jueves, 5 de febrero de 2015

La hora designada de la muerte

La hora designada de la muerte

La muerte se considera como la interrupción y conclusión de la existencia física. Cada ser vivo tiene un principio así como una vida y un final predestinados

07/02/2014 - Autor: M. Fethullah Gülen - Fuente: Revista Cascada
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En definitiva, la muerte y su hora determinan el final de la vida y la misión en este mundo.
"Con Él se encuentran las llaves de Lo Oculto. Nadie las conoce salvo Él. Y conoce todo cuanto hay en la tierra y en el mar; y no cae una sola hoja sin que Él no lo sepa; y no existe grano que esté en las oscuras capas de la tierra, y nada verde o seco, que no se halle (registrado) en un Libro Manifiesto." (Corán, 6:59)
La muerte se considera como la interrupción y conclusión de la existencia física. La hora designada de la muerte es el final de la existencia de cada ser que vivió su propia vida de acuerdo a las condiciones y los límites que le han sido otorgados excepcionalmente. Cada ser vivo tiene un principio así como una vida y un final predestinados.
En el flujo del tiempo y la existencia es casi imposible distinguir las diferencias entre un principio y un final. Todos los seres, tarde o temprano, desaparecen en el seno de la tierra como una gota de agua. Y después fluye al mar y se extingue mezclándose con éste. Este es el destino de todos los seres. Según este destino, todos existen y fallecen de acuerdo a su sino.
Todos los principios implican sus finales; todo lo que comienza termina. Él, que no tiene ningún principio ni un final es Dios, Que es Eterno. Es Dios Quien maneja a todos los seres que nacen dentro del tiempo y Él es Quién decreta cada destino individual. Él, en Sí mismo, está más allá de todo lo que crece y disminuye, de lo que hace y deshace, compone y descompone, del nacimiento y de la muerte. Es Él Quién crea y administra todos los tiempos, pasado, presente y futuro. No existe nada que no se encuentre bajo Su soberanía, disposición y poder. Por lo tanto, no es correcto atribuirle los acontecimientos a la naturaleza por sí sola, sin hacer referencia a Dios, aludiendo a que tales acontecimientos son simplemente naturales, y ocurren fuera del Decreto Divino.
Se les permite a las cosas el derecho de existir sólo por la Voluntad Eterna y el Decreto Todopoderoso, junto con la asignación de una tarea o servicio particular. Todas las criaturas, animadas o inanimadas, nacen sólo para servir como un espejo que muestra la fuerza, el poder, el conocimiento y la belleza del Único Creador; y después, cuando llegue la hora designada, se despiden de este servicio y ceden el paso a una nueva vida.
En este mundo tanto los nacimientos como las muertes desempeñan el papel de ser exhibición y prueba. Existir de la nada indica la existencia de un Ser Oculto, completar el servicio y al cabo de un tiempo despedirse de ello indica la eternidad y la inmortalidad de aquel Ser Oculto. El hecho de ver, oír y tener conocimiento dirige la mente hacia el Que ve, oye y conoce todas nuestras acciones. Cumplir con nuestro servicio y después marcharnos de este mundo igualmente conduce la mente a lo Oculto quien en contraste, ni siquiera entra en la creación, ni parte de ella ni regresa a ella como nosotros: Aquel Quien ha creado la muerte y la vida, para poder poneros a prueba (y demostraros) quién de entre vosotros es mejor en los actos… (Corán, 67:2)
Es sumamente importante entender el secreto de nacer y ser puesto a prueba en este mundo, y por lo tanto, estar preparado para marcharse del mismo en cualquier momento.
Retomemos la pregunta: La hora designada para la muerte de las personas que fallecen en masa en las catástrofes ¿significa que les ha llegado a todos al mismo tiempo?
Sí, para aquellos que murieron de este modo, el tiempo designado de la muerte llega realmente en el mismo momento. Y no hay ningún obstáculo para que no sea así. El Ser Supremo Quien posee y gobierna la creación entera, Quien sustenta todo bajo Su soberanía, y Quien creó todo, desde los átomos más pequeños hasta los sistemas celestes más grandes, cada uno con su propio destino, también es capaz de destruir a cada uno de nosotros o a todos al mismo tiempo en un solo instante. No importa que los seres existentes se encuentren en sitios diferentes, procedan de clases diferentes, o tengan propiedades diferentes, ni siquiera el número de los mismos es relevante para Su voluntad.
Es posible decir muchas cosas para ofrecer alguna noción sobre el poder del Creador con las que alcanzar alguna comprensión sobre los hechos del Poder Eterno, aunque sea muy difícil encontrar ejemplos o analogías.
Cada criatura necesita energía que, en su forma visible, es la luz. Cada criatura depende de algún modo del Sol para existir y lo hace en armonía con el mejor resultado. Las plantas consiguen su diversidad de color y su esplendor con la luz del Sol, crecen y menguan con la salida y la puesta del sol. De la misma manera, todas brotan en la primavera, florecen en el verano, y se desvanecen en el otoño, disfrutando del mismo destino armoniosamente. Todas nacen y su existencia es sostenida dentro de un Plan abarcador, de voluntad omnisciente y omnipotente. Nada puede existir fuera de este Decreto Divino: …Y conoce todo cuanto hay en la tierra y en el mar; y no cae una sola hoja sin que Él no lo sepa; y no existe grano que esté en las oscuras capas de la tierra, y nada verde o seco, que no se halle (registrado) en un Libro Manifiesto. (Corán, 6:59).
Si el nacimiento, el proceso de maduración, el acontecimiento de dar frutos y el ocaso de las semillas y los granos de las plantas son sucesos registrados y mantenidos con solemnidad, ¿puede ser posible que la especie humana, el ser más perfecto, se la haya dejado vivir y morir así, como si hubiese sido desatendida y pasado desapercibida? El Creador y el Dueño de todos los reinos terrenales y divinos, cuyo poder de escucha y visión de una cosa no previene el hecho de que oiga y vea otra más, seguramente le concederá importancia a cada actitud del ser humano, que es el corazón del universo y Su obra más destacada. El Ser Supremo le otorgará al hombre, el índice del universo entero y las bendiciones que le concede a la creación en su totalidad. Él recibirá a la humanidad en Su Presencia y la honrará con una invitación especial y favores únicos.
Esta invitación puede convocar a la gente individualmente o en masa, a veces en la cama, en un campo de batalla, o por medio de un accidente o un desastre. Estos llamamientos y citaciones pueden tener lugar en el mismo momento y del mismo modo para toda la gente que vive en un lugar particular o a gente diferente, que vive en sitios diferentes y de maneras diferentes. Respecto al tratamiento del Todopoderoso hacia Sus siervos, las condiciones de tiempo o lugar o la cantidad no tienen ninguna importancia. Para el Único Majestuoso que crea y envía a los humanos a este mundo, Quien las sustenta y aprecia a todas por igual, las mantiene en este mundo según Su expreso deseo y las libera después de la finalización de su servicio, es un asunto fácil tomar las almas una por una o en grupos. Lo anterior no es más extraño o difícil de comprender que la simple palabra que el comandante de un ejército pronuncia, en un momento escogido, para licenciar del servicio activo en el ejército a un soldado o a todo el ejército.
Además, no existe un sólo ángel encargado de tomar las almas de las personas, sino muchos. Con la autoridad, el permiso y la voluntad de su Creador, muchos ángeles se pueden encontrar con la gente y desempeñar su misión siguiendo los Libros Divinos que les han sido concedidos. Haciéndolo así, se acercan a la gente, se les aparecen y actúan de maneras diferentes. Si ciertos accidentes o desastres en particular se examinan con cuidado, se observará fácilmente que en realidad hay una ordenación previa en los acontecimientos, que es uno y tan sólo uno el momento de la muerte designado, en el mismo instante, para todos aquellos que fallecieron en el suceso en cuestión. Se pueden encontrar muchos ejemplos de este hecho en los informes de los medios de comunicación y en los libros. Por ejemplo, en los terremotos que no dejaron piedra sobre piedra en poblaciones enteras, en las cuales los adultos fueron incapaces de salvarse con todo tipo de medios disponibles, bebés de semanas y meses de vida fueron encontrados entre los escombros después de muchos días, sin ninguna herida; asimismo, cuando muchos pasajeros capaces de nadar se ahogaron después de que su vehículo cayera al río, los bebés sobrevivieron y fueron encontrados flotando en el agua; del mismo modo, existen informes conocidos sobre el caso de un bebé que se encontró sano y salvo a una considerable distancia en metros desde donde el avión en el que viajaban se había estrellado y explotado. Se pueden ofrecer muchos más ejemplos de este tipo; el caso es que ningún incidente, muerte o supervivencia, acontecen por sí mismos. Todos los eventos ocurren de acuerdo con la Voluntad Eterna y el Decreto Todopoderoso del Que todo lo ve, todo lo oye y es el Creador Abarcador.
Cada ser que ingresa en la existencia, sea solo o en grupo con otros, y después vive hasta que llegue la hora designada para su muerte en el Libro del Registro, completa su vida con la responsabilidad de percibir los secretos de su naturaleza primordial (fitrah), descubrir las bellezas ocultas más allá de la naturaleza, convertirse en un espejo y en un intérprete del Creador del todo. Y después se retira de esta misión, individualmente o en masa. Tal previsión y registro de la vida, así como acabar con ella cuando llegue el tiempo designado, son tareas muy sencillas para el Creador. Además, Dios revela que alrededor de cada ser humano hay muchos ángeles encargados de tomar almas — además de otros muchos ángeles con misiones diferentes.
En este punto podríamos preguntarnos: ¿Por qué algunas personas inocentes fallecen en desastres junto con otras personas que pueden haber merecido tal destino? Tal pregunta proviene de un razonamiento falso y un error en nuestra creencia. Si la vida tan sólo se diera en este mundo, si este mundo fuera el primero y último recurso de vida, esa pregunta se podría considerar completamente razonable. Pero si este mundo es un terreno en el que prepararnos así como una antecámara, y el mundo del Más Allá es la fruta y la cosecha de éste, y un lugar de descanso y felicidad, sin trabajo duro y privación alguna, entonces la pregunta no tiene justificación. Considerando la realidad de la vida del Más Allá, no es raro que el bueno y el malo, o el recto y el pecador, mueran juntos en el mismo instante en este mundo; al contrario, es completamente razonable y lógico que sea así. Ya que cada individuo será resucitado y se le pedirá cuentas por lo que hizo, y será castigado o recompensado según sus intenciones y hechos.
En definitiva, la muerte y su hora determinan el final de la vida y la misión en este mundo. Aquel período de la vida y su final se encuentran en concordancia a un plan predestinado que, tomando el libre albedrío humano en cuenta, se halla escrito y conservado en el Libro del Registro. Y este Libro se hace realidad cuando llega el momento, según la voluntad y la orden de Aquél que todo lo ve y todo lo oye. No existe ninguna diferencia de principios entre sí la muerte llega a una persona por separado o en masa junto con otros.
Supongo que, como en muchas preguntas sobre los asuntos religiosos, la carencia en el entendimiento de la verdad, en conocer el poder y la voluntad ilimitados del Creador son algunos de los motivos principales que generan duda y hacen caer en la equivocación. Otra razón es una evaluación equivocada de las cosas y los acontecimientos. Si, ante las cosas y los acontecimientos, una persona no elimina de sus pensamientos la equivocada noción de «coincidencia» o «naturaleza», si no se dedica a la reflexión y la vida religiosa y no se aleja de las preocupaciones mundanas, su vida interior se llenará de creencias poco sólidas y débiles y se convertirá en un campo de batalla para las dudas satánicas y la preocupación.
Mientras los corazones de las personas están empobrecidos y se hallan incapaces de alimentarse, la exposición constante de las dudas y las vacilaciones de esta naturaleza son profundamente perjudiciales a su ser espiritual. Ante tal situación, habría que sorprenderse por el hecho de cómo las nuevas generaciones todavía se mantienen castas, en vez de preguntar por qué se desvían del camino correcto.
Se puede alegar que prestamos demasiada atención a tales cuestiones que pueden parecer, a algunas personas, poco significativas. Pero no podemos estar de acuerdo con ello: cualquier asunto relacionado con la fe siempre es de primordial importancia y digno de reflexionar o examinar seriamente.

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