viernes, 11 de abril de 2014

Los cuatro puntos comunes en la religión

Los cuatro puntos comunes en la religión


Algunas personas afirman que todas las religiones son iguales, otros insisten en que su religión es el único camino hacia Dios


11/04/2014 - Autor: Douglas Golding - Fuente: Revista Cascada



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¿Qué es lo que piensa una determinada comunidad con relación a la creencia, la pertenencia, el comportamiento y la conversión?

Algunas personas afirman que todas las religiones son iguales, para bien o para mal. Otros insisten en que su religión es única, o en que su religión es el único camino hacia Dios. En 1989, en su clásico libro The World's Religions (Las religiones del mundo), el difunto escritor y profesor escocés Ninian Smart nos proporcionó un marco de referencia que nos ayuda a comparar y a contrastar las grandes creencias religiosas del mundo. Smart identificaba lo que denominaba «las siete dimensiones» de la religión:

1. La dimensión práctica y ritual
2. La dimensión experiencial y emocional
3. La dimensión narrativa o mítica
5. La dimensión ética y jurídica
6. La dimensión social e institucional
7. La dimensión material

Esta clasificación ha ayudado a dos generaciones de eruditos y creyentes a identificar qué es lo que tienen en común sus creencias con otras tradiciones religiosas y cuáles son las diferencias más significativas.

En países como Australia, donde los grupos e instituciones religiosas gozan de exenciones fiscales con relación a la propiedad y a las obras de caridad, se ha solicitado a los tribunales que se pronuncien sobre qué es o no una «religión». Así, el Tribunal Superior determinó en 1983 que, para que un grupo pueda ser considerado una «religión» en lugar de una «filosofía», debe superar una prueba doble:

- Creer en un Ser, Cosa o Principio sobrenatural, y

- Aceptar y cumplir las normas de conducta que hacen que dicha creencia sea efectiva (154 CLR 120 a 132, 137).

(Una aplicación rigurosa del primer principio descartaría al budismo como religión, pero los resultados de los sucesivos censos de Australia muestran que el budismo es la religión de más rápido crecimiento en el país. ¡Qué difícil resulta a veces ser coherente!)

Algunos eruditos que buscan unas manera tal vez más simple de comparar y contrastar los movimientos, las instituciones y las tradiciones religiosas, pueden encontrar ayuda en el trabajo pionero de la socióloga inglesa Grace Davie. En 1994, Davie inició el estudio de la religión desde una nueva perspectiva con su desafiante libro, Religion in Britain since 1945: Believing without Belonging (La religión en Gran Bretaña desde 1945: creer sin pertenencia). El estudio se basó en entrevistas hechas a varios miles de personas en el exterior de centros comerciales en diversas partes de Gran Bretaña. Grace presentó sus conclusiones en una serie de preguntas. La primera de ellas es: Creer sin pertenecer

¿Por qué, por ejemplo, la mayoría de los británicos -al igual que muchos otros europeos- insisten en creer (aunque sólo sea en un Dios genérico), pero no ven la necesidad de participar con regularidad, ni tan siquiera un poco, en sus instituciones religiosas? De hecho la mayoría de las personas en este país -no importa cómo se denominen- expresan sus sentimientos religiosos cuando están lejos de sus lugares de culto, en lugar de acudir a ellos. Por otra parte, son relativamente pocos los británicos que han optado por prescindir completamente de la religión: los ateos empedernidos son escasos. (Davie, pág. 2)

Cinco años después de la publicación del elocuente libro de Davie, otro sociólogo inglés, Robin Gill, añadió un tercer punto, el comportamiento, aunque tendía a equiparar dicho «comportamiento» con la asistencia a la iglesia, argumentando que asistir a la iglesia fomenta y sustenta una cultura propia de las creencias y los valores (pág. 64).

En ese mismo año, Grace Davie publicó otro de sus numerosos libros, en este caso abordando un estudio de la religión en Europa. Este libro la llevó a la conclusión de que Europa es lo que denomina «el caso excepcional»; muchos europeos, sobre todo en los países escandinavos del norte de Europa, pertenecen a la iglesia nacional mayoritaria sin creer en sus enseñanzas, o incluso sin creer en la existencia de un dios. Davie está preparando actualmente las ediciones revisadas de sus dos libros.

Los tres puntos comunes casi se han convertido en un tópico, como lo prueban dos entre otros muchos ejemplos, el del obispo anglicano Tom Frame, que utiliza estos tres puntos comunes para construir parte de su crítica de la Iglesia Anglicana en Australia y el de Richard Rice, que los utiliza para combatir «la ideología del individualismo» y la construcción teológica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Estados Unidos.

La misma Grace Davie ha pasado recientemente de analizar la situación del Cristianismo en Gran Bretaña y Europa a analizar las cuestiones que surgen de la migración musulmana a Occidente, y a estudiar lo que denomina el paso de la obligación religiosa al consumo de la religión.

Ahora, algunos eruditos hablan de un cuarto punto en común, la «conversión». La mayoría de las tradiciones religiosas enseñan que creer en la verdad religiosa, y pertenecer a una comunidad religiosa, no sólo deben modificar el comportamiento, por supuesto para mejorarlo, sino que deben también cambiar la naturaleza, de manera que quien lo viva se convierta en una nueva y mejor persona. El King’s College de Londres se ha convertido en un centro de teología de la transformación.

Transformation es una revista internacional de estudios holísticos sobre las misiones que tiene una buena reputación y la Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos incluye la «conversión» en el título de un nuevo manual con la intención de ayudar a las congregaciones a incorporar a nuevos miembros.

Entre las grandes religiones orientales, la «conversión» es una parte esencial de sus respectivas antropologías, siendo la resurrecciópn o la reencarnación la recompensa o el castigo en la otra vida por el comportamiento que se ha tenido en ésta.
Así que ahora tenemos los cuatro puntos comunes de toda religión: creencia, pertenencia, comportamiento y conversión. En un momento en el que los patrones de adhesión religiosa en Australia están cambiando, debido tanto a la inmigración como a la conversión, es más importante que nunca para nosotros entender lo que creen los demás australianos. Los cuatro puntos en común nos ofrecen un nuevo marco interpretativo para abordar la discusión de las creencias y prácticas religiosas de forma inteligente, del mismo modo que existen marcos interpretativos que nos ayudan a entender la física, la química, la biología, la economía, la sociología, o cualquiera de las ciencias naturales o sociales.

Incluso esta visión puede dar lugar a una nueva y más sencilla manera de comparar y contrastar las religiones consuetudinarias, sobre la base de qué es lo que creen y hacen los seguidores de una religión concreta, además de las «siete dimensiones» de la religión de Ninian Smart. Así, de este modo, podemos considerar cuestiones tales como:

1. ¿Cuál de los cuatro puntos comunes es más importante para una religión en particular?

2. ¿Cuáles son las creencias fundamentales de las principales religiones mundiales representadas en Australia?

3. ¿Cómo son los cuatro puntos comunes cuando los vinculamos con las Escrituras y las enseñanzas de cada fe?

4. ¿Creen todos los creyentes en el mismo Dios? Si no es así, ¿existe más de un Dios?

5. ¿La pertenencia implica «pertenecer» a Dios, a una comunidad de fe, o a ambas cosas?

6. ¿Cómo esperan las diferentes tradiciones religiosas que se comporten sus creyentes? ¿Qué ordenan, qué les está permitido y qué prohibido?

7. ¿Cómo se transforman los creyentes, espiritual e incluso físicamente? ¿Qué hay en el núcleo de la antropología de cada fe? ¿Qué enseña cada una de ellas sobre el cuerpo y el alma, la resurrección y la reencarnación?

En cierto sentido, se trata de la creencia; ¿Qué es lo que piensa una determinada comunidad con relación a la creencia, la pertenencia, el comportamiento y la conversión? En los últimos meses, he entrevistado a líderes y eruditos de las cinco grandes religiones representadas en Australia y he estudiado los libros y folletos que me han recomendado. Todos ellos afirman que sus creencias fundamentales se basan en sus Escrituras, pero las declaraciones de fe que hicieron en algunos casos daban la impresión de que habían mezclado sus Escrituras en una licuadora, por así decirlo, para poder llegar a resumir sus creencias y prácticas, y a una comprensión de aquello que es común en la mayoría de las denominaciones o sectas dentro de cada comunidad de creyentes.

Judaísmo

Así, el primer artículo de la fe judía es la Shemá, el mensaje dado por Moisés, o en nombre de Moisés.

La Shemá

«¡Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es el Único Señor!» (Deuteronomio 6:4)
Así, las Escrituras judías registran una evolución de la comprensión de Dios desde el antropomorfismo del libro de Génesis hacia el trascendentalismo y el panteísmo, desde el henoteísmo o monolatría hacia el particularismo del verdadero monoteísmo, que es la creencia en un Dios que es el Único Real y verdadero, un Dios que lo es de todos los pueblos, incluso de aquellos que no Le aceptan.

El segundo artículo de fe se refiere a la humanidad, que dice haber sido creada a imagen y semejanza de Dios, y que se une a Él mediante una relación de alianza. Las Escrituras hebreas nos hablan de una serie de signos que expresan dicha alianza, tales como el regalo del día de sabbat o el reposo en el momento de la creación, el arco iris después del diluvio, y, el más importante, la circuncisión de todos los varones en el octavo día después del nacimiento, como parte de la alianza hecha con Abraham.

Esta alianza se establece en el capítulo 12 del libro del Génesis, es repetida en el capítulo 15 y sellada en el capítulo 17, cuando Abraham se compromete a que la señal de esta alianza aparezca en los cuerpos de todos sus descendientes varones a través de la circuncisión.

La alianza con Abraham

«El Señor dijo a Abraham: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que Yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra".» (Génesis 12:1-3)

«Después, Dios dijo a Abraham: "Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones. Y esta es mi alianza con vosotros, a la que permaneceréis fieles tú y tus descendientes; todos los varones deberán ser circuncidados. Circuncidarán la carne de su prepucio, y ese será el signo de mi alianza con vosotros".» (Génesis 17:9-11)

Muchos judíos llaman a la ceremonia de la circuncisión berit, que significa «alianza». La alianza fue confirmada en la denominada alianza de Moisés, en el monte Sinaí, donde todo el pueblo de Israel dice haber confirmado unánimemente: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor». (Éxodo 19:8)

El tercer artículo de fe es que la Tora está divinamente inspirada. «Tora» puede significar la totalidad de la ley de Moisés, o la totalidad de la ley sobre un tema concreto, o los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, y se diferencia de los Libros y de los Escritos de los Profetas.

Otras dos creencias importantes, que son vistas de forma diferente por las distintas comunidades judías, se refieren al Mesías y a la tierra de Israel.

La creencia en el Mesías se desarrolló después de la época del Segundo Templo, dando un nuevo significado a los oráculos mesiánicos en los escritos de los profetas. Los rabinos dijeron que el Mesías sería un descendiente de David y que, por lo tanto, su venida coincidiría con el punto culminante de la historia humana y con el gobierno directo de Dios en la tierra.

La tierra de Israel, Eretz Israel, formaba parte de la alianza de Abraham, pero no todos los creyentes judíos aceptan el actual Estado de Israel, porque tiene una base secular, no establecida por Yahvé. Algunos judíos ortodoxos dicen que el verdadero Israel sólo será establecido con la venida del Mesías.

Islam

La mayoría de los musulmanes australianos dicen que la fe es lo principal y que sin las creencias básicas no hay islam. Sin embargo, la palabra islam significa sumisión, por lo que algunos musulmanes creen que el comportamiento es prioritario y que ser musulmán significa someterse absoluta y completamente a la voluntad de Dios.

Muchos hombres y mujeres eran musulmanes antes de la época del Profeta. Dos de los versículos del Corán son casi idénticos al referirse a esto:

La sumisión a Dios

Los que creen (es decir, los que profesan el islam) o los que se declaran judíos, cristianos o sabeos (o aquellos que profesan otra fe) -quienes creen realmente en Dios y en el Día del Juicio Final y llevan a cabo buenos actos-, ciertamente su recompensa está con su Señor y no tendrán que temer ni se entristecerán. (Corán 2:62, 5:69)

El núcleo de la creencia islámica es la creencia en el Uno, Único e incomparable Dios, un Dios que no tiene hijos ni pareja, y en que nadie tiene derecho a ser adorado excepto Él.

«Allah» es el verdadero Dios y cualquier otra deidad es falsa. Él tiene los Más Bellos Nombres y sublimes atributos de perfección. Nadie comparte Su Divinidad, ni Sus atributos. La Shahada, la profesión de fe, denominada primer pilar del islam, La ilaha illa'llah, «No hay más deidad que Dios» comienza con una negación, la de los falsos conceptos de Dios que existían en el politeísmo de la época de Muhammad y en ciertas creencias de los judíos y de los cristianos que se habían encontrado con él.

El resto de las creencias fundamentales del islam se refieren a esta creencia esencial:

- Los ángeles son seres celestiales que adoran sólo a Dios, Le obedecen y actúan sólo bajo Su orden.

- Los Libros Revelados han sido revelados por Dios a Sus mensajeros como prueba de su existencia y como una guía para su creencia y conducta. El último y más grande de estos libros es el Corán, que Dios reveló al profeta Muhammad, y cuya protección de cualquier corrupción o distorsión garantizó.

- Los Profetas y Mensajeros de Dios, desde Adán hasta Muhammad, incluidos Noé, Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, Moisés y Jesús, fueron enviados para mostrar el mismo mensaje, pero el mensaje final de Dios a la humanidad, la suprema confirmación del mensaje eterno, fue revelado al Profeta Muhammad. Dios ha hecho de la profecía la realidad central de la historia, y así el Corán nos dice que Dios ha enviado un mensajero a todos los pueblos de todas las épocas (Corán, 10:48). Un hadiz relata un total de 124.000 profetas.

- El Día del Juicio Final, el Día de la Redención, el Día de la Resurrección, será el día en que Dios resucitará, premiará y castigará a cada uno por sus creencias y acciones.

Algunos estudiosos han contabilizado más de 115 referencias en el Corán con relación al Día del Juicio, más que con relación a cualquier otro tema en el Corán, excepto a Allah, y ese número no incluye los versos con vívidos detalles de la Otra Vida, del Cielo y del Infierno. Aparece descrito en el sura número 81, del que se dice que data de los primeros años del Islam, antes de que Muhammad abandonara La Meca para marchar a Medina.

El Día del Juicio Final

Cuando el Sol esté plegado (y oscurecido).
Y cuando las estrellas se abatan (perdiendo su brillo);
Y cuando las montañas se pongan a caminar;
Y cuando las camellas preñadas (enormemente apreciadas) queden sin atender;
Y cuando las bestias salvajes (así como los animales domesticados) salgan de sus lugares de descanso (aterrorizadas por la destrucción del mundo, y luego, siguiendo a su renacimiento, se reúnen ante Dios, para rendir cuentas de sus actos);
Y cuando los mares se eleven hirviendo;
Y cuando las almas se emparejen (los hombres honrados con puros y honrados cónyuges, y aquellos malvados con sus cónyuges malos y con los compañeros diabólicos);
Y cuando a la niña, enterrada viva, le pregunten,
Por el crimen por el que fue asesinada;
Y cuando los rollos (de los actos de cada persona) sean desplegados;
Y cuando el cielo sea desgarrado (con todas las verdades puestas de manifiesto);
Y cuando el Fuego Llameante sea encendido (con un intenso calor);
Y cuando el Paraíso sea acercado (para que ingresen en él aquellos piadosos devotos);
Cada persona (entonces) llegará a saber lo que ha preparado (para sí mismo).

(Corán, 81:1-14)

Cristianismo

En los primeros siglos del cristianismo, cuando se estaban definiendo sus creencias, el tema central de los debates fue sobre la naturaleza de la persona y la obra de Jesús, una temática que más tarde se diversificaría en las distintas áreas de la teología, la cristología y la soteriología: ¿Cuál es la relación existente entre Jesús y Dios?

Los cristianos sostienen que Dios estaba actuando y hablando claramente a través de Jesús. El autor del Evangelio según San Juan podía citar a Jesús diciendo, el Padre y yo somos uno (Juan 10,30) aunque Jesús aparece, en ese mismo evangelio y en otros lugares, orando a Dios y hablando de Dios como de alguien distinto a él. Además, Dios se hace presente en los momentos clave de la vida de Jesús, en su nacimiento, en su bautismo, y en los momentos clave de su misión, en formas tradicionalmente asociadas con el Espíritu o el Aliento divinos.

El resultado fue una nueva definición cristiana de la naturaleza íntima de la Divinidad, como la unión mística de tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, distintas aunque co-iguales y co-eternas. Hoy en día, algunos cristianos consideran estos términos en sentido antropológico y prefieren hablar de las personas de la Trinidad en términos de sus funciones o actividades, como Creador, Redentor, y como Espíritu.

Así, los diferentes textos históricos tienen más que decir acerca de Jesús que de las otras personas de la Trinidad. El llamado Credo de Nicea habla de Jesús como el que vivió, murió y resucitó «para nuestra salvación», pero no dice cómo ni por qué, por lo que han surgido una gama de diferentes cuentas o teorías -desde la teoría sustitutiva legalista en la que Cristo ocupa el lugar de cada persona en la cruz, hasta la teoría moral y ejemplarizante en la cual la muerte de Cristo revela la grandeza del amor de Dios que los cristianos están llamados a imitar. En general, las distintas teorías se unen en torno a la idea de que la muerte de Jesús enfrentó la realidad del pecado de tal manera que la humanidad no hubiese podido hacerlo por sí misma.

Para muchos cristianos, la muerte de Cristo fue el sello de un nuevo pacto entre los creyentes y Dios, en sustitución de la antigua alianza con el pueblo judío. El desconocido autor de la Carta a los Hebreos elabora ampliamente la doctrina en forma tipológica, haciendo hincapié en que el nuevo pacto asegura el completo perdón de los pecados de todos los creyentes.

El nuevo pacto

Porque si la sangre de chivos y toros, y la ceniza de los terneros, con los que se rocía a aquellos que están contaminados por el pecado, los santifica, otorgándoles la pureza exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, no purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, permitiéndonos así rendirLe culto al Dios viviente! (Hebreos 9:13-14)

Los credos también incluyen la creencia en la Iglesia, el regreso de Cristo en toda su gloria, y la promesa de la resurrección de los muertos, o del cuerpo. El Credo de Nicea habla también del sacramento del bautismo, pero no de la eucaristía ni de ningún otro sacramento de la Iglesia. Los debates sobre estos temas surgieron más tarde.

Desde la primera generación, muchos cristianos han creído que el Espíritu Santo les otorgaría poder mediante ciertos regalos especiales, tal como se describe en la Carta de Pablo a la Iglesia de Corinto:

Los dones del Espíritu

En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. (1 Corintios 12:7-10)

Estos dones fueron considerados como suyos por los discípulos de Cristo, siendo así partícipes de dichos dones. Pero algunos cristianos tradicionales reclaman estos dones para sí mismos en nuestro tiempo. Muchas tradiciones cristianas mantienen un ministerio de curación pero sin llegar tan lejos como Agustín, quien atribuía a los demonios todas las enfermedades que padecían los cristianos y creía que estos podían ser expulsados mediante la oración y el ayuno.

Hinduismo

Las tradiciones de la religión hindú, que la mayoría de la gente conoce generalmente como «hinduismo» han evolucionado a lo largo de muchos siglos, sin tener un solo fundador o una única colección de Escrituras. Incluyen muchas y variadas creencias, de modo que, en este caso, la creencia no es tan importante como la pertenencia, el comportamiento o la conversión.

Muchas ramificaciones hindúes se han fusionado en una sola. Ninian Smart pone el ejemplo del árbol cuyo tronco se eleva desde una maraña de raíces diversificadas. La mayor parte de estas tradiciones se han vuelto monoteístas, pero por distintas vías.

Para algunos creyentes los 330 millones o más de deidades del panteón son manifestaciones o expresiones de una sola divinidad, tal como aparece en algunos pasajes del Rig Veda. Para otros, un dios, Shiva o Vishnú, es el dios supremo, mientras que otros dioses son dioses menores o semidioses.

Otros grupos reconocen una Trinidad: Brahma, el creador, Vishnú el conservador y Shiva el destructor. En conjunto, representan las fuerzas que se manifiestan en el mundo natural y en los seres humanos de todos los tiempos. Para indicar que estos tres procesos son uno y el mismo, los tres dioses pueden combinarse bajo la forma del Señor Dattatreya, que tiene las caras de Brahma, Shiva y Vishnú.

En el período pre-clásico, las creencias dominantes se expresaron o desarrollaron a partir de los cuatro Vedas. El Rig Veda, el más antiguo de ellos, fue compuesto alrededor del 1500 a.C., y redactado en el año 600 a.C. El Sama Veda, el Yajur Veda y el Atharva Veda fueron posteriores. Todos contienen himnos, conjuros y rituales mediante los cuales el hombre puede relacionarse con los dioses. Los principales dioses de los Vedas son Indra, el gran guerrero, Varuna, el señor del cielo, y Agni, el dios del fuego.

En algún momento, alrededor del año 500 a.C., se incorporaron nuevas tradiciones, incluyendo la creencia en el samsara, el ciclo de la reencarnación, y en el karma, que es el impacto que ejercen las acciones pasadas sobre el presente y el futuro. Las tradiciones antiguas se centraban tan sólo en la clase sacerdotal, la de los brahmanes, pero ahora llegaban a incluir a todas las clases, por lo que Brahman llegó a significar el poder sagrado que informa y anima a toda la realidad. A veces Brahman se identifica con Atman, la esencia interior del ser humano.

Las nuevas tradiciones se expresan en los aproximadamente 200 Upanishads, textos que se recitan como complemento del mensaje de los Vedas. En los Upanishads, la acción ritual y el autocontrol convergen en la búsqueda de la liberación personal del samsara a través de la unión con la Divinidad o, al menos, procurando la comunión con lo Sagrado.

Los Upanishads expresan la unidad de todas las cosas de diversas maneras, como en estos versos del Isha Upanishad:

La unidad Divina

Cuando un hombre ve a todos los seres dentro de su propio ser, y a su ser dentro de todos los seres, no tratará de esconderse de ello. - Isha Upanishad 4.6

En el hinduismo clásico, que surgió en el segundo y tercer siglo antes de Cristo, la comunidad del templo adquirió mayor importancia, por la participación fervorosa en la vida de la manifestación de lo divino en sus elegidos, conocida como bhakti (práctica devocional). Bhakti es la esencia del poema épico Bhagavad-Gita, que fue compuesto entre el año 300 y el 200 a.C., convirtiéndose en la principal obra de la tradición escrituraria hindú, sustituyendo en gran medida a los Vedas y los Upanishads.

En el Bhagavad-Gita, el Señor Krishna presenta la conciencia madura hindú del Dios Único:

La naturaleza de Dios

Mi naturaleza se divide en ocho pliegues.
mi naturaleza superior sabe:
Es la vida (el alma), un gran ejército,
por el cual se mantiene este mundo.
Yo soy el origen de todo el mundo
y también su disolución.
(Bhagavad-Gita, Capítulo)

La diversidad de las creencias hindúes también se observa en la importancia de la devoción a la diosa, bajo diversos nombres, como Durga, Kali y Parvati, cada uno de los cuales representan diferentes aspectos de la diosa; Durga, es la inaccesible; Kali la feroz devoradora del tiempo; Parvati lo bello, lo benigno, la esposa de Shiva, cuya abnegación hacia su marido es el modelo de cómo el hombre debe servir a Dios.

Budismo

La creencia no es tan importante en el budismo como en otras religiones, los maestros budistas dicen que el budismo no es una religión sino un modo de vida. El budismo es pragmático... como se mueve desde tu corazón asimila las creencias y prácticas de las culturas locales. Así que tener una creencia correcta no es tan importante como la experiencia de conversión, el asegurarse una buena reencarnación, o escapar del ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento alcanzando el Nirvana, ni tampoco la pertenencia, el hecho de vivir como miembro de una comunidad budista.

Sin embargo, ser budista implica creer que Buda existió, que sus enseñanzas constituyen la verdadera sabiduría, y que todas las cosas son perecederas e interdependientes. El conjunto de las enseñanzas de Buda se conocen como dharma, y nos hablan de:

A. Las Cuatro Nobles Verdades
B. Los Tres Tesoros
C. Las Cuatro Confianzas y
D. Los Cuatro Estados de la Mente para el Estudio del Dharma

La enseñanza budista pretende iluminarnos, autovalorarnos y fortalecernos a nosotros mismos. Es humanista, no teísta. La enseñanza budista habla de devas o dioses, así como de maras o espíritus malignos, que son las influencias negativas que se interponen en el camino de la práctica budista hacia la liberación final. Los devas habitan los cielos por encima de la esfera de lo humano, pero aún están poco iluminados, atados al samsara, el ciclo incesante de muerte y nacimiento. El budismo tradicional no tiene ningún concepto acerca de la creación del mundo o de un Creador divino. Como todas las cosas, el mundo está sujeto al ciclo de nacimiento y muerte.
Las enseñanzas religiosas de pertenencia, comportamiento y conversión derivan todas ellas de las creencias básicas y de las Escrituras propias de cada religión.

La pertenencia

El judaísmo considera la pertenencia al menos de tres maneras. En primer lugar, las personas pertenecen a Dios mediante una relación de alianza, pero también pertenecen por motivos de raza, en el sentido de tener un linaje común, de pertenecer a un pueblo con una historia propia, incluso por siglos de sufrimiento colectivo y, en tercer lugar, por pertenecer a una comunidad local de alguna de las diversas corrientes del judaísmo: ortodoxo, reformista, conservador, progresista, reconstruccionista, hasidim o liberal.

En el islam, la sumisión es una obligación tanto comunitaria como individual. Los creyentes forman una comunidad, aunque pueden pertenecer a tribus y naciones diversas. Así como Dios envió a los profetas y mensajeros como testigos de judíos y cristianos y, posteriormente, de los musulmanes, así la nación islámica debe dar testimonio de las demás naciones.

Los cristianos hacen derivar la palabra «iglesia», que significa «perteneciente al Señor», de los kuriakos griegos, para quienes la «pertenencia» significa «pertenecer a la iglesia», ya sea a la iglesia local, y/o a una denominación o tradición en particular, y/o a «La santa, iglesia católica y apostólica», como dice el Credo Niceano. Para los primeros cristianos, la Iglesia era una sociedad espiritual, el «nuevo Israel», que sustituyó a la de los judíos como pueblo elegido de Dios. Todos los cristianos eran uno en Cristo, independientemente de la raza, el origen o el género, la Iglesia era la depositaria de la verdad del cristiano, y alimentaba a sus miembros para que pudieran crecer en la fe y en la santidad.

En las tradiciones hindúes la «pertenencia» se refiere principalmente al lugar que se ocupa dentro de la sociedad india -las palabras hindú, indi e indio son palabras afines-. Básicamente, los hindúes son los habitantes del valle del Indo. Pertenecen a la comunidad porque han nacido en ella. La pertenencia se expresa a través del vínculo de la familia con un templo determinado, o con un maestro religioso en particular, por su vestimenta, por su participación en ceremonias religiosas y festivales, y por sus códigos morales y normas de conducta.

Una de las tres joyas del budismo es la Sangha, la comunidad budista. En el budismo chino la Sangha es una comunidad de monjes y/o monjas, que son ejemplos de la fe. En otras tradiciones, en la Sangha se pueden incluir a hombres y/o mujeres laicos. Tanto si la Sangha es monástica como laica, o una combinación de ambas, la pertenencia implica aceptar los principios de la armonía en la verdad y en la acción. Los seis principios de la Sangha son la armonía doctrinal, la armonía moral, la armonía económica, la armonía espiritual, la armonía verbal y la armonía física.

El comportamiento

Una gran parte de la Tora judía recoge indicaciones sobre cómo deben comportarse las personas unas con otras, en especial con los miembros más pobres de la comunidad, como en el Código de Santidad que aparece en Levítico, capítulo 19. El comportamiento está relacionado con la pertenencia: «Sed santos, porque Yo, el Señor vuestro Dios, Soy Santo». (Lev. 19,1). La Tora recoge los mandamientos de la Alianza, que incluyen tanto los diez mandamientos, que aparecen registrados en dos variantes ligeramente diferentes, como las 613 mitzvot, o mandamientos menores, que son los deberes rituales y las buenas obras que se encuentran repartidos por todo el texto.

Para los musulmanes, «el comportamiento» significa seguir las reglas prescritas para la comunidad. La pertenencia regula el comportamiento. A su vez, la creencia implica la pertenencia. La conducta correcta se inspira en la vida de Muhammad y en la de sus Compañeros, en la sunna, en la primera comunidad musulmana, según aparece en los hadices, que son las tradiciones auténticas del islam. El Corán vincula estrechamente la crecencia con el comportamiento, como en este pasaje sobre el resultado del Día del Juicio: «Sin duda para aquellos que creen y hacen actos buenos y rectos, tienen, como morada, los Jardines del más alto nivel del Paraíso. Morarán ahí, sin desear ningún cambio de situación de ahí.» (Corán, 18:107-108)

De los cristianos se espera que se comporten de acuerdo con su creencia según la cual Cristo es «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6). Los cristianos necesitan estudiar y modelar sus propias vidas según lo que Georgia Harkness denomina «la forma de vida ejemplificada y enseñada por Jesús, que es aplicable a los múltiples problemas y decisiones de la existencia humana». (Ética Cristiana, 1957, en la web).

Pero los cristianos también están obligados a comportarse, de acuerdo con su pertenencia, a comportarse de acuerdo con las enseñanzas de su Iglesia. La cuestión de conciencia frente a los mandatos ha sido motivo de controversia a lo largo de toda la historia cristiana.

Muchos hindúes llaman a su fe sanatana dharma, dharma eterno. Ellos ven el hinduismo como una referencia de la adecuada conducta personal, de un comportamiento que eliminará las impurezas mentales, tales como la codicia y el egoísmo, y así alcanzará un buen karma, comportamiento que se corresponde con el orden cósmico en el que se basa la Ley Natural. Las virtudes básicas védicas son verdad, no violencia, austeridad, autocontrol, paz, aprendizaje y enseñanza, adoración sincera, fraternidad universal y sabiduría. Estos principios se aplican a todos los seres humanos, pero pueden requerir ciertos comportamientos específicos, propios de las cinco castas, en cada una de las cuatro etapas de la vida.

Los preceptos o reglas del budismo son en gran parte negativos, instando a la moderación de los deseos que conducen al sufrimiento. En este sentido, la enseñanza budista en cuanto al comportamiento se centra en la formación necesaria para evitar y superar dichos deseos. Una mente bien entrenada evita aquellas acciones que le pueden causar sufrimiento o sentimiento e culpa. La Perfección de la Sabiduría, un texto budista de 8.000 versos, enumera las seis perfecciones de un Bodhisattva: la de la generosidad, la de la moralidad, la de la paciencia, la de la persistencia, la de la concentración y la de la sabiduría.

La conversión

En el judaísmo tradicional, la «conversión» se refiere a transformarse en una mejor persona en este mundo, no con relación a la otra vida. La otra vida es mejor dejarla en manos de Dios. La recompensa por un buen comportamiento es una vida más larga y mejor, más bien que la promesa de una vida después de la muerte pero, ya en el período rabínico, la resurrección de los muertos se había convertido en el principio central del Judaísmo, aunque, para muchos judíos tradicionales, la transformación personal en esta vida por medio del arrepentimiento y el compromiso con la voluntad de Dios, sigue siendo el fundamento de la fe judía.

En el islam, la creencia, la pertenencia y el comportamiento constituyen una experiencia transformadora. Uno mismo se va haciendo apto para alcanzar el Paraíso, que es la última recompensa para los que creen. Tres pasajes claves del Corán describen las sucesivas etapas de este periplo. El nafs, o yo carnal, que está naturalmente inclinado hacia el mal (Corán, 12:53), el alma que se acusa a sí misma (Corán, 75:2), -en esta segunda etapa, la propia persona se hace consciente de la maldad y se resiste a ella, pide perdón a Allah y alcanza la salvación. En la tercera etapa, el alma no desea más que descansar en Dios (Corán, 89:27). Los cristianos creen que, de alguna manera, su fe en Cristo y en su misión como portador de la salvación les convierte en una nueva persona, en mente y espíritu, si no en cuerpo. La clave de ello está en las Escrituras, en el Evangelio según San Juan, que cita a Jesús diciéndole a un maestro judío que el pueblo de Dios no se distingue por su raza, sino por su compromiso con Dios. «Respondió Jesús: Ciertamente te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.» (Juan 3,5-6)

En las tradiciones de la religión hindú, el renacimiento después de la muerte es una enseñanza fundamental, y el deseo de lograr un buen renacimiento, basado en lograr un buen karma en esta vida, es la razón de fondo para seguir los rituales y patrones de conducta establecidos. De esta manera, el comportamiento determina la conversión. El renacimiento o reencarnación puede producirse bajo muchas formas, incluidas las de los animales, y en muchos cielos e infiernos. La reencarnación como ser humano es rara, y marca la liberación del samsara, el eterno ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.

En el budismo se reúnen dos enseñanzas básicas en cuanto a su doctrina de la reencarnación: la realidad de la impermanencia y la ley de causa y efecto.

Todos los seres humanos están atrapados en el samsara, en la transmigración, en un proceso continuo de nacimiento, muerte y renacimiento. Si fracasan en la práctica del Dharma en esta vida, durante o después de la muerte, renacerán en uno de los seis reinos de la existencia: el reino de los seres del infierno, el reino de los fantasmas hambrientos, o el reino de los animales (que son los tres reinos desgraciados), o tal vez en el reino de los seres humanos, en el de los semidioses o en el de los dioses.

Conclusión

Los cuatro puntos comunes sí parecen ofrecernos un nuevo marco interpretativo a la hora de comparar y contrastar las principales tradiciones de las religiones institucionales, y tal vez de todas las tradiciones religiosas. Ellas parecen tener grandes diferencias en dos de esos puntos comunes, los de la creencia y la conversión, pero muestran tener mucho en común en lo que concierne a la pertenencia y el comportamiento. Cuanto más leo y hablo con los maestros de las principales religiones, más significativas se vuelven las diferencias. Sin embargo, normalmente, las creencias y los comportamientos de las personas religiosas son tan diferentes de las creencias y valores seculares dominantes, que los creyentes pueden ser considerados como una subcultura dentro de una cultura mundial en proceso de globalización. El intelectual de Melbourne Ken Gelder sostiene que «las subculturas son sociales, tienen sus propias convenciones compartidas, valores y rituales, pero también pueden parecer "sumergidas" o ensimismadas, característica que las distingue de las contraculturas». (Ken Gelder, Subculturas: historias culturales y prácticas sociales. 2007, pág. 2.)

El simple hecho de creer en lo numinoso, en cualquier de sus formas, el pertenecer a un grupo religioso, comportarse de acuerdo con una enseñanza religiosa y convertirse en una mejor persona, puede hacer más significativas aquellas cosas que los creyentes tienen en común que cualquier otra cosa que les separe. Actualmente ya hay signos que muestran cómo los creyentes, independientemente de su fe, están dispuestos a mantenerse unidos, tanto en contra de los excesos de la sociedad secular dominante como de los excesos del fundamentalismo religioso.

El Doctor Douglas Golding es especialista en investigación postdoctoral de Sociología de la Religión que vive actualmente en Sydney, Australia. Ha participado en numerosos debates interreligiosos y ha ofrecido gran cantidad de ponencias en conferencias internacionales: en Oxford, Tokio, Estocolmo, Manila, Auckland y Teherán, así como en Sydney. En la actualidad da clases de religión en la Escuela de Adultos y de historia en dos universidades. Continúa trabajando en su libro sobre las «Cuatro Bes» (Believing, Belonging, Behaving and Becoming, «creencia, pertenencia, comportamiento y conversión»).



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