jueves, 8 de mayo de 2014

El origen árabe de Madrid

El origen árabe de Madrid

Madrid es la única capital europea fundada por los árabes a quienes debemos algo más que el nombre de la ciudad.

08/05/2014 - Autor: Equipo de investigación del GIPL - Fuente: Parque lineal
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Aprincipios del siglo VII los musulmanes penetran en la península ante la debilidad de la defensa visigoda. Es probable que esta colonización fuera lenta y producto de una mezcla de ambas sociedades, reutilizando zonas de habitación previa visigoda. Pasado el tiempo adquirirá personalidad propia con el nombre de al-Andalus, nombre con el que fue conocida la península ibérica bajo dominio islámico desde el año 711 hasta el 1.492.
Es precisamente en el siglo VIII cuando los reinos cristianos del norte empiezan a organizarse, y la población local comienza a identificar claramente a los pobladores del régimen representado por los nuevos colonos. Las zonas fronterizas serán desde entonces víctimas de una fricción constante entre ambas sociedades.
En todo ese tiempo se producirá una lenta mezcla de culturas que ha dejado una impronta indeleble en todo el territorio de lo que luego será Madrid y, lo que aquí nos ocupa, en la cuenca baja del Manzanares, hoy llamada Parque Lineal del Manzanares. La toponimia e incluso la configuración del territorio que crearon los árabes, ha llegado en una gran medida hasta nuestros días en estos lugares, mostrando una vez más el extraordinario legado arqueológico del Parque Lineal del Manzanares.
Los árabes llegan a Madrid sobre el año 711, muy al principio de su colonización, aunque no será hasta el año 852 cuando Muhammad I, quinto emir independiente de Córdoba, hijo de Abderramán II, construye en una colina situada en la margen izquierda del río Manzanares un acuartelamiento militar para vigilar el paso hacia el puerto de Guadarrama, fundando así Madrid. En esa misma época también manda la creación de Talamanca, Medinacelli y Esteras. Madrid sería una ciudad militar inserta en la Marca Media de los territorios fronterizos de al-Ándalus que, junto con la Marca Inferior y la Marca Superior, constituirían la franja fronteriza de al-Andalus que iba desde Cáceres hasta Teruel, pasando por Toledo, Cuenca y Guadalajara. La Marca Media tenía como capital a Toledo y llegaría hasta la transierra madrileña, o pie de monte de la sierra de Madrid, autentica frontera entre dos mundos.
La colonización es la mejor manera de defender un territorio, y ese fue precisamente el origen de Madrid. Su misión era doble. Madrid -Mayrit en árabe- serviría por un lado como primera contención de los ataques cristianos, por otro sería la base de partida de las razzias musulmanas hacia el norte. En la época no existía el concepto de frontera, por lo que las Marcas eran un zona de tierra de nadie, aunque ocupada, en espera del avance del territorio conquistado y en suma de su completa colonización.

Los lugares donde encontrar parte de la muralla que se amplió sobre los arrabales son inverosímiles. Se han encontrado por los propietarios de una taberna madrileña restos bien conservados en un servicio. Ante la escasa acción administrativa surgen iniciativas privadas sin las cuales este patrimonio habría desaparecido por completo.
Integrada perfectamente en el sistema defensivo árabe, por el Noroeste era una fortaleza que servía de base para ataques y resistencias hacia y desde la transierra madrileña, aunque no estaba sola. De Norte a Sur, vigilando el flanco Noreste y siguiendo el valle de los ríos Jarama, Henares y Manzanares, se articulaba un sistema de atalayas o torres vigías que servían de estructura para la alerta temprana de ataques cristianos, obligando al enemigo a bajar para continuar su marcha hacia la capital de la Marca, Toledo, protegida finalmente por el foso del Tajo.
Estas atalayas defensivas crearon una efectiva red de caminos, resguardados por las milicias campesinas que usaban las torres, probablemente en régimen de encomienda, cuyos servidores estarían mantenidos por la población local. Se creaba así una red viaria segura y por lo tanto transitable de Zaragoza a Mérida, plenamente integrada en la Marca Media, que favoreció el desarrollo económico en una época altamente inestable. Gracias a eso, Madrid prosperó y fue creciendo de una pura guarnición militar a una población musulmana que fue elevada a la categoría de madina (medina, cuidad) poco después.
No cabe pensar en un anterior asentamiento previo al Mayrit musulmán, al menos de cierta entidad. Sí pudieron existir lugares de habitación, pequeños núcleos visigodos o incluso árabes, a orillas del antiguo arroyo de San Pedro –hoy calle Segovia- en la zona de las Vistillas.
Podrían haberse dado incluso pequeñas avanzadillas de musulmanes explorando el terreno del cerro sobre el que hoy se asienta el Palacio Real y la Almudena. Magnífico balcón sobre las Terrazas del Manzanares, ciertamente inexpugnable, de una importancia militar absoluta. De este hecho sin duda deriva otro: el que Madrid sea una ciudad que jamás haya sido tomada al asalto, siempre por capitulación o disolución de los ejércitos que la defendieron en cada momento histórico.
El acuartelamiento de Mayrit se pivotó en dos importantes núcleos muy cercanos entre sí. Por un lado estaría el alcázar o castillo para las tropas, situado al norte, sobre los terrenos que hoy ocupa el Palacio Real, con su propia muralla. Por otro lado, al Sur del cerro se situaría la al-Mudayna, o “la ciudadela”, donde la población civil viviría separada por una pequeña vaguada -la Cava de Palacio- fortificándose de manera independiente e impidiendo así sublevaciones de la población mayoritariamente bereber.
El nombre de la catedral de la Almudena no es casual, y se refiere al nombre árabe del asentamiento civil que hoy es ocupada por el templo cristiano y que entonces llegó a contar con su propia mezquita mayor, luego iglesia y finalmente viviendas, ya que fue destruida en el siglo XIX para hacer una manzana de casas, desplazándose el culto religioso al solar vecino que hoy es la catedral de Madrid.
La separación de los dos núcleos desaparecería posteriormente con una  muralla conjunta que englobaría todo el recinto, mientras en el exterior se incrementarían los arrabales extramuros a partir de casas de labor o viviendas junto a los caminos de acceso a la ciudadela.
El recinto amurallado se amplió en un momento indeterminado. Probablemente tras la conquista cristiana Madrid volvió a ser primera línea de un frente en guerra constante, pero esta vez a la inversa. La protección de los arrabales musulmanes se debió hacer entonces necesaria para evitar la fuga de la población civil y que se perdiera así el efecto militar de la colonización.
Una fortaleza como Madrid, aprovechando perfectamente lo accidentado del terreno de cara al enemigo, echaría por tierra todo el sistema defensivo si utilizara acueductos para su suministro hídrico, muy vulnerables ante largos asedios.
Los árabes diseñaron un sistema de abastecimiento por medio de canales subterráneos de agua que extraían el líquido y lo conducían mediante alcantarillas y respiraderos hasta el mismo corazón de la ciudad, dado lo susceptible del suelo madrileño a hacer largas galerías. Son los viajes de agua, una palabra que deriva del latín via aquae.
El nombre musulmán de Madrid era Mayrit, pero ¿por qué se llamaba Mayrit? No existe un acuerdo claro sobre ese origen. Se piensa que el lugar se llamaba Matric en lengua romance, proveniente del latín Matrice o “madre de aguas”, aludiendo al arroyo de San Pedro encajado entre los dos cerros. Los musulmanes traducirían este término por el de mayra, o “madre de aguas”, más el sufijo mozárabe -it, que significa “abundancia” (del latín -etum)
Ambos términos convivirían probablemente hasta la conquista cristiana, evolucionando el nombre según las facilidades de la población en cada momento para pronunciar de una u otra manera: Matric, Mayrit, Magerit o Matrit, que aún se conserva en el gentilicio.
En cualquier caso lo importante resulta la presencia del agua en la fundación de Madrid, ya fuera en su arroyo matriz o en los viajes de agua que la surcaron desde su fundación islámica hasta la creación del Canal del Isabel II, funcionando algunos incluso hoy. El primer escudo de la ciudad se refiere a estos hechos, al del agua y al de su muralla de silex o perdernal, muy apto para hacer fuego:
    Fui sobre aguas edificada
    Mis muros de fuego son
Sobre el 1.031 las provincias de al-Ándalus se van proclamando independientes, formando reinos taifas. Poco a poco la presión cristiana hace mella en las Marcas musulmanas y en el año 1.083 Alfonso VI toma el reino de Toledo. No será hasta el 1.162 cuando Fernando II ocupara Madrid, entrando en un sistema político y social diferente, pero que heredará las estructuras de su pasado islámico.

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