martes, 25 de noviembre de 2014

Qatar se prepara para un futuro sin petrodólares


Qatar se prepara para un futuro sin petrodólares

25/11/2014 - Autor: Ángel Sastre - Fuente: Arabian Watch
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Una imagen de Doha (Qatar).
Una imagen de Doha (Qatar).
Cae la noche. Grúas iluminadas, luces de neón que se reflejan en los cristales de rascacielos infinitos. El Hotel Sheraton parece una pirámide mexicana, color verde fluorescente, la Torre del Marriot se cubre de rojo intenso. De los barcos que navegan frente al malecón, cuelgan farolillos amarillos. Una mezcla entre Mónaco y Las Vegas, pero sin juego ni alcohol. No hay lugar para la sobriedad, todo es ostentoso, enorme y brillante en Doha.
El país ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años, pero sus dirigentes son conscientes de que una economía sostenida sobre los hidrocarburos no es sostenible a largo plazo. El Plan Nacional de Qatar 2030, describe la misión de emprender “un viaje para avanzar hacia una economía del conocimiento a través de liberar el potencial humano”.
Qatar tiene las terceras reservas de gas natural del mundo, situándose desde diciembre de 2012 sus reservas probadas en 885,3 Tcf, lo que representa alrededor del 13% de las reservas totales de gas natural. Su ascenso ha sido meteórico desde que en 1971 fue descubierta la bolsa de gas natural más grande del mundo, el yacimiento South Pars-North Dome, en la costa catarí. Aunque ya se exportaba petróleo una década antes, el gas se convirtió en su principal riqueza.
Aunque por el momento no hay una fecha exacta, las autoridades cataríes calculan que, al menos, tienen reservas para otros 40 años. Mientras tanto, para acelerar la metamorfosis, se están inyectando ingentes cantidades de dinero en otros sectores de la economía, provenientes de un fondo soberano de 170.000 millones de dólares. El pequeño y opulento estado se ha embarcado en un ambicioso plan de desarrollo humano y diversificación económica sostenible, que busca un futuro seguro para todos sus habitantes, medidas que se basan en una fuerte inversión en investigación, cultura, ciencia, educación, salud, deporte y energías.

Qatar Foundation, el motor del cambio
La Qatar Foundation es la maquinaria ideada para coordinar los cambios. “Está construyendo la capacidad humana para conseguir una futura economía del conocimiento sostenible para la nación de Qatar, y lo hacemos mediante la liberación del potencial humano”, asegura Rashed Al-Qurese, director adjunto de Comunicación de Qatar Foundation. La Fundación está presidida por Sheika Mozah Bint Nasser Al-Missned, esposa del emir, que apoya y guía este proceso. Conocida como la Perla de Oriente, es una de las mujeres más poderosas del mundo musulmán.
El Centro Nacional de Convenciones de Qatar se encuentra en Gharafat Al Rayyan, en la carretera Dukhan. Con 40.000 metros cuadrados de espacio para exhibiciones parece un faraónico árbol de raíces de mármol. Convertida en sede de Qatar Foundation, alberga desde el 2009 una de las mayores cumbres de educación del planeta: WISE. Este año reunió del 4 al 6 de noviembre a más de 1.500 participantes, incluyendo pensadores y profesionales de la educación, representantes de Gobiernos, organizaciones no gubernamentales, líderes del sector privado y empresarios sociales.
Durante la cumbre se entrega el Premio WISE 2014 de Educación con una ayuda de 500.000 dólares, una especie de Nobel de la formación. Este año la agraciada fue Ann Cotton, la presidenta de Camfed. Laureada gracias a su campaña para la educación femenina, dirigió un modelo de educación para niñas reconocido internacionalmente que ha situado la educación en el corazón del desarrollo en África.
En los pasillos, la jequesa Mozah saluda a los invitados, ataviada con traje de alta costura y turbante. Su sonrisa, iluminada por los flashes de las cámaras, denota satisfacción. A su lado, gente de traje, otros con la típica vestimenta catarí, de blanco inmaculado. Las mujeres conversan con sus móviles de última generación, enfundadas de negro hasta los pies. Algunas llevan el rostro tapado, la mayoría un pañuelo que cubre su cabeza. Maquilladas, bellas, impecables.
Al fondo en el hall, una araña enorme de cinco metros de altura permanece impasible. Debe ser una de las últimas esculturas adquiridas por la jequesa Mayasa Bint Hamad al Thani. En su calidad de responsable del Organismo de Museos de Qatar (QMA), está revolucionando el mercado del arte a golpe de petrodólares.
Debajo del gigante arácnido nos encontramos con Noor Al-Kobaisi, otra de las mujeres emprendedoras de Qatar Foundation. Primero dirigió proyectos sobre sanidad en Sidra Medical y ahora lo hace en Silatech, donde trabaja en programas de empleos y tecnología para jóvenes árabes. Ambas organizaciones son dos ramas más de la Fundación, cuyo símbolo es un árbol, Sidra, resistente a las altas temperaturas y capaz de florecer con poca agua. Noor afirma que las mujeres en Qatar están consiguiendo cambios importantes, asumiendo responsabilidades. “Somos gotas que se expanden en el agua, creando ondas que se multiplican”, dice.
Otra de las obras más importantes es la Ciudad de la Educación. Así es como, en medio del desierto, surge un megacomplejo de edificios imponentes y modernos que albergan desde escuelas de primer nivel hasta facultades de estudios superiores, con todos los adelantos tecnológicos. Un templo de la enseñanza. En este laboratorio gigante se encuentran algunos de los científicos más destacados del mundo, con presupuesto ilimitado para investigar. Además, hay representaciones de las mejores universidades del planeta (sólo de EEUU hay seis). Los estudiantes son captados con grandes becas y, una vez que acaban la carrera, tienen la obligación de servir al país un número determinado de años

Paradojas del imperio del gas
La imagen que tenemos de Qatar está llena de estereotipos. El lujo rodea a la monarquía catarí, uno de los estados más ricos de la tierra, con una renta per cápita cercana a los 65.000 euros anuales. Pero sin elecciones ni democracia, el sistema parece blindado frente a las primaveras árabes. Las revueltas en Túnez, Egipto, Libia, Yemen o Siria no agitaron las aguas cataríes.
Las relaciones son excepcionales con los Gobiernos de occidente, pese a que algunos informes de inteligencia acusan a Doha de financiar a extremistas islámicos en Siria, Libia e Irak, una información siempre negada por Qatar. Pero los esfuerzos por abrirse al mundo y posicionarse como el emirato más moderado de la región no cesan. En esta carrera de fondo, el país albergará el Mundial de Fútbol del 2022. Aunque todavía no queda claro si se disputará en invierno, y si hubo alguna irregularidad durante el proceso de selección de la sede.
Tampoco ayudó el reciente escándalo destapado por el diario británico The Guardian sobre las condiciones de trabajo de los obreros extranjeros. Según una denuncia de la Confederación Sindical Internacional (CSI), por lo menos 1.200 inmigrantes han muerto trabajando en las obras del Mundial. Otras estimaciones de Amnistía Internacional hablan de 400.
Pero el emir de Qatar, Tamin al Hamad al Zani, no se rinde, asegura “aprende de los errores” y promueve el deporte como una apuesta para elevar su perfil internacional. En 2005, fundó Qatar Sport Investments, organización que posee entre otros negocios el Paris Saint-Germain FC. También organizará el Campeonato Mundial de Natación de 2014. Como miembro del Comité Olímpico Internacional, dirigió personalmente la candidatura de Doha para los Juegos Olímpicos de 2020, que finalmente se llevó Tokio.
En el emirato son conscientes de que no pueden vivir aislados en una burbuja dorada, aunque se nieguen a abandonar sus costumbres. De la aceptación a nivel internacional y, en especial, de la protección de los Estados Unidos dependerá su supervivencia cuando se agoten sus reservas y quede indefensa, a merced de los países vecinos. En conclusión, la visión original del Emir Padre, el jeque Hamad Bin Khalifa, está por ahora germinando. Sólo el tiempo dirá si el sueño del “Tigre” se convierte en un espejismo o un oasis de sabiduría en el desierto


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