viernes, 27 de noviembre de 2015

¿Qué quiere ahora el Estado Islámico?
Gabriel Morales Sod
 
Los atentados en París, Beirut y Egipto marcan un parteaguas en la estrategia y objetivos del Estado Islámico (EI). Si bien durante los primeros dos años de su existencia, el EI se concentró en su agenda local, es decir en la formación de un proto-Estado que abarca partes tanto de Siria como de Irak, los atentados de este mes le dan al EI el primer lugar en el ranking del terrorismo internacional, superando a Al Qaeda como la principal amenaza.
Muchos se preguntan cuáles son los motivos del cambio de estrategia. A primera vista, la expansión de sus actividades a Occidente parece una pésima decisión. Como consecuencia del atentado en París, el objetivo de consagrarse como un califato parece cada vez más imposible; el atentado no hará sino incrementar los esfuerzos de Occidente por poner fin a su expansión.
Hay, sin embargo, otra posibilidad. Después de ya varios meses de bombardeos aéreos y de algunas victorias (ninguna espectacular, eso sí) de las fuerzas kurdas en Siria, y de las fuerzas de seguridad iraquíes, es posible que el EI se haya dado cuenta que su sueño regional tiene casi nulas posibilidades de realizarse (aunque pasarán años hasta que sus fuerzas sean completamente eliminadas). De hecho, se corre el rumor de que el liderazgo del EI ha estado haciendo varios viajes a Libia, cuyo estado de anarquía podría ser el refugio perfecto para los militantes del EI en caso de tener que huir de Siria. Los tres atentados entonces podrían ser muestra del reconocimiento de que este grupo yihadista, a pesar de haber obtenido importantes recursos del petróleo y tráfico de arte en Siria e Irak, y de contar con el apoyo de algunos líderes locales y ex militares, jamás podrá salir victorioso en un enfrentamiento militar clásico contra grupos apoyados desde el aire por las grandes potencias. Los atentados serían un regreso a sus orígenes (recuerden que el EI es una escisión del grupo yihadista por excelencia, Al Qaeda).
Originalmente, los grupos yihadistas se valían de donaciones internacionales y de voluntarios de todo el mundo para mantener sus redes terroristas. Aunque esto cambió con la toma de territorio en el caso del EI, parece ser que ante la posibilidad de perder estos recursos, el grupo se ha embarcado en una lucha contra Al Qaeda por mostrarse como el líder del terrorismo internacional y así ganar el apoyo y recursos de quienes por años han financiado al terrorismo islámico. Sólo unos cuantos días después del atentado en París, un grupo afiliado a Al Qaeda atentó contra un hotel en Mali posiblemente para recordarnos que aún tienen fuerza. De lograrse un acuerdo político en la guerra civil siria, y con el reforzamiento de la intervención área, pocas son las posibilidades del EI de continuar su expansión. Sin embargo, como París nos lo demostró, el EI tiene la capacidad logística de olvidarse de su sueño territorial y convertirse en una red terrorista internacional incluso más sofisticada que Al Qaeda, su principal rival en este ámbito.

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