Palestina en nuestros labios
Palestina
nuevamente está en nuestros labios, Gaza nuevamente
nos hiere. Desde hace
semanas el Estado Sionista de Israel ha
intensificado sus actos de exterminio
contra la población palestina. En Nablús, en
Ramallá, en Jerusalén son
perseguidos, detenidos y agredidos,
indiscriminadamente, los pobladores
originarios de palestina. En Gaza no han cesado los
bombardeos israelíes,
bombardeos criminales intencionalmente dirigidos a
la población. Sí, el
sionismo israelí es un crimen consciente hacia otro
ser humano, hacia otro
pueblo; junto con el nazismo, el sionismo es un
ejemplo de crimen contra la
vida, es, en todos los sentidos, un acto de
genocidio.
Conocemos lo que sucede desde
hace décadas
en Palestina, quienes lo desconocen, diremos, por
ejemplo, que imaginen a un
niño con su padre caminando por la calle y que este
padre y este niño son
rodeados por soldados israelíes y que éstos les
disparan sin motivo aparente
(salvo el de ser sólo palestinos) y que el padre
intenta defender a su hijo de
las balas pero las balas llegan a su hijo y la
impotencia del padre es un
inmenso grito, un inmenso llanto sobre el cadáver
del pequeño. El niño tiene
nombre: Muhammad al-Durrah; el del padre es Yamal
Al-Dura. Imaginemos una escuela primaria y en esta
escuela hay una niña. La niña estudia su lección,
atenta, pero la lección es
interrumpida por una bala de un soldado israelí que,
no por accidente, con toda
la intención, quedó en la cabeza de la pequeña. La
niña se llamaba Raghda
Alassar. Imaginemos a un niño que va a visitar a su
abuelo, a escasos cinco
minutos de su casa. No hay peligro aparente: no hay
tanques ni ejército israelí
en apariencia. El niño se apresura, sin embargo,
cerca del mercado cae. Sólo
cayó. Había francotiradores alrededor. Su madre con
sorpresa se entera. No cree
que esté muerto, lo carga y no cree que esté muerto
pero el cuerpo del niño
está inmóvil y muestra una bala en la ingle y en su
pecho otra. El niño se
llamaba Munir al-Daqas, su madre, Kifah.
En estos últimos días se ha
difundido los
nombres de los siguientes niños y niñas asesinados
en Gaza por el ejército
israelí durante los recientes bombardeos: Seraj Ayad
Abed al-A'al, ocho años
años; Mohammed Ayman Ashour, quince años, Hussein
Yousef Kawareh, trece años, Bassim
Salim Kawareh, diez años, Mousa Habib, dieciséis
años, Ahmad Na'el Mehdi,
dieciséis años, Dunia Mehdi Hamad, dieciséis años,
Amir Areef, trece años, Mohammed
Malkiyeh, un año y medio de edad, Ibrahim Masri,
catorce años, Mohammed Khalaf
al-Nawasra, cuatro años, llegó al hospital "en
pedazos"; Nidal Khalaf
al-Nawasra, un niño de edad no informada, Ranim
Jawde Abdel Ghafour, niño de
edad no informada, Maryam Atieh Muhammad al-Arja, de
once años; Abdullah
Ramadán Abu Ghazzal, cinco años; Yasmin Mohammed
al-Mutawwaq cuatro años. El
número aumenta a diario.
El Estado Israelí no siente
remordimientos, el Estado Sionista Israelí sabe que
entre los muertos hay niños
y que estos también tienen que morir. Son
conscientes de sus crímenes. El odio
hacia el otro los rige. Basta recordar las palabras
de aquel Primer Ministro de
Israel llamado Menachen Begin, que muy bien
sintetiza lo que es el sionismo: “Nosotros
somos dioses sobre el planeta. Somos tan diferentes
de las razas inferiores
como ellos lo son de los insectos. […] Las demás
razas son como excremento
humano. Nuestro destino es gobernar a nuestros
inferiores”. Sin embargo el
pueblo palestino (esa es su afrenta y de eso sí son
culpables) les recuerda que
no hay supremacía de un ser humano sobre otro, de un
pueblo sobre otro; que
frente al intento de la humillación humana, está la
dignidad; frente al odio,
el desprecio y la muerte, está la vida, la
resistencia y, como muy bien lo han expresado
nuestras compañeras
y nuestros compañeros zapatistas, la Digna Rabia.
Desde México, desde los
diversos rincones
de México en que se encuentra la Red Contra la
Represión y por la Solidaridad,
expresamos nuestra solidaridad con el pueblo, con el
digno pueblo palestino.
Unimos nuestra Digna Rabia a la suya, nuestra voz se
indigna con la suya; nos duele
Palestina, nos duele Gaza y gritamos desde estas
tierras al sionismo: ¡Palestina
resistirá!
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