lunes, 28 de septiembre de 2015


¿Por qué Rusia quiere una coalición contra el EI?
En su aparición en la Asamblea General de la ONU, el presidente ruso Vladimir Putin pidió una "coalición amplia" para luchar contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI). ¿Cuáles son las razones por las que Rusia busca un frente internacional contra el terrorismo?
Foto: AFP
Cuando Vladimir Putin evocaba a fines de junio la idea de una coalición ampliada contra el "terrorismo" en Siria, inclusive el jefe de la diplomacia de Damasco se mostraba escéptico. Se necesitaría "un gran milagro", decía Walid Muallem. Tres meses más tarde, el presidente ruso recorrió más de la mitad del camino hacia este objetivo.
Aunque su propuesta de una coalición contra el grupo Estado Islámico (EI) no ha sido aún aceptada, el jefe de Estado ruso, aislado por los occidentales a causa de su papel en la crisis ucraniana, ya se reubicó en el centro del gran juego diplomático.

"'La primera partida"

Cuando el movimiento contestatario contra el poder de Bashar al-Assad comenzó en marzo de 2011 en Siria, el Kremlin se alineó desde un principio junto al presidente. Aliado desde la época soviética de los Assad, padre e hijo, Rusia, que demostró poco aprecio hacia los movimientos de protesta en Georgia y Ucrania, ve con malos ojos cualquier "revolución" que tenga lugar, ya sea en Túnez, Egipto o Siria.
Tres principios guían los actos del Kremlin: oponerse a cualquier "revolución" o intervención militar que puedan entrañar la desintegración del Estado, como en Irak y Libia, alertar sobre el peligro "terrorista" islámico y su apoyo incondicional al régimen "legítimo" de Damasco.
Durante más de dos años la posición de Rusia quedó marginada. En junio de 2012, una primera conferencia en Ginebra lanza un comunicado que, no obstante, preveía "un gobierno de transición". Pero las grandes potencias fracasan en cuanto a fijar un calendario para la partida de Bashar al Asad.
El 21 de agosto de 2013 tuvo lugar un ataque con armas químicas en la periferia de Damasco: 1,429 muertos. Inmediatamente, estadounidenses, británicos y franceses consideran realizar ataques para "castigar" a Asad. El presidente ruso pone entonces sobre la balanza un plan para la destrucción de las armas químicas sirias. Su colega estadounidense, Barack Obama, acata la opinión del Congreso y renuncia a tomar medidas. Al-Assad se salva de sufrir ataques y Putin aparece como un interlocutor válido.

Paria y aislado

Cuando ordenara a fines de febrero de 2014 a sus comandos tomar por asalto el Parlamento de Crimea, Putin se pasó de la linea. La reanexión de esta península ucraniana, luego el desencadenamiento de la guerra en el este de Ucrania convirtieron al líder del Kremlin en un paria, y su país sufre los efectos de las sanciones impuestas por los occidentales.
Pero Moscú no abandonó la esperanza de pesar en el conflicto sirio. Los grupos opositores en el exilio o tolerados por Damasco pasan sucesivamente por Moscú, seguidos por representantes del régimen sirio. Mientras tanto, en Siria los grupos yihadistas adquieren cada vez mayor relevancia. Uno de éstos, el EI, se apodera de amplias partes de territorio.
Moscú se anima a confirmar: sin Asad, Siria quedará a merced de los "terroristas" islamistas.

Con los pies en Siria y la cabeza en la ONU

"Desde el comienzo está claro que para Rusia es mejor un Gadafi, un Asad, inclusive un Sadam Husein, que el EI", estima Alexei Malachenko, del Instituto Carnegie.
El 29 de junio pasado, Putin recibe en Moscú a Muallem y evoca su idea de una coalición ampliada a los paíes de la región, con el apoyo terrestre de los ejércitos sirio e iraquí.
Turquía, Jordania, Arabia Saudita... "Todos nuestros contactos con los países de la región permiten ver que mientras se trate de combatir al EI, todos están dispuestos", subraya Putin.
El responsable sirio no cree demasiado en esta idea, pero durante todo el verano (boreal), su colega ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, multiplica sus consultas. Al mismo tiempo, la opinión pública, en particular la europea, posa su mirada en la afluencia de de combatientes islamistas europeos a Siria y en la crisis migratoria.
No se trata solamente de pesar en el conflicto sirio. "Putin busca salir de su aislamiento. Para ello encontró un pretexto genial: la lucha contra el Estado Islámico", en tanto la situación nunca estuvo tan calma sobre el terreno en Ucrania, subraya Malachenko.
Es el momento en que un ballet de buques de guerra rusos comienza en el estrecho del Bósforo. Los rusos refuerzan su presencia en el puerto sirio de Tartús, pero sobre todo construyen una base aérea cerca de Latakia, bastión favorable a Asad en el noroeste de Siria. Los satélites estadounidenses detectan un aumento de la actividad militar rusa: tanques, aviones, helicópteros, y hasta 2,000 soldados, según la prensa rusa. La entrega de armas al ejército de Asad se intensifica. Asimismo, responsables militares rusos, iraníes, iraquíes y sirios se reúnen en Bagdad.
Rusia sorprende a todo el mundo, a los estadounidenses los primeros. Al acercarse la Asamblea general de la ONU, Washington debe rendirse ante la evidencia: hay que hablar con Putin, convertido en imprescindible, y tal vez hacerse a la idea de que la partida de Asad no se impone por el momento.

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