Las huríes, las armas y el más allá (I)
¿Qué es el «martirio» y qué son los «mártires»?
26/12/2014 - Autor: Manuel Feria García - Fuente: alkalima
Hace poco, un canal por satélite árabe emitió las imágenes de unos jóvenes que se preparaban para llevar a cabo«operaciones de martirio». Estaban muy ufanos y orgullosos. Por su condición de mártires, pensaban, iban a gustar en breve las bienaventuranzas del Paraíso, donde gozarían rodeados de huríes (muchachas«vírgenes, compañeras árabes», como dice el Sagrado Corán).
Me asaltaron tres preguntas: 1) ¿Qué es el «martirio» y qué son los «mártires»?; 2) Al Paraíso o al Infierno, ¿se va inmediatamente después de morir o tras la completa destrucción de este mundo material, la Resurrección de los muertos y el Juicio Final de la Última Hora?; y 3) ¿Cómo debemos entender las bienaventuranza y los tormentos de los que habla el Corán?
En estas cuestiones sobre el más allá no hay lugar ni para la razón, ni para las predicciones ni para las conjeturas. Nuestra única fuente de conocimiento aquí es el Corán. Veamos pues qué dice el Corán.
1. El mártir (šahīd) es el que muere en una guerra que cumple una serie de requisitos. Debe ser una guerra defensiva y justa en la que se enfrenten un agredido y un agresor. Solo se combatirá a los que se enfrentan directamente a los musulmanes (nunca a las mujeres, ni a los ancianos, ni a los niños, ni a los campesinos, ni a los comerciantes, ni a ninguno de los que hoy llamamos “civiles”). A quienes mueran en esa guerra de la parte de la justicia, Dios les ha prometido las bienaventuranzas del Paraíso. Pero, ¿cuándo comienzan a gozarse las bienaventuranzas del Paraíso?
2. La recompensa y el castigo del más allá, según el Corán, tendrán lugar después de la Resurrección, no después de la muerte.
«Cuando sea sacudida la tierra por su terremoto, expulse la tierra su carga y el hombre se pregunte: "¿Qué es lo que le pasa?", ese día contará sus noticias, según lo que tu Señor le inspire. Ese día los hombres surgirán en grupos tendrá lugar la Resurrección, para que se les muestren sus obras. Quien haya hecho el peso de un átomo de bien, lo verá será recompensado. Y quien haya hecho el peso de un átomo de mal, lo verá será castigado» (Corán 99: 1-8).
La recompensa y el castigo llegarán, por tanto, después de la Resurrección. Los cuerpos de los muertos permanecerán en la tumba hasta entonces.
«Se tocará la trompeta y los que estén en los cielos y en la tierra caerán fulminados, excepto los que Dios quiera. Se tocará la trompeta otra vez y he aquí que se pondrán en pie los muertos, mirando. La tierra brillará con la luz de su Señor. Se sacará la Escritura el registro de las obras. Se hará venir a los profetas y a los testigos. Se decidirá entre ellos según justicia y no serán tratados injustamente. Cada uno recibirá conforme a sus obras. Él sabe bien lo que hacen» (Corán 39: 68-70).
3. Así pues, el premio del mártir se gozará después del fin de los tiempos, no ahora. Pero, ¿cómo debemos interpretar ese premio al que alude el Corán?
«En lechos entretejidos de oro y piedras preciosas, reclinados en ellos, unos enfrente de otros. Circularán entre ellos jóvenes criados de eterna juventud con cálices, jarros y una copa de agua viva, que no les dará dolor de cabeza ni embriagará, con fruta que ellos escogerán, con la carne de ave que les apetezca. Habrá huríes de grandes ojos, semejantes a perlas ocultas …. Nosotros las hemos formado de manera especialsin parto y hecho vírgenes, afectuosas, de una misma edad, para los de la derecha»(Corán 56: 15-23, 35-38).
«Los de la izquierda», los politeístas, por el contrario, irán al infierno y «estarán expuestos a un viento abrasador, en agua muy caliente, a la sombra de un humo negro, ni fresca ni agradable. … Comeréis, sí, de un árbol venenoso, el Zaqqum, de cuyos frutos llenaréis el vientre» (Corán 56: 42-44, 52-53).
Los jóvenes que vi en la televisión entendieron estas cosas (o alguien se les hizo entender) en sentido literal. Se imaginaban a punto de gozar a unas huríes que son muchachas de este mundo. También los politeístas de Quraiš entendieron literalmente el castigo del Infierno. «Esa aleya, decían, afirma cosas imposibles. ¿Cómo va a haber árboles en el Infierno? El fuego los habría devorado…». Y el Sagrado Corán les contestó: «Lo hemos puesto el árbol en el Infierno como una prueba para los impíos»(Corán 37: 63). Dios quiso extender la confusión en sus almas.
Tampoco las huríes del Paraíso son muchachas de carne y hueso. Las huríes son solo una metáfora para avivar el deseo de las bienaventuranzas. El Profeta, bendito sea, expresó la misma idea de otra manera en el siguiente hadiz: «Si alguien hiere o mata a vuestros hermanos en un ataque, Dios pondrá sus almas dentro de un ave de color verde que volará al río del Paraíso, comerá de sus frutos y tendrá abrigo junto a los candelabros de oro que se alzan a la sombra del Trono». Ni sombra de huríes.
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