martes, 28 de abril de 2015

A los libios les sobra el Estado

 
Viernes en la Plaza de los Mártires de Trípoli, Libia (Dic 2014) | ©  Karlos Zurutuza
Viernes en la Plaza de los Mártires de Trípoli, Libia (Dic 2014) | © Karlos Zurutuza

Trípoli | Diciembre 2014
El procedimiento en el lado tunecino de la frontera es tedioso pero en el libio el ambiente se relaja. El funcionario fuma despreocupado mientras espera sentado en el suelo, justo al lado de su garita. No hace falta registrar la entrada a Libia en el sistema informático: basta con estampar el sello que tiene en su mano libre sobre una página del pasaporte abierta al azar.
Si se preguntan “¿Quién manda aquí?”, es fácil: Aquí, justo en el espacio por el que se extiende el humo del cigarrillo, manda su dueño. Y la ecuación se repite a lo largo de los 1.500 km de costa hasta la frontera de Egipto.
Que se lo digan a Wail, un residente de Zwara de 30 años al que robaron el coche en un checkpoint de la vecina Zawiya (al oeste de Trípoli). “Volví a Zwara y se lo conté a la milicia, que levantó un retén en el que requisó cinco coches con matrícula de Zawiya”, recuerda el joven amazigh. “Les dijeron a sus dueños que si querían recuperar sus vehículos tenían que pedirle a su milicia que devolviera el mío”. Al día siguiente, Wail conducía de nuevo su coche.
“Todas las partes juegan sucio, sobre todo aquellas que están espoleando esta guerra desde fuera”
Imposible sobrevivir sin una milicia que te cubra las espaldas, y menos en la actual coyuntura. Más de tres años después del levantamiento que acabó con el mandato y la vida de Gadafi, Libia vive en un estado de convulsión política que ha arrojado al país a una guerra civil.
Hay dos gobiernos y sendos parlamentos: uno con sede en Trípoli, y otro en la ciudad de Tobruk, a 1.200 kilómetros al este de la capital. Este último cuenta con el reconocimiento internacional, tras ser elegido en unos comicios celebrados el pasado 25 de junio, pero que solo contaron con 10 por ciento de participación.
Hablamos de un escenario en el que luchan distintas milicias agrupadas en dos alianzas paramilitares: “Amanecer de Libia” (Fajr), liderada por las brigadas de Misrata, que actualmente controlan Trípoli, y “Operación Dignidad” dirigida por Khalifa Haftar, un antiguo general del ejército libio. Los primeros acusan a los segundos de “gadafistas”, y éstos a los anteriores de “islamistas”.
Younes Tabaui, recientemente nombrado ministro de Cultura en el ejecutivo de Trípoli, asegura que se trata de un conflicto “puramente político”. “Todas las partes juegan sucio, sobre todo aquellas que están espoleando esta guerra desde fuera”, asegura el ministro en su despacho a las afueras de Trípoli.
La OTAN lo tiene hoy difícil a la hora de intervenir, porque todavía no sabe a favor de quien
La lista de estas influencias es larga y compleja: Qatar y Turquía son los principales aliados de Trípoli mientras que los de Tobruk, que se autodenominan “liberales”, cuentan con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Arabia Saudí.
¿Y Occidente? Francia apoya de forma abierta a Tobruk (aunque esta alianza incluya también a las tribus antes leales a Gadafi como Warshafana, Warfala, Gadafa); en Trípoli sólo queda abierta la Embajada italiana (sus multinacionales energéticas están en la zona oeste del país), y el antiguo embajador británico en Libia asegura, via Twitter, que “ambas partes quieren lo mejor para Libia”. La OTAN lo tiene hoy más difícil a la hora de intervenir, más que nada porque todavía no sabe a favor de quien.

Antiguas alianzas

La ausencia de un Gobierno capaz de gestionar el Estado hace que la crisis de identidad ahonde entre los libios. A diferencia de Iraq no ocurre en líneas sectarias sino tribales o incluso étnicas, como en el caso de las minorías tubutuareg y amazigh. La situación de estos grupos es delicada: Tras haber convivido pacíficamente durante siglos en el desierto de Libia, tubus y tuaregs se enfrentan hoy en el sur del país: los tubus (salvo algunas figuras como el propio Younes Tabaui) están con Tobruk y los tuareg, nómadas bereberes, con Trípoli.

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