La cáscara y el fruto (Al-Qishr wa Lubb)
El autor en quien vamos a basar nuestras indagaciones será el imam Abū Hāmid Muhammad Al-Gazzālī, radia Allahu ‘anhu
25/10/2013 - Autor: Abdelkader Mohamed Alí - Fuente: Webislam
Bismillah ar-Rahman ar-Rahim (en El Nombre de Allah, El Misericordioso, El Compasivo). Alabado sea Allah, Clemente Misericordioso, quien no engendró ni ha sido engendrado y es incomparable. Atestiguamos que no hay más divinidad que Allah y Muhammad (paz y bendiciones) es su Profeta. Las bendiciones de Allah sean con todos sus profetas y enviados.
Iniciamos a día de hoy, incha-Allah (Dios mediante), una nueva andadura, una cita semanal que dará cobertura a esta nueva columna que aparecerá, como decimos cada semana, el viernes.
‘Al-Qishr wa Lubb’ o en su versión castellana ‘La cáscara y el fruto’ es el nombre que hemos querido adoptar como referente de esta columna. Un nombre que, obviamente, tomamos prestado de la obra homónima del célebre sufí murciano Ibn ‘Arabí, título adoptado para uno de sus numerosos tratados en donde expresa de modo simbólico las relaciones del exoterismo y el esoterismo respectivamente comparados con la cáscara de una fruta y su parte interior, la pulpa o almendra. Con el concepto el-qishr (cáscara) queremos esquematizar el universo exterior del Islam cuyo vehículo principal es laShariyâh, la ley religiosa exterior que se dirige a todos los musulmanes. Por otra parteel-lubb, es decir la fruta o néctar de la misma es la Haqîqah, la realidad o verdad esencial que contrariamente a lo que sucede con la Shariyâh no está al alcance de todos ya que en puridad está reservada a los que saben descubrirla tras un largo camino para llegar a alcanzarla. En definitiva de lo que se trata, más allá de las designaciones al uso, es de evidenciar y estudiar las diferencias sustanciales entre lo “exterior” (ez-zâhir) y lo “interior” (el-bhâtin), dicho de otro modo, lo aparente y lo escondido, en su más amplio sentido espiritual.
El autor en quien vamos a basar nuestras indagaciones será el imam Abū Hāmid Muhammad Al-Gazzālī, radia Allahu ‘anhu (Allah se complazca con él), más conocido en el mundo occidental con el nombre latinizado de Algazel. Especial énfasis pondremos en la selección de textos de su obra magna Ihya Ulum Ad din (La vivificación de las ciencias religiosas) que iremos adaptando para estos artículos. Pero permítannos los amables lectores en esta presentación, a modo de introducción, explicar inicial y someramente las motivaciones que nos han llevado a decantarnos por su tutoría y amparo en nuestras reflexiones sucesivas a lo largo de las próximas semanas, y seguidamente glosar brevemente algunos rasgos esenciales de la vida de este insigne pensador musulmán.
Contra el extremismo
Esta iniciativa nace fruto de la reflexión personal ante los avatares transformadores que día a día va experimentando el mundo musulmán del que no es ajena la comunidad musulmana melillense. Unas transformaciones que en muchas ocasiones va precedida por la confusión ‘ideológica’, ‘teológica’, ‘doctrinal’ etc., y que lamentablemente fruto de esa confusión a veces se infiltran tendencias doctrinales muy ajenas a nuestra tradicional forma de percibir la vida religiosa y espiritual. Sin duda el malikismo, una de las cuatro escuelas teológicas por la que se rige doctrinalmente el mundo musulmán, ha sido siempre la visión más integradora y tolerante existente. Escuela que precisamente ha inspirado formalmente las comunidades musulmanes de nuestra latitud geográfica, –entiéndase especialmente el Norte de África y lo que antaño fuera Al-Andalus, hoy España– de ahí nuestra ancestral inclinación y conciliación con las visiones más gnósticas en las antípodas de otras ‘sensibilidades’ teológicas como pudiera ser el (pseudo)-salafismo o más exactamente el wahabismo, ajeno totalmente a nuestra particular forma de percibir la espiritualidad, si es que el wahabismo alberga alguna reminiscencia espiritual. De ahí a que no se entienda objetivamente esa inexorable penetración teológica de una suerte de “salafismo” nada coherente con nuestro verdadero sentir, insisto, tradicionalmente anclado en una percepción significativamente esotérica.
Al-Gazzālī
Abū Hāmid Muhammad Al-Gazzālī (1059-1111 d.C.), habiendo sido uno de los más grandes sabios del Islam, reputado hombre de leyes, filósofo controvertido, fue nombrado profesor de derecho en la Nizamiyyah de Bagdad por el visir Nizam al-Mulk, gran hombre de Estado. Habiendo gozado de la fama y consideración intelectual más importante de su tiempo, a los treinta y seis años sufre una profunda crisis espiritual que le lleva a abandonar todo el relumbrón del que gozaba para experimentar un exilio físico y espiritual. En esa búsqueda interior decide abandonar todo. Durante diez años visita los grandes centros del saber y de la espiritualidad o gnosticismo (‘irfan). Descubre que todo su conocimiento teórico, basto, enciclopédico, era insignificante al contactar con los 'arifin billah, los gnósticos, hoy llamados sufíes.
Peregrina a la Meca y Medina, pasando por Jerusalén y Hebrón para finalmente instalarse en Damasco. Toda esta crisis existencial la explica minuciosamente Al-Gazzālī en su obra al-Munqidh min al-Dalal (El salvado del error).
En Damasco vivió en los bajos del minarete de la Mezquita de los Omeyas en una diminuta estancia, austera y estrecha. –Curiosamente hoy esta mezquita ha sido prácticamente destruida por los salafíes, wahabíes y demás grupos extremistas que luchan contra el régimen de Bashar al-Assad. Una de las mezquitas más importante del patrimonio islámico del mundo.– Tras ese largo período de recogimiento y reflexión, Al-Gazzālī regresó a Tus (Jorasán, noreste del actual Irán), lugar donde nació y murió a los 52 años.
Al-Gazali se sumergió en todas las disciplinas. Reflexionó e indagó sobre los medios para alcanzar el conocimiento. Consagró toda su vida al estudio: filosofía, teología, jurisprudencia, legislación y las diferentes escuelas de su época, aparte de la musicología, el arte de gobernar, etc., etc. Sin embargo, al final, fue el sufismo quien le dio respuestas a su atormentada crisis existencial y espiritual. Fruto de esa búsqueda precisamente dio como resultado su obra más importante: Ihya’ ‘Ulum al-Din (“La revivificación de las ciencias religiosas”). Sin duda esta obra es uno de los tratados más grandes que ha dado el sufismo, por no decir de toda la historia del pensamiento del Islam. El objetivo principal que tuvo y tiene esta descomunal obra de Al-Gazzālī era la educación religiosa, integral, del vulgo. En aras de alcanzar una objetiva perfección mística de todo aquel que anhelara consagrar su vida a Allah/Dios.
Como es sabido, en el Islam las criaturas más elevadas, las mejores sobre la faz de la Tierra han sido cada uno de los profetas que han existido. A los profetas les siguen lossiddiqun, las personas más íntegras y virtuosas. Según los expertos, especialmente en el ámbito del sufismo, Al-Gazzālī está considerado como siddiq.
Sin embargo, habiendo sido Al-Gazzālī uno de los máximos exponentes del sufismo, criticó severamente las extralimitaciones de algunos grupos sufíes que degeneraron en actitudes contrarias a la esencia del Islam. Al-Gazzālī llegó a denunciar en su obraFadaih al-Batiniyya (“Los escándalos de los batiniyya”) determinadas actitudes como incrédulas, impías: (kufr). Atacó frontalmente a algunos sectores sociales por su “falsa religiosidad”. No escaparon a sus dardos a quienes denominaba ulama’ al-dunya(‘ulemas mundanales’) quienes se plegaban incondicionalmente al poder.
En definitiva, imam Al-Gazzālī o Huyyat al-Islam, “la prueba/el garante del Islam”, a‘yubat al-zaman, “el prodigio de los tiempos” como también fue llamado, fue una figura excepcional en la historia del Islam, quien será, como ya hemos referido, nuestro guía en las sucesivas reflexiones, incha-Allah.
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