lunes, 27 de julio de 2015

Israel y los paramilitares colombianos

Israel y los paramilitares colombianos
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El 1 de junio de 2004, la agencia AFP informó que Carlos Castaño, el desaparecido líder del grupo paramilitar de extrema derecha AUC (Fuerzas de Autodefensa Unida de Colombia) podría estar en Israel adonde se habría dirigido después de abandonar Colombia. Castaño desapareció el 16 de abril bajo misteriosas circunstancias durante las negociaciones dirigidas a desmovilizar al grupo paramilitar. Varias fuentes diplomáticas señalaron que Castaño había huido secretamente de Colombia y se había dirigido en primer lugar a la vecina Panamá en su viaje a Israel.
Los traficantes de droga fundaron la AUC en 1997 para luchar contra los rebeldes izquierdistas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tienen 17.000 combatientes, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que cuenta con 4.500.
El 13 de mayo, fue firmado el así llamado Acuerdo de Fátima cerca de Monteria, capital del Departamento de Córdoba, que concedía a las Fuerzas de Autodefensa de Colombia (AUC) su propia zona autónoma de facto. Según la agencia AFP, de 16.000 a 20.000 irregulares de la AUC prometieron entonces desmovilizarse y dejar de realizar secuestros, luchar contra el gobierno o los rebeldes izquierdistas a cambio de una amnistía del gobierno. El problema es que el reinado paramilitar del terror en Colombia no se ha terminado. El día posterior a la firma del acuerdo, una chica joven y tres vendedores callejeros fueron asesinados por hombres armados que fueron identificados por testigos como paramilitares en Espinal, una ciudad del Departamento de Tolima (El Tiempo, 15 de mayo).
Bill Weinberg escribió en el WW3 Report que otro punto de interés es que el líder indiscutible del movimiento paramilitar, Carlos Castaño, no estuvo presente en la firma del Acuerdo de Fátima. El diario New York Times especuló entonces con que Castaño podría haber sido asesinado por rivales en el movimiento paramilitar después de que, en medio de las negociaciones de desarme, admitiera que los jefes y combatientes de la AUC eran responsables por numerosos asesinatos y masacres y que más del 70% de la financiación del grupo procedía del tráfico de cocaína. Castaño hace frente a cargos sobre drogas en EEUU y él y 18 de sus comandantes, incluyendo su hermano Vicente, han sido recientemente clasificados como grandes traficantes de droga por el Tesoro de EEUU.
Estas revelaciones no son sorprendentes. Desde 2001, la AUC está en la lista de “organizaciones terroristas internacionales” del Departamento de Estado, y comparte la responsabilidad por el 85% de las masacres y violaciones de los derechos humanos de Colombia. Sin embargo, cabe señalar que Castaño ha hecho siempre el trabajo sucio para EEUU en su guerra contra los movimientos sociales en Colombia.
La primera posible respuesta a la misteriosa desaparición de Castaño surgió el 1 de junio pasado, cuando un informe de AFP, publicado en el periódico israelí Haaretz, señaló que Castaño estaba ocultándose en Israel. El diario israelí Haaretz señaló a este respecto: “El líder de la milicia desapareció en Colombia el 16 de febrero, después de que las milicias del país accedieran a la petición del gobierno para desmovilizarse.” Castaño, 39, se trasladó a Panamá bajo custodia norteamericana y luego fue enviado a Israel, según un informe de la agencia AFP. El gobierno colombiano se negó a confirmar o a negar este informe…” El artículo de AFP sugiere que la vida de Castaño se habría visto amenazada después de que él accediera a colaborar con las agencias de EEUU para reprimir el tráfico de drogas.
Si ese exilio ha sido organizado por el gobierno norteamericano y bajo su protección, como la agencia France Presse (AFP) sugiere, entonces eso demostraría que la Administración estadounidense miente cuando afirma que considera a Castaño y su organización como “terroristas internacionales” y significaría que el gobierno de Bush ha violado las propias leyes norteamericanas que prohíben la concesión de apoyo material a aquellos que son clasificados como “terroristas.”

Entrenando a asesinos
Las relaciones de Israel con los grupos y regímenes de extrema derecha se extienden desde México hasta Chile. Estas relaciones dieron comienzo justo pocos años después del nacimiento del estado israelí. Desde entonces, la lista de países en los cuales Israel ha llevado a cabo actividades de asesoramiento, suministro (de armas) y entrenamiento incluye Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela. Sin embargo, no son sólo los acuerdos para las ventas de sistemas de armas lo que caracteriza a la presencia israelí en la región. Israel ha estado siempre entrenando y suministrando información de inteligencia a las fuerzas de la contrainsurgencia en las “guerras sucias” de América Latina.
Junto a los beneficios económicos que Israel ha obtenido con su intervención militar en América Latina, hay otra razón que la explica. EEUU ha pedido la ayuda israelí cuando una intervención estadounidense en un país latinoamericano era demasiado costosa políticamente para Washington. De este modo, las operaciones israelíes son una forma de pagar el apoyo estadounidense a las políticas israelíes en Oriente Medio.
En Colombia, Israel ha vendido más de una docena de aviones Kfir IAI C-7 al gobierno colombiano. Bogotá también fabrica rifles Galil bajo licencia. Sin embargo, la mayoría de los vínculos israelíes con la guerra del gobierno contra la insurgencia de izquierda son secretos cuidadosamente guardados.
WW3 Report señala que la Inteligencia israelí habría jugado un papel clave en la financiación de los paramilitares colombianos. En su libro autobiográfico escrito por el periodista Mauricio Aranguren Molina, “Mi Confesión: Carlos Castaño Revela Sus Secretos,” Castaño afirma que llegó a Israel en 1983 a la edad de 18 años, cuando estaba construyendo su propia organización paramilitar en Córdoba y recibía un clandestino entrenamiento de los militares allí. “Bajo la cobertura de un estudiante de ciencias en la Universidad Hebrea de Jerusalén, me uní a un grupo de otros latinoamericanos durante un año en una “escuela privada” donde, dentro de un programa secreto que llevaba el número de código 562, algunos veteranos del Ejército Israelí instruyeron al grupo en detalles de la guerra, geopolítica, comercio de armas internacional, “cómo comprar rifles”, “operaciones psicológicas”, “terrorismo y contraterrorismo” y “los fundamentos de las armas nucleares.”
Castaño es efusivo en sus alabanzas a los militares israelíes, diciendo que “todo el concepto de autodefensa armada de la AUC es una copia de los israelíes. Cada ciudadano de esta nación es un soldado potencial… Éste, sin duda, es un pueblo visionario y un ejemplo de dominio.” “Yo copié el concepto de fuerzas paramilitares de los israelíes,” añade Castaño. “Aprendí una cantidad infinita de cosas en Israel y a ese país debo parte de mi esencia y mis logros humanos y militares,” dijo.
En abril de 2003, el periodista Jeremy Bigwood publicó un informe en Narco News donde mencionaba una declaración de Castaño acerca de su entrenamiento en Israel, que él encontró en el libro de Molina: “A diferencia de lo que uno podría pensar, estudiábamos en la clase con más entusiasmo que en el entrenamiento militar. Las clases ponían el énfasis en la forma regular e irregular en la que el mundo funciona… Fue allí donde completé mi educación… (Los profesores) insistieron en que nos comportásemos bien, tanto en la forma en la que vestíamos como en la que hablábamos al público… También recibí una clase sobre cómo entrar y registrarse en un hotel y analizamos cómo comportarnos con la policía de inmigración en los aeropuertos. Leíamos en bibliotecas y pasábamos largas sesiones hablando sobre la autoestima y seguridad que un individuo debería tener. Éste fue un proceso de valor incalculable que me enseñó a respetar y tener confianza en mí mismo para salir airoso en los momentos de intimidación.” Lo más importante para el aplicado estudiante fue que “recibí conferencias sobre cómo funciona el mercado mundial de armas y cómo adquirirlas.”
Y, por supuesto, había también un componente militar: “Recibí instrucción en estrategias urbanas, cómo protegerse a uno mismo, cómo matar a alguien o lo que hacer cuando alguien está tratando de matarte… Aprendimos a detener un coche blindado y a utilizar granadas de fragmentación para entrar en un objetivo.
Practicamos con lanzagranadas y aprendimos como hacer blancos con un RPG-7 y a hacer pasar un obús por una ventana.”
”También realizamos cursos complementarios sobre terrorismo y contraterrorismo, con equipos de visión nocturna y con paracaídas. Hemos aprendido también a hacer bombas caseras. En resumen, aprendimos lo que los israelíes sabían, pero, con toda sinceridad, muy poco de esto ha sido aplicado a la guerra de Colombia. Conseguí una muy buena educación básica y aprendí la cosa más importante: cómo controlar el miedo.”
Castaño también señala que el entrenamiento no habría podido tener lugar sin el permiso expreso de las más altas instancias del Ejército israelí, especialmente cuando ellos llevaron a cabo “maniobras aerotransportadas y saltos de paracaídas por la noche sobre las islas del Mediterráneo.”
Bigwood afirma que Castaño “utilizó su tiempo libre (en Israel) para encontrarse con soldados colombianos que estaba recibiendo una instrucción militar regular allí – soldados que se encuentran entre los peores violadores contra los derechos humanos en el Hemisferio Occidental estaban siendo entrenados por algunos de los peores violadores de los derechos humanos en Oriente Medio.”

Escuela de escuadrones de la muerte
En 1987, con el respaldo de los oficiales del Ejército, los traficantes de droga de Colombia trajeron a 16 “mercenarios” de Israel y algunos del Reino Unido para crear una escuela de escuadrones de la muerte en el Magdalena Medio, una región donde los traficantes  de armas tenían extensas propiedades con el fin de que impartieran las técnicas de las Fuerzas Especiales Israelíes a los miembros de los escuadrones de la muerte colombianos. Un coronel israelí retirado, Yair Klein, convirtió la fuerza paramilitar campesina colombiana en una máquina de matar profesional. Cincuenta de los “mejores” estudiantes entre los paramilitares fueron posteriormente enviados a Israel para un ulterior entrenamiento, según señala un informe de la policía colombiana.
En los principales medios de comunicación, estos instructores israelíes eran presentados como “mercenarios”. Sin embargo, ellos estaban demasiado bien relacionados para ser unos simples “mercenarios”. Ellos actuaron con la aprobación de algunos gobiernos, sobre todo los de Israel y Colombia, y probablemente de algunas agencias norteamericanas. Castaño, que acudió a los cursos, señala que algunos oficiales del Ejército colombiano eran, de hecho, quienes los habían organizado.
También existía una conexión con la contra nicaragüense. “Teddy, el intérprete israelí, dijo que tenían que reducir y acelerar el curso, ya que habían prometido entrenar a los contras de Nicaragua en Honduras y Costa Rica,” dijo Castaño. Cabe señalar que en ese tiempo sólo con la expresa aprobación de EEUU, especialmente de la CIA y el Departamento de Estado, podía alguien entrar en los campos de la contra situados en Honduras o Costa Rica y mucho menos un grupo armado. Los instructores israelíes tenían que estar, pues, claramente apoyados en los más altos niveles de los gobiernos norteamericano e israelí.
Castaño fue, sin duda, el discípulo estrella de Klein. Por entonces, él y su hermano Fidel eran ya líderes paramilitares por derecho propio. Ambos tenían su propio ejército de paramilitares y gobernaban un territorio en el estado norteño de Córdoba desde el que traficaban con drogas, llevaban a cabo una guerra en los campos bananeros de Uraba, en la costa, que acabó con el EPL, un pequeño grupo guerrillero, y ofrecieron sus servicios a algunos grandes traficantes, tales como Pablo Escobar y los jefes del Cartel de Cali. En 1998, otro líder paramilitar entrenado en Israel, Salvatore Mancuso, salvó la vida de Castaño durante el ataque de un contingente de las FARC contra un campo paramilitar. Tanto Castaño como Mancuso lograron huir en helicóptero.
Algunos de los principales suministradores de armas a la AUC fueron también israelíes. Según otro artículo, publicado por Bigwood en Al Yazira, “los traficantes de armas israelíes han estado manteniendo una presencia en la vecina Panamá y especialmente en Guatemala. En mayo del pasado año, GIRSA, una compañía israelí vinculada al Ejército y con base en Guatemala, adquirió 3.000 fusiles de asalto Kalashnikov y 2,5 millones de balas de munición que luego fueron entregados a la AUC de Colombia a través de un puerto colombiano controlado por una compañía bananera de EEUU.”

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