viernes, 22 de noviembre de 2013

¿Qué es la revelación?

¿Qué es la revelación?


02/10/2003 - Autor: Webislam - Fuente: Webislam



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Yabal Nur
Yabal Nur

Dentro del esquema general de la creación y la existencia, la Revelación es una relación única, precisa, y compleja que vincula a los Profetas de Dios. Es la única fuente de conocimiento de la Profecía, la base para las inspiraciones y percepciones de los profetas, y el vehículo mediante el cual su noble misión acerca un cambio fundamental y positivo a la sociedad humana. A través de su conciencia superior, clara y directa de las realidades, los Profetas son inspirados por Dios con enseñanzas y leyes sublimes que ellos entonces presentan a los hombres como mensajes recibidos del reino invisible.

El proceso de la revelación consiste en la comunicación que un ángel realiza de ciertos temas al oído de un Profeta. Algunas veces el Profeta (saws) ve al ángel e intercambia palabras con él. Si esto es depositado en su corazón se trata de inspiración, no de revelación.

La Revelación a Muhammad (saws)

En una pared de granito roja de la Yabal Núr (Montaña de la luz) situada a una tres millas en los alrededores de Mekka, a la izquierda del camino a Arafa, está la gruta de Hirá, Muhammad (saws) la había elegido para retirarse allí todos los años durante un mes, observando día y noche el más absoluto de los retiros.

Había cumplido cuarenta años, y desde hacía quince años, en ansiosa Adoración, se esforzaba en limpiar la religión es decir: La religión monoteísta de su antecesor Abrahám, de las groseras alteraciones que le habían añadido sus conciudadanos; cuando una noche la veinticinco, veintiséis o veintinueve del mes de Ramadán (el quince, diecisiete o diecinueve de Enero del 611 de la era cristiana), se produjo el suceso inolvidable por el cual el Misericordioso testimonió Su Generosidad a Sus criaturas, haciendo descender Su Revelación sobre la tierra con los primeros versículos del Corán por boca de Su Enviado.
El Profeta (saws) dijo: “Me había dormido en la gruta de Hirá cuando el Ángel Gabriel se me apareció y desplegado ante mis ojos una larga tela de seda con letras doradas, me dijo: “O lee”. “No sé leer”, respondí. Inmediatamente me cogió y estrujó mis miembros, mi boca y mi nariz contra los pliegues de esa tela con tal violencia que mi respiración quedó suspendida y creí llegar el instante de mi muerte. Luego, después de relajarme, me repitió: “¡Lee!- “No sé leer”, volví a repetir. Me estrujó de nuevo y sentí mi aliento listo de escapar de mi pecho. A continuación aflojó su atadura y, por tercera vez, me repitió: “¡Lee!” “Y, ¿qué debo leer?”, le pregunté por temor a un tercer apretón al cual mi aliento no habría resistido. Entonces me dijo:

En el nombre de tu Señor que lo creó todo! Que creó al hombre de lo que se agarra (alaq). Proclama: Que tu señor es el más generoso, Que enseño el uso del Cálamo, Que enseño al hombre lo que no sabía”.

(Coran: 96, 1-5)

Proclama: Que tu señor es el más generoso, Que enseño el uso del Cálamo, Que enseño al hombre lo que no sabía”.

(Coran: 96, 1-5)

Repetí estas palabras tras él. Luego desapareció y, despertándome sobresaltado, tuve la sensación de que un Libro entero acababa de quedar grabado en mi corazón.

Salí de la gruta para volver en si, cuando al hallarme en mitad de la pendiente da la montaña oí una voz proveniente del Cielo que gritaba:

“Muhammad, eres el Profeta de Alláh y yo soy Yibril (Gabriel)”, Eleve la vista hacia el Cielo: Yibril lo llenaba. Tuve que apartar mi vista, que se había cegado, a otras partes del horizonte, en todas partes encontraba imagen deslumbradora. Así, permanecí petrificado en el mismo lugar sin poder avanzar ni retroceder. Por segunda vez, Gabriel me repitió:
“¡Muhammad, eres el Profeta de Alláh y yo soy Yibril!”; y luego, desapareció como la visión de un sueño. Entonces, apresuradamente y con el corazón atenazado pro la más terrible angustia corría hacia mi casa...”


Cuando El Profeta (saws) entró en el solar de su casa, se abrazo a Jadiya (su esposa), en cuyo regazo ocultó su cabeza; y, presa de un temblor parecido al de una fiebre fría, exclamó: “¡Arropadme! ¡Arropadme!”.

Todas las dudas de Muhammad (saws) se despejaron. La fulgurante Revelación había iluminado todas las aspiraciones inconscientes y sobreexcitado todas las fuerzas latentes acumuladas en su alma durante quince años de contemplación. Esta le había abierto los ojos y enseñado el formidable papel profético que le había sido impuesto.

Esta noche por siempre memorable, conocida por el nombre de “Laylaty Al-Kadr” o “Noche del Decreto”, el Corán descendió íntegramente desde el Cielo superior donde estaba conservado hasta el Cielo inferior, situado inmediatamente sobre nuestra Tierra, siendo ésta depositada en la “Bait al Ezza” (o “Mansión de la Gloria”), bajo la cual se edificó la “Bait Alláh”, (o “Mansión de Alláh”), es decir: la Santa Kaba.

“En verdad, que revelamos (el Corán) en la noche del decreto ¿Y, qué te hará entender lo que es la noche del decreto? ¡La noche del decreto es mejor que mil meses! En ella descienden los Ángeles con el Espíritu, con el permiso de su señor, para ejecutar sus órdenes. ¡Paz en ella hasta el despuntar de la Aurora!”

(Corán: 97, 1-5)

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