La brutalidad del califato atenaza a los países árabes que lo combaten
Emiratos Árabes
suspendió ataques tras la captura del piloto jordano
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Protestas en Ammán contra el asesinato
del piloto jordano. / REUTERS-LIVE! / AP
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El brutal asesinato del piloto
jordano Moaz Kasasbeh ha convulsionado a los países árabes que colaboran
en los bombardeos contra el Estado Islámico (EI). Aunque se ha
filtrado que Emiratos Árabes Unidos (EAU) suspendió los ataques tras la captura de Kasasbeh,
la crueldad y el ensañamiento con que el EI ha tratado al militar jordano están
cargando de argumentos a pueblos y Gobiernos para reforzar su lucha contra los
yihadistas.
“La gente está muy enfadada. El que quemaran vivo al
piloto ha aumentado el deseo de combatirlos tanto entre la población como entre
los Gobiernos con respecto a hace tres meses”, asegura a EL PAÍS el politólogo
emiratí Abdulkhaleq Abdulla. “Es más que un asunto de seguridad, lo que está en
juego es nuestra religión y nuestros valores”, añade.
En su comunicado de condena, el ministro emiratí de
Exteriores, el jeque Abdullah Bin Zayed, reafirmó la voluntad de su país de
“hacer frente a todas las formas de extremismo y terrorismo”. Sin embargo,según
reveló este miércoles The New York Times,
Emiratos suspendió su participación en los bombardeos contra el EI a raíz de la
captura de Kasasbeh en diciembre, por temor a que sus propios pilotos pudieran
caer en manos de los yihadistas.
Emiratos “está molesto porque pensó que EE UU iba a
ser más proactivo en el rescate del piloto, que iba a tratarlo como si fuera
uno de los suyos, pero cuando presentó [a los americanos] un plan para
salvarlo, estos lo rechazaron y Emiratos consideró que eso no era aceptable”,
explica Abdulla.
“Todos los países árabes cambiaron su participación en
la campaña tras la captura del teniente jordano”, apunta por su parte Theodore
Karasik, un veterano analista de seguridad en Dubái. “Siguen apoyando
plenamente la coalición, pero en misiones en las que se sienten más cómodos”,
añade dando a entender que ya no ejecutan bombardeos. Salvo Jordania,
ninguno de los implicados ha hecho ningún anuncio al respecto.
Abdulla no tiene constancia de que otros hayan
interrumpido los bombardeos, aunque precisa que la relevancia de EAU se debe a
que es el país árabe que más aviones y salidas ha aportado a la coalición. Su
apoyo es crucial para Washington que desde el principio dejó claro que no
combatiría al EI sin ayuda de los árabes suníes y cuyas relaciones con Riad o
El Cairo atraviesan tensiones.
Arabia Saudí, la potencia regional y un país a menudo
acusado de promover una interpretación del islam muy próxima a la de los
yihadistas, también condenó el asesinato del piloto como un acto de los
“enemigos del islam”, una idea que repitieron los portavoces de Kuwait, Qatar y
Bahréin, y varios dignatarios religiosos. Un responsable saudí citado por la
agencia estatal de noticias, SPA, reiteró el compromiso del reino a “luchar
contra esa ideología falsificada y las organizaciones extremistas que se
esconden tras ella”, además de animar a la comunidad internacional “a
intensificar los esfuerzos contra el terrorismo”.
Los gobernantes saudíes, en mayor medida que el resto,
sienten la amenaza directa a su autoridad que plantea el autoproclamado
califato. Sin embargo, han sido cautelosos en mostrar
abiertamente su apoyo a EE UU en la campaña contra el EI. Por un
lado, recelan del compromiso de Washington, con quien difieren sobre cómo hacer
frente a los cambios que se están produciendo en Oriente Próximo. Por otro,
temen las represalias de los extremistas y la reacción de la población si los
bombardeos causan demasiadas víctimas civiles o terminan ayudando a la causa de Irán en
la región.
Después de casi cuatro décadas de propaganda sectaria,
muchos árabes ven al EI como la única defensa de los suníes frente a lo que
perciben como avance del Irán chií en Irak, Líbano, Bahréin y Yemen. Pero hay
una creciente sensación de que la máquina de matar en que se ha convertido ese
grupo yihadista, que además de degollar extranjeros asesina a diario a iraquíes
y sirios bajo su férula, ha sobrepasado todos los límites al quemar vivo al
piloto jordano.
NATALIA SANCHA, AGENCIAS/ BEIRUT, GENEVA
Jordania cumplió este miércoles al alba
la respuesta “decisiva y fuerte” que había prometido el Gobierno de Amán al
brutal asesinato del piloto jordano Moaz Kasasbeh, quemado vivo por el Estado
Islámico (EI). A las cuatro de esta mañana fueron ejecutados Sayida al Rishawi
y Ziad al Karbuli, ambos iraquíes en el corredor de la muerte desde 2005 y 2008
respectivamente. El EI había exigido la liberación de Al Rishawi (condenada por
el peor atentado terrorista en el país) a cambio de la vida de Kasasbeh. El segundo
fue condenado por asesinar a un jordano y por pertenencia al grupo terrorista.
De esa brutalidad medieval del EI no se
libran ni los menores. Según informó este miércoles el Comité de Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño, los yihadistas están vendiendo a pequeños
iraquíes en mercados como esclavos sexuales y asesinándolos mediante la
crucifixión o enterrándolos vivos. Los pequeños son utilizados también para
hacerse explotar en atentados suicidas, como informantes o como escudos
humanos.
“Estamos profundamente preocupados por las torturas y
asesinatos de estos niños, especialmente los de minorías pero no sólo los que
pertenecen a minorías”, dijo Renate Winter, una experta del Comité, que añadió
que menores yazidíes y chiíes —pero también suníes como los del EI— han sido
víctimas de estos crímenes. Winter relató en rueda de prensa que el EI ha
cometido “violencia sexual sistemática” contra niños y acusó al grupo
terrorista de haber vendido a menores en mercados “con etiquetas de precios
sobre ellos”.
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color:#333333;mso-fareast-language:ES'> Entre
2009 y 2012 conseguimos cooperar en muchos aspectos con Rusia. Ratificamos el
nuevo tratado START, llevamos suministros a nuestras tropas en Afganistán a
través de la Red de Distribución Norte y, juntos, elaboramos la serie más
amplia de sanciones internacionales que se hayan impuesto jamás a Corea del
Norte e Irán. También dedicamos esfuerzos a crear el tipo de Rusia que
esperábamos, y seguimos esperando, ver surgir un día, contribuyendo a su
campaña para incorporarse a la Organización Internacional de Comercio, para que
fuera un país integrado en la economía mundial, más próspero y más interesado
en el orden internacional. Por desgracia, el presidente Putin escogió otro
rumbo, de creciente represión interna y violación de las normas
internacionales. Nosotros no podemos tolerar ese flagrante desprecio a los
principios más esenciales del sistema internacional.
P. ¿Cómo
podrían restablecerse las relaciones con Moscú?
R. Seguimos
cooperando con Rusia en todo lo que podemos, pero debemos tener muy claro el
reto al que nos enfrentamos; nos encontramos ante un Estado ruso que ha
prescindido de la mayoría de las normas internacionales fundamentales. Si Rusia
cambia de actitud, empieza a acatar esas normas y respeta la soberanía y la
integridad territorial de sus vecinos, nuestra relación también cambiará.
P. ¿Se
arrepiente el Gobierno estadounidense de no haber atacado al régimen de Bachar el Asad después de que
utilizara armas químicas?
R. Gracias
a la labor diplomática, EE UU consiguió lo que los ataques militares no habían
logrado: la eliminación de todos los
arsenales declarados de armas químicas en Siria. La
perspectiva de que unas armas tan terribles pudieran estar en manos de un
régimen brutal el tiempo suficiente como para que cayeran en manos de
terroristas afiliados a Al Qaeda o al EI constituye una amenaza contra la
seguridad de Siria, la región y el mundo, y nuestro plan de acción la disminuyó
de forma radical.
P. Dado
que El Asad, en la práctica, es un aliado en la lucha contra el EI, ¿su
expulsión sigue siendo un requisito indispensable para lograr un acuerdo en
Siria?
R. Estamos
colaborando con diversas fuerzas, como los dirigentes iraquíes de todo el
espectro étnico y sectario y más de 60 socios de otro tipo, para debilitar y
derrotar al EI. Muchos países han hecho aportaciones considerables. Todos
podemos hacer más. Son esos países, no El Asad, los que componen nuestra coalición contra el EI.No
estamos coordinándonos con El Asad, que está sujeto a sanciones.
P. ¿En
qué condiciones podría Occidente negociar con él?
R. No
vemos cómo va a ser posible que, después de haber perdido toda su legitimidad
por sus actuaciones, pueda volver a presidir la Siria estable, pacífica y unida
que deseamos. Por el contrario, vamos a colaborar con elementos fiables de la
oposición moderada para que puedan estabilizar las zonas liberadas y defenderse
contra los ataques del EI o del régimen.
P. ¿Qué
prioridad dan a la lucha contra el yihadismo en Europa?
R. Debemos asumir muy
seriamente la responsabilidad de colaborar con el fin de intercambiar
informaciones, interrumpir el flujo de dinero que llega a los terroristas,
luchar contra el extremismo violento en nuestras comunidades, entre otras cosas,
mediante una verdadera integración económica y social, y vigilar y destruir las
redes que facilitan que los combatientes extranjeros vayan y vengan de los
campos de batalla. Las naciones europeas son unos de nuestros socios más
cercanos en este esfuerzo.
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