El Islam: la senda de la redención
07/04/1998 - Autor: Redacción Webislam - Fuente: Webislam
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Nación del Islam es un grupo menor pero muy activo, creado en la década de 1930 por Elijah Muhammad, quien predicaba como solución al "problema negro" en Estados Unidos la segregación total y el establecimiento de un país exclusivamente para negros. Uno de los dirigentes más notables de Nación del Islam fue Malcom X, un expresidiario que se convirtió en un gran organizador y orador en los años cincuenta. Sin embargo, una peregrinación a la Meca, tal como la que Islam prescribe para todos los creyentes, educó a Malcom X en una verdad fundamental de la fe musulmana: que todos los seres humanos son iguales sin distinción de razas. Vuelto a Estados Unidos, Malcom X se apartó de la organización y empezó a predicar una acción que no excluía la colaboración con todos los hombres y Farrakhan ha retomado la tradición de Elijah Muhammad y predica la separación de negros y blancos. También culpa a los "judíos chupasangre" por muchas de las miserias de los negros, y en su cruzada moralizadora denigra a los homosexuales y recluye a las mujeres en un papel sumiso ante los hombres.
La gran época de la lucha por los derechos civiles, en los años cincuenta y sesenta, elevó a la conducción de la militancia negra a los militantes cristianos, y entre ellos a Martin Luther King. Pero desde entonces, las iglesias cristianas se sumieron en una ineficacia para capitalizar los avances sociales y legales obtenidos tres décadas atrás, y en una mera acción de paliativo de los males que devastan a la sociedad negra: droga, violencia, disolución de las familias, madres solteras, desocupación y desesperanza.
Nación del Islam ofrece la alternativa. Sus miembros adoptan un estilo de vida sano y prolijo, dedicado a la educación, el trabajo y la disciplina. Frente al "modelo" de negro rap -que esputa un dialecto deliberadamente incomprensible para quienes hablan inglés, vestido en forma desastrada, inclinado a la violencia nihilista, satisfecho con el crimen y abusador de las mujeres- los miembros de Nación del Islam lucen cortes de pelo y trajes impecables, camisas blancas y corbata de moño, hablan con extrema corrección y abundante educación. A tal punto llega la pulcritud y eficiencia de Nación del Islam que en varias ciudades sus jóvenes han sido contratados por las autoridades para sanear áreas controladas por drogadictos y proxenetas. Y los "soldados" de Nación del Islam han logrado lo que no pudieron las iglesias tradicionales o la policía.
En medio de diatribas antisemitas -otra paradoja ya que el Islam es una religión de origen semita- y virulencias contra "el blanco" descrito como el demonio sin redención, Farrakhan instruyó a las multitudes para que se libren del derrotismo, el nihilismo y la pasividad, y para que se incorporen a las organizaciones comunitarias, cualesquiera que ellas sean, y asuman la responsabilidad por sus familias -sustentando a sus hijos y a sus mujeres en lugar de abandonarlos- sus barrios, sus empleos y su voto. Es este llamado a la decencia, al sentido común, a la educación y la disciplina el que hace de la "Marcha del millón" una convocatoria a la clase media negra, a los profesionales y estudiantes, para la regeneración de su sociedad. En cierto sentido Nación del Islam es extremista porque es conservador y reclama la preeminencia de la religión en la vida cotidiana.
Hasta qué punto Farrakhan y su Nación del Islam pueden calificarse como "fundamentalistas", es discutible. En la "Marcha del millón", Farrakhan citó más la Biblia que el Corán, y en más de un pasaje sugirió que él es el Mesías, o un nuevo profeta. Esto es blasfemia para los musulmanes, cuyo credo afirma que hay un solo dios, Alá, y que Mahoma es su profeta.
Sin embargo el Islam es la religión de crecimiento más rápido en Estados Unidos, gracias al atractivo que tiene entre los negros, y al flujo de inmigrantes de Asia, Medio Oriente y Africa que se acentuó en las últimas dos décadas. Para muchos musulmanes oriundos de países islámicos, Nación del Islam no es el auténtico Islam, pero la vida en Estados Unidos presenta desafíos peculiares que están forzando a una recreación de las normas musulmanas.
Para empezar, el Corán estipula que el creyente debe vivir en Dar al-Suh -Islam, la tierra de la tregua y la paz- esto es en países donde la fe musulmana es la dominante. El Islam promovió durante siglos la migración de los creyentes a los países musulmanes, y la vida en naciones con otras creencias se consideraba algo excepcional -los mercaderes, los viajeros, los embajadores- y no la norma. Al emigrar a Estados Unidos o Europa occidental, al mudarse a Dar al-Harb -la tierra de la guerra entre los infieles- los musulmanes se enfrentan a cuestiones novedosas, como la vida social, la actividad política y la educación de sus hijos allí donde prima el cristianismo o, peor aun, el secularismo que priva a la fe religiosa de un papel en los asuntos del Estado.
En Estados Unidos los inmigrantes musulmanes se encuentran asimismo con experiencias nuevas, como la convivencia con musulmanes de países muy diferentes, desde el norte de Africa a Indonesia, desde Afganistán a Nigeria. En la actividad centrada en la mezquita, en las oraciones de los viernes, los musulmanes aprecian el carácter universal de su fe y están recuperando en Estados Unidos una vivencia más pura de su religión, despojada del formulismo que sustenta el fundamentalismo islámico
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