viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Son incompatibles democracia e Islam?
Qué política de Chile para el Medio Oriente
21/11/2014 - Autor: Sergio Bitar - Fuente: www.elmostrador.cl
arabe democracia islam oriente
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La democracia puede ser la organización político-institucional para convivir.Pido comprensión y ruego que consideren mis palabras como un aporte para esbozar lo que debiera ser, a mi juicio, una política chilena a futuro, en el marco latinoamericano.
La pregunta que orienta esta exposición es ¿cómo proyectar nuestros valores, en coordinación con países de A. Latina, para tener más incidencia? ¿Cuáles son esos valores que nos deben inspirar?
Primero, la paz y la solución pacífica de los conflictos, rasgo que constituye una ventaja comparativa de nuestra región en el mundo.
Segundo, la democracia como forma de organización social, tolerancia, diversidad y libertad, no violencia y combate inclaudicable al terrorismo. Y un apego inclaudicable al respeto de los Derechos Humanos. También nuestra región emerge como una de las más democráticas del planeta.
Tercero, solución de los conflictos en un marco multilateral, política indispensable en un mundo que se torna multipolar, sin potencias capaces de imponer solas un orden mundial. Las NU es el espacio para resolver estas materias. Y allí Chile, en el Consejo de Seguridad, tiene de nuevo la oportunidad de expresar una posición nítida, aunque seamos un país pequeño. Así lo hicimos junto a México, por ejemplo, para oponernos a la invasión a Irak, durante el gobierno del presidente Lagos.
Cuarto, no intervención en los asuntos internos de otros países y autodeterminación de los pueblos. Nuestra historia nos alerta ante las acciones unilaterales, invasiones que pretenden cambiar regímenes o instalar la democracia a balazos.
Para hacer más eficaz nuestra acción es indispensable profundizar nuestro conocimiento de los países de esa región del Oriente Medio.
Me referiré a continuación a ciertos aspectos que considero centrales para comprender la realidad y concebir políticas que colaboren a la paz y a la democracia en el mundo árabe.
Democracia e islam
¿Son incompatibles democracia e Islam?
La experiencia turca, Indonesia, Malasia, senegalesa, azerí, revelan avances hacia formas democráticas en países islámicos o con mayorías musulmanas. ¿Hay diferencia entre los países Arabes y los musulmanes no Arabes? Guy Sorman, intelectual francés, recuerda lo expresado por Abdelrraman Wahid, líder musulmán que fue elegido presidente de Indonesia: “Los árabes viven en la nostalgia y quieren volver a su pasado glorioso, para los indonesios la época dorada es el futuro”. Algo similar expresó el presidente Youssuf Habibie, quien reemplazó a Suharto e inauguró la transición democrática Indonesia. Lo entrevistamos en 2013, para un libro sobre transiciones a la democracia, como hicimos con otros 12 presidentes de 4 continentes que lideraron estos procesos, para un libro que nos encargó, a mí y a mi colega norteamericano Abraham Lowenthal, la organización internacional IDEA, y que saldrá en inglés en 2015. Habibie nos dio a entender que por estar escrito el Corán en árabe, algunos hacen una interpretación literal del Islam, sin adaptarlo a la realidad.
El hecho de que no existan formas democráticas en los países árabes, salvo en el Líbano, ¿revela una diferencia entre árabes y otros pueblos musulmanes respecto a la relación entre religión y política? Asistí como observador a la primera elección parlamentaria egipcia, después de la caída de Mubarak, en Alejandría, en diciembre de 2011, y tuve la misma convicción que describe Thomas Friedman en el NYT del 2 nov. de 2014. Los votantes elegían por razones prácticas, como empleo, corrupción, sueldos, derechos; no por religión. En esta exposición me inclino por la tesis de que no existe tal incompatibilidad entre Islam y democracia. Es un tema político, no religioso. No olvidemos que hace décadas también se afirmaba, por algunos, que los países católicos eran menos propensos a la democracia que los protestantes.
La disputa chiita-sunita, que nace luego de la muerte del profeta, se ha proyectado hasta nuestros días, a veces en convivencia, otras con violencia. Sin desconocer esta realidad, cabe preguntarse si este es otro factor insuperable y contrario a la democracia. Recordemos las violentas relaciones entre cristianos protestantes y católicos, muy recientes en Irlanda. Con frecuencia las diferencias políticas se visten de ropaje religioso. También me inclino por la idea de que estas diferencias no son obstáculo insalvable para la democracia y que, a la inversa, la democracia puede ser la organización político-institucional para convivir.
Se debería privilegiar, por tanto, una mirada política, basada en las preferencias de los electores y, en consecuencia, contribuir a la instalación de instituciones capaces de respetar y promover los derechos ciudadanos. La diversidad es consustancial con la democracia, y la tradición árabe abunda en ejemplos de respeto y convivencia de distintas religiones. Numerosos regímenes seculares han sido capaces de separar religión y política. Y han podido convivir, chiitas, sunitas, cristianos, judíos y de otras religiones.
Muchos intelectuales y políticos sostienen que en dicha separación entre Estado y mezquita, iglesia o sinagoga radica la posibilidad de instalar una democracia. ¿Cómo y cuándo florecerá esa posibilidad en los países árabes?
El Estado nación en el mundo árabe
La formación de los estados nación en el mundo árabe se realizó después de la Primera Guerra Mundial, por Francia e Inglaterra, para repartirse esos territorios a la caída del Imperio otomano. Ello gravita en los procesos actuales. Si la noción de Estado europea supone una nación, un pueblo con identidad étnica, lingüística, que habita un territorio, no era el caso de los estados que allí se impusieron. La pretensión del llamado Estado Islámico (ISIS en inglés y DAESH en árabe) de crear un Estado islámico en zonas de Siria e Irak nace de esta imposición de fronteras a zonas que formaban una unidad. De allí el riesgo que los conflictos se expandan a distintos países, por clanes, religiones, tradiciones.
A lo largo de una historia de lucha contra potencias occidentales y de pugna económica, se activa el Islam como un factor de identidad. Las Cruzadas que aún marcan la cultura actual, las invasiones napoleónicas de comienzos del siglo XIX, el acuerdo Sykes- Picot de comienzos del siglo XX, la creación del Estado de Israel en territorios árabes en 1948, la invasión de Irak en 2001, son eslabones de una cadena de momentos históricos que alimentan una reacción antioccidental, pro árabe, aferrándose al Islam, que favorece a sectores fundamentalistas y limita a los movimientos que propugnan un pensamiento islámico moderno.
Además, como la intervención de occidente poco ha tenido que ver con la promoción de la democracia y sus valores, y mucho con la seguridad del abastecimiento petrolero y los intereses económicos de unos pocos, se cultiva más fácilmente ese sentimiento antioccidental. Y en tiempos recientes, se exacerba con la muerte y destrucción en Irak, luego de la intervención de EE.UU., la gigantesca crisis humanitaria del pueblo sirio y el apoyo incondicional a Israel de parte de EE.UU., a pesar de ser la única potencia con capacidad de inducir a ambas partes a una solución política a ese conflicto. Los grupos fundamentalistas se presentan como el camino de restauración de la grandeza árabe de antaño. Y desafían a los moderados, que son la mayoría. En contrapartida, en Occidente algunos sectores promueven una especie de islamofobia, que también daña a los sectores musulmanes moderados, seculares y democráticos.
Agreguemos a estos factores la interferencia de monarquías y países del Golfo que financian operaciones políticas y militares de grupos fundamentalistas, inspirados en ideologías antidemocráticas, ayudando a crear la situación de violencia actual. No habrá solución sin un control de estos ingentes flujos financieros originados en países que EE.UU. y algunos europeos han considerado y consideran sus aliados.
El Islam modernizador y democrático no ha logrado implantarse en el mundo árabe, pero hay suficientes indicios de que, a pesar de estos obstáculos, está latente y en expansión un pensamiento secular y democrático que crece con la educación y la urbanización. A ello también han contribuido las comunidades cristianas, hoy perseguidas por el EI y otros movimientos fundamentalistas. A estos sectores se debe prestar toda la colaboración.
La histórica y conflictiva relación con Occidente y la religión como factor de identidad son conceptos esenciales para una mejor comprensión de los procesos políticos del Medio Oriente, analizar las tendencias futuras, y pensar el papel para América Latina.
Gobiernos autoritarios seculares y Estado Islámico
En medio de estas complejos procesos históricos se fueron articulando gobiernos autoritarios- seculares que se perpetuaron, sin abrirse. Unos eran ultrapersonalistas, como Libia de Gadafi, otros personalistas y de familias (Siria, Yemen, tal vez Túnez antes de los cambios), aunque con partidos y parlamentos, otros se han sustentado en fuerzas nacionales político-militares (Egipto, Argelia), otros son monarquías (Marruecos, Jordania, A. Saudita y Golfo). Todos se han enfrentado a los movimientos islámicos radicales, que han ganado adeptos también por la inepcia de esos gobiernos, la injusticia, el desempleo y la pobreza..
El dilema es crucial. ¿Cómo avanzar a una democratización sin abrir la puerta a movimientos fundamentalistas violentos? En estos casos la opción no es entre dictadura y democracia, pues hay una amenaza que no se dio en otras transiciones en Europa, América Latina, Asia e incluso África.
Cabe cuestionar entonces las ideas simplistas de transitar a la democracia en plazos cortos, sin tradición previa, y cuidar que no se repitan intervencionismos militares, como ocurrió en Irak, que desató una enorme crisis humanitaria, debilitó al Estado, desmembró al Ejército, exponiendo los escasos avances democráticos al riesgo de una ocupación islamista.
En este contexto, la política chilena y latinoamericana debiera respaldar a los movimientos políticos seculares y a aquellos pro democracia, oponiéndose a la acción militar para desestabilizar a gobiernos autoritarios sin que exista una oposición política para reemplazarlos, dejando el terreno abierto a fuerzas fundamentalistas armadas.
La Primavera Árabe
La llamada Primavera Árabe surgió arrolladora y esperanzadora, propagándose desde Túnez. Su evolución ha sido penosa, con la excepción del país donde se originó. Egipto tuvo una reversión, por la polarización política y social derivada del fracaso de la HM y la posterior confrontación y polarización.
Sin embargo, no se puede subestimar la potente irrupción de fuerzas sociales que aspiraban a más libertad y democracia. Eso sigue latente, aunque se reprima. En ambos países se aprobaron nuevas constituciones, sustentadas en derecho, no es un hecho menor. En otros, la estremecedora sacudida ha hecho reflexionar y proponer avances que descompriman. A futuro, los movimientos sociales mayoritarios demandarán más modernidad y más libertad. Tales movimientos ciudadanos aun no hallan partidos y coaliciones políticas sólidas capaces de reformar las instituciones y ampliar los derechos democráticos. La dinámica iniciada en 2011 no fructificó de inmediato, por la incapacidad de esas fuerzas para constituirse en partidos y coaliciones políticas con arraigo popular, capacidad electoral y de gobierno. Las elecciones en Túnez y Egipto llevaron al poder a la HM, que no siempre tuvo la capacidad de convocar a los demás, ni convivir en sociedades donde gran parte de la población no acepta la “sharía” como base del ordenamiento jurídico institucional, menos cuando hay FF.AA. poderosas como en Egipto. El triunfo de una coalición de partidos seculares en la reciente elección parlamentaria en Túnez es una señal positiva, en cuanto es posible en democracia que triunfen los partidos seculares, y que estos sean capaces luego de enmarcar a las fuerzas políticas fundamentalistas, no violentas, en una institucionalidad democrática. Egipto tiene una enorme gravitación y por tanto su evolución es muy relevante para el futuro de esa región.
La política de Chile y A. Latina, a mi juicio, debe contribuir, con la experiencia y los valores que nos inspiran, a fortalecer instituciones democráticas, partidos políticos, coaliciones, control electoral, resguardo de los derechos. Y, también, advertir que la democracia no es solo elegir, si quienes son elegidos no creen en ella y en vez de afianzarla la cogen como camino para desbaratarla. No se deben dar por clausurados estos procesos. La clave está en persistir en acuerdos políticos, aunque sean limitados y graduales, para acabar con la violencia.
De la primavera árabe al EI
La Primavera Árabe no derivó en un tránsito a la democracia, salvo en Túnez. En dos naciones, Siria e Irak, ha ocurrido un proceso inesperado, guerras civiles y la amenaza de un Estado islámico, ¿era predecible? ¿Cuál es el enemigo y cómo evolucionará? ¿Quién lo alimenta? No existe claridad suficiente, o se esconden por unos y otros.
Lo cierto es que el riesgo de propagación es alto. La cifra de jóvenes yihadistas reclutados en distintos países, que son trasladados a Siria e Irak, es de varios miles al mes. Ello da cuenta de una organización mayor, con capacidad de inculcar una misión a fuego, con campos de entrenamiento, abundante financiamiento y técnicas de comunicación modernas. Prohíben el acceso de periodistas, en territorios ocupados, los asesinan para infundir terror o los amenazan para que desinformen. La información falsa impide saber realmente qué está pasando, cómo vive la gente en esas ciudades, qué fuerza real tienes los fundamentalistas y qué efecto tiene la acción militar contra ellos. (En el caso sirio, allí donde se ha instalado el ISIS, como Raqa, se destruye a la población cristiana, que está con el gobierno actual, no se respetan los derechos de las mujeres, y menos de las cristianas, que pueden pasar a ser propiedad de un islamista; no se pueden repicar las campanas de las iglesias ni mostrar la cruz, y está latente la violencia de crucifixiones para los que respaldan al ejército sirio. Igual cosa sucede en Mosul, Irak). El EI es un peligro mayor que Al Qaeda
La nueva coalición enfrenta serias dificultades. Cada país tiene intereses estratégicos a los cuales subordina y restringe la acción contra el EI. Turquía enfrenta el tema kurdo, y ha impedido que fuerzas turcas kurdas intervengan. Arabia Saudita mira a Irán como su adversario, ha buscado el derrumbe del gobierno sirio alimentando a gentes del EI. Jordania teme una presión mayor de Hamas en sus fronteras, en caso de un acuerdo con Fatah.
A estos dilemas contribuye, hasta ahora, la política bipolar ambigua de EE.UU. en Siria. La pretensión de crear un grupo armado moderado que luche contra los fundamentalistas y a la vez contra el gobierno sirio es muy difícil de sostener. Las armas que se les entregan a esos grupos caen en manos enemigas, los que formarían a estos grupos serían sauditas que tienen otros intereses que la preservación de la integridad de la nación siria. Resulta paradójico que EE.UU. excluya a Irán y Siria de la coalición contra el EI, cuando son los primeros en enfrentarlos. En el campo militar, la ambigüedad es receta para el fracaso. Si hay un adversario principal, hay que concentrar fuerzas.
Es muy difícil anticipar eventos, pero sin duda el mundo encara un periodo de lucha prolongado. En un horizonte más largo, estratégico, deberíamos convenir que es más fácil transitar a la apertura democrática desde un gobierno autoritario, pero secular, que desde uno fundamentalista, violento.
No hay solución militar
Esta es una constatación que los latinoamericanos debemos asumir y difundir. Será un proceso intrincado y doloroso, seguirán luchas prolongadas en la medida que una de las partes no vislumbre solución política negociada alguna. Parece ser la situación en Libia, en Yemen, en Sudán del Sur.
Pero en las naciones principales podrían lograrse progresos que, por menguados que sean, servirían de referencia para los demás. La nueva política de EE.UU. y Europa de negociar con Irán, una presión creciente sobre Israel para negociar de verdad, una mayor apertura política en Egipto, los acuerdos para destrucción de armas químicas en Siria y la búsqueda de una solución política en ese país son puntos neurálgicos para hallar fórmulas negociadas que reduzcan el sufrimiento de la población. Este camino exige primero contribuir a grandes operaciones humanitarias. Aunque hoy parezca inviable, el único camino es respaldar a los sectores moderados, y respetando que sea cada pueblo el que encuentre sus soluciones. A punta de amenazas, sanciones e invasiones el mundo se distancia de una solución política. Los estados democráticos y las organizaciones internacionales deben privilegiar ese camino y Túnez merece la mayor colaboración, incluso para reducir la tensión en sus fronteras con Argelia y Libia, desde donde pueden operar fuerzas que obstruyan el proceso de democratización.
El Conflicto Israel-Palestina
Este es el conflicto por antonomasia, el más conocido, inextricable, y que exacerba los demás conflictos. Pero, a su vez, es aquel donde existe un marco para avanzar a una solución política, si allí se vuelca la voluntad internacional.
La invasión a Gaza cambió la percepción en el mundo sobre la posición israelí. La desproporcionada y violenta destrucción, con bombardeos a escuelas, incluso de las UN, la matanza de niños, estremeció a muchos. La negativa a avanzar en negociaciones con la autoridad palestina, moderada y que reconoció a Israel; el desdén a los intentos norteamericanos de restablecer negociaciones, mientras se anuncian nuevos asentamientos cada vez que se atisba una posibilidad, es percibida por muchos como una postura del gobierno israelí contraria a una solución.
En este contexto se debe entender la declaración del presidente de EE.UU. de reconocer las fronteras de 1967 ( aceptando intercambios) , con dos estados, la decisión reciente del gobierno sueco de reconocer al Estado Palestino y la votación del Parlamento Británico, sin duda estos pasos se extenderán por Europa y encuentran amplio respaldo en A. Latina. Y a ello se suma la altísima votación en las UN para que Palestina deviniera un miembro asociado.
Un mayor compromiso mundial es esencial para la creación de dos estados, la paralización de los asentamientos israelíes, la reconciliación de Fatah y Hamas para dar seriedad a una negociación, el cambio de Hamas y su aceptación, con las garantías indispensables, de una política de convivencia, sin violencia y el reconocimiento de Israel y sus fronteras seguras.
Una política clara de reconstrucción de Gaza, el levantamiento del bloqueo, la presencia de fuerzas de NU y la preeminencia del gobierno de Abbas son condiciones que facilitarían una solución política. Dependerá de la decisión de Israel. Con perspectiva estratégica, ante la incertidumbre del futuro, los países latinoamericanos, como muchos otros, aprecian que es mejor negociar ahora que continuar prolongando los conflictos y construyendo muros.
La solución de este impasse por la vía política sería un evento impactante a favor de la paz mundial, ayudaría a resolver otros conflictos, a contener la peligrosidad que se propaga con gran sufrimiento de la población y, aunque luzca utópico decirlo, también podría dar inicio a una colaboración entre los países árabes e Israel. La experiencia de los acuerdos de paz con Egipto y Jordania no ha sido estéril.
La politica Internacional de Chile hacia el Medio Oriente y países árabes
A partir de estos considerandos me permito señalar lo que han sido y debieran ser los ejes de una política chilena, y tal vez latinoamericana, para avanzar la paz.
1. Valorar y No subestimar la influencia persuasiva de un país pequeño en un mundo crecientemente multipolar. La capacidad hegemónica declinante de EE.UU., la situación trabada de Europa, la renuencia de China de intervenir y de Rusia de debilitarse por su dispersión, abre espacio para una acción multilateral responsable de A. Latina. Nuestra región tiene la ventaja de no poseer intereses comprometidos en esa área, y puede sostener una posición independiente. Para incidir, Chile debe coordinarse con los principales países de la región. Reuniones como las de UNASUR con la Liga Arabe (ASPA) y otras que surjan son valiosas. Es indispensable trascender la mera lógica comercial.
El pronunciamiento Brasil-Turquía, contrario a una acción bélica en Irán, la cooperación de Chile y México en el Consejo de Seguridad de NU para oponerse a la invasión de EE.UU. a Irak, son dos ejemplos descollantes, al igual que el voto favorable a Palestina como miembro observador de las NU. El espacio internacional es ahora mayor para A. Latina.
2. Apoyo a la transición de Túnez, a los esfuerzos egipcios y en otros países árabes donde puedan resurgir condiciones favorables a una apertura, mediante la transmisión de las experiencias latinoamericanas de transición a la democracia, junto a la de otros países del mundo que vivieron procesos similares. Esto incluye colaboración en formación de partidos políticos, experiencia en creación y operación de coaliciones, cambios institucionales, políticas sociales. La reciente conferencia (oct. 2014) en el Cairo, promovida por la embajada chilena junto con IDEA, que contara con la participación de intelectuales y políticos egipcios y embajadores de otros países, es un ejemplo de colaboración respetuosa y eficaz. No olvidemos la importante colaboración de Chile a Sudáfrica, para dar a conocer la Comisión de Verdad y Reconciliación instaurada en el Gob. de Aylwin y más tarde replicada por el gobierno de Mandela.
3. Desplegar una política coordinada en A. Latina por una solución política negociada del conflicto israelí-palestino.
La posición de Chile ha sido coherente y persistente y podemos ser más proactivos, promoviendo:
    —Una solución que reconozca un Estado palestino, con límites seguros para todos, a partir de las fronteras de 1967. Nuestro país se apega al derecho internacional y ha defendido el respeto a todas las resoluciones de las NU.
    —El término de la expansión de asentamientos en territorio palestino.
    —Apoyo a la reconstrucción de Gaza y al término de su bloqueo.
    —La reconciliación de Fatah y Hamas para lograr una capacidad única de negociación y respaldar la postura de la OLP, que representa una visión secular y el reconocimiento del Estado de Israel.
En este sentido corresponde valorar la decisión del Gob. Piñera de reconocer esa frontera de 1967 como base de negociación, y su visita, primer Presidente chileno, a Ramallah, en zona occidental del río Jordan. Igualmente y en línea similar, la Presidenta Bachelet ordenó a nuestro embajador en Israel venir a informar cuando ocurría la invasión, muerte de civiles y destrucción de Gaza, como señal de desaprobación.
4. Reforzamiento de las instancias multilaterales y rechazo a decisiones armadas unilaterales para resolver conflictos, destacando este perfil durante nuestra membresía en el Consejo de Seguridad de las NU. Contribuir activamente, en proporción a nuestra capacidad, a las acciones humanitarias en la región.
5. Repudio y enérgica acción contra el terrorismo, cualquiera sea su origen, fundamentalista religioso, anarquista o de cualquier inspiración, y cooperar internacionalmente a esta tarea, formando especialistas y elevando nuestra capacidad de inteligencia nacional e internacional. (Esta postura debe reflejarse en una condena similar cuando terroristas ponen bombas en el Sinaí asesinando a soldados egipcios, cuando suicidas fanáticos asesinan a personas inocentes en un mercado de Irak, o cuando grupos islamistas bombardean una escuela en Siria. Recalco este último caso, pues independientemente de la posición respecto del gobierno sirio, las reacciones para condenar el terrorismo se ven morigeradas por la imagen proyectada preferentemente por los gobiernos de EE.UU., Francia y Reino Unido, que generan una ambigüedad respecto del origen de esas atrocidades).
6. Elevar nuestro nivel de reflexión estratégica global, de seguimiento sistemático de los cambios internacionales, económicos, sociales, políticos y militares, para avizorar mejor las consecuencias, oportunidades y riesgos para Chile. Fortalecer los centros de estudio de la realidad internacional y los escenarios futuros, formando especialistas en las áreas críticas, como el mundo árabe. Y hacerlo en colaboración con otros países latinoamericanos.

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