Gitanos y musulmanes húngaros denuncian xenofobia contra ellos tras la campaña antirrefugiados de Viktor Orban
En Hungría viven cerca de 30.000 musulmanes y 800.000 gitanos
Estas minorías denuncian un aumento de agresiones desde el inicio de la campaña
En 2015 han cruzado las fronteras húngaras 240.000 migrantes
El gobierno húngaro encabezado por Viktor Orban ha lanzado una campaña en varios frentes contra la oleada de migrantes llegados a Europa huyendo de la guerra y la pobreza en Oriente Medio. Sin embargo, algunas minorías étnicas actualmente residentes en Hungría, principalmente gitanos romaníes y musulmanes, denuncian que esta postura gubernamental se ha traducido en un incremento de la presión xenofóbica contra ellos dentro de su propio país.
“Son nuestras mujeres a las que escupen y a las que arrancan el velo en la calle”, ha denunciado Robert Sulek, presidente de la Comunidad Islámica de Hungría. “Desearía que el gobierno lo pensara mejor antes de empezar campañas como esta”, ha añadido.
Según Acnur, casi 500.000 refugiados han llegado a Europa en lo que va de año. De ellos, más de 240.000 migrantes han cruzado las fronteras de Hungría. Aunque el gobierno del país magiar ha reaccionado blindando las fronteras y, en la voz de su primer ministro Viktor Orban, exhortando a los refugiados a no emprender el viaje, el flujo no cesa y la mayoría pasa de largo en su camino hacia el norte, buscando asilo en países más ricos de la Unión.
Fronteras exteriores, fronteras interiores
Pero Hungría es además hogar de unos 30.000 musulmanes, la mayoría llegados tras la Segunda Guerra Mundial, y unos 800.000 gitanos, presentes en esta parte de Europa desde la Edad Media. Según Reuters, Gabor Varady, dirigente de Consejo para asuntos romaníes en la ciudad de Miskolc, la segunda en población de gitanos tras Budapest, ha afirmado que “el discurso sobre los gitanos, los migrantes, se ha endurecido. Se dicen cosas que nunca habríamos oído hace 20 o 25 años”.
“No me atrevo a salir a la calle con el hiyab (pañuelo) desde que comenzó esta locura de los migrantes”, dice a Reuters una mujer de 40 años, musulmana conversa, que no se atreve a identificarse por temor a que la señalen. “Han rajado las ruedas de mi coche, y cuando lo denuncié a la policía me recomendaron que no me pusiera mi pañuelo negro en la cabeza para no llamar la atención”, ha añadido.
Hace un mes, Bela Lakatos, único alcalde gitano de Hungría, abandonó Fidesz, el partido de Orban, después de que el primer ministro hiciera una comparación entre los gitanos y los migrantes llegados. “Es un hecho histórico que Hungría debe convivir con unos pocos cientos de miles de gitanos”, dijo Orban en una conferencia ante los embajadores húngaros en Budapest, y concluyó diciendo que “no podemos pedir a otros que también lo hagan”.
Inmigración, terrorismo, un léxico sensible
“Gitanos y refugiados van tan unidos en el imaginario público que es inmediato relacionarlos” afirmó Lakatos a Reuters. Semanas antes, el ministro de justicia húngaro justificaba la dificultades de Hungría para enfrentarse al problema de los migrantes en tanto que bregar con sus gitanos acaparaba los recursos del país.
Según la agencia, el gobierno húngaro identifica abiertamente inmigración y terrorismo en un folleto enviado a los ayuntamientos de Hungría. Estas hojas contienen una encuesta solicitando el punto de vista de los ciudadanos sobre una “consulta nacional sobre inmigración y terrorismo”.
A pesar de haber formado parte del imperio otomano durante casi dos siglos, Hungría no tiene una población musulmana autóctona. Sin embargo, desde la Segunda Guerra Mundial, los musulmanes se han convertido en una comunidad creciente, procedente sobre todo de países árabes.
Desde los 60, muchos muchos llegaron desde Oriente Medio y África para estudiar. Algunos se quedaron, como Fahmi Al Maktari, un cardiólogo yemení que trabaja en la localidad norteña de Salgotarjan. Según Al Maktari, “se ha producido un incremento en el sentimiento antimusulman”.
En Hungría, le extrema derecha política personificada en el partido Jobbik presiona a Orban acusando a la comunidad gitana de generar inseguridad cuidadana. En el país, los gitanos son el colectivo que sufre de un mayor índice de pobreza, menor alfabetización y menor esperanza de vida.
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