domingo, 20 de septiembre de 2015

Los políticos son sirvientes de los ricos


Los políticos son sirvientes de los ricos

Mumía Abú-Jamal
9-9-2015


Es imposible ver el presente grupo de políticos aspirantes a la Presidencia de los Estados Unidos y no ser pasmado por su nivel de servilismo a los deseos y necesidades de la clase adinerada.
  
Como perritos falderos que hacen piruetas en la presencia de sus amos, los politicos, con la dudosa libertad que les da la decisión Ciudadanos Unidos (Citizens United) de la Corte Suprema, se tiran a los piés de billonarios por mendrugos para servir mejor a sus amos.

Por éso, un billonario puede mantener media docena de aspirantes, y haciéndolo, puede determinar no solo quien es candidato, si no también, quien gana -- y que leyes serán promulgadas.

¿Y porqué no?  Ellos son sus dueños. ¿No?

Sin embargo, éso no es suficiente. Porque viene al caso la aparición del ejecutivo de bienes raíces de Nueva York, Donald Trump.

Donald Trump se jacta todo el tiempo de su enorme fortuna. Haciendo éso, Trump intimida a sus potenciales rivales, que están acostumbrados a arrodillarse ante los millonarios.

Pero él también representa la desconfianza de su clase, porque en lugar de emplear a políticos, él se hace candidato para asegurar que su clase social domina.
 
En verdad, éste no es solamente asunto de Republicanos, porque los Demócratas, que consiguen con sus discursos sentimentales el apoyo de los sindicatos y de la clase trabajadora, una vez en el poder, los Demócratas se dedican a defender los intereses de Wall Street -- que es la fuente de la mayoría de las donaciones que los llevó al poder.

La estrategia de los Demócratas, de hablar de asuntos laborales mientras favorecen al capital, fue vista en el destructivo Tratado de Libre Comercio, (NAFTA), que desapareció por millones los trabajos manufactureros de los Estados Unidos.
  
El ex Presidente Bill Clinton vendió febrilmente el tratado NAFTA como tratante callejero ambulante de cocaína crac, vendiendo sueños que terminan siendo pesadillas.

Hoy, los Clinton están de vuelta, presentándose como redentores de la clase trabajadora,  cuando su atesorado NAFTA se roba anualmente decenas de miles de trabajos, socava los sindicatos, y gana inmensas riquezas para Wall Street.

Cuando H. Ross Perot, el texano hombre de negocios y candidato a la presidencia en 1992-96, predijo que NAFTA iba a producir  un "gigantezco sonido de estafa" por los trabajos que se habrían transferido al extranjero, los sabelotodo de los medios de comunicación se rieron de él, haciéndolo aparecer como un estúpido.

Hoy la historia prueba que sus palabras fueron la verdad.  

Los políticos –sirvientes del capital-- prometen progreso, pero solo traen desastres.
 

©’15maj


Traducción libre del inglés enviado por
Fatirah Aziz, Litestar01@aol.com, hecha en 

REFUGIO DEL RÍO GRANDE, Texas, EE.UU.
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Politicians: Servants of the Wealthy
[Col. Writ 9/9/15] © ’15 Mumia Abu-Jamal


It is impossible to look at the current crop of political presidential aspirants and not be struck by their level of subservience to the wants and needs of the owner class.
  
Like Puppies panting in the presence of their masters, the politicians, emboldened by the unconscionable Citizens United decision, are at the feet of the billionaires for scraps to better serve their betters.

Now, one billionaire can field half-dozen pols, and by so doing, can determine not just who runs, but who wins - and what laws will be passed.

Why not?  They own them, don’t they?

But still, that is not enough. For witness the emergence of New York real estate executive Donald Trump.

Trump brags, at every opportunity, of his enormous wealth. By so doing, he intimidates his potential rivals, who are used to bending their knees to such men. But he also represents the distrust of his class, for rather than hiring politicians, he runs himself, to lock in his class dominance.
  
Nor is this solely a Republican affair, for Democrats, who run on emotional appeals to labor unions and working people, once in power lead to the interests of Wall Street – the source of the lion’s share of their donations.

Their strategy, of talk labor, while pleasing capital was seen in the destructive NAFTA pact, which decimated manufacturing jobs in the U.S. by the millions.
  
Bill Clinton hustled NAFTA like a street dealer sold crack, selling dreams that turned to dust.

Now, the Clintons return, posing as the saviors of the working class, when their treasured NAFTA ripped away tens of thousands of jobs annually, undermined unions, and transferred vast wealth to Wall St.

When Texas businessman and 1992-96 presidential candidate, H.Ross Perot predicted NAFTA would produce a “giant sucking sound” of lost jobs, the media pundits laughed at him, making him sound like a fool.

History proves his words were true.

Politicians –servants of capital; promisers of progress, but bringers of disaster.

© ‘15maj

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