sábado, 30 de agosto de 2014

El Islam es esa cuerda floja donde transcurrir, poco a poco, tambaleándome

El Islam es esa cuerda floja donde transcurrir, poco a poco, tambaleándome

Entrevista a Dídac P. Lagarriga (Abdel-latif Bilal ibn Samar)

30/08/2014 - Autor: Colectivo Yihad con amor
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Dídac (Bilal) en su casa de Barcelona.
Dídac P. Lagarriga, que también firma como Abdel-latif Bilal ibn Samar, es un escritor y editor de Barcelona nacido en Sao Paulo (Brasil) en 1976. En esta entrevista hemos querido hablar de sus libros, su entrada en el islam y su trabajo como fundador y editor de oozebap.
-¿Qué es lo que más escribes?
Lo que más escribo son... palabras. (Risas) Perdona por no ser más concreto, pero así es, a veces más, a veces menos. Y después ocurre como si ellas solas fueran agrupándose por afinidades, y formaran poemas, cuentos, ensayos. Qué más da. Lo importante es que se articulen en equilibrio, que cada palabra se sienta cómoda en su lugar.
-Parece como si no tuvieras demasiado control de lo que escribes.
-Bueno, no lo busco. Quizá lo ideal sería darnos cuenta de que no tenemos control de nada. Pero claro, ¡nos convertiríamos en unos descontrolados! (Risas) No sé, la verdad. No sé...
-¿Tienes un lector en mente mientras escribes?
-Sí, como todo el mundo, supongo. Mi problema es que este lector imaginario, al que siempre le escribo, es muy escurridizo, transformista, incluso mutante. Y me agota. Ahora es de una manera, ahora de otra, y claro, voy algo descontrolado. Por un lado, intentando asistir a mi propio parto de palabras y ver si se ordenan según lo que deciden, por otro intentando contentar (o al menos atraer) a ese lector tan exigente y con tanta poca identidad monolítica. ¡A veces termino exhausto! Otras veces, el propio texto va dibujándome el rostro del lector, como si se tratara de un retrato robot. Es habitual que de este retrato aparezcan personas que conozco, así que me digo, mira, este escrito es para tal o cual. Su imagen acompaña el resto del texto, hasta que ponemos el punto final.
-Y deben aparecer también las interferencias de otros escritores e influencias.
-Sí, lo has dicho muy bien, interferencias, ecos que pasan fugazmente o se quedan por un tiempo, muchas veces sin yo ser plenamente consciente. Pero no sólo literatura, todo lo que nos ocurre, el día a día, las conversaciones que escuchas por la calle, la reflexión del niño, ¡todo! Digamos que escribo mucho más de lo que escribo, porque lo que pongo sobre el papel es muy inferior a todo lo que elaboro en el aire.
-Las palabras se las lleva el viento...
-Y las trae. Algunas citas de otros autores llegan en el momento exacto, encajan por sí mismas en lo que he escrito. Basta con abrir un libro y, plop, veo que saltan de allí para descansar en el texto que está formándose. Y, nuevamente, quedo estupefacto. Esto no ocurre siempre, claro, pero sí más a menudo de lo que parece. Me gusta incluir fragmentos de otros escritores por ese diálogo que se establece, tan necesario, y donde no importa tanto los límites de la autoría. Es mi modo de decir al lector que yo también soy lector, y que ojalá esa cita le lleve a leer el libro que cito y sentir lo que yo sentí, o más.
-¿Cómo empezó tu vocación?
-No sé muy bien si es una vocación. Es algo que siempre he tenido, escribir, leer... Observar, escuchar, esperar. Supongo que son cualidades innatas que favorecen el ejercicio de escribir, junto a la tendencia a la soledad que siempre tuve. Por otro lado, con ese bullicio de frases que experimento, siento la necesidad -a veces- de plasmar por escrito esas palabras que vienen a posarse, como el pájaro, en el hombro y que luego se reordenan como hormigas, o escapan como moscas. Cuando lo leo, suelo pensar, ¿y quién habrá hecho esto? Y me río. O me inquieto... Es curioso la distancia que hay entre lo que recuerdas haber escrito y lo que has escrito. Incluso cuando ya está publicado un libro. El otro día abrí Mimar lugares, un libro de poesía que publiqué hará unos 3 años, y me quedé algo aturdido. Lo recordaba de una manera, digamos poco atractiva, pero a medida que fui leyendo era como si lo abriera por primera vez. Y pensé, mira, está bien este poeta, sintoniza con mis sentimientos. (Risas). Hace unos años escribí un artículo para Webislam bastante extraño que es fiel reflejo de esa emanación de palabras que van ordenándose a sí mismas. Lo titulé “Por una lapidación lenta del tribunal paralizante” y terminaba así: “La constancia del agua y del viento nos indica que la repetición es la práctica del desgaste. Agua y viento son dos elementos característicos por su obstinación y fluidez al mismo tiempo, amoldándose y amoldando un paisaje que les es indisociable. Cierro los ojos e imagino las propias olas golpeando contra la estructura ficticia, ya sea en la mente o en el estómago.” Meses más tarde, ingresé de urgencias por un horrible dolor en el estómago que no me dejaba ni siquiera andar. Los médicos no supieron de qué se trataba y con calmantes fue disminuyendo hasta desaparecer. Luego me acordé de ese artículo y su final, con la imagen de esas olas golpeándome el estómago. Nunca antes me había ocurrido un dolor así, y cuando lo escribí no sentía ningún mal de este tipo. Se me presentaba como un final algo críptico o figurado, aunque me gustaba cómo sonaba, pero cuando lo experimenté físicamente entendí que las palabras no sólo eran autónomas, sino que tenían una fuerza más allá de lo formal.
-¿Has tenido más experiencias donde el texto precede una experiencia física?
-Sí, ¡aunque no tan dolorosas! (Risas) Por ejemplo, el proceso de escribir la novelaHablarlo, en 2003, fue la entrada decidida al islam. Es en esa novela donde hago por primera vez el salat, a través de una anciana llamada Jolie-Naima. Claro, en ese momento no era consciente, pero con el tiempo lo veo claro. La novela, a través de sus personajes e historias, que transcurren durante la invasión de Irak y la caída de Sadam, me empujó hacia el islam más allá del marco mental. En el relato el cuerpo físico tiene mucha importancia, pues hablo de unos activistas europeos que quieren viajar hasta Irak como escudos humanos para detener la inminente invasión norteamericana. Finalmente el protagonista, junto a otras personas, termina en Siria al no conseguir su objetivo y ser expulsados de Bagdad. Paulatinamente, va apareciendo el islam en las conversaciones, en los gestos. Y, claro, yo estoy allí, ordenando todas esas palabras y dándole forma de novela. Un tiempo después, no sé, quizá un año o así, comprendí la fuerza iniciática que tuvo esa novela en mi aceptación del islam, en especial en la necesidad que sentía de vivirlo con el cuerpo, de ritualizar mi práctica más allá de la ideología o lo que pensaba.
-Al empezar a escribir un libro, ¿tienes una estructura previa? ¿La sigues?
-No escribo libros, pero en ese acompañar las palabras en su búsqueda de afinidades, también ves cómo se forman los libros. A veces, de un modo que no es el definitivo, ni mucho menos. Hay grupos de palabras que quedan ahí, esperando, germinando. También hay títulos que surgen así, de imprevisto, sin que ninguna página esté lista para él. Y pueden pasar años hasta que brotan en otro grupo afín que se convierte finalmente en libro. Es un proceso bastante orgánico.
-¿A qué te refieres?
-Pues que no parte de la estructura mental y termina en la estructura mental. Ni siquiera parte de mí y termina en mí, como digo. La autonomía de cada palabra es impactante. Debe ser parecido al cultivo de un huerto-jardín. Tengo varias cosas a la vez y debo cuidarlas todas, aunque unas son más magnánimas y otras simples hierbecillas que crecen al margen. Pero todo tiene su importancia y a todo hay que atender, aunque habrá cosas que requieran más dedicación y otras prácticamente crecen solas. Y, como en cualquier huerto, también debes esforzarte para que algunas no se reproduzcan más de la cuenta e impidan que otras plantas se desarrollen, además de luchar contra todo tipo de parásitos y plagas que en un momento pueden desestabilizar el ecosistema. O me quedo podando un arbusto sin importancia cuando hay toda una cosecha que si no la recoges se va a perder, pero apuro hasta el último momento...
-Al escuchar tu forma de componer, parece como si sólo importara la forma. ¿Qué hay del contenido? ¿Cómo logras transmitir un mensaje si son las propias palabras quienes dictan lo que escribes?
-Bueno, supongo que cada cual saca sus propias palabras, forman parte de uno. Si comes espárragos, tu orina olerá a espárragos. Lo mismo sucede con las palabras. El mensaje es el aroma con el que se impregnan esas palabras, que después van uniéndose en un contenido más o menos coherente. Es muy importante no tener prisa, debes ser paciente si quieres que algo macere bien. Y, claro, a veces de tanto esperar también hay cosas que se pudren, pero bueno, como digo es orgánico. De algo podrido también salen cosas, hay vida. Otra cosa importante es no tener reparos en tirar lo que no ves claro, borrar, recortar, cambiar. ¡La autonomía tiene un límite! (Risas) Y no siempre toda planta florece o el barco llega a buen puerto... Al igual que suelo acompañar las palabras para que encuentren su espacio, ocurre también que las palabras me acompañan en ese intento de narrar o describir una situación o idea, claro.
-Y este mensaje que llevas dentro, ¿cómo se forma?
-¡Puliendo! Con el ejercicio constante de encontrar y reencontrar el equilibro entre tus sentimientos y experiencias y aquello que es universal y que nos conecta con los demás. Que no se quede en algo meramente personal y subjetivo, pero tampoco pretendas sentar cátedra y exponer unos resultados encubiertos de evidencia científica. La conexión con uno mismo y verlo todo con perspectiva son de gran ayuda. En mi caso, sin el Islam, que lo vivo como una apertura a la Realidad, no habría encontrado una base donde apoyarme. Es esa cuerda floja donde transcurrir, poco a poco, tambaleándome.
-Para muchos, sin embargo, la religión la ven, o bien para encontrar seguridad y serenidad sin estos tambaleos que mencionas, o bien como una evasión de la realidad y de lo que uno verdaderamente es.
-Sí, la religión es lo que uno quiera. Como todo. Si en la literatura lo importante son las palabras y cómo se ordenan, en la religión ocurre todo lo contrario: de nada sirven. Es fundamental la acción, la práctica, tu comportamiento. Y eso no es nada fácil. Me veo en una cuerda floja, como equilibrista poco experimentado, con una herramienta imprescindible, la barra horizontal (que en mi caso es el Corán y la Sunna del Profeta Muhámmad -sas-) para encontrar esa mínima estabilidad. Y a veces me paro allí en medio de la cuerda, sin poder avanzar ni retroceder, agarrando bien fuerte la barra. Es ahí cuando cobro conciencia de la fuerza que me nutre, me cuida y me guía y que en el islam se llama Al-láh. Pero, una vez más, qué importan las palabras. Lo vital es recuperar esa consciencia profunda de criatura, hermana de todo lo creado y a merced de una misericordia creadora que va más allá de nuestra comprensión o acotación en palabras e ideologías.
-La práctica requiere un esfuerzo que no todos estamos dispuestos a realizar.
-Sí, es la clave: el yihad. La lucha contra todo aquello que quiere que te derrumbes, que caigas de la cuerda floja, que tires la barra y te rompas el cráneo. Es una lástima que un término tan necesario para entender el islam como es el yihad quede tan denostado mediáticamente. Nuestro yihad actual es recuperar el yihad como término básico del islam: esfuerzo para conseguir la paz, interior y exterior (si es que hay alguna frontera entre estas dos palabrejas) y no cómo excusa para volcar toda nuestra impotencia y rabia hacia un enemigo que construimos a medida de nuestras necesidades. El último ensayo que he escrito, y que la editorial Bellaterra publicará en breve, inshal-láh, lleva por título precisamente Eco-yihad, para reivindicar este término y situarlo en una perspectiva beneficiosa para el conjunto de la sociedad, como es la sensibilización medioambiental y el enorme legado islámico sobre las cuestiones ecológicas.
-Sorprende acercarse al yihad desde la ecología.
-No se trata de decir que ahora el yihad es tu esfuerzo por reciclar o por comer más verduras (Risas). Pero me parece importante combatir la islamofobia con elementos proactivos y no sólo reactivos. La ecología o el consumo halal pueden ser puertas para abrirnos a esa consciencia de lo sagrado. Y la tradición islámica tiene mucho que enseñarnos sobre esta dimensión. Además, son temas que implican irremediablemente una práctica, no es un discurso sobre lo bello que es el islam, sino una llamada de atención sobre nuestras acciones cotidianas. La gran crisis ecológica que vivimos es también una oportunidad para reorientar una práctica muy agresiva con nosotros mismos y con el conjunto de la Naturaleza. Es un tema muy complejo y lo que intento es proporcionar elementos de reflexión a partir de esas palabras que surgen y se reúnen. Le pido a Al-lah guía y luz para cada palabra que saco de mis entrañas y también le pido perdón y protección (¡astagfirul-láh!) por cada gesto que hago y que acompaña la reunión de esas palabras y frases en libros como este.
-Si te parece, en otra entrevista profundizaremos más en el contenido deEco-yihad, cuando el libro ya se encuentre en las librerías. Además de escritor, eres editor. ¿Cómo vinculas estos dos ámbitos?
-Como lector, habían libros y autores que leía en otros idiomas y que quería compartir más allá de citar algún fragmento en mis escritos. Así fue como decidí traducirlos y publicarlos. Y también establecer algunas plataformas de publicación de escritos, ya sean revistas, páginas web... Lo importante es acoger y ser acogido. Además, el invitado también te ofrece la posibilidad de ser anfitrión, y todo ello te enriquece. La traducción de aquello que me gusta me coloca en un punto muy diferente de cuando escribo. Esas palabras no me pertenecen, sin embargo también salen de mí a través de la interpretación que hago del escrito de otro. Eso me motiva, me abre a la reflexión. Traducir un libro es leerlo intensamente, es empaparte de él. Lo más frecuente cuando traduzco es que me aparezcan imágenes de paisajes que conozco, paisajes muy concretos y que en apariencia no están relacionados con el contenido de lo que escribo. Creo que son espacios donde pasean traductor y escritor, a través de unas palabras que nos unen. Monté la editorial oozebap hará unos 10 años para dar espacio a estas impresiones, en especial las que provenían del continente africano y el mundo islámico. Quizá este es otro ejemplo de lo que puede desencadenar la redacción de un libro, pues al escribir Afroresistències, afroressonàncies (en catalán, 2005) vi la necesidad de empezar una colección con autores especializados sobre los diversos temas que en mi libro sólo trato a modo de introducción. Así nació, en 2007, la colección de ensayos sobre África y que ha tenido muy buena acogida. En estos últimos tiempos veo la necesidad de abrirnos a todo tipo de culturas y experiencias que nos nutran, y no sólo centrarnos en África y el islam, por eso surgió una revista como Dar Lugar (en mayo del 2014) u otras iniciativas que estamos gestando.
-Poeta, editor, musulmán... ¿Es fácil en el mundo actual, y más concretamente en nuestra sociedad, vivir plenamente tu identidad?
-Intento vivir plenamente la vida porque es un don. La identidad, al fin y al cabo, es una construcción más, voluble y cambiante. Pongo la intención en ser agradecido y atento a la dimensión sagrada de las cosas, aunque a veces me muestre enfadado, compungido, cansado, triste, o todo lo contrario, porque este tren tiene parada en todas las estaciones. (Risas) Pero intento que las presiones externas, las sociales, no dominen mi modo de ser. No busco excusas ni pretextos fuera, abro el Corán, juego con mis hijos, paseo con mi mujer, veo las expresiones de los vecinos, oigo los pájaros, el viento, huelo el mar, hago las oraciones dentro de esta cotidianidad... Todo me nutre y me da fuerzas para exclamar Alhamdulil-láh. Y con la tormenta, pues allí está el yihad de abrir el paraguas, aunque a veces te mojas igual.
-Lamentablemente tenemos que dejarlo aquí. Muchas gracias por responder a las preguntas y ojalá volvamos a reemprender la entrevista en otra ocasión.
-¡Inshal-láh! Muchas gracias por el interés. Que la paz sea con vosotros.
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*Wep personal, donde se recopilan sus artículos y libros: http://www.oozebap.org/bilal

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