miércoles, 29 de abril de 2015

Shaykh ‘Abdul-Hayy al-‘Amrawi

Shaykh ‘Abdu’l-Karim Murad

de la Mezquita de Qarawwiyin, Fez. Marruecos.


INTRODUCCIÓN

Es un privilegio presentar este trabajo de mis queridos colegas, dos de los más distinguidos y respetados ‘ulema en el Reino de Marruecos. El Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le dé paz, ha dicho en un renombrado hadiz: “El Din no es más que buen consejo”.Cuando uno considera el desastroso estado de cosas, a nivel político y espiritual, de nuestros hermanos árabes musulmanes, fragmentados por el sistema kafir en débiles estados separados entre sí, con monedas individuales no comerciables, es fácil olvidar que aún hay hombres de gran reputación intelectual dentro de aquella comunidad. Si bien la condición política y financiera de los estados árabes permanece subdesarrolada y atrasada, aún mantienen una significativa posición para nosotros aun cuando son ahora un grupo minoritario en la Ummah musulmana. En la actualidad, uno colocaría la gran comunidad islámica de Indonesia y sus partes circundantes, colectivamente llamadas el Nusantara, en el centro de nuestro asunto. Después de ellos viene la masiva comunidad islámica del Subcontinente Indio, temporalmente dividido en cuatro unidades nacionales. Después viene la gran comunidad de habla turca de Anatolia y el oriente asiático hasta las puertas de China. Así, el último grupo minoritario es el mundo diezmado de lengua árabe.Y sin embargo, debido al significado ineludible del idioma árabe y la presencia de los Haramayn en sus tierras, lo que ocurre allí es de profunda importancia para todos nosotros.
La oposición al Sufismo y, por ende, inevitablemente a los líderes sufis y sus fuqara, debe entenderse como lo que es. La posición de los así llamados salafi, esto es, los wahhabis, es que ellos son los defensores de un Islam ‘puro’, el de la primera comunidad, y en consecuencia se oponen a todo lo que pueda considerarse como desviaciones y agregados. ‘Su Islam’, insisten, se basa estrictamente en el ‘Kitab wa Sunna’, permitiéndoles abolir el fiqh de los madhabs, las variantes de las recitaciones qur’anicas, el nasiq wa’l-mansuq, el mawlud, los círculos de dhikr y el tasawwuf.
La verdad es que la posición de los wahhabis es la de la abolición del Califato, como Mustafa Kemal y el Occidente. La abolición, por tanto, del Zakat. La abolición de los madhabs y, en consecuencia, del gobierno y la Ley Islámica. La abolición de la Jizya y, por ende, la entrega de la soberanía del Din. La abolición del Tasawwuf, destrozando así el ‘Adab musulmán, el Iman y el Ihsan. Niegan categóricamente, asimismo, la realidad de la historicidad del Islam como religión mundial por casi mil cuatrocientos años, denunciando a todo el conjunto de las sociedades islámicas no árabes como corruptas y kafir.
Esa realidad, a su turno, vela a los musulmanes el hecho de que los wahhabis se encuentran al corazón del nuevo capitalismo, con sus riquezas y materias primas vinculadas al mástil del sistema bancario que procede torpemente hacia el naufragio, bajo la realeza de una familia traidora y rebelde que traicionó su Bayat con el Sultán Islámico para apoderarse del reino a manos de un alcohólico Churchill, él mismo un rehén del sionismo y la izquierda.
En toda la historia del Islam, desde sus comienzos, cuando la Sultaniyya estaba sólida, ya sea en el Califato Europeo Umayya occidental o en el Califato Asiático Oriental Abásida, o en el Califato Osmanlí, o con los Sultanes en Indonesia o los Padishahs de los grandes Mogules, entonces, igualmente, el Sufismo era dominante y luminoso, con sus Awliya, Ma’irafa abierta a las masas de la gente. Zakat, monedas de oro y plata, Dinar y Dirham, gremios, comercio y expansión islámica: ésta fue nuestra civilización. Bajo la égida de los espantosos traidores saudis, que ni siquiera pudieron defender la Ka’aba sin llamar a la élite de las tropas francesas, el Islam ha sido deshonrado y los musulmanes humillados hasta que, bajo su desviada guía, los hombres han sido forzados a la desesperación y el nihilismo de los suicidas y el terror, hechos que declaran su abyecta derrota. La escuela de esta horrorosa desviación y traición ha sido la Universidad de Medina, su red de ramificación ha sido la organización Rabitah de la Meca, y sus patrones han sido los príncipes de la Casa de Saud, príncipes que, con toda la riqueza que el mundo podría darles, han acabado con sus hijos como seres nihilistas, suicidas y odiados por todos.
Ésta es la sórdida realidad detrás del vergonzoso ataque a un gran docto, ‘Alim y Sufi, Shaykh Dr. Alawi al-Maliki, ya que él representa todo lo que persiste de la nobleza, el conocimiento y el ‘adab en el Islam. La ghaliba illa’llah.
Ninguna voz ha defendido al Sirat al-Mustaqim, el verdadero Din del Islam, con más valentía que Shaykh ‘Alawi al-Maliki. En el clímax de esta situación, su defensa del Islam se convirtió en una defensa de su propia vida. Para defenderse a sí mismo contra los cargos de que le acusaron tuvo el Libro de Allah y la Sunna de Su Mensajero, y sobre él estuvo la baraka de Sus awliya. Esta victoria sobre sus oponentes marcó ciertamente el fin del hegemonía wahhabi sobre los musulmanes. Éste es el trasfondo en el que tuvieron lugar los feroces ataques a Shaykh ‘Alawi al-Maliki que han culminado, entre otros, en los dos libros refutados tan espléndidamente por nuestros distinguidos autores.
Es importante que observemos el alto y elevado tono de nuestros renombrados ‘ulema en severo y chocante contraste con la naturaleza venenosa de los ataques al gran docto del Sufismo. Es importante recordar, mientras se lee este espléndido texto, la tremenda gravedad de lo que estaba implicado en la salvaje oposición a Shaykh ‘Alawi al-Maliki. Era un asunto de vida o muerte. La heroica defensa del Shaykh cuando estuvo en juicio y el apoyo mundial que se dirigió hacia él desde cada rincón de la Ummah, de lo que nuestros dos autores son el ejemplo supremo, mostraron que el Islam histórico de los grandes Madhhabs y su fiqh junto con el método de defensa filosófica de al-Ash’ari y al-Maturidi no sólo habían sobrevivido a la embestida de la secta desviada sino que estaban surgiendo con vigor y energía anunciando buenas nuevas para todos los musulmanes.
Al leer este libro uno sólo puede estar agradecido de que Allah haya preservado en nuestra Ummah ‘ulema de la alta calidad, esplendor intelectual y cortesía de nuestros dos autores. Ellos no son sólo la gloria de nuestro Din, sino un tributo y una prueba de la vitalidad del gran reino Sharifi de Marruecos. Hacemos un du’a por la continuidad de esta noble tradición y para que Allah proteja y robustezca a su Majestad el Rey Muhammad VI, y oramos porque él pueda defender la identidad islámica de su reino con la misma sabiduría y coraje que su valeroso padre el Rey Hasan II, que Allah esté complacido con él y que le recompense por su heroica lucha contra Sus enemigos y los enemigos del Islam. Amin.
Dada la situación actual, si este gran Reino Sharifi ha de sobrevivir, le corresponderá a Muhammad VI darle continuidad al gobierno de su padre y cumplir su intención públicamente declarada que no pudo realizar antes de que Allah le tomara. En el año anterior a su muerte, una delegación de los musulmanes europeos de Granada le presentó al Rey Hasan II el Dinar Islámico de Oro que habían acuñado. Aún tenemos la bendita figura del Rey con nuestro representante examinando la moneda, sosteniéndola. Al día siguiente, declaró su intención de restaurar la práctica de un Zakat legalmente recolectado para la gente de Marruecos, y su intención de escoger a un panel de ‘ulema para diseñar sus modalidades de conformidad con la Shari’at. Esta restauración del pilar caído del Zakat habría elevado a Marruecos al lugar de liderazgo en el Mundo Islámico. Si el nuevo rey no sigue el camino de su padre, conducirá a su gente precisamente a las manos de aquellos enemigos wahhabis que ya han penetrado en el Reino de Marruecos. El régimen saudita rebelde, los atacantes mismos de Shaykh Dr. ‘Alawi al-Maliki, les han asegurado a sus amos americanos que no permitirán el establecimiento abierto del Dinar Islámico, con el fin de proteger sus vastos programas basados en el dólar. Esto nos permite concluir que la protección del Sufismo y de los Sufis fortalecerá la Shari’at y mantendrá seguro al Estado Islámico para su gente, mientras que el seguimiento de la secta desviada de Arabistán conducirá a una esclavización de toda nuestra gente.
Shaykh Dr. Abdalqadir as-Sufi

No hay comentarios:

Publicar un comentario