o darnos una disculpa, porque realmente muchas compañeras, muchos compañeros, han sentido el atropello en sus palabras. Gracias, presidente.
Francisco Moreno Merino nació veinte días después que Enrique Peña Nieto en el año de 1966. Lo conoció veinte años después, en la ciudad de México, gracias a que su hermana Mónica estudió con el hoy candidato del PRI a la presidencia en la Universidad Panamericana. Desde entonces han sido compañeros ocasionales de fiestas, confidentes y colaboradores políticos. Ambos construyeron carreras en sus respectivos estados. Peña Nieto lo obtuvo todo en el Estado de México: secretario, legislador, gobernador. Moreno aspiró, sin éxito, a ser alcalde de Cuernavaca y compitió para ser el abanderado tricolor a gobernador.
Esa mañana de jueves era diputado y candidato a senador por Morelos. Dos días antes, Moreno Merino había estado en la comparecencia del titular del ISSSTE frente a la Comisión de Seguridad Social. Al final de la reunión, Moreno, educado en las maneras del priismo del siglo pasado –fue secretario de Rubén Figueroa y Leonardo Rodríguez Alcaine–, le espetó al director de ISSSTE una frase de Gonzalo N. Santos: “No hay caballo fino que no tire a mula, ni mujer bonita que no llegue a ser meretriz, ni hombre bueno que no tire a penco. No sea usted un hombre bueno, sea un buen director del Instituto.” Ni los portales ese día, ni los diarios del miércoles o jueves habían dado importancia al hecho. Había pasado prácticamente desapercibido. Pero ese jueves, en el salón de plenos, el futuro de Francisco Moreno en el Senado se desmoronaba frente a sus ojos.
Después de la priista Gastélum, tomó la palabra la diputada Norma Leticia Orozco Torres, del Partido Verde, quien exigió a Moreno Merino que “retirara sus expresiones”; siguió Pilar Torre del panal, subió Leticia Quezada del PRD... El mexiquense y vicecoordinador de los diputados priistas José Ramón Martell operaba entre las diputadas. Moreno pidió la palabra y se disculpó. De poco sirvió. En unos minutos, una veintena de mujeres tomaron la tribuna protestando contra el priista. Se interrumpió la sesión.
Moreno apretó la quijada. Buscó explicaciones entre sus compañeros de bancada.
–Paco –le dijo Jorge Carlos Ramírez Marín–, necesitábamos un difusor. Con el pretexto de la Ley de Trata tenían planeado hacer un escándalo con los de los feminicidios en el Estado de México, iban a sacar lo del libro de las mujeres de Peña. Hasta lo de Paulette querían resucitar. Necesitábamos un distractor.
El diputado panista Carlos Alberto Pérez Cuevas intentó hablar de los feminicidios en el Estado de México, pero le fue imposible. Ese día, en San Lázaro, el enemigo de las mujeres era el diputado Francisco Moreno Merino. A mediodía el tema inundó la radio. Esa tarde, Moreno habló con el candidato. Por la noche, en el noticiero estelar de Televisa, la crónica del hecho duró dos minutos 48 segundos, una eternidad.
La mañana siguiente, el diputado Moreno estaba en Guerrero en una encomienda de la campaña de Peña Nieto cuando recibió una llamada de Pedro Joaquín Coldwell. Era un formalismo que Moreno aprovechó para llamar cobarde al líder priista. A mediodía, en la radio, Coldwell anunció que le había pedido al diputado que renunciara a su candidatura y este había aceptado. Las columnas inauguraron una etiqueta, el diputado misógino, y alabaron la decisión del Partido.
Unos días después, entre priistas, Enrique Peña Nieto puso de ejemplo a su amigo. Dijo que todos deberían aprender de Moreno, de cómo se había sacrificado por el partido, por la campaña.
A Moreno le habían roto la madre. Y no se quejó.
El nuevo PRI, el de Enrique Peña Nieto, es una máquina aceitada, unida con el pegamento de la posibilidad de triunfo. El nuevo PRI es como el viejo PRI: disciplinado, sumiso, dócil. Aprendieron de la derrota. Paco Moreno no será senador, pero tampoco aparecerán en la boleta, por decisión del candidato, los ex gobernadores Ulises Ruiz, Mario Marín, Fidel Herrera y Humberto Moreira. Ninguno se queja. Peña Nieto le dice al PRI que abrirá Pemex a la inversión privada –hasta hace poco tema intratable entre tricolores– o que revisará el IVA en medicinas y alimentos –prohibición que estuvo en alguna plataforma electoral– y no hay priista que levante la voz. Se vistió por meses de rojo y todos se vistieron con él. Un día decidió por el blanco, y todos andan de blanco. A golpes de mercadotecnia, dinero y alianzas, Peña Nieto arrasó a sus adversarios y se coronó candidato de unidad. El primero no discutido desde Miguel de la Madrid en 1982. Enrique Peña Nieto no es el candidato del PRI. Este es el PRI de Enrique Peña Nieto.
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