jueves, 28 de mayo de 2015

“Ante el riesgo yihadista, mantengo la esperanza en nuestra red social” Josep Masabeu

“El yihadismo es un refugio ante la desesperanza, una sublimación que surge entre jóvenes que han quedado colgados de la sociedad”

28/05/2015 - Autor: Guille Altarriba - Fuente: Diario El Prisma
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Frente al riesgo de exclusión social o el auge del islamismo radical, Josep Masabeu se muestra confiado. Él es responsable deBraval, una asociación de voluntariado que se encarga de ayudar a jóvenes inmigrantes del barrio del Raval, en Barcelona, a través del fútbol y el básquet. Con Josep hablamos sobre estos y otros temas y acabamos concluyendo que tal vez el amor sí mueva el mundo. Pero eso es el final: antes, la entrevista.
Hablas de que entre la 2ª y la 3ª generación de inmigrantes se da rechazo contra la sociedad que los acoge, y que por eso ocurren fenómenos como el del yihadismo, ¿por qué este rechazo?
Principalmente por una falta de expectativas. Toda persona sostiene su personalidad en cinco patas: los valores, la familia, los amigos, las creencias y el trabajo. Pero si no tienes trabajo ni familia ni amigos y tampoco puedes vivir tus costumbres como lo hacías en tu país, ¿qué te queda? Solo las creencias. Es lo único que les queda a los inmigrantes aquí, y se aferran a ello para mantener su identidad frente a una sociedad que no les acoge como debería.
Aunque si hablamos de 2ª y 3ª generación, de hijos y nietos de inmigrantes, la pata de la familia sí que la tienen, ¿no?
Pero hablamos en muchos casos de familias desestructuradas. Ya sea porque los padres se han separado o por otros motivos, como el caso de un chaval cuyo padre trabaja de noche, su madre de día… Económicamente salen adelante, pero el chico hace exactamente lo que le sale de los cojones.
¿Hasta qué punto se puede hacer la identificación entre auge del yihadismo y desarraigo social?
No es una relación matemática, pero todo está relacionado. Todos los análisis que he leído coinciden en este punto: el yihadismo es un refugio ante la desesperanza, una sublimación que surge entre jóvenes que han quedado colgados de la sociedad. Es necesario consolidar el ascensor social, porque si perdemos a la 2ª generación de inmigrantes corremos el riesgo de tener aquí en Barcelona las banlieues de París.
¿Además del desarraigo social, existen otros factores?
Hay otros, claro, sobre todo las redes sociales y la influencia de los imanes radicales. Cuando no tienes ninguna otra salida, es muy fácil ser manipulado, y los chicos de los que hablamos son muy inseguros, tienen poca personalidad. Si desde el yihadismo se les promete el oro y el moro, y la sociedad de aquí no les ofrece nada tan atractivo… pues ya tienes el terreno abonado. La juventud es idealista, y esta es la situación.
¿Hablamos solo de jóvenes musulmanes?
No, también españoles que no tienen creencia y que, por tanto, qué más les da. También hay que entenderlo: si yo no creo en nada y unos no me ofrecen oportunidades pero otros sí… Me voy de cabeza a Siria con el Estado Islámico.
Desde tu posición, del trato de cada día, ¿Ves la situación tan grave como lo venden los medios?
Sí que es serio, aunque no tengo datos exactos en la mano. Es algo serio y además tampoco es algo nuevo. Recuerdo que ya hace casi ocho años que el juez Garzón hizoaquella redada en la mezquita de la calle Hospital. Esos tíos iban a poner una bomba en la L2 del metro. El problema en Barcelona es que tenemos grandes bolsas de pobreza y marginación, y no podemos permitirnos ir cultivándola. No pienso que haya que angustiarse, pero tampoco decir “no pasa nada”. También veo un cierto acuerdo entre los medios para no dar demasiada información y evitar que la gente se ponga muy nerviosa. Sin embargo, creo que hay esperanza
¿Dónde está esta esperanza?
En la gente. Con egoístas nunca conseguiremos una sociedad cohesionada, pero en el barrio del Raval, que es la realidad que conozco, somos treinta y pico las entidades que nos dedicamos a todo esto, y luego hay mucha gente sola que ayuda por su cuenta. Tenemos en esta ciudad una red social que en otros sitios no tienen: los colegios, la sanidad, las parroquias, los servicios sociales, las entidades… Esta red es el motivo de que el problema no haya explotado como en París.
¿Cuál es la clave para ayudar de verdad a estos jóvenes en riesgo de exclusión?
Lo primero de todo es mezclar la diversidad, porque esto rompe la barrera física y permite aprender de los demás. Con barrera física me refiero a tocar, a hablar con el otro… Cuando uno ve a una persona de otro color u otro país, que viste diferente… Pues yo no sé qué decirle, me pregunto qué estará pensando de mí, y él igual, se pregunta qué estaré pensando yo de él. Es una barrera física que implica una segunda barrera, la mental.
¿Y cómo se rompe?
Con proyectos colectivos. Nosotros en Braval estamos centrados en el fútbol y el básquet, que son deportes donde la barrera física se rompe al segundo día de vestuario. En unos castellers, se rompe a la media hora de estar cogidos. Una obra de teatro o un grupo de baile también funcionan.
Y en individual, ¿qué puedo hacer yo?
Fíjate, un ejemplo. Pon que vas por la calle y te encuentras a una persona que te pide limosna. A lo mejor no puedes darle dinero si no llevas, pero ¿no puedes estar un rato con él, hablando? Entonces te das cuenta de que vamos con estereotipos. “Es que me da corte”, piensas, y esa es la barrera física.
¿Qué más estereotipos llevamos con nosotros?
Un estereotipo muy extendido es el de que los inmigrantes son unos palurdos, unos ignorantes. Pero te doy un dato: de los 12.000 pakistaníes que hay en Barcelona, 6.000 tienen carnets de la Red de Bibliotecas. Si tú vas a la biblioteca de Carrer del Carme 47 cualquier día por la tarde es como si entrases en Kandahar. La directora de allí, una mujer que que vale un imperio, descarga los diarios en idioma urdu e imprime unos cuantos. Bien, pues si empiezas a hablar con la gente de allí, es cuando te sorprendes. “Yo soy médico y estoy trabajando de paleta” o “yo soy físico y…”.
Impresiona…
O te pongo otro ejemplo. En Braval tenemos un chico ucraniano, cuya familia ahora lo está pasando mal por la guerra con Rusia. Su padre trabaja aquí de paleta y su madre de señora de la limpieza. Resulta que su padre era profesor de la Escuela de Ingeniería de Kiev y su madre, doctora en Filología Rusa. Si miras a este chaval, ¿qué piensas? “Hijo de un paleta y una señora de la limpieza”… ¡qué cojones! Hijo de dos catedráticos de la universidad. Sabe hablar castellano, catalán, inglés, francés, ruso y ucraniano, y ha visto todos los museos. Es una muestra viviente de cómo nuestros estereotipos son eso, estereotipos.
Hablabas antes de que hay que potenciar el “ascensor social”, ¿existe este ascensor o es una aspiración por cumplir?
Existe, y tanto, pero hay que darle patas. Te lo explico con otro ejemplo muy cercano. Uno de los programas que tenemos es el de robótica, de la Lego League, y uno de nuestros chicos estuvo en una de las conferencias que esta empresa da por los colegios de Barcelona. El chaval que antes decía que quería ser pintor de brocha gorda, como su padre, una cosa bien respetable.
¿Y qué pasó?
Después de hacer el programa de robótica, dijo “yo quiero hacer eso que explico esa señora de unos chips de la NASA”. Entonces le dije “Mira, si quieres hacer esto has de sacar un 8,5 de tercero de ESO, un 8,5 de cuarto y un 8,5 de Bachillerato, porque así podrás ir a la universidad con beca. Allí has de estudiar una carrera que se llama Ingeniería Informática”. El tío no tenía ni puta idea de lo que era eso, pero ahora, seis años después, está en segundo de Ingeniería Informática. Esto es ascensor social, pero solo se consigue a partir de una relación personal con los chicos.
¿También depende del entorno o de las ayudas?
Es necesario –y se da- que los padres se impliquen, pero todo empieza en lo más básico, en lo de más abajo. La clave está en cosas como que hay que ducharse después del entreno. El chico, cuando ve que con estas pautas tiene éxito, se apunta al carro. La Administración ha de poner más recursos, claro, pero al final no es un problema de recursos, sino de relación personal. ¿Por qué cambia un chico así? Pues porque establece una relación de amistad con un voluntario al que quiere y toma como referente. Eso es lo básico, lo que no puede faltar.

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