sábado, 10 de enero de 2015

Puesto de condena

Creencia o conciencia, ¿qué genera la violencia?

10/01/2015 - Autor: Alexander Ceña Sojo - Fuente: Webislam
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Retrato de Alexánder Ceña Sojo
Retrato de Alexánder Ceña Sojo
Bajo el amparo de la condición humana.
Es el único modelo de condena válido.
A diario somos bombardeados por noticias de triste y criminal índole, de extremismo y agresividad desorbitada, de incomprensible y cruel naturaleza.
Y como cada día alzo la vista al horizonte, y veo una sociedad consternada, por un cúmulo de circunstancias que hacen inhóspito el día a día, que hacen amargos estos momentos de sorpresa y brutalidad.
Trabajo rodeado de personas, de profesionales que buscan mejorar y aprender cada día, en cada instante.
Desde ayer nos preguntan insistentemente, más a mis compañeros que a mí, obviamente (para ellos), por sus creencias o religión.
Es el absurdo que nunca entendí, porqué se tienen que condenar las acciones de un grupo de locos que obviamente, no pertenecen a su círculos, no son familia suya, a los que ni siquiera conocen. Pero tienen que condenarlos, desde el punto de vista religioso, porque cuando cometieron las atrocidades que se les atribuye, hablaron  en nombre de un Dios, nombre (que no Dios) que muchos comparten para referirse a algo en lo que basan sus creencias.
¿Y quiénes somos los demás para juzgar a todos los que nombran a cualquier persona, deidad o creencia?.
Quiero condenar estos hechos, pero no como musulmán, ni como cristiano, ni tan siquiera como ateo, quiero denunciar estos actos de la única forma que me parece estrictamente correcta, afrontando esta desazón como ser humano, universal y cosmopolita. Necesito sentir que todos, al unísono, pronunciamos el NO a la violencia como defensa a la dignidad de las personas, no de los creyentes, ni de los dioses, todos debemos sentir el abrigo de nuestros brazos, ondeando sobre los hombros de los demás, atravesando las fronteras del credo y la religión, y afrontando de una vez por todas, que los sucesos viles, deben ser ajusticiados por nuestras leyes, que han de ser para todos y para todo.
Por último, vuelvo a insistir en la condena, unánime y unidireccional, hacia el odio humano, hacia la violencia extrema, hacia las personas malas, dejemos de luchar contra creencias, es hora de enfrentarse al verdadero enemigo, las personas sin valores, sin moral, sin ética y sin humanidad.
Siempre habrá practicantes de todas las religiones, compartirán sus vidas entre ellos y entre personas que niegan la existencia de un más allá. Expondrán sus pensamientos e ideas y deberán respetarse entre sí. Conviviremos, como hasta hoy, con todos y cada uno de vosotros, y no serán tres desalmados con los que NADIE se identifica, los que hagan cambiar nuestra perspectiva sobre la diversidad cultural que nos rodea, nuestra relación con las personas que tenemos el placer de tratar a diario. Afortunadamente somos muchos los que conocemos lo suficiente para contrastar la cruel e injusta realidad, con toda esta vorágine de información, pseudo-comercial, que intenta asociar actuaciones personales e individuales con creencias generales que contradicen taxativamente este tipo de acontecimientos violentos.
No son los creyentes cristianos responsables de cada bebé enterrado bajo el suelo de un monasterio, ni de las violaciones de menores protagonizadas por algunas personas que deberían pagar sus pecados en la cárcel de por vida.
No es el pueblo español responsable de los estafadores monárquicos y políticos que poco a poco consumen la poca vida que le queda a este país, en forma de dinero negro, malversaciones y constantes hurtos a una población que yace bajo el yugo de la pobreza casi extrema, mientras atónito, observa como una noticia tras otra, la contribución que todos ellos aportan, sirve de billete al tren de la buena vida para los más variopintos ladrones de guante blanco y algo más oscuros escrúpulos.
De igual manera, ningún musulmán debe sentirse ni tratarse como responsable de unos actos cobardes, indignantes y violentos de un grupo de asesinos que dicen hablar en nombre de Alláh y que sencillamente actúan de manera vil y cobarde, siendo estos actos contradictorios en cualquiera de las religiones que pudieran interpretar los hechos. Deplorables, sin más, como personas, seres con conciencia y racionales, asimismo condenables de modo vitalicio, por el descomunal e injustificable daño que han infligido.
Por ello, por todo este cúmulo de circunstancias quiero rechazar rotundamente los actos acontecidos en París, así como todos aquellos en los que la violencia sea la triste protagonista, de manera humana, me solidarizo con los afectados y como cada una de las personas que se estremecen con este tipo de noticias, ofrezco mi más sincero pésame, como ser de razón y conciencia, como un granito de arena en este inmenso desierto en el que todos, repito todos, debemos navegar en la misma dirección.
Lo que importa no es condenarlo,
Lo importante es no caer en la confusión,
De creer saber controlarlo,
Con el odio que es destrucción.
Alexánder Ceña Sojo
Escritor freelance


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