viernes, 31 de julio de 2015

El caballero Arturo Pérez Reverte y las hijas de Mohamed

La expulsión de los moriscos fue en realidad el primer delito de limpieza étnica y genocidio cometido en la Europa Moderna

31/07/2015 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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El Sr. Pérez Reverte se dirige a Mohamed para preguntarle si sus hijas usarán el hiyab.
En su artículo, “Las hijas de Mohamed”,el Periodista y escritor Arturo Perez Reverte, nos describe una escena en la que él, cómo caballero ilustrado, noble y exquisito, se sienta en la barra de un bar a tomar una copa de vino, que le sirve “Mohamed”,  un inmigrante musulmán, sonriente, que cruzó el estrecho en patera y que no le deja pagar porque, según escribe el periodista, “Aquí manda el moro”.
El Sr. Arturo Pérez Reverte, un caballero ilustrado, español y exquisito, habla con Mohamed, “un moro de la morería, como aquellos que hace siglos, comenta y sigue riendo, nos tuvieron puteados a los españoles”.
Debería saber el muy culto y noble Sr. Arturo Pérez Reverte, de innegable sabiduría y ciencia, que el islam nunca se marchó de España y que su impronta quedó en el código genético de este país, y que la expulsión de los moriscos fue en realidad el primer delito de limpieza étnica y genocidio cometido en la Europa Moderna tras el descubrimiento de América y la caída de Constantinopla.
Lo que separa al marroquí del español no es una historia de guerra de 800 años, y una indiferencia e incomprensión de 500 años más, sino la intolerancia y la falta de aceptación de sabernos hermanos, hijos de una misma madre, aunque con diferencias culturales y religiosas obvias.
Hay mas similitud, en el carácter y el amor a la vida, entre un tangerino y un cordobés que entre un cordobés y un alemán por mucho que a algunos les duela.
Ser exquisito, como lo es el Sr. Pérez Reverte, no debería hacerle olvidar que entre el moro Mohamed y él hay también 800 años de convivencia, de aprendizaje y cultura que no se pueden borrar.
En otro apartado del artículo, el Sr. Pérez Reverte, al que podemos imaginar sentado en la terraza del bar como un noble español del siglo de oro, con su espada y su capa, se dirige a Mohamed para preguntarle si sus hijas usarán el hiyab. El periodista y escritor se olvida de que el uso del velo islámico, pañuelo o hiyab, es una exteriorización de un sentimiento religioso, que algunas mujeres utilizan como un signo de identificación cultural, pero cuyo origen en el islam es espiritual.
El uso de hiyab, no es por un acto de sumisión de la mujer al hombre o a la sociedad, sino algo propio entre ella y su relación personal con Allah.
No entendemos, Sr. Arturo Perez Reverte, por qué molesta tanto que las mujeres usenhiyab, y por qué eso se ve como un signo de machismo y una bandera de guerra del islam. No entendemos por qué hay que liberar a las mujeres del hiyab y por qué usted elabora un artículo para que occidente sea inteligente e integrador con los musulmanes y las mujeres no tengan que usar el hiyab.
En su artículo, pone en el pensamiento de Mohamed, el camarero que no le cobra, que es sonriente y eficaz en su trabajo, las siguientes palabras:
"De que vosotros, europeos, hagáis necesario, o no, ese pañuelo en la cabeza de mis hijas. De que nos protejáis con firmeza frente a los que lo exigen en nombre de Dios; pero también, por otra parte, tengáis la inteligencia precisa para que mis hijas, en este Occidente que a menudo no sabe lo que quiere, no se vean obligadas a recurrir a ese pañuelo como símbolo de dignidad, de independencia y de orgullo. Dadles motivos para no llevarlo. Convencedlas, con inteligencia y respeto, de que su identidad debe integrarse en la de todos, sin renunciar por eso a lo que son, a lo que soy, a lo que somos. Persuadidlas de que un compañero de colegio, un vecino, un novio no musulmán, también pueden ser una familia. Un futuro."
Desconoce el Sr. Pérez Reverte, con su exquisita y esmerada educación, que el hiyabes una prenda religiosa y no un símbolo que se usa en momentos de crispación social o persecución. El Sagrado Coran no dice  que las mujeres deban ponerse el hiyab, cuando sean discriminadas o perseguidas, o que lo utilicen como un arma arrojadiza contra occidente.
Dios dice en el Sagrado Coran:
"¡Oh Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las demás mujeres creyentes, que deben echarse por encima sus vestiduras externas: esto ayudará a que sean reconocidas y no sean importunadas. Pero aun así, ¡Dios es en verdad indulgente, dispensador de gracia!" (Corán, 33:59).
Y también dice:
"No hay coacción en la religión", (Corán, 2:256)  y "Quien quiera creer, que crea, y quien quiera negarse a creer, que no crea"(Corán, 18: 29).
Lo que pretende Allah, en el sagrado Corán, es que la mujer no sea un objeto del deseo masculino y una mercancía que se contempla como un cuadro Barroco o Renacentista. Lo que persigue el Corán es proteger y elevar a la mujer, nunca someterla o discriminarla.
El hiyab es una protección y distinción de la mujer musulmana, y es, como hemos dicho, la exteriorización de un sentimiento religioso, no una imposición ni un instrumento de guerra. Por favor, Sr. Perez Reverte, deje en paz a las hijas de Mohamed, que vivan su fe y su religiosidad con libertad, sin disuadirlas para que dejen de ponerse el hiyab. Déjelas que ellas mismas, sin paternalismos, puedan elegir libremente lo que quieran hacer con sus vidas y su fe.

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