Un grupo radical afín al Estado Islámico decapita a un rehén francés
Hervé Gourdel estaba en manos de Soldados del Califato, escisión magrebí de Al Qaeda
Los yihadistas aseguran haber llevado hasta el final su terrible amenaza. Los secuestradores del ciudadano francés Hervé Gourdel, capturado el domingo en el norte de Argelia, anunciaron el miércoles que lo han degollado. Dijeron que lo harían si Francia no detenía sus bombardeos contra el Estado Islámico (EI) en Irak. Los autodenominados Soldados del Califato difundieron a media tarde un vídeo en el que muestran la escena del crimen. “Mensaje de sangre para el Gobierno francés”, figura como subtítulo de las imágenes.
Gourdel, de 55 años, guía de montaña natural de Niza y padre de dos hijos, había acudido a La Cabilia, a un centenar de kilómetros de Argel, para practicar senderismo. Había llegado el sábado y fue asaltado al día siguiente por milicianos de una rama de Al Qaeda en el Magreb (AQMI) adscrita ahora al EI.
El vídeo muestra a Gourdel de rodillas, con cuatro de sus secuestradores detrás. Las imágenes iniciales corresponden al momento en el que el presidente François Hollande anunciaba el pasado jueves su decisión de lanzar bombardeos contra el EI en Irak, que comenzaron el día siguiente.
A Gourdel le gustaba descubrir nuevos parajes. Viajar y fotografiar lo que veía. Su página de Facebook así lo ratifica. Montaña y aventura. Su última entrada: el viernes 18, el día previo a su viaje a Argelia. Después de explorar el Atlas marroquí, Nepal y Jordania, viajó el sábado a Argelia para descubrir una nueva ruta en la zona de La Cabilia, región que aún no conocía.
Según ha contado su padre, Jean Gourdel, a Nice-Matin, su hijo entró en contacto con un grupo de alpinistas del lugar. “Jóvenes argelinos que iban a hacer una escalada. Estaban encantados de que un guía de alta montaña, formado en Chamonix, les diera consejos”, dijo.
Gourdel padre ha explicado los detalles de los últimos movimientos de su hijo en libertad. “En Argelia le esperaban al menos tres personas para llevarle hasta el refugio de montaña [en Tizi Ouzou, a 120 kilómetros al este de Argel]. Y ahí unos hombres [armados] llegaron y se llevaron a todo el mundo. Después dejaron marchar a los argelinos y solo se quedaron con Hervé”.
El secuestro coincidió prácticamente con la llamada de un portavoz del EI a todos los musulmanes para asesinar “especialmente a los malvados y sucios franceses”, o “cruzados criminales”, como les llaman en el vídeo de Gourdel. Los denominados Soldados del Califato han seguido el llamamiento utilizando idénticos medios a los empleados por el EI para asesinar a periodistas secuestrados en Siria y a un cooperante.
Desde Nueva York, Hollande, que dio por confirmado “el odioso y cruel asesinato” de Gourdel, afirmó que Francia mantendrá sus operaciones militares en Irak “todo el tiempo necesario”. “Mi determinación [de combatir el terrorismo] es total”. “Gourdel ha muerto por ser francés, porque su país combate a los terroristas”, añadió Hollande.
En París, la noticia del asesinato de Gourdel se difundió cuando concluía en la Asamblea Nacional un solemne debate sobre la participación de Francia en los bombardeos en Irak. Valls basó la decisión francesa en “la amenaza contra el mundo, contra Europa y contra Francia” que supone el EI. “Nuestra seguridad está en juego como no lo había estado desde hace décadas”, agregó.
Esa participación militar en la guerra contra el EI fue apoyada por unanimidad por todos los grupos parlamentarios, aunque con reservas por el comunista. También hubo bastante coincidencia en criticar la ausencia del resto de países europeos en ese combate. Valls fue el primero en hacerlo: “Europa no puede dejar su seguridad en manos de un solo país miembro. Francia ejerce su responsabilidad y llamo al resto de países europeos a hacer lo mismo. Es necesario que Europa se sume”.
“¿Dónde está Europa? ¿Dónde Alemania? ¿Dónde Italia?”, se preguntó más airado el ex primer ministro François Fillon, en nombre de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). “¿Dónde está Europa?”, repetía Philippe Vigier, de la Unión de Demócratas e Independientes (UDI), para añadir: “¿Cómo es posible que esté aún dramáticamente ausente?”.
Los únicos peros al Gobierno se refirieron al fiasco registrado el martes en relación con la mayor y más próxima amenaza sobre Francia, es decir, la que representan los yihadistas franceses que regresan tras combatir en Siria o Irak. Son casi 200. A mediodía, fuentes oficiales difundieron que tres de esos yihadistas que habían estado en Siria acababan de ser detenidos en el aeropuerto de Orly, a 20 kilómetros de París. Se trataba de Abdelahued Baghdali, Imal Djebali y Gael Maurize.
El primero es el marido de Souad Merah, hermana de Mohamed Merah, muerto a tiros en 2012 en un enfrentamiento con la policía tras haber asesinado a siete personas en Montauban y Toulouse. El segundo, amigo de infancia de Merah, había sido condenado a cuatro años de cárcel en 2009 por pertenecer a una organización que enviaba combatientes a Siria. Y el tercero era sobradamente conocido por la policía por sus actividades yihadistas en Francia.
Los tres habían sido expulsados por Turquía, pero los agentes turcos no los metieron en el avión previsto, el que llegaba a Orly, sino en otro posterior que aterrizó en Marsella. Los tres pasaron allí tranquilamente el control de seguridad —no funcionaba el sistema de identificación— y se fueron a la calle. El miércoles por la mañana se entregaron en una comisaría.
“Las cosas no funcionaron como debieran”, asumió Valls. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, ha abierto una investigación por semejante cúmulo de errores en plena campaña para reforzar la seguridad ante la creciente amenaza yihadista.
Gourdel, de 55 años, guía de montaña natural de Niza y padre de dos hijos, había acudido a La Cabilia, a un centenar de kilómetros de Argel, para practicar senderismo. Había llegado el sábado y fue asaltado al día siguiente por milicianos de una rama de Al Qaeda en el Magreb (AQMI) adscrita ahora al EI.
El vídeo muestra a Gourdel de rodillas, con cuatro de sus secuestradores detrás. Las imágenes iniciales corresponden al momento en el que el presidente François Hollande anunciaba el pasado jueves su decisión de lanzar bombardeos contra el EI en Irak, que comenzaron el día siguiente.
Un montañero amante de la fotografía
Gabriela Cañas, París
La página en Facebook de Hervé Gourdel ha quedado eclipsada por otras de apoyo y homenaje al montañero asesinado en Argelia. Las fotos quizá logren sustituir en el recuerdo a la última imagen existente de Hervé Gourdel, sentado en el suelo junto a sus secuestradores. De abundante pelo blanco y rostro curtido por el sol, Hervé Gourdel nació en Niza (Francia) hace 55 años. Casado y con dos hijos, era un apasionado del senderismo y el montañismo. Formado en Chamonix, era desde 1987 guía de alta montaña y ejercía fundamentalmente en Saint-Martin-Vésubie, junto al parque Mercantour, en los Alpes Marítimos. Ahí creó un centro de senderismo.A Gourdel le gustaba descubrir nuevos parajes. Viajar y fotografiar lo que veía. Su página de Facebook así lo ratifica. Montaña y aventura. Su última entrada: el viernes 18, el día previo a su viaje a Argelia. Después de explorar el Atlas marroquí, Nepal y Jordania, viajó el sábado a Argelia para descubrir una nueva ruta en la zona de La Cabilia, región que aún no conocía.
Según ha contado su padre, Jean Gourdel, a Nice-Matin, su hijo entró en contacto con un grupo de alpinistas del lugar. “Jóvenes argelinos que iban a hacer una escalada. Estaban encantados de que un guía de alta montaña, formado en Chamonix, les diera consejos”, dijo.
Gourdel padre ha explicado los detalles de los últimos movimientos de su hijo en libertad. “En Argelia le esperaban al menos tres personas para llevarle hasta el refugio de montaña [en Tizi Ouzou, a 120 kilómetros al este de Argel]. Y ahí unos hombres [armados] llegaron y se llevaron a todo el mundo. Después dejaron marchar a los argelinos y solo se quedaron con Hervé”.
Desde Nueva York, Hollande, que dio por confirmado “el odioso y cruel asesinato” de Gourdel, afirmó que Francia mantendrá sus operaciones militares en Irak “todo el tiempo necesario”. “Mi determinación [de combatir el terrorismo] es total”. “Gourdel ha muerto por ser francés, porque su país combate a los terroristas”, añadió Hollande.
En París, la noticia del asesinato de Gourdel se difundió cuando concluía en la Asamblea Nacional un solemne debate sobre la participación de Francia en los bombardeos en Irak. Valls basó la decisión francesa en “la amenaza contra el mundo, contra Europa y contra Francia” que supone el EI. “Nuestra seguridad está en juego como no lo había estado desde hace décadas”, agregó.
Esa participación militar en la guerra contra el EI fue apoyada por unanimidad por todos los grupos parlamentarios, aunque con reservas por el comunista. También hubo bastante coincidencia en criticar la ausencia del resto de países europeos en ese combate. Valls fue el primero en hacerlo: “Europa no puede dejar su seguridad en manos de un solo país miembro. Francia ejerce su responsabilidad y llamo al resto de países europeos a hacer lo mismo. Es necesario que Europa se sume”.
“¿Dónde está Europa? ¿Dónde Alemania? ¿Dónde Italia?”, se preguntó más airado el ex primer ministro François Fillon, en nombre de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). “¿Dónde está Europa?”, repetía Philippe Vigier, de la Unión de Demócratas e Independientes (UDI), para añadir: “¿Cómo es posible que esté aún dramáticamente ausente?”.
Los únicos peros al Gobierno se refirieron al fiasco registrado el martes en relación con la mayor y más próxima amenaza sobre Francia, es decir, la que representan los yihadistas franceses que regresan tras combatir en Siria o Irak. Son casi 200. A mediodía, fuentes oficiales difundieron que tres de esos yihadistas que habían estado en Siria acababan de ser detenidos en el aeropuerto de Orly, a 20 kilómetros de París. Se trataba de Abdelahued Baghdali, Imal Djebali y Gael Maurize.
El primero es el marido de Souad Merah, hermana de Mohamed Merah, muerto a tiros en 2012 en un enfrentamiento con la policía tras haber asesinado a siete personas en Montauban y Toulouse. El segundo, amigo de infancia de Merah, había sido condenado a cuatro años de cárcel en 2009 por pertenecer a una organización que enviaba combatientes a Siria. Y el tercero era sobradamente conocido por la policía por sus actividades yihadistas en Francia.
Los tres habían sido expulsados por Turquía, pero los agentes turcos no los metieron en el avión previsto, el que llegaba a Orly, sino en otro posterior que aterrizó en Marsella. Los tres pasaron allí tranquilamente el control de seguridad —no funcionaba el sistema de identificación— y se fueron a la calle. El miércoles por la mañana se entregaron en una comisaría.
“Las cosas no funcionaron como debieran”, asumió Valls. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, ha abierto una investigación por semejante cúmulo de errores en plena campaña para reforzar la seguridad ante la creciente amenaza yihadista.
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