Tres apuntes sobre la Fortuna
Es curioso observar que en prácticamente todos los textos antiguos y modernos en los que se encuentran referencias, bien al Destino, bien a la Fortuna, siempre están escritos en mayúscula.
30/05/2014 - Autor: Francisco López - Fuente: blog del autor
Es como si al referirse a ellos, a los humanos nos quedase un rastro de paganismo que nos hiciera respetar o adorar inconscientemente a esos “dioses” o al menos mostrarles el debido respeto por temor a sus represalias, sin embargo, nadie a lo largo de los siglos ha podido desentrañar la menor relación causa/efecto para conseguir los favores de ambos. El Destino y La Fortuna, buen matrimonio pero bastante envidiado por la humanidad, no comprendido, muy cuestionado y por ello, incluso odiado.
Muchos alegan que la fortuna y el destino se los busca uno mismo, lo cual es un argumento muy discutible, otros muchos muestran su confusión, su desacuerdo con la pareja destino/fortuna y posiblemente la mayoría su lamento o queja por su indiferencia. Por este orden, a continuación relato una fábula en la que intento reflejar que la fortuna y el destino son ajenos a nuestras acciones, es decir: refleja “la confusión”, un comentario de Apuleyo extraído de su obra El Asno de Oro como ejemplo del “desacuerdo”, y finalmente quizás la más celebre queja desde los tiempos medievales hasta hoy. El O Fortuna de los Carmina Burana. No obstante, es evidente que, como dice el refrán: “cada uno pinta la feria según le va”.
Fábula de los dos gatos (Confusión)
Hallabanse dos hambrientos gatos en la orilla de un riachuelo, acechaban a los peces que tranquilamente nadaban protegidos de su amenaza por las aguas, en la orilla también se encontraba un sapo que contemplaba la escena. Viendo que simplemente miraban y esperaban , el sapo les dijo:
— "moriréis de hambre con vuestra actitud; los peces no saldrán del agua a echarse en vuestras garras. Si queréis alimentaros tendréis que entrar en el río, y perseguirlos hasta darlos caza".
Los dos gatos encontraron muy sensato el consejo del sapo, así que decidieron arrojarse al agua.
Tan pronto como lo hicieron, los peces escaparon hacia donde la corriente era más profunda. los gatos intentaron seguirlos pero se vieron arrastrados por las impetuosas aguas. Golpeados contra las piedras y maltrechos, consiguieron con mil esfuerzos volver a la orilla, de donde el sapo ya había desaparecido.
— "Si permanecemos quietos, -dijo uno de los gatos a su compañero- no llega nuestro sustento. Si intentamos conseguirlo, casi morimos en nuestro intento, si escuchamos consejo, no siempre es el que conviene."
Como a los dos gatos, así nos trata la fortuna en la vida cuando se muestra esquiva.
¿Y ahora, qué? -decían los gatos- ¿Y ahora, qué? -decimos nosotros-.
La Fortuna según Apuleyo (De El Asno de Oro) (Desacuerdo)
(...) Me venía a la mente que no en vano los sabios de la remota Antigüedad habían imaginado a la Fortuna ciega y hasta sin ojos: siempre reserva sus favores a los malvados que menos lo merecen; el sano juicio nunca preside a su elección entre los mortales; al contrario, se inclina preferentemente por las compañías que debiera evitar y de las que se mantendría alejada si fuera evidente; y lo peor de todo, en fin, es que nos reparte la buena o mala fama al azar o, mejor dicho, al revés: el malo luce el título de hombre virtuoso y, al contrario, el más inocente suele recibir los palos que corresponderían a los criminales.
O Fortuna de los Carmina Burana (Lamento)
I
¡Oh fortuna!
Como la luna
de estado cambiante,
siempre creciente
o menguante.
Vida detestable,
la que ahora endurece
y luego restablece
en su juego la agudeza de la mente;
la pobreza,
el poder
como la nieve los disuelve.
II
Destino cruel
y vano
rueda tú que giras,
situación mala,
salud vana,
siempre inestable,
ensombrecida
y velada,
contra mí también te encaminas;
ahora la espalda desnuda
llevo por burla
de tu inquina.
III
De mi salud
y mi virtud
el destino ahora me es adverso;
mis deseos
y mis carencias
siempre están en su dependencia.
Ahora y
sin demora
las cuerdas ya afinad,
pues el azar abate
al fuerte,
¡todos conmigo llorad!
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