viernes, 14 de noviembre de 2014

Reflexión 2: En favor de la Paz y la Concordia entre todos los pueblos de la Tierra (2) 

(En la Isla de El Hierro, Isla chica, serena, infinita, Septiembre, 2013)

14/11/2014 - Autor: Esteban Díaz - Fuente: Para cambiar el mundo
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Lao Tzi.
En favor de la Paz y la Concordia entre todos los pueblos de la Tierra (2)
“Cambiar el mundo, amigo Sancho,
que no es locura ni utopía, sino justicia”.
Miguel de Cervantes
“Una persona (de conocimiento) superior cuida del bienestar de todas las cosas (…)Cuando mira a un árbol, no ve un fenómeno aislado, sino raíces, tronco, agua, tierra y sol: cada fenómeno relacionado con los demás, y el ‘árbol’ surgiendo de este estado de relación. Mirándose a sí mismo, ve la misma cosa”. Ver NOTAS
1. La Vida, la Naturaleza, es orden/equilibrio, armonía expresándose en todos los individuos y en todas las relaciones interdependientes en las que se vinculan, auto-organizándose natural y sostenidamente/ inclusión-integración-cooperación (nunca exclusión)/ unidad incondicionada1, mas condicionada únicamente por el todo que es la Vida misma, que fluye y se manifiesta en todo y a todo lo unifica (incluso si el hombre ignora esta verdad), sin exclusión.
2. Todos los seres humanos tenemos nuestra existencia (la de todos) en la unidad-de-la-Vida. Por ella/ debido a ella, existimos. Todos le pertenecemos, vinculados, inter-relacionados unos con otros, todos con todos, siendo inter-dependientes todos en el todo de la Vida  que nos inscribe, en lo terrestre y en lo cósmico. En unidad. En equilibrio. En armonía. En igualdad. Ética y moralmente humanos, correctos, fraternos, dignos, cooperativos, vida en abrazo inclusivo, siempre fraterno. La vida humana es sólo una línea en el libro de la Vida universal. En ella somos y existimos, en unidad con ella. En ella encontramos nuestro rasgo distintivo, humano, aun cuando en “lo externo”, en nuestros comportamientos, no lo expresemos, porque  desconozcamos esta verdad. Es desconocimiento, sin duda. No soy de la opinión de quienes piensan en la “perversidad” de la condición humana. En absoluto. Sólo desconocemos qué somos en verdad.
3. Si le preguntamos a un oriental, vedántico, jainista, budista (en su plural variedad de doctrinas), nos diría que lo que da cohesión a la Vida en su unidad viene definido por el concepto de “Dharma” que, por no poseer un sentido y una palabra únicos que expongan la complejidad conceptual que encierra tal noción, se le traduce por “deber” individual/universal, “moral”, “acción correcta”… Pero si se atiende con rigor a las diferentes Escrituras orientales, hay una noción con la que todas estarían de acuerdo: la que encierra (en Oriente) el término filosófico “Orden”, expresando no sólo el equilibrio de la unidad amónica en la que se circunscribe la existencia del Cosmos.
También expresa la “moral” que ha de motivar/dirigir la vida, que en el caso de los seres humanos encierra la idea de unidad de pensamiento, de palabra y de acto, definiendo la ética individual y colectiva de cada uno y de todos los seres humanos.
Entonces “Orden” sería un concepto que inscribiría las nociones de equilibrio/armonía, moral/ética, que apuntaría directamente a la idea de unidad que define la Vida para Oriente. No olvidemos cómo nociones aproximadas a ésta eran expresadas en el Occidente de la Antigüedad griega, por ejemplo, o en la China de Confucio y Lao Zi.
En el nivel existencial de la vida humana, en su praxis social, sin la idea de unidad no puede existir el equilibrio ni la armonía en las comunidades humanas. Pero la idea de unidad integra también, insistimos, los conceptos de ética y moral (conditio sine qua non para encontrar un sentido estético en la vida), que nos comprometen con la verdad y la rectitud (porque estos dos valores los exigen), que llevados a la práctica individual y social promueven el equilibrio y la armonía, la paz y la concordia entre los seres humanos. La justicia (individual y social) es el resultado natural devenido del desarrollo de estos valores, que según las doctrinas orientales son consustanciales al ser humano. También Occidente ha expresado un pensamiento de tanto calado “moral” en numerosas etapas de su historia, aunque rara vez secundado por las comunidades humanas. Tal vez porque no nos haya interesado nunca (tampoco en estos momentos de crisis profunda) traerlo a nuestra memoria, acaso porque una idea semejante de ética y moral nos exige un cambio drástico y radical que modificaría nuestra percepción del mundo y eliminaría nuestros viejos usos, en ocasiones desnaturalizados y desdibujados de la cualidad de lo humano, que nuestro ser individual y colectivo debe explicitar en cada una de nuestras acciones, del mismo modo que la fragancia del azahar exhala la esencia del naranjo.
4. “Dharma” es, pues, el concepto que ha movido la vida social (y espiritual) de Oriente. Hasta la fecha, ya que la mundialización de la economía financiera y de mercado, ha impuesto sus valores mercantilistas al mundo global, destruyendo los valores culturales –y por tanto las culturas que los conservaban, desarrollaban y exponían- de casi la totalidad de los pueblos y naciones de Oriente. Tal vez si nuestro mundo global reflexionara sobre la noción que encierra el término “dharma”, podría vislumbrar vías fructíferas de convivencia armónicas entre todos los pueblos que han dado–y-aún-dan variedad y riqueza cultural al pasado y presente de  la humanidad.
Pero el mundo global, compuesto hoy de occidentales y orientales, unificados por asimilación de la cultura de valores mercantilistas, impuesta por el capitalismo financiero y de mercado globales, no es un mundo unido e integrado en una idea de globalización que, en sí misma, ha de definirse por la inclusión de todos los seres humanos en un espacio común habitable, sin fronteras, libre de exclusiones, integrador y cooperativo, conducida la vida de todo el colectivo humano global por el respeto y la tolerancia de la idiosincrasia cultural de cada individuo y de cada uno de los pueblos que integran la diversidad humana. Únicamente, siguiendo esta “manera de vivir unidos/integrados cooperativamente”, podremos encontrar vías serenas, amables, certeras, saludables, correctas, racionales por tanto, para salir de la crisis de rostro inhumano que nos enfrenta, de la que aún no hemos logrado conocer el modo certero de enfrentarla para superar sus dramáticas consecuencias.
No hay otro término con el que los seres humanos nos hayamos acercado, con mayor claridad, a una convivencia entre los seres humanos que explicite, en la práctica social, las correctas/ respetuosas/ tolerantes, integradoras y cooperativas relaciones que todos deseamos y anhelamos para todas las comunidades humanas, allí donde se encuentren desarrollándose en cualquier rincón del mundo global al que la historia de la humanidad nos ha  conducido. Y no sólo entre congéneres, también entre los diferentes reinos en los que la Naturaleza se expresa/se comunica desde una extraordinaria diversidad de especies, géneros e individuos. Si hubiere otro concepto más apropiado que el de “dharma”, en ayuda del cual hemos acudido con el único propósito de conducir nuestra idea hacia buen puerto, definámoslo. No nos dejemos arrastrar por los fracasos. No nos abandonemos en el desánimo. Busquémoslo, porque lo hallaremos.
NOTAS:
1 “LAO ZI, en HAU HU CHING. 81 meditaciones taoístas, dice: ‘En la Antigüedad, diversas ciencias holísticas fueron desarrolladas por seres altamente evolucionados para posibilitar su propia evolución y la de los demás’. En el mismo texto se habla del comportamiento del ser humano con respecto a toda forma de vida; un comportamiento que hoy comparte la perspectiva humanista de la nueva cultura emergente, que enfatiza la idea de ‘bienestar universal’ del siguiente fragmento, en el que Lao Zi nos recuerda que la vida es esa totalidad de seres y de ‘cosas’, tan estrechamente vinculados, tan determinantemente relacionados, que puede decirse que todo está inter-siéndose en ese espacio de relaciones que es la vida misma. Pero sólo el sabio conoce el alcance de tan extraordinaria vinculación, pues sabe que la vida manifestada, la vida que acontece ante sus ojos, es la expresión del Ser que se manifiesta como diversidad de individuos en el variado mundo que llamamos universo, conociendo el sabio, además, que él es esa misma indivisible unidad que todo lo abarca y permea. Por esto el sabio ‘cuida’ del ‘bienestar’ de todas las cosas, viéndose él mismo en todo y en cada cosa: “Una persona (de conocimiento) superior cuida del bienestar de todas las cosas (…) Cuando mira a un árbol, no ve un fenómeno aislado, sino raíces, tronco, agua, tierra y sol: cada fenómeno relacionado con los demás, y el ‘árbol’ surgiendo de este estado de relación. Mirándose a sí mismo, ve la misma cosa”.
La NOTA 1 está sacada de Esteban Díaz, En los albores del siglo XXI. Reflexiones sobre el nuevo paradigma social no mecanicista: el humanismo global, número uno de la Colección “Ínsula Barataria”, Tiger Moon Productions, Bangalore, India, 2ª Edición, 2011, pág. 130.

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