Mi sueño? Casarme con un yihadista
Cientos de jóvenes nacidas en Europa son reclutadas por el Estado Islámico para casarse con yihadistas y ayudar a construir el sueño del Gran Califato. Esta es su historia
“¿Decepcionada? Esto es un colegio normal, ¿qué esperabas? Somos musulmanes, pero eso no significa que pasemos todo el tiempo hablando del Estado Islámico o que las chicas planeen en el recreo sus bodas con yihadistas”. Tras su frase, el estudiante se dirige con cara de enfado a la puerta principal, custodiada por dos agentes. Obviamente, la presencia de la reportera no agrada en las inmediaciones de Bethnal Green Academy.
Involuntariamente, el colegio se ha convertido en el centro de atención después de que varias alumnas hayan escapado para convertirse en esposas de terroristas. Amira Abase, de 15 años, Shamina Begum, también de 15, y Kadiza Sultana, de 16, eran “chicas de sobresaliente”. Pero ahora van a convertirse en madres de la próxima generación del "Califato Islámico"', proclamado en junio por los radicales.
Las menores tomaron el pasado martes en Gatwick un avión de la compañía Turkish Airlines con destino a Estambul. En la misma aerolínea ya había viajado en diciembre una cuarta compañera de clase, que consiguió su propósito de cruzar la frontera a Siria. El trío fue entonces interrogado por la Policía, pero nada hizo creer a los agentes que estaban planeando hacer lo mismo. Las adolescentes han burlado los controles de seguridad, pese a que la ruta es bien conocida por las autoridades al ser una de las más utilizadas por los británicos que se unen a las filas radicales.
Una quinta menor, del mismo colegio y con planes idénticos, ha sido también detenida cuando ya estaba en un vuelo de British Airways saliendo del aeropuerto de Heathrow. La aerolínea, en este caso, dio la voz de alarma a la unidad antiterrorista.
Bethnal Green Academy tan sólo es la punta del iceberg de un fenómeno cada vez más extendido en Occidente. Un 15% de los británicos que viajan hasta Siria o Iraq para unirse a los yihadistas son mujeres o niñas, para ser más exactos, porque en algunos casos tan sólo tienen 13 años. ¿Qué pasa por la cabeza de estas adolescentes?
“Obviamente, el primer contacto que tienen con la causa terrorista es por medio de alguien de su círculo más cercano. Uno no se topa accidentalmente con las páginas de propaganda radical”, explica Erin Saltman, investigadora del Instituto para Diálogo Estratégico. “Ha sido alguien de su entorno quien las ha metido en todo esto”, añade.
Mark Keary, director del colegio donde estudiaban, asegura que no existe evidencia de que se hayan podido radicalizar en las aulas, ya que los alumnos no pueden acceder a Twitter o Facebook desde los ordenadores.
Pero entre los padres la preocupación es máxima. Las autoridades han dado órdenes de que tengan controlados los pasaportes de sus hijos. “No me puedo imaginar por lo que están pasando las familias de estas pobres chicas. Estamos todos en estado de shock”, dice una de las pocas madres (por no decir la única) que habla de lo ocurrido.
La mayoría prefiere no hacer comentarios y ordenan a sus hijos permanecer callados. La presencia policial está precisamente para evitar que los estudiantes se sientan intimidados ante tanta pregunta.
Bethnal Green, al este de Londres, nunca había sido una zona problemática. El barrio, con una amplia comunidad de Bangladés, está pegado al mercado de las flores, convertido ahora en uno de los más populares debido a la gran cantidad de comercios que los hipster han levantado en los alrededores en los últimos años. Turistas y locales inundan cada fin de semana las calles.
A escasos quince minutos se encuentra la mezquita de Whitechapel, una de las más grandes de Europa. Los hombres que entran a rezar también prefieren guardar silencio cuando se pregunta por las menores. La hermana mayor de una de ellas se acercó hasta aquí poco antes de la fuga mostrando su preocupación. "Le dijimos que si quería algo sólo tenía que decírnoslo y contestó que necesitaba nuestras oraciones. Luego se puso a llorar. Claramente, estas chicas han sido manipuladas”, se limita a decir Salman Farsi, portavoz de la mezquita.
Días antes de emprender su viaje, Shamima estuvo en contacto con Aqsa Mahmood, una joven de 20 años de Glasgow. Fue una de las primeras en abandonar el Reino Unido en 2013 y ahora es una de las principales reclutadoras. Según los medios, pese a que la Policía tenía monitorizados sus cuentas en las redes sociales no detectaron las conversaciones entre las dos. A través de su blog, Aqsa cuenta sus deseos de convertirse en mártir. “Esto es una guerra contra el Islam. Estás con nosotros o contra nosotros”, escribe en uno de sus post.
Ahora también ha salido a la luz que Kadiza, otra de las menores fugadas, tenía 11.000 seguidores en Twitter y ella seguía a su vez 77 cuentas, muchas de ellas pertenecientes a combatientes yihadistas. La mayor parte de su actividad no era pública por la seguridad que había puesto la propia usuaria. Pero en una de las fotos que compartió recientemente, se podía ver a un soldado de pie junto a un niño muerto.
“Es imposible tener control absoluto sobre la red”, advierte Saltman. En este sentido, la investigadora del reputado centro de estudios asegura que de nada servirán las medidas que pide imponer el premier David Cameron para que las grandes compañías colaboren con la lucha antiterrorista ofreciendo, en determinados casos, los datos de los clientes. “Si no pueden emplear Facebook, los yihadistas utilizarán otras vías. Van mucho más adelantados que las propias autoridades y saben qué canales pueden utilizar para comunicarse sin problemas”, destaca.
La experta asegura que a través de ellos ofrecen una propaganda “tan brutal y distorsionada” que las jóvenes consideran que sus actos “son incluso feministas contra la opresión occidental". "La realidad que les espera essumamente lúgubre, pero no son tan inocentes como parece. Saben que van allí para estar metidas en casa, ser esposas y madres”, matiza.
Al llegar, reciben lo que se llama "recompensa por su sacrificio". Se les da un lugar para vivir. Si llegan con su marido, se les asigna una casa y si son solteras van un hostal llamado haqqar. También reciben una renta mensual y comida.
"Sabemos que parte de la atracción de estas niñas hacia EI es la búsqueda de aventura. Se les dice que ellas forman parte de este trayecto románticodonde serán recibidas por un esposo que las espera. Para una niña o adolescente esto puede ser algo muy atractivo", señala.
Sin embargo, a pesar de haber conseguido su meta, muchas de ellas comienzan a sentir el hecho de que son foráneas en lo que, en principio, consideran como su "nuevo hogar".
"A pesar de la hermandad que nace entre las inmigrantes en torno a su ideal, caen en la cuenta de que viven en una nación extranjera. Les cuesta hablar el árabe y eso las incomunica con las nativas sirias o iraquíes, que son una gran parte de la población del califato", dice la investigadora.
Por su parte, Haras Rafiq, de la fundación Quilliam –que colabora con el Gobierno para evitar la radicalización– explica que a pesar de que su función principal es casarse y tener hijos, los yihadistas también las utilizan para otros fines, como formar parte de la llamada Brigada Al-Khanssaa. Se trata de una patrulla ultrarreligiosa que vigila a las mujeres iraquíes, a las que los terroristas convierten en esclavas sexuales.
Desde que comenzaron los ataques en la región, más de 3.000 mujeres de la tribu Yazidi –con elementos similares al cristianismo, el judaísmo y algunas religiones antiguas– han sido llevadas a estos burdeles. "Utilizan interpretaciones bárbaras de la fe islámica para justificar sus acciones. Creen que las pueden utilizar a su antojo, ya que no son musulmanas”, explica Rafiq.
Según diversos informes, los responsables de EI han dado a las mujeres británicas papeles prominentes en la ultrarreligiosa Policía de la milicia porque las ven como las más comprometidas de las combatientes extranjeras.
Sin embargo, tal y como señala el experto, no son únicamente mujeres del Reino Unido las que viajan a Iraq o Siria. Per cápita, Francia tiene el mayor número de reclutas yihadistas femeninas, cerca del 25% del total.
Los investigadores saben de chicas que han querido regresar luego a sus hogares, pero ya no pueden abandonar el Califato, ese con el que tanto han soñado Amira, Shamina y Kadiza. Scotland Yard confirmó ayer que, pese a las bajas temperaturas, las menores consiguieron cruzar la frontera y llegar a Siria.
No sólo han dejado a sus familias destrozadas, sino que su caso ha provocado un enfrentamiento diplomático entre el Reino Unido y Turquía. Mientras las autoridades turcas critican que se tardó tres días en dar la alerta sobre su paradero, Londres denuncia que la compañía Turkish Airlines no cumplió con las normas de seguridad que obligan a facilitar con antelación la lista del pasaje. Las discusiones llegan tarde. Quizá las adolescentes ya hayan contraído matrimonio con aquellos que, según su visión, se convertirán en mártires para salvar el Islam de la presión de Occidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario