Emirato Islamico de Chechenia-Ishkeria 

Desde hace años radicales islámicos en las repúblicas independentistas rusas en el Cáucaso Norte intentan recuperar el control de esta región, en la que conviven diferentes pueblos. En las conflictivas repúblicas de Chechenia, Ingushetia y Dagestán diversos grupos de insurgentes libran duros combates con las fuerzas de seguridad rusas. Moscú quiere impedir que en esta región montañosa de difícil acceso se cree un emirato independiente. 

URSS 

El Ministerio del Interior cifra en 500 el número de "bandidos", como oficialmente se les denomina. Sin embargo, el insurgente islamista Doku Umarov, que para el gobierno de Moscú es el enemigo número uno del Estado, dijo recientemente que contaba con decenas de miles de combatientes en la guerra santa. 

Autodenominado emir, Umarov afirmó que su lucha es para liberar al Cáucaso Norte de la influencia rusa, aunque reconoció que le falta el dinero para movilizar a los combatientes. 

Según el Ministerio ruso del Interior, el año pasado murieron 200 insurgentes y más de 600 fueron detenidos. Para "eliminar" a los milicianos, el Ministerio cuenta en la actualidad con 23.000 efectivos. Los atentados terroristas son considerados sobre todo una respuesta a la política antiterrorista que Moscú aplica en la región norcaucásica. Umarov, de 45 años, culpó recientemente a jefe de gobierno ruso, Vladimir Putin, del continuo derramamiento de sangre en la región. 

A pesar de todos los anuncios militares, Moscú intenta sin éxito desde hace años imponer su dominio en la región. Sólo en 2009 murieron en los combates más de un millar de personas. Sobre todo es la población civil la que más sufre los embates del terrorismo y la violencia policial. Como para los integristas sigue vigente la venganza, los analistas consideran que seguirán las muertes en el Cáucaso Norte. 

Dada la brutalidad de la campaña militar de Rusia contra Chechenia, una auténtica guerra sucia, el fenómeno de la islamización radical, yihadista, de la guerrilla chechena ha quedado en segundo plano en estos años. Ya a nadie le debería extrañar que la lucha no es por la independencia de aquel territorio, sino por la sharia y el califato.

De hecho, su actual líder, Doku Umarov, publicó el pasado noviembre una declaración sobre el Emirato del Cáucaso, donde imponía la ley coránica y la responsabilidad de todo musulmán de luchar contra los infieles. Lo sorprendete no es el tono similar a Bin Laden y sus teóricos de Al Qaeda, pues al fin y al cabo un buen número de sus operativos se instalaron hace años en la región, sino que el planteamiento de Umarov excede ya claramente el suelo de Chechenia para abarcar gran parte del Cáucaso. Es de suponer que como un primer paso para la realización de su visión de un califato desde Al Andalus a Filipinas que tanto motiva a los yihadistas desde Mauritania al Pacífico. 

No es de extrañar, por tanto, que la lucha contra la yihad se haya desplazado de Chechenia propiamente dicha a sus repúblicas vecinas, como Dagestán donde, dicho sea de paso, las fuerzas especiales rusas abatieron hace un mes a Mohamed Shabban, más conocido como Saif Islam o espada del islam, un operativo de Al Qaeda enviado por Bin Laden para ayudar a la yihad en la zona y responsable de la reorganización de varios grupos chechenos amén de inspirar diversos atentados y ataques. 

Es bajo la óptica yihadista como deben interpretarse los recientes ataques en el metro de Moscú. Rusia está también en el punto de vista del terror islamista. No en balde uno de los primeros en llamar a Aznar el 11-M fue Vladimir Putin 
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