miércoles, 11 de febrero de 2015

Somos de Allah y a Él volvemos

Somos de Allah y a Él volvemos

Saleh Paladini. Biólogo y Poeta. (In memóriam)

08/07/2012 - Autor: Saleh Paladini - Fuente: Webislam
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Saleh Paladini

La noche es larga.
Y mi suerte está conmigo.
¡Háblame!
¡Escóndeme contigo!
Soy del desierto
un guerrero
pero ante ti juego
como lo hace un niño.
¡Abstraído!
Estoy cavando
mi propia tumba.
Con las uñas
de mis manos
arranco la tierra
y la aparto
con los dientes.
Eres mi serenidad.
Mi buena muerte.
La inmejorable vida.
No hago más
que escucharte
y tejer un
tapiz.
¡Mi poesía! Alfombra de arenas.
Sucesión de dunas.
Gritando en el desierto
la voz se hace eco
para expandir
mi deseo
y romper la penumbra.
Un horizonte que se abre
tras la verja de una prisión.
El hacha que está
junto al tronco
del árbol.
Soy un leñador
a la procura de madera
para encender
una candela
en el hogar del corazón.
Y me voy en una patera
a las Américas
de mis quimeras.
Y esto tiene
que salir
a la luz.
Se publicará.
Será un libro.
¡Emigrar!
Ir de un Continente a otro.
Cruzar el mar.
Bucear con los delfines.
Cantar con las sirenas.
Onduladas melenas
de cabelleras indias
sueltas
a un viento
de suerte cierta,
como las dunas
en el desierto
del Sahara.
¡Ballenas!
Me esperan
rascacielos erectos
en el código genético
de una cadena vital.
¡Fetos!
Embriones
de la condición
humana
gestándose
en el útero
de la humanidad.
¡Manuscritos!
¡Incunables!
¡Trompetas
del Juicio Final!
Tú eres mi Continente
Y te cruzaré
como un río,
tal que el Nilo,
el Ganges,
el Amazonas
o el Mississippi.
¡Así me moveré
por tu cuerpo!
¡Un cauce
por la corteza
terrestre!
Te erosionaré
con mi corriente.
Una corriente eléctrica.
La luna iluminando al sol.
¡Sí! Voy al Juicio Final.
En verdad que los poetas
quisieran ser profetas.
Pero no pueden.
Los designios
pertenecen a Dios.
Mi guerrear me apela
Caudillo,
y vengo en blanco
a las Américas,
donde mis hermanos
acabaron con culturas,
naciones,
especies,
paraísos…
Y fundaron con los nativos
otras culturas nuevas.
Acariciaré lo barrido
con rapsodias de cantor.
¡No me gustan las heridas!
A fin de cuentas
la historia no se repite
si se cuenta.
Y un poeta se va
a Nueva York
desde el Continente Oscuro.
No cesará este rayo
que me habita el corazón
de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas,
de fundir el metal más duro
para refrescar esta guerra.
¡Yo cazador de mí!
Y un niño con manos translúcidas
dirá:
¡Amor!

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