Guardía en Honor Ángela Peralta |
Hola Apreciables Lectores
El Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, les hace una cordial invitación para que este domingo 30 de agosto en punto de las 10:00 horas, les acompañen a la Guardia de Honor que personal del Instituto montará ante el sepulcro que guarda los restos de la soprano Ángela Peralta, con motivo de su 126 aniversario luctuoso.
Ante tal acontecimiento, CULTURA, brindará guardia de honor y colocará ofrenda floral, con la finalidad de recordar al “Ruiseñor Mexicano”, sobrenombre que se ganó por la belleza de su voz, además del talento musical y composición de canciones populares, valses y romanzas. BIOGRAFÍA ÁNGELA PERALTA Bautizada como María de los Ángeles Manuela Tranquiliza Cirila Efrena Peralta Castera, quien fuera conocida como “El Ruiseñor mexicano” nació en la ciudad de México el 16 de junio de 1845. Aunque de origen humilde, siempre recibió buena educación y desde pequeña tuvo inclinaciones artísticas, revelándose como poseedora de una voz extraordinaria. A los 8 años cantó “La Cavatina”, de Donizetti y a los 15, cuando terminó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, se presentó en público por primera vez y con gran éxito, interpretando "El trovador", en el Teatro Nacional. DESPERTARES EN EL VIEJO CONTINENTE Nunca estuvo pensionada por el gobierno. Cuando viajó a Europa en 1861, su padre su padre y un hombre llamado Santiago de la Vega cubrieron los gastos. Fue en Europa donde la llamaron por primera vez "El ruiseñor mexicano". Su triunfo inaugural en el Viejo Continente llegó la noche del 13 de mayo de 1862, cuando interpretó "Lucía de Lammermoor" en la Scala de Milán. Terminada la temporada en ese teatro, recorrió los principales coliseos de Milán, Turín, Lisboa, Alejandría, Génova, Nápoles, San Petersburgo, Madrid y Barcelona. Terminó su gira artística de regreso a América, donde actuó ante los públicos de Nueva York y La Habana. Regresó a México en 1865. A sus 20 años de edad ya había conquistado los principales escenarios europeos con su privilegiada voz. El 29 de enero de 1866 cantó para los emperadores Maximiliano y Carlota. A cambio de tal condescendencia se le nombró "Cantarina de cámara del imperio". Este hecho provocó la repulsa de Ignacio Manuel Altamirano, quien desenfrenado en su indignación comentó: "toda la frescura de los laureles que había traído de Europa, se marchitan vergonzosamente, ante la aceptación de ese nombramiento de una corte bufa y oprobiosa". Un año después, el Ruiseñor cantó en el puerto de Veracruz “I Puritani” de Bellini, a beneficio del fomento de la guerra contra el invasor. Estos dos acontecimientos, aparentemente contradictorios, todavía encienden una polémica acerca de su franqueza patriótica. EL DECLIVE Ángela Peralta contrajo matrimonio con su primo hermano Eugenio Castera., a quien señalan culpable de la infelicidad en la vida íntima de la cantante, a causa del mal mental que empezó a padecer Castera al año de su matrimonio. Mientras fue esposa, Peralta se dedicó a componer una serie de obras breves de extraordinaria sencillez. En 1876, la enfermedad de Castera le impidió realizar sus giras proyectadas y tuvo que recluirlo en un hospital parisiense, en el cual murió en marzo de ese año. En 1879, Ángela Peralta vio cómo declinaba su éxito por sostener relaciones amorosas con su empresario el Julián Montiel y Duarte. El ruiseñor mexicano empezó a sufrir la indiferencia del público y su temporada fue un verdadero fracaso, enfermando de pena y agotamiento. Al año intentó reconquistar a su público, pero todo fue en vano. Ni la prodigiosa interpretación que hacía de "Aída", despertó interés. Descansó tres años, tenía que reponerse de los golpes morales, artísticos y económicos que habían minado su salud y su ánimo. UN RUISEÑOR EN MAZATLÁN. EL OCASO En 1883, Ángela Peralta reanudó sus giras. Lo hizo por el interior de la república, seguida por un grupo de jilgueros italianos de dudosa categoría. Procedente de Guaymas (Sonora) y La Paz (Baja California), en cuyo teatro improvisado en un patio cantó por última vez la ópera María de Rohan, llegó a Mazatlán el 22 de agosto de 1883. Su compañía estaba integrada por 80 artistas, en su mayoría italianos. "...El ayuntamiento porteño, al saber que Ángela Peralta visitaría la ciudad, aprobó los gastos que fueran necesarios para recibir dignamente a "el ruiseñor mexicano". Alquiló el teatro Rubio para ofrecerlo a la diva. Se engalanó el muelle desde la víspera y a las 9 a.m. que llegó a él, Ángela Peralta, recibiéndola con el himno nacional. Al llegar al carruaje, el cual ocupó, un grupo de admiradores quitaron los caballos y tiraron de él, llevando a la diva hasta el hotel Iturbide, seguida por la música y la multitud. Ella salió al balcón y saludó al pueblo, que se agrupaba al frente del edificio..." Al día siguiente, el 23 de agosto, la compañía hizo su presentación con la ópera de Verdi “El trovador”, debutando el tenor de fuerza Fausto Belloti ante escaso público, pues corrían alarmantes rumores sobre la propagación de la fiebre amarilla. Un periodista mazatleco, aficionado a la ópera, llevaba un diario, como era costumbre de la época. En la página del 22 de agosto escribió "...hoy fui al foro del teatro Rubio a presenciar los ensayos de la compañía de ópera italiana y admirar de cerca a la señora Antonieri y me tocó de suerte ver y escuchar a la dueña de la compañía, la señora Peralta..." (…) “Es una mujer de agradable presencia, algo obesa y de ojos saltones pero muy vivos, tiene una voz maravillosa que emite con pasmosa facilidad las notas más agudas y altas, hasta el grave; hizo unas variaciones alcanzando notas tan finas, como el gorjear de un jilguero..." En los primeros días de la semana, la enfermedad, que en la ciudad fue conocida con el nombre de "níquel", se desarrolló de una manera alarmante. Tan es así, que se podría asegurar que la noche del jueves 23 de agosto, rara era la casa donde no hubiera por lo menos un afectado. La compañía suspendió sus funciones a causa de haberse enfermado una gran parte de las personas que la componían, entre ellas la señora Peralta. El 24 de agosto, Ángela Peralta dirigió el ensayo para la representación de “Aída”, obra con la que debería hacer su debut al haber caído enfermos el director de escena, señor Belloti, y el maestro director Chávez Aparicio. La función debió verificarse esa misma noche, pero se pospuso porque al oscurecer ya eran varios los artistas afectados por la devastadora enfermedad. Al amanecer del día 25, habían fallecido los señores Belloti y Aparicio y varios artistas. El mal se ensañó con los miembros de la compañía a tal grado, que de los 80 que la integraban sólo seis quedaron, entre ellos la soprano Zopilli y la contralto, señora Saborini. Ángela Peralta falleció el 30 de agosto de 1883, casándose en articulo mortis con su amante, don Julián Montiel y Duarte. Un testigo, el señor Jiménez, narró los detalles de la impresionante ceremonia matrimonial: "Uno de los artistas, de apellido Lemus, sostenía a doña Ángela por la espalda y en el momento en que el juez hizo la pregunta sacramental” ¿Acepta a este hombre por esposo?”, Lemus movió la cabeza de la enferma en señal afirmativa. La cantante, prácticamente estaba ya muerta y tengo la seguridad de que no se enteró de la importancia del acto..." Se vistió el cadáver con ropa de alguno de los personajes que en vida había interpretado la diva mexicana y, según se dijo entonces, también se le colocaron sus mejores joyas. El 11 de abril de 1937 sus restos fueron exhumados para ser trasladados al panteón civil de la Ciudad de México. Entre la tierra y trozos de madera no se encontró ni una sola alhaja, ni un simple dije. Sólo unas chinelas y restos de cabellera castaña. |
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