martes, 31 de marzo de 2015

La alternativa cultural: ¿cuál es la cultura de los musulmanes occidentales?


31/03/2015 - Autor: Musulmanes occidentales - Fuente: Musulmanes Occidentales



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Identidad

El Islam no es una cultura, sino que su escencia es religiosa. Nuestro “camino hacia la fidelidad” integra todo el saber, las artes y las destrezas para el bienestar de los hombres que la humanidad ha sido capaz de producir. Este es el principio de integración que les ha hecho posible a los musulmanes vivir en entornos culturales muy variados sintiéndose en casa. Este principio proporciona la cualidad particular que hace posible distinguir entre la “religión” islámica y la “civilización” islámica: se considera al Islam como civilización cuando se atiende a su singular habilidad para expresar sus fundamentos universales a través de la historia y de la geografía, e integrando la diversidad mediante la asimilación de las costumbres, los gustos, y los estilos que pertenecen a esos contextos culturales.

Atendiendo a todo esto, vamos a formular unas preguntas que creemos pertinentes para reflexionar ¿quiere decir lo mismo “musulmanes en occidente” y “musulmanes occidentales”? ¿Son simplemente dos formas distintas de decir lo mismo o son, más bien, dos realidades distintas?

Apreciamos que el adjetivo musulmán se le está aplicando a cosas muy heterogéneas y a tradiciones culturales arraigadas en las sociedades musulmanas y en los colectivos de la misma naturaleza en occidente. Hecho que ha llegado hasta los límites de empezar a difuminar las líneas que separan religión de cultura y los propios musulmanes encuentran muy fácil justificar cualquier comportamiento (cultural, adquirido o personal) con la pertenencia a la religión. Así, encontramos nombres islámicos, tiendas islámicas, fiestas islámicas… y un sin fin de manifestaciones donde no sabemos si prima más la pertenencia a una religión o la representación de esa pertenencia mediante símbolos exclusivamente culturales.

¿Cuál es la cultura de los musulmanes occidentales?

Referirse al Islam es, ante todo, hacer referencia a un cuerpo de principios sobre los que se asientan el îmân, la espiritualidad, la práctica y la ética. Esta esencia deberá necesariamente revestirse de las formas de las diversas culturas en las que los musulmanes viven. Las mujeres y hombres musulmanes que emigraron de Pakistán, Argelia, Marruecos, Turquía o Guyana portaron consigo, como es natural, la forma de vida que seguían en esos países. Es más, permanecer fiel al Islam significó, en la mente de los inmigrantes de la primera generación, perpetuar las costumbres de sus países de origen. Intentaron, sin ser conscientes de ello, seguir siendo musulmanes pakistaníes en Gran Bretaña y en Estados Unidos, musulmanes marroquíes o argelinos en España y Francia, musulmanes turcos en Alemania, y así sucesivamente. Los problemas surgieron con la aparición de las segundas y terceras generaciones que empezaron a plantear algunas preguntas: los padres que vieron a sus hijos perder, o dejar de reconocerse como parte de su cultura pakistaní, árabe o turca, pensaban que perdían su identidad religiosa al mismo tiempo. Sin embargo, eso dista mucho de ser lo que sucedía y sucede: pues muchos jóvenes musulmanes reivindican su lealtad total al Islam según van distanciándose de sus culturas de origen, y lo hacen gracias al estudio de su religión. Paralelamente, más y más conversos, que se encuentran entre la coyuntura de tener que elegir entre “hacerse” pakistaní o “hacerse” árabe en lugar de hacerse musulmán, empiezan poco a poco a ser conscientes de este error: ¡por tanto hay una diferencia clara entre el Islam y las culturas de origen de los musulmanes! Esta conciencia y el nacimiento de un nuevo entendimiento del Islam marcan el periodo de transición que experimentamos hoy en día, y es necesariamente difícil para los padres de la primera generación hacer frente a ello, llegando, en ocasiones, a ser imposible. Para las generaciones más jóvenes, y para los conversos, es un indicador de esperanza, el camino a la salvación que posee el potencial de dirigirles hacia la reconciliación de sus principios islámicos con la vida en occidente.

De hecho, lo que es cierto es que un nuevo entorno puede dar lugar a una relectura de las fuentes con el objetivo de recuperar un principio olvidado o de descubrir un horizonte hasta ahora desconocido. Esto es lo que ha sucedido con la presencia de los musulmanes en occidente. Lo que intentamos hacer es una relectura del cuerpo de referencia extraído de las fuentes escriturarias, tendiendo siempre en cuenta las realidades occidentales. De hecho, lo que estas últimas nos han forzado a hacer es, antes de nada, evaluar nuestro entorno y la forma en que nos referimos a él, pero, más que eso, definir también nuestra identidad islámica a través de su distinción de la cultura que la engloba en determinadas partes del mundo. Por lo tanto, los elementos que definen nuestra identidad, percibidos a la luz del principio islámico de la integración, parecen ser muy abiertos y estar en interacción constante con la sociedad.

Los musulmanes, apoyándose en sus fuentes y sobre la base del entendimiento de sus textos, deben llevar a cabo un entendimiento del contexto occidental que les posibilitará hacer lo que los musulmanes han hecho a lo largo de la historia: integrar cualquier cosa que haya en la cultura en la que viven que no contradiga lo que son y aquello en lo que creen. Por tanto, los fundamentos de su identidad islámica, universales y compartidos, les atraparán en una variedad de culturas, que no deben temer ni rechazar siempre que sigan siendo conscientes del cuerpo de principios al que deben guardar fidelidad. Su identidad se determina por factores completamente abiertos, dinámicos, interactivos y múltiples. Dependiendo del lugar de residencia, los musulmanes de origen inmigrante serán por cultura españoles, franceses, belgas, británicos, o americanos, y, junto a los conversos, cuyo rol aquí será crucial (porque tienen sus raíces en estas culturas), deben establecerse en la vida armoniosa de unos modales espirituales y éticos a través de una integración real en los asuntos profundos de la vida. De manera más amplia, este proceso dará lugar al nacimiento de lo que se puede llamar la cultura islámica europea y americana, que respeta tanto los principios universales y que se sustenta en la historia, las tradiciones, los gustos y los estilos de los diversos países occidentales. Este ejercicio ya ha empezado, pero sigue siendo complejo y exige una conciencia que se alimente en los principios, una habilidad para analizar, una mente abierta, y un sentido crítico, así como creatividad. Los desafíos en este ámbito son muchos e importantes.



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