El faqr como expresión de amor
Entendemos que están estrechamente vinculados el tema del faqr con el de la dzât (una dzât que nos llega en forma de rahma), porque el que considera que no es nada ya está amándolo todo a su alrededor
19/02/2014 - Autor: José Manuel Martín Portales - Fuente: Webislam
Entendemos que están estrechamente vinculados el tema del faqr con el de la dzât (una dzât que nos llega en forma de rahma), porque el que considera que no es nada ya está amandolo todo a su alrededor. Siempre que hagamos un esfuerzo por superar algunas barreras culturales a la hora de movernos en una idea aproximativa de qué sea Allâh, llegaremos a la conclusión de que Allâh es faqr, puro no tener -como ya dijimos-, tanta ausencia de ser que "vence a la Nada" y la deja en posición de ser, la hace ser. Pero la realidad existe porque la Verdad Íntima de Allâh es su Nada. Ciertamente, la pobreza esencial a Allâh es el marco por el que Él puede llegar a ser, y con Él el mundo, pero su acción no obedece a la calculada intención de "ser" sino que Allâh "ama" y esto le hace ser.
Hemos intuido que el hombre se debate entre la apertura de su "yo" o su cerrazón, a la primera la llamamos los musulmanes `ubudía -sometimiento a Allâh-; a la segunda, kufr. El "yo abierto" necesita vaciarse, su éxito es haber generado un vacío; brilla de él más que ninguna otra cosa su no necesidad de poder. El "yo cerrado" necesita autoafirmación; se nutre de los aportes externos los cuales son el resultado de su ejercicio de poder.
El Islam consiste en que no te preocupe lo que no está en tu mano. Los musulmanes no aceptamos el compromiso social como huída; nosotros creemos que la espiritualidad es la vida cotidiana. Debemos ser sensibles a la necesidad que nos rodea, pero sobre todo deshacer esa debilidad del corazón que hace posible la pobreza: el afán de Poder en forma de nuestro fingirnos lo que no somos para obtener algo a cambio. El verdadero faqr de la criatura no es la pobreza material sino el no necesitar para sobrevivir del sometimiento del otro. El rico necesita dominar, pero a veces el pobre también. La pobreza del Tercer Mundo no se soluciona generando riqueza en el Primer Mundo para el Tercer Mundo sino viviendo la auténtica pobreza en el Primer Mundo: la indiferencia por el ejercicio del poder y el fustigamiento de todo poder que quiera uncirnos a su carro. Desde el "yo cerrado" se quiere resolver la pobreza del Tercer Mundo. Desde la conciencia de "yo que soy rico te doy a ti que eres pobre", sirviendo de férrea reafirmación del "yo que está dando". "Yo que tengo", "yo que soy", "yo que puedo", te doy a ti que no tienes, no eres y no puedes. Y es que el "yo cerrado" sólo busca poder. Aunque sus efectos parezcan benéficos, todo ejercicio de poder, y su caridad lo es, es la destrucción del mundo de Allâh y su sustitución por el mundo del hombre. En realidad, es el Poder el que genera la pobreza. No puedes limpiar con una paño lleno de tinta. Si quieres solucionar la pobreza, no amases riqueza para dársela a los pobres, sino simplemente sé indiferente al ejercicio del Poder en tu nivel y trata de desarticularlo en la medida de tus fuerzas. Vive sin "ir de nada" y estarás contribuyendo a solucionar la pobreza del mundo más que si colaboras levantando grandes ONGs que son multinacionales de la caridad que limpian la conciencia para que pueda seguirse encenagando. El musulmán, en su simpleza, intuye lo artificial del negocio de la caridad de las ONGs que pretenden solucionar la pobreza desde la riqueza, cuando la pobreza tiene solución sólo desde la pobreza. La riqueza lo único que crea es mas pobreza, sea riqueza de ONG, riqueza de banco, o de multinacional petrolera. La riqueza crea pobreza, es una ley para los simples que no quieran ser engañados por sus sentimientos hábilmente azuzados por los que negocian con la culpabilidad. Las Campañas de ayuda al Tercer Mundo sólo consiguen agudizar tu culpabilidad, hacerte consciente de tu impotencia por solucionar nada, distraer tu atención de tu auténtico punto de lucha: tú mismo.
Todo ejercicio de poder es la expresión de un "yo cerrado", y nos desvela en último término que proviene del miedo a vivir sin más. Pero Allâh se realiza en nuestra voluntad de superar el miedo. Por eso el creyente desnudo no se arma ante la vida, no tiene miedo y no tiene que someter a nadie a su "yo". El "yo" que teme vivir se cierra sobre sí y hace una atalaya de sus límites. El "yo" que no teme la exposición está permanentemente abierto a lo que llega, y se forja en la relación con los seres y no en el aislamiento que acaba convirtiéndote en un tirano. El creyente desnudo es aquel cuyo "yo" no puede ser corrompido por el poder. Evidentemente, no puede cambiar el Sistema, pero puede hacer que el Sistema no le cambie, y eso es más que suficiente para que las cosas vayan por su orden. La pobreza es la consecuencia del enquistamiento histórico del "yo cerrado". Ya que estamos seriamente intentando un proceso de apertura de nuestro "yo", estamos contribuyendo a comprender el origen de la miseria para solucionarla.
Tu no ejercer Poder fabrica a tu alrededor igualdad, palia la necesidad no sólo económica sino de palabra, de afecto. No era suficiente tener la experiencia puntual de la "irrealidad absoluta del yo"1 en la vivencia del tawhîd, había que dinamitar la contratuerca del "yo", eso que trata de hacer difícil que vuelva a soltarse para vivir una experiencia de disolución en el Todo, y la contratuerca era el "yo cerrado" del hombre que creaba en el Cielo el "yo cerrado" de un Dios que ya estaba hecho y definido.
La experiencia de los sentidos, que es resultado del "yo abierto", por sobreabundamiento, te lleva a una intuición de la Unidad (tú dentro del Todo) y un reblandecimiento del "yo". Si haces de esa experiencia una religión con sus castas sacerdotales y sus reglas de contacto con la divinidad, la sociedad no puede beneficiarse de tu experiencia. Mas si llevas esa experiencia tuya de tawhîd a la coherencia plena para que a tu alrededor se produzca la gran explosión de lo sagrado sobre todos los que te rodean, tienes que destruir lo que hace de la experiencia mística un suceso puntual y excepcional, y eso es el carácter acabado de Dios. Un Dios acabado es previsible, establece unas normas de relación, te somete a un pacto, y la vida espiritual se ha desvanecido de nuestro horizonte. Un Dios inacabado, por realizar, no sólo nos somete a la sorpresa de qué sea sino que nos obliga a "acabarlo" y no a dedicarnos a dominar la tierra. Toda experiencia de reblandecimiento de nuestro "yo" nos lleva a no situar en el Cielo un "Yo" pétreo y acto seguido a una subversión de todo Poder que se pretende a sí mismo legítimo con base en una consistencia que sabemos que no lo tiene nada de lo existente. En cuanto destruimos el Poder creamos solidaridad social. Por eso los místicos han sido tremendos anarquistas. Sólo hay que leer en el Gulistán de Sâdi de Shiraz ejemplos de la desavenencia continua de los dervishes con el Poder2.
Nuestra conclusión es categórica: Lo único que está en contra del proceso de la apertura del "yo" del hombre, al igual que está en contra de la realización de la identidad de Allâh, ya que ambas cosas son lo mismo, es la experiencia del Poder. Ésa es la realización del "No" del hombre cuyo resultado es la Nada que no crea, la Nada absoluta, la Nada que es desaparición de toda posibilidad, porque el "No" del hombre le hace entrar en su propia irrealidad. La denuncia de la irrealidad a la que te lleva el ejercicio del Poder es el principio del Sí que realiza a Allâh. Por eso no creemos en el místico beato, en el místico "meapilas", porque ser un íntimo de Allâh es denunciar el Poder, todo Poder, en cualquier ámbito. Para el hombre la dicotomía es infranqueable, a pesar de que sabemos que el Shaytán sirve a Allâh, no nos interesa como modelo porque nos lleva a la destrucción de lo humano, nos interesa acogernos a nuestra imaginación de Allâh como Rahma, que es lo que a la especie humana nos acerca a Allâh mientras que el Poder lo que revela es que late en nosotros una auténtica naturaleza shaytánica, que se delata por precisar a toda costa de una necesidad de autoafirmarse frente al universo de Allâh. Siempre que se manifieste algún tipo de Poder, de Riqueza, de Ser, se está negando a Allâh. Desde sus inicios, el Anarquismo supo que para destruir el Poder en la tierra debía destruir el Poder en el Cielo. "Ni Dios, ni Estado, ni Patria, ni Bandera...". Porque Dios ha sido siempre para los hombres religiosos, para las castas sacerdotales -no para los místicos- un Ser, un Ser acabado, definitivo, un Ser que podía imponérsenos porque nosotros no éramos como Él, éramos miserables y Él era Perfecto. Hablar de "Poder de Dios" es el comienzo de un discurso de tiranía en la tierra.
Publicado en Old.Websialm el 06/12/2000
Notas
1 Ya se estudió en el primero de los ensayos que no es que la nafs sea irreal, sino que no es la realidad absoluta y autónoma que intuye el hombre que jamás ha tenido una experiencia mística.
GONZALEZ, A. & AYA, A. & HOURI, A. El mumin desnudo. Padilla. Sevilla, 2000. Apéndice uno.
1 Ya se estudió en el primero de los ensayos que no es que la nafs sea irreal, sino que no es la realidad absoluta y autónoma que intuye el hombre que jamás ha tenido una experiencia mística.
GONZALEZ, A. & AYA, A. & HOURI, A. El mumin desnudo. Padilla. Sevilla, 2000. Apéndice uno.
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